Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Nos
dice el diario ABC que el gobierno tendrá preparado para junio un Plan de
Regeneración Democrática —así lo han llamado— cuyas pretensiones son mejorar
"la imagen" de la clase política. Señalan en el diario que:
El objetivo es mejorar la imagen de la clase
política, acercándola al ciudadano, y apostar por una democracia «eficiente».
«Esta estrategia responde a la inquietud del propio Gobierno ante la percepción
de un cierto distanciamiento entre los ciudadanos y las instituciones», ha
señalado el director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
(CEPC), Benigno Pendás, que lleva varios meses trabajando en propuestas que
permitan «reconciliar» a los ciudadanos con la clase política, que ha llegado a
convertirse en la tercera preocupación de los españoles según la encuesta del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En este sentido, Pendás ha
explicado que lo que se persigue es «acercar la sociedad a los políticos y que
se rompa esa imagen de la clase política un poco distante y que es ajena a las
realidades». También es clave, añade, «la idea de democracia eficiente» porque
la gente «lo que quiere es que los políticos les resuelvan problemas reales y
no que les creen problemas.*
Seguimos
empeñados en que las relaciones se basan en la "imagen". Además de la
cursilería de la "democracia eficiente", aquí se nos habla de
"acercar", "distanciamiento", "un poco distante",
etc., cuando lo que la gente cree —pienso yo, en la medida en que me afecta— que
lo que sobra es mucha gente en la política, en las dos vertientes, en la
cantidad y en la calidad. Sobra "mucha" gente porque esto se ha
convertido en un gigantesco parking, y sobra "alguna" gente, en
concreto, porque hay demasiada corrupción e ineficacia que nos salta a la vista
todos los días.
Tenía
Alfredo Pérez Rubalcaba una interesante teoría que le llevó donde le llevó en
las anteriores elecciones. Sostenía entonces que todo el problema es que habían
hecho "muchas cosas bien" pero que las "explicaban mal". Es
una teoría que él sintetizó pero que, liberada de ideologías, comparte la clase
política en su amplio espectro.
Me
parece estupendo que se abran iniciativas para que los ciudadanos participen en
las leyes, que se hagan folletos, giras y degustaciones con la clase política.
Pero si se trata de decir que aunque haya algunas "ovejas negras" la
mayor parte son blancas y que aunque algunas se tumben al sol otras trabajan
virtuosamente, se lo pueden ahorrar. Eso lo sabe todo el mundo. Lo preocupante
está en otro lado y se tienen múltiples ejemplos cada día. En esta línea, el
diario El País nos trae hoy el escrito
presentado por la Asociación de Inspectores del Banco de España en la que se
quejan de que su trabajo se ve diluido y obstaculizado por los "filtros políticos"
que plantean los que los reciben y cuyas conclusiones, "resumidas",
no han servido para frenar nuestra crisis del sistema bancario:
La crítica de la Asociación es de gran calado porque sugiere que se ha
modificado el sentido del informe del inspector que ha analizado la situación
de una entidad con profundidad. La acusación llega tras una crisis financiera
que dura ya más de cuatro años y en donde ha sido necesario socorrer a dos
tercios de las antiguas cajas con más de 50.000 millones de dinero público.
La acusación de injerencia política en la
actuación del Banco de España se ha acentuado en los últimos años, marcados por
la quiebra de Bankia, que puso a España al borde del rescate total.**
Con múltiples
ejemplos como estos, lo que la gente está pidiendo no es "imagen"; es
acción. La "politización" de la instituciones es lo contrario de su "profesionalización".
Parte de nuestro problema es que se han politizado demasiado y demasiadas
instituciones mediante la colocación de personas afectas. Son filtros ascendentes,
pensados para limitar los efectos, para maquillar resultados, para impedir
escándalos, para esconder responsabilidades. La proliferación de cargos no es
más que un resultado de la colocación de estas piezas cuya doble función es "filtrar"
y "tomar posiciones", que es la forma de colocar gente afecta y
obediente, que vive bien de ello. Colocando a las personas adecuadas en los
sitios adecuados, se puede controlar bastante bien la vida política y su
efectos. No es casual que los estudios sociológicos detecten que los que perciben mayormente a la clase política como un "problema" sean los empresarios y "altos funcionarios".
La
queja constante de las asociaciones profesionales en todos los órdenes es el
efecto de estos "supervisores" que, como los de Banco de España,
reducen la eficacia de su trabajo, incluso su sentido. Se cubre de esta manera
la totalidad de la vida política con un manto controlador que crea una
"imagen" distorsionada y edulcorada de una realidad chirriante.
Me
parece muy loable, por ejemplo, que el director del Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales (CEPC), Benigno Pendás, que ahora trabaja en la
"imagen política", propusiera en julio ante la Comisión que estudia
la reforma del Senado, que la cámara "evalúe" la eficacia de las
leyes uno o dos años después de su aplicación, que no se queden en la mera
aprobación***. Pero imaginemos que los encargados de evaluarlas acaben
quejándose de lo mismo que los inspectores del Banco de España: que ellos hacen
sus informes y que luego sus superiores los "resumen" haciendo
desaparecer las críticas. No es mucho imaginar, ¿verdad? No es que veamos a los
políticos "un poco distantes", sino, por el contrario, los tenemos
encima.
La
clase política está en el punto de mira irritado de los ciudadanos porque se lo
ha ganado a pulso. En mi modesta opinión, lo más grave es que el deterioro de
la clase política ha arrastrado en ocasiones a las instituciones que ellos
mismos han utilizado de parapeto. Los políticos se pueden cambiar; las
instituciones son más complicadas. Las instituciones no son de los políticos,
sino de todos los ciudadanos. Y estos deben defenderlas, separando y
distinguiendo a aquellos que contribuyen a su deterioro de las instituciones
mismas. Los que han "resumido" y manipulado los informes de los
inspectores del Banco de España, no solo han hecho mala política, sino que han
deteriorado la imagen institucional del Banco, restándole eficacia a su función
esencial. Nos han dañado a todos y
perjudicado a muchos. La queja de los inspectores está justificada, como la está
en general la de los profesionales que ven manipuladas sus acciones en
beneficio de los partidos y personas al querer tapar su ineficacia. Los que se
quejan no son solo los ciudadanos, son también los miembros de las propias
instituciones, que son quienes lo viven cada día, lo tienen delante de sus ojos.
No sé
si es necesaria la renovación de la "imagen" de la clase política; de
lo que sí estoy seguro es de que lo que es necesario renovar es la clase misma,
sus prácticas, formas de actuación, su forma de entender la política y su forma
de control institucional. No se trata de discursos, sino de hechos y actitudes.
*
"El Gobierno tendrá en junio un Plan de Regeneración Democrática" ABC 7/01/2013
http://www.abc.es/espana/20130107/abci-gobierno-plan-regeneracion-201301061859.html
**
"Los inspectores acusan al Banco de España de alterar sus
conclusiones" El País 7/01/2013
http://economia.elpais.com/economia/2013/01/06/actualidad/1357509251_871941.html
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