Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La Vanguardia nos informa de otro efecto colateral —o directo, según se mire— del movimiento de respuesta ciudadana o indignación. Esta vez se trata de una de las solicitudes más reclamadas, la que afecta al hecho de la representación. Ya se habla de la posibilidad de que los dos partidos mayoritarios —¿por qué no todos?— en Cataluña se puedan poner de acuerdo en modificar la Ley Electoral y pueda haber diputados elegidos directamente, uno por cada distrito, con el modelo alemán como referencia. La Vicepresidenta Joanna Ortega ha señalado:
"Yo creo que hay que avanzar en la línea de poner fin a las listas cerradas. Esto significa que el hecho de que cada distrito de la ciudad y que cada comarca pueda tener un diputado elegido directamente da ese plus de proximidad entre el político y el ciudadano, y además permite un rendimiento de cuentas más directo, que en definitiva es el que todos queremos. Pero también es importante saber qué modelo de país tenemos, que debe ser equilibrado territorialmente, y por tanto el sistema también debe ser proporcional, para que no haya ninguna zona del país que por estar menos poblada tenga menos peso político al conjunto de Catalunya"*
Puede ser un primer paso en el camino de lograr una mejor gestión de la confianza en los políticos y exigirles una mayor implicación con los ciudadanos. Las listas cerradas comprometen y subordinan al político al partido más que con sus votantes; por el contrario, la posibilidad de ser elegido directamente establece un vínculo mayor con el electorado. No hablamos aquí de “representatividad”, que es un término político y legal, sino de “vínculo”, que es un tipo de relación de otro orden, hablamos de “proximidad” tanto física como afectiva.
Joanna Ortega, Vicepresidenta del gobierno catalán |
Un tema que no es desdeñable es la posibilidad de que se puedan presentar candidatos independientes en los distritos. Si son unidades geográficas de un tamaño adecuado, puede darse que los partidos tengan que competir con candidatos surgidos de los mismos distritos. Esto es importante porque puede ser un elemento reconstituyente de la sociedad civil al margen de los partidos. La implicación local establece un mayor vínculo con los problemas reales de una zona que con las ideologías sostenidas por los partidos, que tienden al voto abstracto de las ideas y de líder-marca. Frente al programa global y el líder o cabecera de lista actuales, los independientes pueden oponer su conocimiento directo del terreno y sus vínculos con la comunidad. También puede hacer que los partidos traten de detectar a “líderes locales” para encabezar sus propuestas. Los distritos pasan a ser esenciales dentro de este tipo de elecciones. Hace pocos días comentábamos la importancia del diseño territorial para obtener la mejor representatividad y reseñábamos el caso del Comité ciudadano creado en California [ver entrada], un ejemplo interesante.
Que esta cuestión se ponga encima de la mesa ahora en Cataluña, se lo debemos —sin duda— a la reacción ciudadana de estas semanas. Ya señalamos anteriormente que existían signos de algunos tímidos movimientos. Sí esta propuesta se lleva a cabo, será un primer paso para abordar cuestiones vinculadas con el problema de la satisfacción de la representación.
Los elementos puestos en evidencia en estas semanas deben hacer reflexionar sobre muchos aspectos del estancamiento o del deterioro de la democracia. El aumento de las decisiones externas por la ampliación de las instituciones a los marcos nacionales e internacionales hace que los márgenes de identificación sean menores. Las instituciones se ven como algo distante y con los que no existe vínculo más allá de la dependencia. Tenemos cuatro niveles de representación —municipal, autonómico, nacional y europeo— y, sin embargo, decimos “no sentirnos representados” o no "sentirnos bien representados". Esta paradoja no es sino la confirmación de que la forma de la representación falla en su funcionamiento al distanciarse de los ciudadanos. Los partidos se encierran en sus propios objetivos y tienen prácticamente un voto por inercia que no es el más deseable para una buena salud democrática. Hay una democracia sobre el papel, pero también un sentimiento de ilusión democrática que está muy deteriorado.
Los partidos han absorbido demasiada vida social imponiendo su representación en muchos niveles. La sociedad tiene que recuperar la ilusión de la participación y el compromiso en sus propios asuntos. Dejar la totalidad de la vida social a los partidos políticos es un grave error que se paga en indiferencia primero y en indignación después. Por eso el que en un barrio, en una plaza, se reúnan unos cuantos ciudadanos a hablar de los problemas que les afectan y a plantear posibles soluciones no debería escandalizar a nadie. Esos deseables, posibles y futuros diputados elegidos por sufragio directo, sin ir en listas cerradas, serían los primeros interesados en ir a escuchar.
Veremos si los partidos logran ponerse de acuerdo y no se queda en un simple brindis al sol. Sería retomar unas reformas que, lo bien que les fue no hacerlas, hizo que se olvidarán por el camino de nuestra democracia.
Mr. Pickwick dando un discurso |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.