sábado, 10 de mayo de 2025

Europa en el centro de los conflictos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La concesión del Premio Europeo Carlos V ha permitido a Josep Borrell decir unas cuentas cosas que a los europeos no les gusta escuchar. Europa se construyó para vivir en paz, pero eso no depende en gran medida de nosotros, que hemos pasado de ser un territorio que pacificar a ser pieza apetecible en un mundo cambiante. Borrell ha tenido que repetir lo que todos sabemos pero de lo que procuramos olvidarnos. Hoy no se piensa en términos europeos sino en términos de mercados e inversores, lo que quiere decir que mencionar cualquier tipo de inestabilidad provoca todo tipo de huidas, de desbandadas inversoras que te pueden dejar expuesto a peligros incontables.

No hemos trabajado en una identidad europea; todo lo que se ha vendido en es el mercado. Es más, en muchos países europeos se juega con el anti europeísmo sin saber muy bien lo que es o representa Europa. Se ha convertido en una especie de fantasma amenazante que puede intervenir en cualquier momento  y destrozarnos a bocados una supuesta identidad nacional surgida en los inicios de un planeta en el que los niños al nacer cantaban ya el himno nacional.

No hemos sabido enseñar Europa. No lo hemos hecho en las escuelas, no hemos sido capaces de comprender su diversidad y profundidad en las universidades. Ahora,  Borrell nos dice lo que nos jugamos hoy. 

Para Borrell, "la gran cuestión para los europeos ya no es la paz entre nosotros", sino "nuestra relación con el resto del mundo", por lo que ha llamado a "hacer un gran esfuerzo para adaptarnos a los choques que nos llegan de fuera" y que en su opinión tienen dos nombres: Vladímir Putin, "un déspota cuyo fracaso militar en Ucrania le ha vuelto más peligroso", ha criticado; y Donald Trump, "el maestro del caos, que ha pasado de aliado a adversario".

 

Meter a Putin y a Trump en el mismo saco de las amenazas es algo muy nuevo en este escenario. Ya no se trata de un global "Occidente" que incluía a los Estados Unidos, que tomó el relevo al imperio británico que en su decadencia dejó crisis abiertas y repartidas por todo el mundo, de Oriente Medio a la India y Pakistán. Que Borrell haya calificado a Trump como "neo imperialista" desde su segunda llegada a la Casa Blanca, que haya millones de norteamericanos con gorra roja aullando y aplaudiendo sus "machadas" y ocurrencias, dibuja un panorama bastante preocupante para nosotros los europeos.

Putin fui siempre una amenaza por que Rusia lo era. Nuestras defensas eran los Estados Unidos con la OTAN y los países de la frontera, hoy objeto de conflicto armado con la guerra de Ucrania.

Borrell hace un llamamiento a ser consciente de esto, de un movimiento en el que Rusia nos empuja hacia los Estados Unidos, que pone la mano para cobrar y someternos a un expolio chantajista.

Como en los trucos de magia, la mano es más rápida que la vista. No acabamos de ver las jugadas hasta que es tarde. Lo único que vemos es el resultado del truco, en gran medida porque no queremos verlo.

Nos encontramos con hechos que no acabamos de entender: ¿cómo es posible que los rusos, después de décadas de sometimiento de los países ocupados sigan teniendo predicamento entre ellos? ¿Cómo es posible que en Rumanía triunfe un partido ultra derechista, ultra nacionalista y pro Putin? ¿Cómo es posible que los ultraderechistas y separatistas europeos, de Nigel Farage a Marine LePen acudan al Kremlin a ser asesorados, alentados y financiados? Lo han hecho durante años y solo ahora algunos se revuelven ante la amenaza rusa de Putin por temor a tener que dar explicaciones a sus electorados.

Pero hay también un tercer elemento que nos coloca en una situación complicada, la del Israel de Benjamín Netanyahu, En el discurso de recepción ha señalado: 

El que fuera presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2007 también se ha referido al "genocidio" en Gaza: "Estamos ante la mayor operación de limpieza étnica desde el final de la II Guerra Mundial para crear un lugar de vacaciones una vez los palestinos hayan muerto". Según ha señalado, Europa "tiene medios para protestar e influir en la conducta y no lo hace", denunciando que "suministramos la mitad de las bombas que caen sobre Gaza"* 

La idea del "mercado" vuelve a mostrar su sombra sobre Europa. ¿Nadie puede detener el genocidio? ¿Nadie renuncia al negocio de las armas, entro otros, con Israel? El "escándalo" español por la compra de balas a Israel solo era la punta del iceberg del negocio (rápidamente silenciado). ¿Hemos alimentado el genocidio? ¿Basta que Netanyahu use el término "antisemitismo" para que las aguas vuelvan a su cauce y se consienta todo?

Con raíces diferentes, las dos guerras se retroalimentan. Le sirven a los Estados Unidos a extender su control sobre el mundo a través de los conflictos. El desliz de JD Vance —sí, el último que fue a ver al Papa Francisco— sobre no bombardear a los hutíes porque eso beneficiaría a Europa sigue siendo uno de los aspectos más reveladores de la nueva situación.

Europa necesita rearmarse en los dos sentidos, el de la defensa y el de la identidad. No se puede defender aquello en lo que no se cree y es difícil creer en lo que no asumimos. Puede que muchos no crean en Europa, pero lo importante es que nuestros enemigos sí lo hacen, la convierten en el centro de su obsesión y la sitúan en el punto de mira.

España es especialmente débil por su propio modelo económico, el turístico, con la idea de que todo debe estar bien para que nos vaya bien. Nos creemos nuestra propia fantasía. Hasta que despertemos bruscamente a un mundo que ya no podemos ocultar. El discurso de Borrell es como ese despertador que apagamos y seguimos en la cama. 

 

* "Borrell insta a pagar el "precio" de la paz o la "civilización europea no sobrevivirá" con "personajes" como Trump o Putin" RTVE.es 9/05/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250509/josep-borrell-premio-carlos-v/16572837.shtml

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.