Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Estamos
metidos en un callejón sin salida. ¿Es posible satisfacer a los múltiples
grupos que integran los grupos minoritarios que apoyan al grupo mayoritario en el
poder? Puede parecer una pregunta rara en muchas partes del mundo, pero no en
España, país fraccionado en grupos y subgrupos, escisiones, acuerdos
cambiantes, etc.
De algo
así nos habla el artículo de Álvaro Carvajal en El Mundo, con su título "Los
socios de Díaz en Sumar empiezan a revolverse: "Actúa igual que
Podemos"". La expresión "los socios de Díaz" ya debería
ponernos sobre aviso. Implica que hay un gobierno dividido (PSOE y Sumar) una
de cuyas divisiones (Sumar) se vuelve a dividir en otras muchas. Lo que pueda
haber más allá es ya fruto de la individualidad inquieta que lleva a hacer
rentable la separación. La tendencia descendente de la política española se
mantiene y eso, claro, trae problemas ascendentes, es decir, con los de arriba.
Son problemas que de abajo le llegan a Susana Díaz y de ellas hasta el PSOE,
que con quien discuten.
Con la
oposición se polemiza, pero con los socios se
discute, algo mucho más doméstico y personal. Uno debate con la oposición,
que está para eso; pero se discute por detalles del poder con aquellos que se
han hecho con el ministerio o el puesto institucional para el que tenías
programado a uno de los tuyos y que ahora se ha quedado sin él (y está
enfadado, claro). Ese enfado por incumplimiento suele acabar mal, pues lo acaba
pagando de puertas para dentro.
Puede
que los políticos luchen por sus principios, pero se pelean por los cargos.
Este aspecto es esencial para poder crear las alianzas necesarias para colocar
al personal político en los cargos públicos. El altruismo es algo que queda muy bonito,
pero es necesario tomar con cierta prevención. Las noticias de las fuertes
subidas de sueldo en estas fechas suele indicar el grado de solidaridad con el
resto de la población, que les mira con recelo, pues algunas cifras rondan el
18%, que es mucho subir.
De ahí
que, una vez constatado esto, la "nueva política" se haya llenado de
jóvenes hartos de ser explotados y con pocas perspectivas de mejora. No hay
mucho donde elegir y la política no es mala decisión de futuro en este sentido.
Nunca se bajan el sueldo y puedes tener cuerda para rato.
En el
artículo citado, las gentes del sub-Sumar, los partidos pequeños, se quejan de
que no son tenidos en cuenta. Se han cogido sus votos y representantes, pero no
sacan lo que esperaban, por lo que se produce el choque:
Fuentes de uno de esos partidos
molestos expresan sin tapujos la «decepción» que sienten ante «la versión 2.0»
de lo que había antes cuando mandaba Podemos. «Se está haciendo lo mismo que
hacía Podemos», critican, y se está perdiendo la oportunidad de cambiar e
instaurar una «nueva cultura política».
En este sentido, denuncian que todo lo que ha ido decidiéndose desde el mes de julio a esta parte se ha tomado «fuera» del órgano de coordinación de la coalición y tan sólo por personas próximas a Díaz. Hablamos, entre otras cosas, del reparto de las portavocías del Congreso y los puestos en la Mesa de la Cámara. Ése es un órgano fantasma.*
Pero
estos males solo lo son mientras no hay perspectivas. En otra noticia del mismo
diario se nos cuenta lo rápido que han solucionado sus disputas allí donde
aumentan las posibilidades. El titular nos lo indica: "Sumar y Podemos
pactan presentarse juntos a las elecciones de Galicia tres semanas después de
romper en el Congreso". ¡Pues no se ha tardado en superar la ruptura! Unas
veces se presenta la "ruptura" como una cuestión de principios y
otras veces se presenta la "reconciliación" como una cuestión de
principios. Por principios que no quede. Lo importante es que quede claro quién ocupa qué.
