Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El movimiento de los indignados acaba de conseguir un hito mediático: se ha hecho con la portada de The New York Times.* El periódico estadounidense le dedica un reportaje tratando de explicar a sus lectores las causas de por qué una generación acusada de apática se decide a tomar las calles y manifestar su descontento. Trata de explicarlo algunos compañeros sociólogos de la UCM. El reportaje se acompaña de un slide** de fotografías que habrá sorprendido a los norteamericanos: unas sentadas de gente aplaudiendo como los sordomudos, chica dando abrazos “gratis” para que triunfe el amor, bibliotecas improvisadas bajo los toldos, gente haciendo yoga en la mañana… ¿Es así como entienden los españoles la revolución?, se habrán preguntado perplejos los lectores del NYT. Pues sí, así de particular es esto.
Primera página de la edición digital del NYT con ima´genes de la Puerta del Sol |
Igual de perplejos se muestran los visitantes cuando recorren España, se sientan tranquilamente en sus terrazas y no perciben el ambiente de desastre que sería razonable deducir desde las cifras oficiales de desempleo, precariedad, etc. No lo entienden y no se les puede culpar. Hay que sentarlos y darles dos o tres horas de explicaciones, remontarse a un par de décadas, sacar nombres, momentos, etc., que van construyendo poco a poco un paisaje extraño, un país de aparente riqueza, que apostó por llenarse de zonas peatonales de tiendas, que multiplicó sus fiestas patronales para que corriera la bebida y la comida, que tiene una bar por cada 129 habitantes (datos de 2007), que no hace más que celebrar éxitos deportivos en todo los sectores (tenis, fórmula 1, baloncesto, fútbol, ciclismo…), un país que se dedicó a salir a los mercados exteriores con empresas competitivas, un país que crecía más rápido que el resto… hasta hace tres días. En fin, la España que hemos hecho. ¿Dónde está el fallo?
Pues el fallo —su resultado— se encuentra acampado en las plazas españolas. El fallo ha sido hacer un país de cifras y no un país de personas. Desde hace mucho tiempo, los políticos españoles —de todos los partidos— han perdido el sentido de la realidad y el papel de la política. Han preferido lo bonito de los datos sobre el papel a la realidad carnal de cada día. Han preferido decir que “España iba bien” a preguntarse el coste social de ese bienestar a medio y largo plazo.
La riqueza española es fallera, mucho volumen pero se volatiliza en minutos. Hemos construido un escenario poco sólido entre burbujas inmobiliarias y nuestro permanente sector turístico, cada vez más sensible a las circunstancias externas y a la competencia de otros países del entorno. Somos campeones en la hostelería pero eso significa que hay que llenar los restaurantes y volvemos a lo mismo: camareros y pinches. Con un creciente sector público, que se multiplica en todos los niveles de la administración*, y que sirve para maquillar más todavía las cifras de nuestro paro, a la cola en investigación en Europa (con un 1’3 frente al 1’9 del PIB de media europea), a la cola en educación (de los peores resultados de Pisa), España sigue adelante.
Todo esto lo ha pagado una generación sacrificada por la necedad política, por la ausencia de modelo, por los cantos de sirenas mercantilistas. Finalmente nos lanzamos a un modelo facilón, acomodaticio, a construir un país a tono con nuestra mediocre clase política, incapaz de ofrecer algo poco más allá del exabrupto.
A los políticos españoles les ha faltado amplitud de miras, les ha faltado mirar la realidad que se iba acumulando a sus pies: una generación completa que no entraba en los planes o cálculos, un estorbo estadístico. Y ahora están acampados y guerreros en las puertas de Troya.
El misterio de la situación española es que no hay ningún misterio ni meiga. Tenemos lo que hemos elaborado meticulosamente durante decenios: un “país espectáculo” donde un gol en una final tapa cinco millones de parados. Al menos por unos días.
** Slide fotográfico NYT: http://www.nytimes.com/slideshow/2011/06/07/world/europe/20110607_SPAIN.html?ref=europe
*** "España ya alberga más empleados públicos que comerciantes y hosteleros" Expansión 2/06/2011 http://www.expansion.com/2011/06/02/economia/1306966363.html
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