Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
artículo en 5 días de Manme Guerra lleva
por título "Asumir que las divas también pierden o cómo digerir un
fracaso"*, lo que es muy bonito cuando ya ha pasado la tormenta, al menos en parte.
Lo
ocurrido este año con el Festival de Eurovisión ha sido tirando a raro y la
prueba es que sus efectos todavía
colean. El texto hace referencia a que no hay que vender la piel del oso antes
de cazarlo, por usar un dicho popular. La entradilla del texto ya nos advierte
de lo malo que es eso: "Los expertos señalan que es importante ajustar las
expectativas y defienden ver los reveses como una forma de aprender. Alertan
del peligro tras el mensaje “si quieres, puedes”* ¿Los expertos en qué? ¿No
serán los que han hecho de la creación de expectativas su arte previo a la
segunda fase, la gestión del desengaño?
En una sociedad mediática, la gestión de expectativas, la generación ilusiones, va en una fase previa a la gestión de desengaños. Teniendo en cuenta que todos "pueden ganar", pero que solo uno lo hará, el paso final es ajustar las expectativas creadas a los resultados finalmente obtenidos. La pregunta que se nos hace es cómo pasar de un estado a otro sin que se produzca una enorme frustración. Es decir, como señala el título, "cómo digerir un fracaso". No en vano, el texto viene con una etiqueta: "psicología".
Esta
cuestión no es baladí; de hecho formaba parte del aprendizaje de la vida y a
que esta no era vista como un camino de éxitos, sino más bien al contrario,
como un "camino de lágrimas", con alguna que otra alegría esporádica
Hay que
reconocer que este año en Eurovisión la distancia entre lo esperado y lo
obtenido ha sido mucha. De esa esperada victoria al puesto "24",
antepenúltimo, se ha generado no solo "frustración", sino irritación.
Las "explicaciones" del fracaso van de teorías conspiratorias a la mala elección de la canción, como señala una lituana (así, sin más) en 20minutos.
Se insiste también mucho en los apoyos necesarios para poder
superar la situación y en la entereza de la cantante.
No se
insiste demasiado, en cambio, en la corriente ganadora creada para obtener lo
que se buscaba realmente, el entusiasmo del público, que este se sintiera
necesario y diera prácticamente por
hecho el triunfo de la cantante española. ¿Se le pasó a alguien por la cabeza
que pudiera no ser así? Estas cosas se resuelven y olvidan hacia la mitad de la
tabla clasificatoria, pero el antepenúltimo puesto no depara muchos enjuagues.
Es una bofetada contra la dura realidad.
Las teorías conspiratorias permiten un mayor margen, aunque no vayan más allá. La dirección del Festival no va a admitir nunca lo extraño que haya podido ocurrir y permite así ajustar el resultado y reducir la frustración. La imaginación funciona.
Sin
embargo, deberíamos aprender algo: a no crear falsas expectativas. Es difícil
porque es probable que el "mal resultado" haya generado aspectos
positivos, como reacción de las audiencias. En el fondo, es de lo que se trata,
de atraer la atención.
El año que viene, Melody será invocada; se recordarán las injusticias cometidas hoy y se planteará una revancha justiciera. Esta vez, ¡Europa, te vas a enterar! Estaremos de nuevo subidos al carro de las expectativas, pero ¿habremos aprendido a gestionar los fracasos?
* Manme
Guerra "Asumir que las divas también pierden o cómo digerir un
fracaso" 5días 25/05/2025
https://cincodias.elpais.com/fortunas/2025-05-25/asumir-que-las-divas-tambien-pierden-o-como-digerir-un-fracaso.html





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