domingo, 24 de diciembre de 2023

Putin, sus anti feminismo y LGTBQ

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Entre la oferta seleccionada de materiales periodísticos por parte de la sección "Una mirada europea", en RTVE.es, se encuentra una interesante entrevista realizada por la televisión suiza SWI. La entrevista tiene como interlocutora a la Dra. Leandra Bias, actualmente en un post doctorado en la Universidad de Berna (Suiza), especializada en la relación entre el autoritarismo y las tendencias anti feministas y anti LGTBQ, con especial atención a los casos de Rusia y los Balcanes.

La entrevista es realmente interesante y conecta con muchas de las líneas que hemos comentado aquí en diversos momentos sobre las conexiones antidemocráticas y autoritarias y los movimientos populistas anti feministas y anti LGTBQ.

Leandra Bias confirma la idea de la existencia de una conexión internacional de estos grupos y comenta lo que ocurre en Rusia y la identificación del país con los "valores tradicionales" y el enfrentamiento de estos con los movimientos feministas e igualitarios y la defensa de los derechos LGTBQ.

La conexión internacional se identifica directamente en sus palabras. A la pregunta de SWI " ¿Podemos hablar de una [idea] "internacional anti LGBTQ"?", Bias contesta con claridad:

Sí, la llamo deliberadamente "antifeminista" o "antigénero internacional" porque creo que es importante subrayar que combina ambas cosas. Así que trata explícitamente tanto de los derechos originales de las mujeres como de los derechos de la comunidad LGBTQ. Esta internacional ataca a ambos y, de hecho, emprende acciones coordinadas.

Eso puede verse, por ejemplo, en el World Congress of Families, una coalición fundada en 1997. Fue apoyada principalmente por evangélicos estadounidenses, pero los fundadores originales de esta ONG transnacional fueron un estadounidense y un ruso, por lo que la conexión viene de lejos.*


El poder recíproco que los evangelistas norteamericanos intercambiaron con Donald Trump fue un acelerador de todo esto. La ideología anti-feminista y anti-LGTBQ pasó a formar parte directa de los movimientos políticos populistas.

Cuando es interrogada sobre el concepto usado por Putin de "valores tradicionales", Bias contesta que es lo que los investigadores llaman "un concepto vacío", es decir, algo que por sí mismo no significa nada pero que los receptores llenan con sus ideas.

No debemos olvidar que, en un primer momento, la invasión de Ucrania se justificó porque estaba llena de homosexuales que controlaban el poder. Eso permitía (lo hemos tratado en diferentes ocasiones aquí) la intervención constante del Arzobispo de Moscú, lo que trajo la salida de la iglesia ortodoxa ucraniana de amparo de Moscú y su redirección al foco de Constantinopla. En 2018 se aprobó la "autocefalia", es decir, que se permitió desde Constantinopla una iglesia ucrania no dependiente de Moscú. Pese a ello, muchas parroquias de zonas rusófonas optaron por seguir dependiendo de Moscú.

La guerra religiosa o por el control religioso estaba en marcha y el patriarca de Moscú apoyó la invasión de Ucrania como parte de una vuelta a esos "valores tradicionales". Con ello se nos muestra que ese orden autoritario no siempre entra con las armas, sino que hay muy diferentes tipos de "armas", pero un solo fin: el dominio, la sumisión. Lo que Occidente consideró esencial, la separación del poder religioso y el laico, Putin lo ha reinvertido usando lo que la iglesia ortodoxa había mantenido durante siglos, el apoyo al poder despótico de los zares. Rusia no libera a los siervos de la gleba hasta la década de 1860. El sistema fundía las tierras con los campesinos, que eran una propiedad conjunta de sus amos. Se vendía la tierra, por decirlo así, con los siervos dentro. Estos no podían salir a menos que fueran liberados. La iglesia ortodoxa tuvo un papel esencial en esto justificando los abusos de la aristocracia. El propio estado ruso tenía también sus siervos. No fue hasta 1861 que esto cambio, aunque no supusiera un avance real, pues los siervos liberados se convirtieron en "proletariado", sujetos a los giros del mercado y a precios mínimos por su trabajo ante la abundancia de mano de obra.


Que estos "valores tradicionales" vean en la igualdad de derechos, desde la perspectiva de género, un enemigo, que vean en la comunidad LGTBQ un peligro, no es más que la fijación de un enemigo al que tener enfrente. El autoritarismo necesita de un "enemigo" enfrente para poder ejercer su poder y mantenerlo activo. Se necesita de ese enemigo, exterior o interior, que es el que amenaza con destruirlo todo.

El autoritarismo ruso es clásico, es lo que Rusia ha mantenido —con unos y otros— durante siglos. Lo único que se hizo fue cambiar un tipo de "zar" por otro. La iglesia ortodoxa rusa, en cambio, sí sabe la diferencia entre estar del lado del poder o desaparecer del mapa, como en la etapa soviética. Estar junto al poder, junto a Putin, le trae inmensos beneficios de diferentes órdenes. Nunca ha tenido más sentido la fórmula orwelliana del poder (inspirada en el estalinismo, por cierto): el poder simplemente se mantiene, se ejerce solo para seguir ahí.

