Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Hay
verdadero miedo a Donald Trump en los Estados Unidos? ¿Pueden su osadía y
agresividad limitar las respuestas, que quedan así en manos de los jueces? Como
llevamos señalando mucho tiempo, el "caso Trump" es algo más amplio
que su personalidad. Las imágenes que nos llegaban hoy de un Trump rodeado de eufóricos
obreros con casco mientras se anunciaban los nuevos aranceles al acero se
perciben ya como algo más que una composición propagandística. La pregunta que
surge una y otra vez es: ¿solo es Trump
o le acompaña una parte importante de los Estados Unidos, de la sociedad
norteamericana? Ese gigantesco "¡Gracias, presidente Trump!" que
preside el acto ¿es propaganda o es un sentimiento real?
¿Son
los "problemas del mundo" "problemas americanos" o al
contrario? ¿Se resuelven en ese
"liberation day" invocado de continuo o por el contrario se agravan?
Cabe la
sospecha que la revolución creada por Trump contra el mundo, al que señala
acusadoramente en cada instante, sea una estrategia de presión, una forma de obligar
a negociar, como algunos señalan, pero eso no evita los desastres que causa no
solo fuera sino dentro. De lo que no cabe duda es que oponerse a su voluntad
supone, seas juez o universidad, ser señalado y cercado, condenado a morir estigmatizado,
Es lo que está ocurriendo con la Universidad de Harvard que se ha convertido en
foco de resistencia y, a la vez, en prueba viviente de lo que te puede ocurrir.
En su nuevo ataque a la universidad, son los estudiantes extranjeros los que entran en el marco de la sospecha. Los argumentos son otra vez significativos del nuevo orden trumpista:
Trump afirmó el miércoles que considera "excesivo" el número de estudiantes extranjeros en Harvard, ya que superan la cuarta parte del total, y propuso limitar esa cuota al 15%. Según el líder republicano, la universidad acepta a "gente de zonas del mundo muy radicalizadas", aunque no especificó a cuáles se refería. "No queremos que causen problemas en nuestro país. Esos países no nos están ayudando. No están invirtiendo en Harvard, y nosotros sí", dijo el mandatario.
Según la Casa Blanca, la decisión está motivada por una presunta promoción del "antisemitismo y de vínculos con el Partido Comunista Chino" por parte de la universidad. Harvard defiende que la medida es una represalia del Gobierno por su negativa a ceder ante las presiones que buscaban controlar su gobernanza, su currículo y la ideología de su comunidad académica.
Además de intentar impedir que acepte estudiantes extranjeros, Trump ha cancelado todos los contratos federales con la universidad, ha reducido notablemente sus subvenciones y ha amenazado con acabar con la exención fiscal de la que goza. El prestigioso centro educativo tiene un 27% de alumnos internacionales procedentes de 140 países, entre ellos, unos 150 son españoles.*
Las afirmaciones sin fundamento son especialmente graves, pues no solo son injustas, sino que contribuyen a la destrucción de la imagen de Harvard, convertida en nido anti patriótico. Mientras para el mundo se convierte en un foco de libertad y resistencia frente al poder absolutista de Trump, para una parte de la sociedad norteamericana Harvard queda como un foco de "antiamericanismo" y "antisemitismo", que es como Trump califica a los que se oponen al genocidio cómplice en Gaza.
La política antichina se convierte, en esta misma línea, en "anticomunista". De nuevo se trata de cancelar recursos de la universidad. Unos por "comunistas", otros por "antisemitas" y todos "antiamericanos"; lo que el trumpismo está creando es un orden mundial unilateral en el que solo la sumisión es aceptable.
Puede que en algún momento la "sociedad norteamericana" se dé cuenta de la monstruosidad que está alimentando y de sus consecuencias de futuro. Trump tiene la esperanza estratégica de que en un mundo más débil será más fácil ejercer el control y sus condiciones serán más favorables. Ha trasladado a la diplomacia el veneno del mercado extremo, para el que no hay términos medios, amistades o socios, solo víctimas a las que explotar.
El aplauso enfervorecido de los obreros del metal en su mitin ante las promesas de hundir el mercado internacional no es más que un síntoma de miopía propagandística, pues las consecuencias previstas pueden estar equivocadas en sus cálculos y salir muy mal parados. La culpa, por supuesto, la tendrán siempre los otros.
Lo que sí es seguro que quede es un mundo más autoritario, más visceral y a la defensiva. De quien se defenderán será de esos Estados Unidos de Trump, con él o sin él. Es difícil que la imagen de la superpotencia abusiva, despótica, arbitraria, caprichosa, se borre de la mente de los demás países.
* "Donald Trump anuncia que subirá los aranceles al acero y al aluminio del 25% al 50%" RTVE.es / Agencias 31/05/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250531/donald-trump-anuncia-subira-aranceles-acero-50-por-ciento/16604712.shtml









































