Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Euronews nos ofrece un reportaje ("Nurturing
future experts")* sobre un programa en las escuelas de Gales. Los
empresarios visitan a los estudiantes para enseñarles y motivarles. Trescientos
cincuenta empresarios recorren escuelas y universidades para explicarles que
pueden crear sus propias empresas. Les indican cómo hacerlo, todo lo que deben
tener en cuenta para llevar a la realidad sus propias ideas y enfrentarse a un
mundo complicado laboralmente y competitivo. El programa está en marcha desde
el año 2000 y sus resultados han sido positivos: el número de personas menores
de treinta años que quieren crear su empresa ha crecido en un 35%. Los estudios
de la Comisión Europea —nos indican en el reportaje— apuntan a que uno de cada
cinco de los participantes en este tipo de programas acabará creando su propia
empresa.
El
reportaje nos muestra la visita de una joven empresaria —29 años— a la escuela
para enseñarles a los más jóvenes en qué consiste eso de ser empresario. Ha
conseguido sacar adelante su proyecto y ahora tiene tres personas contratadas. Su
resumen a los alumnos de lo que es un empresario es claro y conciso: "no
tener miedo a pedir ayuda, no esperar mucho de uno mismo, disfrutar siendo tu
propio jefe, y estar preparado para trabajar duro."* No hay secreto, solo
confianza, buenas ideas y trabajo, mucho trabajo.
Es una
buena idea llevar la confianza a las escuelas, ayudar a entender que existe un
mundo fuera de las aulas para el que deben prepararse y que, sobre todo, deben
entender. No creo que ni nuestras autoridades educativas, ni nuestros
empresarios hayan hecho algo así; al menos yo lo desconozco. Tengo mis recelos
sobre la funcionalidad de nuestra educación desde hace muchos años. No creo que
esté cumpliendo la misión que debe, perdida entre intereses de todo tipo —de
los corporativos a los políticos—, va a la deriva, por inercia, sin que los
alumnos sepan muy bien el sentido de lo que hacen. Confieso desconocer el
sentido final de esa "educación de calidad" que reclamamos
insistentemente. Hace mucho tiempo que no la tenemos; nos lo dicen todos los
indicadores. Y parece que solo nos importa ahora.
Otro
reportaje de Euronews, esta vez de su
programa Learning World** no muestra
una iniciativa parecida en las escuelas irlandesas: los niños aprenden a
desarrollar proyectos y a montar sus propias empresas en la escuela. Al final
del curso realizarán sus exposiciones ante un jurado que las valorará. Tienen
la ilusión de pensar en sus propios proyectos; quizá algunos sean realidad. No
importa. Es solo un entrenamiento en otra forma de pensar que exige compromiso,
iniciativa y trabajo. Lo contrario del "pelotazo".
En ese
mismo programa se incluye un reportaje sobre una "prestigiosa escuela de
negocios de Madrid", una de las mejores del mundo según The Financial Times. Nos dicen que es un
centro de peregrinación de estudiantes de todo el mundo, contando con alumnos
de cuarenta países en sus aulas. El 96% de sus alumnos encuentran trabajo en
compañías importantes en los siguientes tres meses al término del curso. El
precio: 30.000 euros. Nos cuentan también que tienen becas y sistemas de
financiación mediante créditos bancarios. Deben ser licenciados con dos años de
experiencia laboral. Todo muy profesional, muy cosmopolita, muy eficiente. No
parece de aquí. Su director es un alemán.
La
pregunta que me asalta es ¿por qué dejamos para el final lo que otros hacen al
principio? Los ejemplos de Gales e Irlanda nos muestran que para ellos ser "emprendedor"
es una actitud que acompaña desde la infancia y que se fomenta en la
adolescencia. A ello contribuyen las instancias sociales que ayudan a
configurar sus mentes. Aquí, por lo visto, no. Se ignora la realidad en la que
vivirán y en la que deben aprender a desenvolverse, mientras que se montan
escuelas de negocios que predican con el ejemplo, es decir, son un auténtico
negocio.
El
estudio que la Caixa realizó este año pasado sobre las pymes concluía que las
empresas españolas tenían un tamaño demasiado pequeño para una economía de
nuestras dimensiones. Señalaba La
Vanguardia en mayo:
La característica estructura del tejido empresarial español con
abrumadora presencia de pymes no es la mejor para un desarrollo adecuado de la
economía. Un estudio de La Caixa cuestiona ese modelo, que cree que es
consecuencia de una regulación muy estricta en materias como el mercado laboral.