Putin ha encontrado en el feminismo y la comunidad LGTBQ un "motivo" para que el sistema actúe. ¿Se acuerdan de las Pussy Riot, el grupo punk de chicas que se le enfrentaron? Tuvieron que salir de Rusia ante las detenciones y constantes amenazas. El listón ruso del autoritarismo se eleva cada día. Es un caso conocido, pero hay muchos otros de los que nada sabemos.

La declaración del feminismo como enemigo nacional, al igual que la condena de cualquier actividad LGTBQ, a los que se considera "terroristas" es una forma de justificar la represión, por un lado, y de sembrar el miedo ante la destrucción del estado, sustentado en los valores tradicionales. Es esa unidad de estado y valores —la Santa Rusia— la que justifica todo. Es, se nos dice, un mandato divino, un plan mediante el cual Dios actúa para evitar que el estado primero y el mundo después vayan hacia la destrucción total. De esta forma, los abusos autoritarios son considerados como "bondad".

Es el mismo procedimiento de cualquier "guerra santa", un mandato que no se puede ignorar y que convierte en "positiva" toda su negatividad, estigmatiza a los que son "diferentes" y agrupa a los que se consideran los únicos con derechos.


La existencia de un movimiento coordinado antifeminista supone que, por debajo de otras consideraciones, hay un elemento común que cuenta con el apoyo exterior para desarrollarse. Que Rusia se convierta en un foco de desestabilización a través del combate contra el feminismo y contra los derechos de la comunidad LGTBQ es un hecho. Putin ha encontrado la línea con la que unir los puntos de la figura autoritaria universal. Le ha bastado con encontrar ese ambiente de resistencia y darles lugar en el espacio que diseña. Que esto conecte también con líneas que llegan desde los Estados Unidos es una preocupación más, pero la confirmación de un plan estratégico más amplio cuyo sentido está todavía por fijar con claridad.

Las políticas detrás de Trump pueden volver a ser una carta sobre la mesa. Las elecciones próximas en Estados Unidos serán decisivas en este sentido. Los contactos con Putin han sido uno de los temas recurrentes en toda la legislatura anterior, con Trump en el poder.

En España estamos empezando a ver en algunos espacios políticos el repunte de los movimientos anti feminismo (negándolo, convirtiéndolo en "ideología") y anti LGTBQ. Se muestra en agresiones, discursos homófobos o en planteamientos más discretos pero que buscan socavar lo que se había avanzado en libertad individual y colectiva. Racismo xenofobia, anti feminismo y homofobia son sus señas de identidad profunda y presionan en la superficie. Son preocupantes las noticias que nos llegan cada día sobre el aumento de la violencia de género, los ataques homófobos y titulares en los que se nos dice que 1 de cada 4 jóvenes creen que "la violencia de género" es un invento ideológico. Negando la realidad del discurso, por contra se suele aceptar la desigualdad como algo natural, como voluntad divina. Dios o la Naturaleza, a elegir, han hecho el mundo así. De igual forma, han hecho que manden los más fuertes, ya sean pueblos o líderes.

El populismo nacionalista es también internacionalista cuando los temas no son exclusivamente propios, como ocurre con el feminismo y el movimiento de derechos LGTBQ. La búsqueda de temas que posibiliten lazos es constante pues facilita las actuaciones conjuntas, la desestabilización o las invasiones, como en el caso de la invasión de Ucrania. Puede servir para captar votos en una democracia e irla pervirtiendo desde dentro, desde las instituciones o desde las redes sociales.

Es recomendable la lectura completa de la entrevista a Leandra Bias, que estudia el autoritarismo en Rusia y países balcánicos. Comprender el fenómeno es necesario para poder evitar su efecto destructivo descendente (cada vez más jóvenes, menos críticos y más sometidos al mandato del grupo) en diversos países, entre ellos el nuestro. Como forma autoritaria, ataca la convivencia y busca el extremismo radical visionario. Esto es un peligro para el conjunto y hace necesaria una mayor actividad didáctica, que es lo que se trata de frenar en las escuelas. Es ahí donde se den los conflictos y donde se centran la tensiones. Perdiendo la batalla educativa, los principios básicos de libertades y convivencia se deterioran. La justificación de la invasión rusa de Ucrania en nombre de Dios, como hizo el patriarca ortodoxo ruso, debería se un mensaje claro de cómo funciona esto

Giannis Mavris "La opresión de las mujeres y los homosexuales como estrategia en Rusia"  Una mirada europeas RTVE.es /  SWI (Suiza) 19/12/2023

original: https://www.swissinfo.ch/spa/economia/la-opresi%C3%B3n-de-las-mujeres-y-los-homosexuales-como-estrategia-en-rusia/49069482?view=canonical

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.