Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Este blog se inició a finales del mes de enero, cuando comenzaron las primeras manifestaciones en El Cairo. Comenzó con la intuición de que algo estaba pasando en el mundo, la intuición de que las placas tectónicas de la realidad se estaban desplazando y la superficie social de nuestro mundo comenzaba a notar sus sacudidas. Como tantas veces nos ocurre, los acontecimientos suceden cuando estamos mirando hacia otro lado. Demasiado condicionados por lo que queremos y esperamos ver, nos mostramos insensibles a lo que ocurre y a sus consecuencias. En la primera entrada, en enero, escribí:
La mirada está condicionada por las expectativas de las cosas. Vemos lo que creemos posible. Lo imposible —una revuelta estudiantil, una revolución, la caída de un muro, un atentando suicida…—, sin embargo, ocurre. [ver entrada]*
En estos cuatro meses, hemos asistido a una serie de movimientos extraordinarios, a movimientos en las profundidades de la Historia. En este breve tiempo, hemos contemplado el surgimiento de la “primavera árabe”, una reorganización de las relaciones tradicionales entre Occidente y el mundo árabe, que a su vez se ha resquebrajado deshaciéndose de sus tiranos y se enfrenta a un futuro lleno de incógnitas, con guerras abiertas y procesos democráticos por delante. Hemos asistido a la mayor catástrofe en cadena (terremoto, tsunami, escape nuclear) sucedida en un país desarrollado, Japón, que ha destruido nuestro concepto de “seguridad” y puede dar al traste con la política energética mundial al provocar un rechazo y abandono de las centrales nucleares, como ya ha ocurrido en Alemania y seguirá ocurriendo en otros países. Hemos visto movimientos masivos de protesta mediante los cuales los ciudadanos de muchos países —especialmente el nuestro— manifiestan su contagiosa “indignación” frente a un sistema que no tiene en cuenta su existencia real y ha olvidado profundizar en sus democracias. Hemos asistido a un incremento de los casos de corrupción en muchos países, de los escándalos del poder (Berlusconi, DSK) y cómo reaccionan ante ellos los ciudadanos y las instituciones. Estamos viviendo una crisis humanitaria sin precedentes, con decenas de muertos en las aguas mediterráneas, huyendo de los conflictos producidos en los países del norte de África. Estamos asistiendo a una profunda crisis europea que afecta a las relaciones entre sus miembros en cuyo fondo están los rescates económicos de países como Portugal y Grecia, con fenómenos como Irlanda o la rebelde Islandia. Como decorado general, las secuelas de una crisis económica mundial, de orígenes oscuros que ha sembrado el recelo hacia las instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales, y cuestiona su justicia y moralidad.
Todo ello constituye un escenario apasionante en el que el reto diario es tratar de fijar la vista en aquellos puntos que nos hagan comprender algo de lo que ocurre. Hay hechos, pero los hechos constituyen campos. La Historia siempre se ha ordenado como líneas, como secuencias de acontecimientos, para su explicación. Pero hay acontecimientos importantes en otro sentido, con otro ordenamiento, aquellos que nos muestran los movimientos del fondo, que son efecto de los desplazamientos que comportan cambios de actitudes, que finalmente se resolverán en hechos. Se dibujan campos.
Entre el caos de lo aleatorio y el determinismo existe una línea media, la que concilia a ambos extremos en su unión temporal y probabilística: lo que ocurre es consecuencia de su propia lógica de desenvolvimiento, apunta hacia alguna dirección. Intentar comprender esa lógica del desenvolvimiento de las acciones, cómo se implica con su pasado y cómo se complica su futuro, es lo interesante. No basta con mirar y contar. Hay que ir algo más allá, entremezclar el mundo exterior, el mundo del acontecimiento, con la idea o ideas que ayudan a intentar comprender, que no es sino tratar de enmarcar para que la figura contraste con el fondo. La analogía, la conexión entre elementos, los síntomas… son formas de comprender. O al menos de intentarlo, porque cualquier intento de comprender finalmente se pierde en la complejidad del mundo y por las entradas de lo aleatorio. Nos movemos entre lo imprevisto de un terremoto —que sigue una lógica que desconocemos— y lo imprevisto de sus consecuencias —que siguen la lógica de nuestras imprevisiones y fallos—. El ejemplo de Japón es interesante porque revela esa conjunción entre lo imprevisible y lo improbable característico de la historia y de nuestra forma de movernos en ella. Una bacteria puede causar la ruina de la economía de un país y enturbiar las relaciones entre muchos; una camarera en Nueva York puede cambiar la política económica futura y desatar un conflicto entre los países emergentes y Europa y Estados Unidos por su negativa a someterse sexualmente a un poderoso dirigente… Hay muchos terremotos y tsunamis que arrasan nuestras expectativas y deseos. Entre lo imprevisible y lo improbable nos movemos e intentamos comprender el tamaño de los icebergs a través de lo que percibimos en la superficie.
Pero este blog es, sobre todo, un aliciente comunicativo, una forma de compartir con hipotéticos lectores la libertad ingenua e ilusoria de entender algo de lo que ocurre cada día. El saber que alguien se levanta cada mañana y abre su ordenador para leer lo que escribes; saber que alguien se despierta en Madrid, Barcelona o Singapur y comparte estas entradas del blog, es un compromiso suficiente para seguir más allá de estas doscientas apretadas crónicas de paisajes interiores, esbozos minimalistas de lo que ocurre fuera pero nos afecta dentro.
Pero este blog es, sobre todo, un aliciente comunicativo, una forma de compartir con hipotéticos lectores la libertad ingenua e ilusoria de entender algo de lo que ocurre cada día. El saber que alguien se levanta cada mañana y abre su ordenador para leer lo que escribes; saber que alguien se despierta en Madrid, Barcelona o Singapur y comparte estas entradas del blog, es un compromiso suficiente para seguir más allá de estas doscientas apretadas crónicas de paisajes interiores, esbozos minimalistas de lo que ocurre fuera pero nos afecta dentro.
A los que los leen, gracias; a los que los comentan, gracias también; a los que los han reenviado a otros o los han subido a sus muros de facebook y tweets, gracias igualmente.
* Las tres primeras entradas aparecieron inicialmente en el blog “Otra cultura”, del curso de Periodismo de Integración (UCM). Días después, las tres fueron trasladadas a este blog que comenzó el 1 de febrero. La segunda de ellas, “Mundos sin futuro”, fue solicitada para reproducirse en la revista quincenal de la UCM Tribuna Complutense.
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