sábado, 10 de septiembre de 2022

De ricos y pobres (a la española)

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

De nuevo estamos en las portadas por datos negativos. Esta vez se trata de algo relevante para la vida diaria, el poder adquisitivo. Los titulares lo confirman en diversos medios: "El salario real cae un 4,4%, el doble de la media en la OCDE" (La Vanguardia), "La OCDE alerta de un recorte "sustancial" del poder adquisitivo de los trabajadores y pide revalorizar el salario mínimo" (RTVE) entre otros.

Significa algo simple, con el mismo dinero podemos comprar menos cosas; nuestro poder de adquirir disminuye. Si todo sube menos los salarios, que pueden incluso disminuir, como desgraciadamente experimentamos cada día, lo que podamos adquirir es cada vez menos. Con la inflación son los precios los que suben, mientras que nuestras perspectivas de adquisición disminuyen. Para comprar lo mismo hay que tirar del ahorro, que se acaba consumiendo. Se reduce el gasto para poder vivir dentro de "lo posible", que es aquello que podemos hacer con lo que tenemos.

Vivimos en una crisis que se nos dice se ha producido por la guerra de Ucrania y las manipulaciones por parte de Rusia. Eso es solo una parte. Aquí ya hemos planteado la idea de que la posibilidad de manipular a través de la energía es muy grande, ya que afecta a todos los sectores. Rusia comenzó a "preparar la crisis" con antelación: creo unas condiciones que supusieran menor margen de maniobra para Europa en el momento de la invasión de Ucrania. Creía Putin que así la victoria se lograría antes, pues la Unión ya estaría condicionada por los precios, las protestas por sus subidas y las crisis de empleo que se provocaría. Todo ello sería lo suficientemente preocupante para la Unión Europea, que metida en una enorme crisis sufriría las consecuencias. Putin parte siempre de un principio: la debilidad de la democracia. Esto supone que los gobiernos, cada vez más inestables por todas partes, "temen" a la opinión pública, que esta es egoísta y manipulable, algo que el fomenta a través de la creación y desarrollo (financiándolo muchas veces) de conflictos sociales, políticos, territoriales, etc. La guerra que se da en Ucrania se produce mucho más allá gracias a este tipo de situaciones.

Pero el caso español tiene sus propias condiciones, la que hacen que tengamos una economía débil, hipersensible a cualquier variación (casi siempre para mal) y con unos desarrollos especiales respecto al resto de Europa. Casi siempre que se da un dato, el de España suele ser negativo. Por ello se insiste tanto en el "crecimiento" porcentual. Es cuando nuestra ministra dice que "vamos a crecer el doble que la media europea", por ejemplo. Se ahorran las cifras reales y se nos habla de tantos por ciento, lo que no permite saber en qué consiste ese "crecimiento" real y que no vemos casi nunca traducido en hechos más que cuando son realmente efectivos en sectores de la economía.

En Antena 3, en medio de la crisis actual, se nos ofrece un artículo con el titular "Los ricos se duplican en España en los últimos 10 años". Allí se explica:

Parece mentira que pese a ver la situación económica actual, la cual llevamos arrastrando durante varios años en nuestro país, sean cada vez más las grandes fortunas que encontramos a lo largo de nuestro territorio.

La economía española no se encuentra en su mejor momento y la vida, cada día que pasa, se vuelve más cara y, con ello, difícil para muchas familias el poder afrontarla. Sin embargo, muchas personas parecen vivir lejos de esta realidad, y son cada vez más los ricos en el mundo, y también en España.

Según los datos del año 2020 sobre la recaudación del Impuesto de Patrimonio de la Agencia Tributaria, los contribuyentes que declaran patrimonios superiores a 30 millones de euros se han multiplicado por más de dos en la última década, pasando de 352 declarantes en el año 2011, a los 724 del 2020.

Esto refleja que la cantidad de personas ricas en España no haya hecho más que aumentar. En 2012 los ricos eran 443, ascendiendo a 471 en 2013, superando los 500 un año después hasta situarse en los 508. Se alcanzaron los 549 en 2015, unos 30 más un año más tarde y los 611 en 2017. No obstante, pese al ligero retroceso de 2018 del número de ricos hasta los 608, esta cifra creció significativamente un año más tarde hasta los 701.

En 2020, los contribuyentes de este impuesto alcanzaron los 218.991, frente a los 212.284 de un año previo. Por tanto, más de 6.700 declarantes nuevos se sumaron a la declaración del Impuesto por una suma media de 3,5 millones de euros. * 

Los dos primeros párrafos son auténticamente naif. Podemos pensar en la diferencia entre un "país rico" y un "país de ricos". Que haya cada vez más "ricos", gente con patrimonios superiores a esos 30 millones de euros, no nos indica que no haya crisis, sino más bien lo contrario. Lo que significa realmente es que aumenta la desigualdad y que el dinero de todos a unos pocos bolsillos, los de esos que se enriquecen por encima, muy por encima de los demás. Si la primera noticia nos habla del empobrecimiento general por la pérdida de poder adquisitivo por la inflación, la bajada de los salarios, etc., la segunda nos confirma que muchos de esos movimientos se reparten de forma muy diferente.

