sábado, 4 de junio de 2011

El cuarto pepino

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Holger Rohde
El conocimiento científico trabaja muchas más veces de forma negativa que positiva. Puede negar ciertas cosas, pero le cuesta más afirmar. Le es más fácil decir "es muy poco probable" que "es más probable". “Cuando sé algo grave, mi deber como científico es anunciarlo. Pero cuando no estoy seguro al 100%, no lo comunico”, señala Holger Rohde, director del grupo investigador de la clínica Universitaria de Hamburgo (UKE), en su entrevista concedida al diario El País*.
Esta forma de pensar hace que Rohde sea muy cuidadoso en sus distinciones verbales cuando habla de lo que le preguntan: “creo”, “no creo”, “me puedo imaginar”, “no estoy en absoluto seguro”, “tiendo a pensar”, “quizá se deba”. Para los profanos, esta forma de expresarse puede llegar a ser desesperante, pero suele ser la única sensata, razonable y la menos dañina. Los científicos son así: no les gusta afirmar nada de lo que no estén seguros y están seguros de muy pocas cosas. La ciencia es lenta.
Los razonamientos que anticipábamos hace unos días [ver entrada] se ven confirmados por Holger Rohde porque son de sentido común, de puro razonamiento. Un foco tan localizado no puede venir de tan lejos sin que se haya dispersado y tanto contagio en el mismo sitio nos indica que tenían que haber comido todos de la misma hortaliza, caso de una probabilidad realmente baja, por mucha imaginación que se tenga. “Fue una mala interpretación de un resultado de laboratorio. Ojalá nunca hubiera sucedido”, señala Rohde respecto a la desafortunada caza de brujas hacia España realizada por las autoridades de Hamburgo. Para Rohde es claro en lo que está claro:

El origen de la enfermedad está en el Norte de Alemania. Todos se han contagiado aquí ¿Cómo va a provenir de un solo producto? ¿Cómo va a estar tan localizado un foco infeccioso? Si las bacterias vinieran de España, se habrían extendido mucho más, porque las verduras españolas van a todo el mundo. La fuente está aquí. O lo estuvo. No está por ahí lejos, ni en España, ni en Francia, ni en ningún otro lado. Es mi sincero punto de vista, porque certezas hay muy pocas.

Hay que decir que el razonamiento que expresa es de sentido común y se basa en las formas de dispersión de las epidemias y no tanto en el estudio de la bacteria, que son dos cosas muy distintas.
Como ya señalamos anteriormente, la diferencia entre un científico sensato y un político insensato es la capacidad de establecer el alcance de sus irresponsabilidades [ver entrada]. Los tradicionalmente sensatos alemanes se han metido en una espiral de conflictos europeos, de acusación permanente, que es parte del fondo en el que hay que interpretar esta desgracia sanitaria, personal y económica. Y también político institucional.
La política europea se está convirtiendo cada vez más en un patio de vecindad, en un foro para ganarse apoyos externos a costa de los demás miembros comunitarios. Las resacas electorales de los diferentes países dejan demasiadas malas costumbres. Nos quejábamos antes que se daba poca importancia a las cuestiones europeas en el ámbito local. Hemos pasado al extremo contrario. Las crisis y los rescates económicos han puesto al descubierto lo fácil y lo peligroso que es hacer demagogia en Europa. El alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, tendrá que recordar durante algún tiempo su insinuación de que los políticos españoles estaban dedicándose a “hacer política” en vez de a investigar las causas. Se lo podría aplicar él. Ahora, el panorama, a día de hoy, es que el alcalde y su equipo son los que han quedado en evidencia. No solo no han prevenido nada sino que han añadido daño innecesario. Al sembrar desconfianza, el recelo de los ciudadanos alemanes aumenta. Por mucho que unos se dediquen a ingerir pepinos y hortalizas y otros a sacarse sangre y otras acciones ejemplares, lo que los políticos deben hacer es seguir las instrucciones de los expertos. En estos caso —y en muchos otros—, un buen político no es el que habla mucho, sino el que escucha lo que tiene que decir quien sabe realmente del problema. Luego lo transmite. Lo demás son fotos.

La consejera de sanidad de Hamburgo Cornelia Prüfer-Storcks donando sangre

Pero no toda la responsabilidad está en los políticos. Algunos apuntan a la rivalidad entre instituciones científicas alemanas la salida de informaciones antes de tiempo. La Deutsche Welle informaba:
El Instituto de Higiene de Hamburgo anunció este jueves (26.05.2011) que ha identificado a pepinos procedentes de España como portadores de la peligrosa cepa de E.coli que se extiende por la geografía alemana desde la semana pasada.**

Esto es solo una parte, porque en la misma información de la cadena oficial alemana se señalaba:

La Asociación de Agricultores Alemanes se había apresurado a asegurar, sin embargo,  que el agente causante de la infección no había entrado a la cadena de alimentación a través de vegetales de producción nacional. La cosecha de los sospechosos tomates y pepinos sembrados al aire libre ni siquiera ha comenzado este año en Alemania, recordaron.

Choca la rápida acusación, luego desmentida, de ser los pepinos españoles los causantes de la infección con la inmediata exculpación de los productos nacionales alemanes a cargo de la ¡Asociación de Agricultores Alemanes!, que no es precisamente una institución desinteresada en el asunto Es demasiado obvio el interés en la forma de extender la noticia, esta vez claramente irresponsable. El gobierno de la ciudad de Hamburgo informó que de los cuatro pepinos infectado tres eran españoles y un cuarto de origen desconocido. Ese cuarto pepino podía ser el determinante del punto en el cual se están produciendo las infecciones o para descartar otros. Pero existe un evidente interés en la informaciones. Uno de los vídeos de la Deutsche Welle se titula "Pepinos asesinos" y acusa directamente a las empresas españolas, si bien termina diciendo que está sin confirmar. Una forma muy extraña e irresponsable de informar.

Si convertimos Europa en un conflicto permanente, en un espacio de recriminaciones en vez de un terreno común de colaboración, esto no va a funcionar [ver entrada]. La altanería alemana solo pude ser a medias justificada por su preocupación por las muertes y la extensión de la infección, pero eso se combate de otra manera, no con acusaciones sin demasiado fundamento, sino tratando de dirigir hacia la prevención general a los consumidores. Hace falta más coordinación europea y menos rapidez en las acusaciones. Hace falta saber siempre, por decirlo en términos de la investigación de los alemanes, de dónde viene el "cuarto pepino" porque puede ser en él donde esté la clave.
No sabemos lo que las investigaciones nos van a deparar en los próximos tiempos, pero la ciencia va descartando cosas en su avance. Ahora, sin haber solucionado nada, las autoridades alemanas están inmersas en un segundo conflicto: la defensa de su mala gestión. Y habrá un tercero: lo que les van a pedir de indeminización.


* "No creo que que se llegue a saber nunca el origen de la bacteria" El País 4/6/2011 
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/creo/llegue/saber/origen/bacteria/elpepisoc/20110604elpepisoc_7/Tes

** "¿Solo pepinos españoles detrás de brote infeccioso en Alemania?" Deutsche Welle 26/05/2011
http://www.dw-world.de/dw/article/0,,15108233,00.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.