Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es
difícil encontrarle sentido a esto que no sé cómo llamar. Ahí empieza
precisamente uno de los líos. ¿Dónde estamos, qué somos, etc.? Son esas
preguntas que hoy, Día de la Constitución Española, se hace pertinentes. Como
decíamos ayer, lo único que se percibe con claridad es el "puente",
ver a gente con maletas corriendo de aquí para allá.
La lista
de los que no asisten a la celebración del Día constitucional es ya más larga
que la de los que van. Incluso algunos que defienden la Constitución tampoco
van porque dicen que no quieren celebrarla con los que la celebran. Todo un
lío, sí. Unos no la celebran porque no creen que exista "España" sino
el "estado español", otros porque son "republicanos" y esto
queda definido como "Reino de España". Luego están los anti todo, que
reúnen toda discrepancia con pasado, presente y futuro, de los que se
encuentran al margen.
No me
sorprende ya que sean los que no han vivido otra España más que democrática los
que sean más radicales, quizá sea porque no han vivido más que una España de
protestas infinitas que algunos llaman ya "normalidad" o, como
veíamos hace unos días, "lo habitual". Sí sorprende el frenesí de
unos y la indiferencia de estos desconocedores que hablan a los demás como si
lo hubieran vivido y te lo cuentan. ¡Qué pena de ausencia de referencias
ciertas y presencia de olvidos y fantasías!
Lo que
queda entre un pasado múltiple y un futuro incierto y desmelenado es este
presente confuso, cargado de problemas sin resolver y de insultos constantes y
traiciones.
Cada
vez es más evidente que esta "nueva política" es un fracaso que no
solo no resuelve nada, sino que solo sirve para desplegar el narcisismo de unos
y de otros, cuando la verdadera política es realmente sentido del sacrificio de
lo propio en beneficio de la mejoría del conjunto. Pero esta política busca
titulares y no otra cosa.
Ya
hemos hablado del mapa político surgido de las urnas. Las profecías se van
cumpliendo en este plan de traiciones infinitas, de oposición interna y
externa, donde el peor trato te lo dan aquellos que se presentan como
"apoyos".
El
último numerito es la "ruptura" de Podemos y Sumar, en la que los
primeros le hacen un chantaje al partido del gobierno vendiendo sus votos por
libre en este marcado que se ha abierto. Sin pudor alguno, la compraventa, ya
sea con Puigdemont o con Podemos está abierta en subasta públicas. Al gobierno
le queda poco espacio y tiempo para sonrisas porque va a sufrir cada instante,
cada decisión.
En
RTVE.es leemos y escuchamos sobre esta cuestión:
Podemos ha roto su coalición con el grupo parlamentario de Sumar en el Congreso de los Diputados y ha decidido marcharse con sus cinco diputados al Grupo Mixto menos de una semana después de la apertura de la nueva legislatura. En el 24 horas de RNE, Pablo Fernández, portavoz de Podemos, explica que "ahora el PSOE tendrá que hablar con Podemos para sacar adelante sus iniciativas". "Nosotros vamos a girar a la izquierda al PSOE como hicimos la pasada legislatura", añade Fernández. Además, el portavoz de la formación morada señala que "Sumar tiene una posición más subordinada o mimetizada con el PSOE".
Por
mucho que se camufle como una forma de defensa de la "izquierda" frente
a un PSOE "derechista" al que hay que vigilar y forzar a hacer, nos
encontramos con la misma gaita que en la anterior legislatura, pero con menos
paciencia y menos disimulo. ¿Para qué andarse con miramientos? Todos saben a
qué van y al gobierno solo le cabe la posibilidad de esbozar sonrisas ante las
peores circunstancias. No contentos con el patinazo del "solo sí es
sí", que ha puesto a cientos, miles creo, de delincuentes condenados por
agresiones sexuales, en la calle, ahora van a tratar crear una nueva línea de acción.
Sin el respaldo de un ministerio en el que atrincherarse, los de Podemos y sus
Cinco tratarán de sacarle todo el "voceo" posible a sus acciones.
Puigdemont y los vascos por su lado, harán lo mismo barriendo para casa. Esto
ya se anticipó que ocurriría; no hacía falta ser adivinos.
Por la derecha, Vox se desmarca del PP con los mismos argumento y sus objetivos propios: el PP es blando, no es capaz de frenar el llamado "golpe de estado" de Sánchez. Las mismas estrategias pero con víctimas distintas. ¿Han ido todos al mismo cursillo? Ya han advertido que discutirán, pero que no lo harán allí donde han entrado en el poder. ¡Faltaría más! Una cosa son los principio y otra los cargos.
Volvemos
a las declaraciones de la legislatura anterior: lo bueno es aquello a lo que se
obliga al gobierno; lo malo es lo que el gobierno hace por sí mismo, si es que le queda ya alguna
posibilidad de esto.
No es
fácil entender que la política española se haga así, de cara a la galería y
anteponiendo los intereses minoritarios a los mayoritarios. Hay algo que falla,
por mucho que se diga, en esta forma de hacer política. Sus efectos ya los
sabemos: frustración y desinterés. Son las dos premisas, además, que permiten
el crecimiento del radicalismo, pero este es usado precisamente para hacer ver
que hay peligros que solo estos pequeños vigilantes pueden resolver, ocultando,
claro está, su propia radicalidad.
¿Podremos romper esta dinámica tan perjudicial para el conjunto de la política española? Son muy jóvenes y tienen mucha vida política por delante, pero ¿podrá resistirlo España, sus instituciones, nuestros problemas reales?
No sé cuántos años, cuántas votaciones, cuántas neuronas nos va a costar esto. Mientras no haya un deseo claro por parte de las mayorías de recuperar el timón, de dar paso a una sociedad de convivencia y acuerdos, será difícil que la gente se identifique con cualquiera de los símbolos o principios de la Constitución, algo que en un día como hoy hay que recordar.
La discusión política ya solo es escénica, de cara a la galería, y como parte del reparto de poder.
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