Es aquí donde entra un factor esencial del que nosotros no disponemos en todos estos años, un modelo de economía con unos objetivos sociales compartidos. Tenemos que elegir entre ser un país rico o en ser un país de ricos, en los que se permiten las desigualdades que hacen que lo que unos ganan no repercuta en la sociedad. Por esos cualquier modelo se debe basar en el acuerdo social, en unos objetivos por encima de que cada cual se haga rico como pueda, que sería la base de este modelo liberal que tenemos,  por encima de los propios gobiernos.

El modelo más social, que trataría de un crecimiento armonioso, de cubrir las necesidades y evitar las grandes diferencias, es sustituido por un modelo más individualista en el que se reducen las reglas para permitir que cada uno aproveche lo que tiene por delante en beneficio propio, considerado el único estímulo posible para el desarrollo. Este último modelo, evidentemente, provoca más ricos y más pobres. La cuestión no es solo de diferencias, sino que esas diferencias establecen nuevas diferencias, con lo que se van ampliando el abismo y, lo que es peor, el poder empieza a tener un color cada vez más complicado de cambiar. Los favorecidos se reproducen y mantienen sus privilegios, creando castas de las que es difícil librarse. No hay fin ni límites para la ambición, por lo que nunca se es suficientemente rico y, como en una mesa de juego, este no se acaba hasta que no se "limpia" a todos los demás jugadores de la mesa.

La pobreza está aumentando; está aumentando, además, la debilidad de los pobres. De hecho, cuando se les protege, se importan nuevos pobres para poder mantener las condiciones de explotación. Lo vemos en determinados países en los que los inmigrantes carecen de derechos que no sean los que benefician a sus nuevos amos. Esto puede llegar a extremos como los de Arabia Saudí, por poner un ejemplo conocido, en el que si el trabajador se queja es puesto inmediatamente en la frontera, un privilegio que mantiene su empleador e "importador"; ante esa amenaza, los que se quedan son sumisos y obedientes. Muchos prefieren al inmigrante sin derechos, al clandestino; cuando más opaco sea, mejor; será más fácil de explotar.

Que crezca el número de ricos y aumente el de pobres es una muy mala señal. Significa que el sistema se está polarizando, que decrece el espacio intermedio sobre el que se asienta el movimiento social, tanto de ascenso como de descenso. Significa que hay vías para enriquecerse que solo están al alcance de algunos, mientras que el empobrecimiento por las crisis afecta a una gran parte de la población, a su mayoría.

La falta de acuerdo sobre el modelo social lo vemos todos los días en las discusiones sobre si se recortan los beneficios escandalosos de los sectores o si se amplía el salario mínimo. Son dos formas de ver la vida, la del que tiene beneficios y ahorro sobrado y la del que no llega a fin de mes y encima se le pide que consuma, que viaje, vaya a fiestas, etc., es decir, que no deje de gastar para sostener la economía y mantener vivo el movimiento de los capitales.

No sé muy bien de dónde van a sacar el dinero que gastan los que cada vez ganan menos. Sí sé, en cambio, de dónde quieren sacar el dinero los que quieren ser cada vez más ricos: del gasto público. Lo que no pueden gastar los ciudadanos lo debe gastar el estado para que puedan seguir siendo más ricos pagando menos a sus asalariados. El final de todo esto se ha escrito muchas veces: el nuevo o viejo rico, acaba en otro país, donde le dejan seguir haciendo lo mismo y le llaman "inversor", mientras que el que se queda sin recursos o empleo acaba siendo sostenido por el estado, ante el escándalo de los sectores privados.

Los países deben alcanzar una conciencia identitaria propia, no el trasnochado y virulento nacionalismo (como el fomentado por Trump). Eso implica un sentido de comunidad y de responsabilidad hacia todos. No es sencillo; hay múltiples problemas para ello, propios y globales. Pero si no se intentan, el desastre, la miseria y demás se irán apoderando de nosotros.

No solo vivimos una crisis económica. Está —desde hace mucho tiempo— en crisis nuestro débil modelo económico, dictado desde poderosos sectores, que nos han llevado de una crisis a otra, como se vio en la incentivación del crédito y la crisis inmobiliaria. Hay que sentarse y pensar sobre el conjunto de país que hemos hecho y que no conseguimos rectificar.  

* Lara Fidalgo "Los ricos se duplican en España en los últimos 10 años" Antena 3 7/09/2022 https://www.antena3.com/noticias/economia/ricos-duplican-espana-ultimos-diez-anos_2022090663176dd8142d7b0001a063fb.html 

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