viernes, 16 de mayo de 2025

Esa otra diva, la otra España

 Joaquín Mª Aguirre /UCM)

Hay al menos dos Españas. No me refiero a aquella vieja distinción política que nos hablaba de dos formas de ver el mundo y que acaba produciendo guerras civiles y enfrentamientos continuos.

Me refiero a otras dos Españas, a la inexistente, virtual, promocional, destinada al consumo interior y exterior, la que vive ajena a la realidad, y a la otra, a la España real, la que se cae a pedazos, la obsoleta e insuficiente, la que se barre bajo la alfombra, la encarecida, la de los despidos y de la provisionalidad. 

Si quieren escenificarlas en dos imágenes copresentes en los medios hoy, son la España irreal de Eurovisión y la vergüenza de lo que ocurre en nuestro aeropuerto de Barajas, con 400 sin techo tratados como basura. Son las falsas luces de neón, del maquillaje, de la parafernalia del Festival, en el que "representar" a España solo tiene un sentido figurado, frente a lo que tenemos y no queremos que otros vean y tratamos de tapar.

El editorial de El País de hoy no puede callarlo más tiempo:

Desde el pasado invierno, más de 400 personas pernoctan cada día en el aeropuerto de Barajas, convertido en una suerte de albergue en el que conviven perfiles muy dispares que incluyen a hombres y mujeres que trabajan pero cuyas condiciones laborales son tan precarias que no pueden costearse una habitación. A los problemas de salubridad —recientemente, empleados del aeródromo han alertado de la presencia de chinches—, se suma la desidia de las administraciones a la hora de elaborar un censo oficial para diseñar soluciones individuales que contribuyan a poner fin a esta situación inhumana y caótica.

El pasado marzo, las quejas de las aerolíneas —que reportaron que frente a sus mostradores en la T4 dormían habitualmente decenas de personas— llevaron a los responsables de Aena a trasladarlas una planta más abajo, la 1, en la que solo hay oficinas en desuso. Esa acción solo ha supuesto arrinconarlas en un espacio alejado de los ojos de los turistas, un lavado de imagen que, por supuesto, no cambia nada. Las autoridades apeladas —Aena, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid o la Delegación del Gobierno— se culpan entre sí sin llegar a ninguna solución a pesar de compartir desde hace semanas un grupo de trabajo. Ha tenido que ser una entidad religiosa integrada por Cáritas la que elaborase un censo —si bien parcial: solo accedieron a responder 137 de las 412 personas a las que se acercaron los voluntarios— sobre las circunstancias individuales de los afectados, su procedencia, dónde están empadronados y, como conclusión, de quién sería la competencia de atenderlas.

El resultado es una suma de sinhogarismo, problemas de salud física y mental, discapacidad evidente, inmigración o precariedad laboral. Más del 50% lleva más de medio año durmiendo en el aeropuerto y casi el 38% sale de allí para trabajar.*

Es la España "diva" de Eurovisión frente a esa otra España sin luces, sin vergüenza, sin sentimientos. Es la España artificial donde solo se tiene en cuenta, de una forma u otra, que el mercado representa (¿en qué se ha convertido el Festival sino en un negocio del mal gusto, de la mirada hacia otro lado?).

Lo que hay "recogido" en Barajas es la cara que no queremos ver, la de los trabajos precarios, mal pagados, la del desempleo o de la acumulación de decenas de contratos. Es la España de la especulación inmobiliaria sin freno, sin límites, en la que solo se habla de los inquilinos que no pagan pero se ignora a los inquilinos echados a la calle para aprovechar la subida de la vivienda, la creación de pisos turísticos o los alquileres por habitación.

Cada vez que hay quejas contra el turismo o la restauración por afectar a las personas residentes salen a la luz "estudios" que hablan de la "creación de empleo" (se callan su precariedad y estacionalidad, te pueden contratar para un puente) y de ser una gran fuente de ingresos para el país (se callan a qué bolsillos van mayoritariamente esos beneficios). El modelo "turístico español" es esa mezcla entre especulación y explotación de los que deben servir a los que llegan de fuera. Es clasista, rechazando a los llamados "mochileros" frente a lo bien recibidos que son los que llegan con dinero, da igual que este venga de los magnates rusos de Putin, los llamados "oligarcas", o de los países árabes más represores, al los que se les sonríe y pone la mano para las propinas. Los yates de unos y otros son bienvenidos.


Pero nadie asume en este "paraíso artificial" lo que hay acumulado en Barajas, cuya pelota se pasan de unos a otros, otro ejemplo de esta clase política que solo quiere mensajes positivos y no asume los problemas, de la dana a los indigentes que el sistema crea, ya sea por no atender enfermedades y discapacidades, como se nos dice, o por su incapacidad para proteger empleos, viviendas, etc. ¿Qué España es esta?

Es la España de los amos y al servicio de los amos, da igual la ideología. Los amos están blindados y no quieren ver un problema, es decir, niegan su competencia en el asunto, algo que no cabe en esa España idílica, virtual, en "esa diva" España.

Es la España en la que un final de Liga barre de los titulares todos los problemas del planeta; en la que la purpurina de Eurovisión hace olvidar la oscuridad desolada de la gente tirada por los suelos en las salas de Barajas, en parques y calles.


No se trata de cosmética, sino de soluciones, una palabra que parece fuera del léxico de nuestros políticos y responsables institucionales. La riqueza debe ser visible; la pobreza que el sistema produce, en cambio, debe enterrarse, desinfectarse, prohibirse. La pobreza se criminaliza mientras asistimos a los millones de euros defraudados, estafados, apropiados por otros que tienen varios lugares en los que dormir, los "con techos".

Vergüenza absoluta por lo que sucede en el aeropuerto; vergüenza que se trate como una cuestión de imagen, de salubridad, de desinfección. La pobreza, el abandono, etc., no deben juntarse y hacerse visibles; deben esparcirse, repartirse, para dejar de ser visibles. Si además la visualización se hace ante los ojos de los que llegan al paraíso vacacional europeo, se vuelve peligroso.

 Le deseamos suerte a Melody; le deseamos suerte a España, esa otra "diva".

* Editorial "Vergüenza en el aeropuerto" El País 16/05/2025 https://elpais.com/opinion/2025-05-16/verguenza-en-el-aeropuerto.html

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