Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
incapacidad de Putin para controlar el discurso internacional hace depender su
suerte de poder controlar los discursos interiores. Una guerra entre vecinos
solo se puede saldar por un golpe en la retaguardia. Invadir es colocar al
enemigo dentro, en la retaguardia. La invasión solo puede sostenerse en el
exterminio y no están los tiempos para esto y menos una súper potencia que no
solo no ha ascendido sino que se ha condenado ella misma al marginarse de la
comunidad internacional. Putin solo logra aliados comprometidos allí donde hay
dictadura, autoritarismo y control mediático. Lo dem.as es pleno rechazo en
cada acción.
El descubrimiento
en la ciudad de Izium de más de 400 cadáveres con signos de tortura es una
muestra descarnada de lo que le supone de desgaste a Rusia el ocupar
poblaciones. En más de una ocasión hemos calificado la guerra que Rusia ha
montado como un absurdo, como algo cuyas opciones son todas negativas para
Putin. Una vez movido el ejército ruso, no les queda otra opción que arrasar y
masacrar porque quedan rodeados de ucranianos, es decir, quedas envuelto por tu
propio enemigo. Las torturas a los civiles
son algo más que sadismo; son una
consecuencia del absurdo del movimiento realizado.
Durante
siglos, Rusia (no solo ella) impuso su imperio devastando lo conquistado,
desplazando las poblaciones ocupadas hasta los confines de su imperio y
reemplazando a los exiliados por campesinos rusos, que quedaban así constituidos
como nuevas poblaciones rusas. Pero
los tiempos no están para este tipo de operaciones mediante las que, por
ejemplo, se convierte al prusiano Kant en filósofo
ruso cambiando Könisberg por Kaliningrado, tal como hizo Rusia
anexionándose el territorio en 1945. Hoy es una evidencia histórica y geográfica
de una forma anticuada de proceder.
Pero
Ucrania es un poco más grande que Könisberg y ya no están los tiempos para
estas prácticas rusas para hacerse con enclaves estratégicos. Pese a ello, lo
hizo con Crimea hace unos años y todavía padecemos las consecuencias de esta
visión del ejercicio violento del poder.
Izium
es la muestra más clara de que Putin no puede ganar esta guerra. Esas 440
tumbas encontradas hasta el momento son la muestra evidente de que los
ucranianos ni se rinden ni se van a rendir. A Rusia solo le queda la opción de
matarlos a todos, de torturarlos y mandarlos a la tumba, si quiere ganar esta
guerra.
La
motivación ucraniana está clara, defiende su tierra, su futuro. La rusa es una
ficción nacida del Kremlin: van a liberar a dos provincias rusófonas (ya
sabemos por qué) de "las garras del fascismo". Esto habría funcionado
si la guerra hubiera terminado en un par de días y hubieran regresado
sonrientes y entre aplausos, con el público agitando banderitas. Pero cuanto
más tiempo pasa, menos creíble es y, por ello, más se resquebraja la mentira
del Kremlin.
Por todo esto las voces de disenso se amplían por toda Rusia. Con este panorama, a Putin se le abren tres frentes: el ucraniano, el internacional y, finalmente, el ruso, el de la disidencia, el de los que no se creen nada y empiezan a pagar las consecuencias de las acciones de Putin. Por eso las sanciones han ido mayoritariamente hacia el entorno de Putin, a los que le apoya de forma decidida. Se trata de someterlos a la decisión difícil de elegir entre el patrón y el patrimonio, entre Putin y las fortunas que han acumulado a su sombra. La caída de disidentes por las ventanas, los muertos por envenenamiento, etc. son el resultado de la discrepancia. Esta ha ido descendiendo hacia capas más amplias que las de los oligarcas. Ya tenemos firmas de concejales rusos pidiendo su dimisión y la declaración de traidor, como hemos visto días pasados.
Cada
población que se recupera por los ucranianos no es solo una victoria. Es
también una acusación histórica contra Putin, la forma en la que pasará a la
Historia. Su intento de volver al imperio se basa en el miedo y en la conquista
en un mundo que se había globalizado y quería crearse sobre el comercio.
Rusia
se ha cerrado sola las puertas del futuro. Los países occidentales han de medir
muy bien los pasos y estar atentos a los movimientos internos del país. Toda la
firmeza frente a Putin no debe dar a los rusos la sensación de que Putin les
"defiende", sino que él es el obstáculo. Pero a la política errática
de los Estados Unidos no le va a resultar fácil contenerse, pues está
necesitada de "triunfos" tras los desastres causados en Afganistán y
otros puntos en Oriente Medio, que han permitido regresiones apoyada,
precisamente, por Rusia en varios casos.
Casi todo lo que nos llega permite contemplar que esto se le está escapando a Putin de las manos. Los sectores más radicales piden destruir Ucrania, arrasarla y hasta fusilar a los generales que fracasan en el frente, que no logran vencer a los ucranianos. Todo ello calienta a Rusia. Habrá un punto crítico en el que la situación de Putin pase a ser defensiva.
Por lo
pronto, ninguno de sus objetivos se ha cumplido, tampoco sus justificaciones.
Lo que ha hecho es acelerar la defensa de Europa en zonas que antes abogaban
por distanciamiento o neutralidad. Ahora buscan el amparo de la OTAN y de la
Unión Europea. No creo que esta fuera la previsión de Putin.
Las noticias de estos días no hablaban de pintadas prorrusas en zonas de Barcelona, de esas Zetas con las que se pintaban los tanques rusos y que parecían reproducirse en las victorias. Su aparición en diversos espacios de Barcelona es raro. Es cierto que algunos independentismos han hecho buenas migas con Putin, siempre atento a todo lo que desuna y debilite a Europa, pero tampoco hay que sobrepasar los límites del ridículo en exceso. No sé quiénes son los autores de dichas pintadas, pero no se hacen ningún favor ni podrán crear ningún tipo favorable de clima a lo que en estos momentos es pura barbarie en Europa. ¿Quizá los que añoran el rico turismo ruso? ¿Amigos imperiales? No es fácil ponerse en la mente de quien se dedique a ello.
Quizá
sean rusos que, en la distancia, echan de menos el imperio, pero no se atreven
a volver. Rusia les habría supuesto un elevado riesgo si el signo hubiera sido
contrario. Es fácil ser prorruso lejos de Rusia, supongo que una multa de los Mossos por hacer pintadas; no lo es tanto ser anti Putin en
Rusia o simplemente estar en contra de la invasión y la tortura, signos por los
que su presidente pasará a la Historia. Ni su torso desnudo ni la caza de osos
ni sus llaves de judo con adversarios benevolentes, etc., solo por sus
crímenes. Quizá sus asistentes le acerquen en el desayuno las fotos de cómo en Barcelona se valoran las acciones rusas. Quizá levante un ceja y esboce algo parecido a una sonrisa. Que no se engañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.