En España el 93% de todas las empresas tiene
menos de diez trabajadores, mientras que en Alemania el porcentaje es del 83%,
el mismo que la media de los países de la OCDE. Son cifras que aparecen en el
último informe mensual del servicio de estudios de La Caixa, en el que se
destaca que las grandes empresas tienen un mejor comportamiento. "Las
empresas de mayor dimensión no sólo tienden a ser más productivas sino también
más propensas a exportar", se señala en el informe. El mismo trabajo añade
que "el tamaño de la empresas es uno de los factores más decisivos en sus
probabilidades de supervivencia en cualquier periodo".***
Decía
el informe que si las empresas españolas tuvieran las mismas proporciones de
tamaño, la productividad "sería equivalente a la alemana". Entre las
causas que se plantean para esta diferencia las hay administrativas, fiscales,
laborales, etc. Pero la que se señala también es psicológica: el miedo a
crecer. La Vanguardia se refiere a
ello como "falta de ambición" de las empresas españolas.
Ese
miedo, esa falta de ambición, se podría compensar si desde la infancia se
motivara al crecimiento, a la ambición sana. El mismo miedo que desmotiva el
crecimiento es el que siembra el miedo a la contratación. ¿Qué sentido tiene "contratar"
si no se crece? Las empresas que crecen es porque transforman la fuerza del
trabajo en nuevos productos y servicios y aumentan su producción. Los buenos empresarios
son los que aprovechan la capacidad de las buenas ideas y los buenos trabajadores
para crecer. Los malos los que desaprovechan el potencial que tienen o pueden
reunir. Si las empresas que van mal despiden y las que van bien no crecen.
¿cuál es la solución?
Si la
ausencia de contratación que padecemos es consecuencia de una doble crisis, la
económica y la psicológica, a lo mejor los remedios son otros porque las
reducciones irán seguidas de un conservadurismo en la contratación. Y eso
lastraría más el crecimiento y la recuperación.
Enseñar
en la escuela que los que tengan buenas ideas y sentido de la organización
pueden emprender acciones con las que estimular la vida de la sociedad en la
que viven mediante el trabajo propio y ajeno es una gran labor. Una labor que
no cuenta para nuestros políticos que siguen discutiendo tonterías sobre
educación sin entrar en lo más elemental; tampoco para nuestras escuela, más
pendientes de las "extraescolares" y de cómo cobrarlas. Si se aprende
que no se trata de tener una buena idea y echarse a dormir, sino de un trabajo
permanente de renovación y esfuerzo, en el que no solo se genera y busca el
beneficio propio —eso se aprende rápido— sino el de la sociedad en su conjunto
a través del empleo, probablemente habría otra mentalidad y otros resultados.
La escuela, entre compañeros, es un buen espacio para comprender que ser buen
empresario no es solo enriquecerse mucho, sino contribuir al bienestar social,
que el "emprendimiento" no es un acto egoísta y solitario sino una forma de asumir un papel
necesario en la sociedad para su progreso. Un tercer reportaje del programa Learnig World de Euronews nos trasladaba a Suiza. Esta vez el tema es el aprendizaje de la ética en el mundo de los negocios. También forma parte del aprendizaje de los futuros empresarios.
También
es responsabilidad de las organizaciones empresariales plantear programas de
este tipo —gratuitos, claro, que el negocio está en otra parte— para fomentar
la idea del empresariado saludable. La idea irlandesa de que monten sus
negocios y que se revisen a final de curso no está mal; que los visiten
empresarios, tampoco. Pero parece que no seduce mucho la idea.
Hace
muchos años comenzaron las visitas de grupos de niños de las escuelas a las
empresas. No funcionó, por lo que se ve. Los colegios los llevaban todos los
años a la misma empresa y lo importante era ver qué les regalaban. Tradicionalmente,
el contacto más parecido que solían tener los estudiantes españoles con una
actividad empresarial solía ser sacar dinero para los viajes de fin de curso. La
mayoría de las veces las familias acababan comprando lo que a sus hijos les
tocaba vender. El mal ejemplo suele tener malos resultados.
*
"Un programa educativo en Gales enseña a los estudiantes a emprender"
Euronews 1/10/2012 http://es.euronews.com/2012/10/01/un-programa-educativo-en-gales-ensena-a-los-estudiantes-a-emprender
** "Formación
empresarial para triunfar en los negocios" Learning World Euronews 30/11/2012
http://es.euronews.com/2012/11/30/formacion-empresarial-para-triunfar-en-los-negocios/
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