Sumar y Podemos han llegado a un
acuerdo para presentarse en coalición a las elecciones de Galicia del próximo
18 de febrero apenas tres semanas después de romper en el Congreso, donde los morados
dieron un portazo unilateral a la alianza de las generales para marcharse al
Grupo Mixto.
Ahora las dos fuerzas políticas hacen
de la necesidad virtud y han alcanzado un nuevo pacto que, a falta de una
ratificación formal por cada una de las partes, unirá otra vez sus destinos en
unas elecciones. En este caso, las gallegas. Esta alianza contará como tercer
gran actor político con Esquerda Unida (EU), la marca gallega
de IU, la federación a la que pertenecía la líder de Sumar,
Yolanda Díaz, hasta 2019. A estos tres partidos se sumarán otros más pequeños
como Equo o Alianza Verde.
Esta conjunción de fuerzas no tiene otro objetivo que volver a entrar en el Parlamento de Galicia, donde el espacio de la izquierda alternativa al PSOE desapareció después de las elecciones de 2020 después de un estrepitoso resultado que les dejó sin ningún escaño. Para conseguir ese regreso, Díaz lanza como candidata a la gallegas a Marta Lois, una persona de su absoluta confianza y a la que nombró en agosto portavoz del Grupo Parlamentario de Sumar en el Congreso. Sin apenas tiempo para asentarse regresa políticamente a Galicia, donde ya ejerció como concejal en Santiago.**
Esto de las "marcas" de unos y otros está "marcando", perdón por el juego de palabras, la política española, que se vuelve confusa, contradictoria y, lo peor de todo, demasiado personalizada. Es alrededor de la persona, de sus filias y fobias, como se construye el partido mínimo que participará en algo más amplio que, a su vez, formará parte de algo más amplio, con posibilidades de llegar a un gobierno en algún nivel.
Esto contribuye a que se hayan creado dos mundos paralelos, el de los políticos y el resto, que les mira tomando notas para saber quiénes son, dónde están, qué quieren, etc.
Hemos pasado de un bipartidismo por muerte calculada del centro político, a un espacio confuso y polimorfo; gritón porque necesita atraer la atención mediática y social. Este último factor pasa a ser decisivo, pues hay que arañar esos votos que permitan que te necesiten para llegar al gobierno.
Enfados
con los socios, apaños con los rivales... Las variantes son más interesantes
que ese diálogo para besugos que es la política de los grandes bloques, la que
les sirve para la escenificación de la necesidad de su propia existencia. La
consecuencia es el "populismo" político, que se extiende por todo el
mapa tremendista.
Los líos por la derecha no son menos con sus pactos, pero se quedan en un escalón escalones y no en tres, lo que simplifica mucho las cosas, aunque cueste algún que otro disgusto.
En las primeras elecciones española, ¡ya ha pasado tiempo!, participaron más de 500 partidos políticos. La debacle fue total y en la siguiente solo sobrevivieron los que tuvieron la capacidad de aliarse, refundirse, disolverse, etc. Pero este tipo de encuentros y desencuentros actuales es otra cosa. Otra forma de ver el poder. Este conseguir mediante la presión dentro de grupos y coaliciones, cada uno remando hacia un lado para no perder protagonismo, es nuevo. Todos intentan apuntarse los tantos que les permitan mejorar en las siguientes debilitando a sus socios, lo que hace todo más complicado. Ahora las luchas son dobles, con el que está dentro y con el que ha quedado fuera. Así no es fácil nada.
* Álvaro Carvajal "Los socios de Díaz en
Sumar empiezan a revolverse: "Actúa igual que Podemos"" El Mundo 29/12/2023
https://www.elmundo.es/espana/2023/12/28/658c6444fc6c83d52f8b45c5.html
** Álvaro Carvajal "Sumar y Podemos
pactan presentarse juntos a las elecciones de Galicia tres semanas después de
romper en el Congreso" El Mundo 27/12/2023
https://www.elmundo.es/espana/2023/12/27/658c67f6e85ece2b2b8b4597.html
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