viernes, 9 de septiembre de 2022

Empecemos con fuerza

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Las noticias se siguen acumulando sobre un mismo problema, la salud mental de los jóvenes. Conforme los problemas sociales en cualquiera de sus variantes —sanitaria, económica, desempleo, energética, medioambiental etc.— se acumulan, las noticias sobre problemas mentales se incrementan reflejando la intensidad del problema. En varias ocasiones hemos señalado que los problemas acaban todo en el mismo sitio, en la mente de las personas. Nuestra tendencia a separar en "secciones" el mundo, tal como aparece en los periódicos, tiende a hacernos olvidar que las víctimas de las que se nos habla en cada campo suelen ser las mismas, la misma gente que vemos por la calle o en diversos lugares, salvo que se indique lo contrario. También que los problemas no están aislados, sino que se interconectan y se suman en las mentes, que lo que decimos de un niño, joven, adulto o anciano, forma parte de una sistema más amplio que es la "familia" en la que compartimos los problemas de los otros.

Hace unos días recogíamos aquí los avisos sobre cómo los problemas del cambio climático afectaban a los niños. Ya no se trata de la agricultura o de la pesca o de cualquier sector independiente del resto. Todo está conectado, todo confluye sobre un amplio nosotros, ya sea directa o indirectamente. Los intentos de separar las cosas son irreales y todo nos acaba afectando, no solo en lo físico, sino en lo emocional, que es donde entra ese concepto, muchas veces difuso, pero no por ello irreal de la salud mental. Da igual cómo lo definamos (definir es un recorte racional de algo que puede no tener límites precisos en la realidad), lo importante es que nos afecta; da igual cómo lo midamos o si hacemos congresos sobre ello o no. Está ahí, manifestándose de formas distintas conforme a las personas que lo sienten.

En RTVE.es titulan "Los problemas psicológicos tras la pandemia se disparan entre los jóvenes del 9% al 24% en apenas un año". "Problemas psicológicos" es una forma de llamarlo. Lo importe es que sea como sea que lo definamos, el salto de un 9% al 24% en un año es mucho, muchísimo en este tipo de situaciones. En el artículo se aportan varios datos que deberían preocuparnos seriamente: 

El empeoramiento de la salud mental de los jóvenes y adolescentes y una mayor tendencia a sufrir problemas psicológicos es una de las consecuencias más visibles de la pandemia de coronavirus: el 24% presenta problemas psicológicos con cierta o mucha frecuencia, un porcentaje que en 2021 era del 8,6% y del 6,2% en 2019. Son los resultados de un estudio presentado este jueves y elaborado por la Fundación Pfizer y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) a partir de 1.200 entrevistas realizadas entre febrero y marzo de forma telemática a jóvenes de entre 15 y 29 años sobre los efectos que la pandemia ha causado en sus vidas tanto en los aspectos psicológicos como en el posible impacto sobre su devenir vital.

El 66,8% de los entrevistados cree la COVID-19 ha tenido un impacto negativo en su salud mental, aunque también consideran que ha afectado negativamente a su capacidad económica (67,4%) y a su acceso al trabajo (63%). La investigación Jóvenes en pleno desarrollo y crisis pandémica. Cómo miran al futuro subraya que antes de la pandemia el 40% de los jóvenes nunca había experimentado problemas psicológicos o de salud mental, una cifra que actualmente se ha reducido hasta el 30,8%.

Los investigadores inciden en que la pandemia ha afectado en el incremento de jóvenes que han pasado a sufrir este tipo de trastornos pero además advierten de que se han "feminizado" aún más los problemas de salud mental. Son ellas las que manifiestan en mayor medida experimentar problemas mentales: una de cada tres admite tenerlos frecuentemente frente al 16,3% de ellos.

La aparición de pensamientos negativos es el indicador psicológico que más empeora: más de la mitad (58,3% de mujeres y 49,6% hombres) reconoce que se han agravado; uno de cada tres jóvenes cree que nada tiene arreglo, que todo irá a peor y se siente un fracasado, y uno de cada cuatro considera que es una carga para los demás y que la vida es una carga inútil.* 


No creo que las cifras fueran tan malas en tiempos de "nihilismo", del "ennui" o del "tedium vitae", que han sido expresiones para definir el hartazgo, la melancolía, el sinsentido o la falta de vitalidad.

