sábado, 4 de junio de 2011

Las denuncias de acoso sexual en Egipto


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Uno de los problemas sociales más espinosos con los que se enfrenta Egipto es el acoso sexual que padecen sus mujeres. El diario Al-Masry Al-Youm* ha abierto una sección insólita: un formulario de denuncias para recoger los casos y sacarlos a la luz ante la negativa institucional, antes y ahora, de reconocer este serio problema. Los miércoles, el diario dedicará una sección a contar los casos, ofrecerá consejos a las mujeres, establecerá un mapa de zonas de acoso frecuente y tratará, incluso, de identificar a los acosadores.
La ONG HarassMap** realiza un mapa de las zonas de acoso y tipifica los casos. Permite informar mediante SMS, tweets, correos electrónicos o formularios que tiene en su página. Se pretende reflejar las zonas peligrosas en las ciudades localizándolas en mapas. Una vez más, es la sociedad civil la que se enfrenta dando respuesta a un problema muy complejo.

Información de la ONG Harassmap sobre las zonas de El Cairo

El diario señala:

Any woman living in Cairo will tell you that sexual harassment has been on the increase since she was little. Our mothers will tell us that in the '60s, sexual harassment was unheard of - women would walk the streets in miniskirts and halter tops, and the most they would hear was a comment about how beautiful they looked.

Es, por tanto, un fenómeno que ha ido creciendo en los últimos años curiosamente cuando más ha crecido la “islamización” de la sociedad egipcia. Todas las referencias existentes señalan que este fenómeno del acoso ha crecido en paralelo con el conservadurismo que la presión social integrista ha impuesto. Cuando la sociedad era más liberal, se producía un acoso menor; cuando se ha vuelto más integrista, el acoso aumenta.
En la información de Al-Masry Al-Youm se recoge una intervención muy significativa de la actitud de fondo en esta cuestión:

“The women being harassed are not respectable women,” says Ibrahim Said, a plumber from Helwan, “and proof of that is in the fact that our wives and sisters don’t get harassed.”

La afirmación del fontanero es muy clara. No son las mujeres “respetables” las atacadas; las que no son “respetables”, sí. Lo que nos muestra es la licencia que el conservadurismo integrista ha lanzado para "corregir" las costumbres a través del acoso. Es una forma de intimidación, de obligar a entrar en los patrones de lo que se considera "respetable", el modelo de "decencia". Esto va calando en la sociedad y produciendo su fruto, el miedo social. Sin embargo esta política social hipócrita y represiva —no puede calificarse de otra manera— se desborda cuando las cifras que se barajan es que más del 80% de las mujeres sufre acoso en alguna de sus variantes.

Desgraciadamente, he tenido ocasión de comprobar un par de casos en los que las mujeres agredidas o despreciadas públicamente eran precisamente las que no entraban en el patrón conservador. Esto corrobora lo señalado por algunas analistas cuando indican que el aumento del uso del velo entre las jóvenes árabes es una forma de protección frente al acoso. El acoso es pues una forma de control social. Son los "tutores de la sociedad" —y en especial de esa parte condenada a la tutela perenne que son las mujeres— los que lo manejan desde el fondo. La periodista Elisabeth Angarill (146) *** recoge los datos de un trabajo realizado por la Universidad Americana de El Cairo en el que se señalaba que un 50% de las mujeres consideraban el uso del hiyab como algo relacionado con la moda; un 60% no sabían porqué lo hacían, pero consideraban que había que hacerlo por el entorno; y un  40% apuntaba a que era una forma de protección frente a los hombres. Ante el aumento del acoso, es presumible pensar que este último factor se haya interiorizado y automatizado como una forma de defensa.

Protestas contra el acoso


Esto va más allá de los propios gobiernos y autoridades. Es la “obligación” en la que se siente todo aquel que se considera investido de verdades monolíticas, excluyentes y autoritarias para imponerlas a los demás. Mediante el acoso se modelan las costumbres; es la censura “popular”. La falta de reacción es la siguiente consecuencia. Esa misma presión hace que no se atajen las causas porque van teniendo mayor poder social.
La batalla por las libertades en los países árabes tiene un escenario directo: la lucha por la igualdad de la mujer, la lucha por sacarla de la dominación patriarcal. Los hombres jóvenes le dijeron a Mubarak que no lo querían como padre. Pero muchas mujeres siguen siendo, en gran medida, las hijas tuteladas a las que se les deja márgenes menores para decidir.
El aumento del acoso sexual es un síntoma de deriva social hacia derroteros oscuros. Durante el tiempo de la revolución, durante esas tres semanas, los casos de acoso descendieron, señalan en Al-Masry Al-Youm. Es importante que los medios de comunicación egipcios sean sensibles a ese tema, lo denuncien y lo consideren en su importancia social y política, porque ambas cuestiones no se pueden considerar desligadas. No se puede buscar las libertades civiles y mantener el acoso como costumbre social.

* “The Sexual Harassment File: Bringing up the obvious?” Al-Masry Al-Youm 1/06/2011 http://www.almasryalyoum.com/en/node/460017
** http://harassmap.org/main
*** Elisabeth Angarill (2003): El Cairo en los zapatos. Retrato de una sociedad en el país del Nilo. Flor del Viento Ediciones, Barcelona.

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