Las cifras y problemas que se nos muestran son realmente preocupantes y, como hemos sostenido en ocasiones anteriores, muchas son producidas por un efecto en cadena, por una acumulación de la "malas noticias", desgracias, "pronósticos", etc. sin esperanza o alternativa, que es algo que no nos podemos permitir.

Que uno de cada tres jóvenes piense que "nada tiene arreglo, que "todo irá a peor" y "se sienta un fracasado", que es una "carga" y que "la vida es inútil", como se nos dice en el párrafo final es realmente un problema de algo más que de salud. Es un problema de fracaso en la forma de presentar y afrontar los problemas. Aquí hemos tratado varias veces de eso.

No se trata de responsabilizar solo a los medios, que son quienes lo transmite, ni de hacer parecer todo como positivo. El éxito de los libros de autoayuda es precisamente la forma de percibir el mundo. Es el gran negocio en los tiempos de crisis con personas que creen que las fórmulas que les "salvarán" tienen que venir de fuera de ellas, que son incapaces de enfrentarse a los problemas del mundo. La negatividad vende, genera atracción, genera rentables enfrentamientos.

Hemos hablado ayer de los predictores. Se nos ha llenado el mundo de personas que saben lo que va a pasar en él. Como veíamos ayer, sus predicciones sirven para esos entes fantasmas llamados "inversores", "mercados", etc. no para las personas de carne y hueso, que los contemplan como visiones de un mundo en el que ya no caben, en el que las fuerzas oscuras tejen y destejen. Nada se puede hacer, piensan.

Llevamos tiempo señalando que la "predicción" nos roba el futuro y, con él, la esperanza. Trae lo inevitable, se anticipa a nuestros deseos y lo frustra. Así se percibe por muchos que quedan descorazonados ante los apocalipsis que se nos pronostican cada día, inevitables, lapidarios, sangrantes, deprimentes. La predicción quita energía haciéndonos ver que todo está "escrito", que unos leen el futuro y a otros se les cuenta.


En lo que nos toca, el lunes próximo empieza un nuevo curso universitario. En manos de todos —la autoridades, los profesores y los alumnos, del personal que se ocupa de la administración— está convertirlo en un escenario deprimente y depresivo, un espacio de negrura,  o por el contrario intentar trabajar en el atajo de esos "pensamientos negativos" de los que se nos habla en el informe.

Con esas cifras se hace imperiosamente necesario trabajar en contenidos y ánimos, en dar conocimientos y esperanzas de que lo que se hace en el aula sirve para algo. No se trata de transmitir "optimismo", sino de transmitir el sentimiento de que lo que se hace sirve para algo realmente y que es el esfuerzo lo que nos permitirá enfrentarnos mejor a las condiciones que reales o imaginarias vemos por delante. Es imprescindible cortar el negativismo que muchos transmiten en el aula y tratar de establecer la confianza de las personas en lo que hacen y en lo que pueden hacer.

Hay demasiada pasividad en nuestra sociedad, alentada por muchos intereses que nos convencen cada día de que nuestro destino está en sus manos, que depende de lo que ellos hagan. Hay que devolver el futuro a la personas, a su esfuerzo, a su alegría interior, a la confianza en sí mismos. Tenemos que lograr que se pierda ese sentido de inutilidad, de carga, de sinsentido, etc. del que se nos habla.

Tenemos que hacerlo cada uno es el espacio en el que nos encontramos, con los recursos disponibles y con la energía que podamos aportar y sacar de los demás. No es aceptable el derrotismo que nos hunde ante esos predictores de la desgracia constante de la que unos cuantos se aprovechan y les sirve para mantener ese futuro a la baja en el que algunas veces nos permiten entrar con falsa generosidad.

El lunes comienzan las clases; es el momento de cargar la mochila con lo que se puede cargar, de hacer sentir a cada uno que es una pieza importante, que su vida está en sus manos, que el presente no siempre es como nos dicen y que el futuro que nos cuentan se puede modificar si no lo aceptamos nosotros como inevitable; que, ocurra lo que ocurra, intentamos dirigirlo nosotros.

Lo que hacemos sí sirve para algo. Es el mensaje que hay que transmitir y fomentar, hacer propuestas cada día para que las personas recobren la seguridad que necesitamos todos para poder simplemente vivir con algún sentido. Hay que actuar y no dejarse arrastrar.

 


* "Los problemas psicológicos tras la pandemia se disparan entre los jóvenes del 9% al 24% en apenas un año" RTVE.es 8/09/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220908/problemas-psicologicos-tras-pandemia-se-disparan-entre-jovenes/2401333.shtml

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