sábado, 3 de septiembre de 2022

La ley rusa de la gravedad

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

¡Qué curioso país Rusia! En él, las guerras se llaman de otra manera o la gente se dedica a verificar la ley de la gravedad. Rusia, bajo Putin, se parece cada día más a lo que George Orwell nos mostró en su obra cumbre 1984. La muerte de Mijaíl Gorbachov en este momento tiene un curioso simbolismo en la historia rusa. Gorbachov se atrevió a llamar las cosas por su nombre e incluso le puso nombres a la realidad que todavía perduran, aunque por falta de uso o retroceso histórico nos los tengan que recordar hoy en forma de necrológica.

En Rusia, la realidad, incluso en el plano físico, se modifica en función de quien sea su zar o presidente, que no hay diferencia. Gorbachov trató de normalizar Rusia en el camino de la historia, pero la tradición rusa le pasó por encima y todo volvió a su siniestra continuidad. El recién fallecido es una curiosa excepción en la inmemorial tradición totalitaria rusa, como decimos, un universo en el que hasta la Física tiene sus curiosidades, como esos saltos desde ventanas o los empeoramientos repentinos de la salud que llevan a la muerte a muchos opositores o los dejan postrados de por vida en la cama de un hospital.

En Rusia los hechos no se discuten por extraños que parezca; no hay series de muertes, sino coincidencias, fatalidad, maldición, si se prefiere. En Rusia, el gesto clave es el encogimiento de hombros y un ligero movimiento sacando el labio inferior; es el signo del "¿y a mí qué me cuentas?".

La última (no he mirado mucho más hoy) es la caída por la ventana de un empresario del petróleo ruso un poco reticente a esto (¿cómo llamarlo?) que ocurre hoy en Rusia. En Euronews nos lo cuentan así:

MOSCÚ, 1 sep – Ravil Maganov, presidente del segundo productor de petróleo de Rusia, Lukoil, falleció el jueves tras caer desde la ventana de un hospital en Moscú, según informaron dos fuentes, convirtiéndose en el último de una serie de empresarios que ha sufrido muertes repentinas e inexplicables.

Las fuentes confirmaron las informaciones de varios medios de comunicación rusos de que el hombre de 67 años se había precipitado al vacío, pero las circunstancias que rodearon su caída no estaban claras.

Dos personas que conocían bien a Maganov dijeron a Reuters que creían que era muy poco probable que se hubiera suicidado.

Otra fuente cercana a la empresa dijo que dentro de la dirección de Lukoil se creía que se había suicidado, pero que no había visto pruebas ni documentos que lo corroboraran.

Al preguntarle Reuters si estaban investigando la muerte como sospechosa, la policía de Moscú remitió la pregunta al Comité de Investigación del Estado, que no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

Lukoil dijo en un comunicado que Maganov “falleció tras una grave enfermedad. Los miles de empleados de Lukoil lamentan profundamente esta dolorosa pérdida y expresan sus más sinceras condolencias a la familia de Ravil Maganov”.

En los últimos meses han fallecido de manera repentina, en circunstancias poco claras, otros altos ejecutivos vinculados a la industria energética rusa.* 

Yo creo que incluso al propio Orwell, que visitó ilusionado la Unión Soviética de Stalin, y regresó con una desilusión equivalente a un corte de digestión ideológico en el que se le atragantó la teoría al ver la práctica, le daría sonrojo leer párrafos como estos.

Es especialmente orwelliano, es decir, reacción ante lo estalinista, es en el que se habla de cómo los miles de empleados de su empresa lamenta su fallecimiento "tras una grave enfermedad". La enfermedad se llama "Rusia de Putin" o, si alguno lo prefiere, "Rusia" a secas, como resultado de la enfermedad autoritaria, o también "Putin" a secas, si se quiere personalizar liberando a los rusos que aplauden cada una de sus gestas y gestos.

Hay mucho historiador y analista que ofrece la explicación de la "humillación". Esta consiste en explicar las maldades como resultado de la humillación sufrida porque tuviste que devolver la mitad de Europa que te habías quedado en propiedad y que invadías cada vez que cualquiera (checoeslovacos, polacos, húngaros...) intentaban recuperar algo de independencia. Es cierto que debe dar mucha rabia que te tengas que retirar de las zonas invadidas y que dejen de temerte, tu forma habitual de relacionarte con los demás; pero también es cierto que así no se consigue mucho, como ha quedado en evidencia. En el caso de Putin, la expresión "conocerle es amarle", se invierte y realmente supone un desprecio por parte de muchos estados. Muchos se suman a la política rusa porque también han sido humillados. Es cierto que la política norteamericana y en muchas ocasiones la europea ha sido deleznable, pero la "amistad" con Putin solo la mantienen aquellos que quieren ver protegidos sus regímenes árabes. No hay democracia sana que vea en Putin un espejo en el que reflejarse. Es —aquí lo hemos repetido muchas veces en estos años en relación con los países árabes, especialmente en Siria— un puntal para dictadores, un apoyo que no cuestiona tu moral si tú no cuestionas la suya.

La Rusia de Putin, como vemos, es la del salto por ventas, la de los saltos de puentes (no confundir con el puenting deportivo), la de los envenenamiento por polonio o cualquier otra sustancia que te desgracia la salud. De Rusia te tienes que ir o intentarlo si eres miembro de un grupo femenino de rock, como las Pussy Riot, o si eres un escritor con la lengua crítica y larga, o un político que ves el mundo de otra manera, o si perteneces a cualquier grupo LGTBI —considerado un mal ejemplo para la santa virtud rusa— y muchas otras profesiones de riesgo, como el periodismo que va por libre, etc.

Rusia carece de modelos liberales; están prácticamente ausentes de su historia y centrados en alguna personalidad. Está, en cambio, llena de místicos eslavófilos, de personas que han entremezclado la raza, la sangre y el territorio, este último, por cierto, nunca tiene límites. Recordemos que los norteamericanos tuvieron que comprarles Alaska porque ya se habían metido en América y hubieran llegado a la Patagonia si se descuidan, por un lado, y hasta Cádiz, si les dejan. Rusia tiene la mentalidad imperial sin fin. Ahora que se descongela el Ártico, ya tenemos discusiones sobre quién se lo queda y pronto será la Luna la que se dispute.

En el texto de Euronews se dan los datos de estas "desgracias": 

El día después de que Rusia enviara sus fuerzas a Ucrania en febrero, un ejecutivo de Gazprom, Alexander Tyulakov, fue encontrado muerto en su garaje cerca de San Petersburgo, según informaron los medios rusos.

En abril, Sergei Protosenya, exalto directivo del mayor productor de gas natural licuado de Rusia, Novatek, fue encontrado muerto junto a su mujer y su hija en una villa en España. La policía regional catalana, que investiga el caso, ha dicho que cree que las mató y luego se quitó la vida.

En mayo, los medios rusos informaron de que un exdirectivo de Lukoil, Alexander Subbotin, fue encontrado muerto en el sótano de una casa en las afueras de Moscú.

Ese mismo mes, los medios de comunicación rusos afirmaron que Vladislav Avayev, exvicepresidente de Gazprombank, fue hallado sin vida en un apartamento de Moscú, también junto a los cuerpos de su mujer y su hija.* 

La pérdida de curiosidad de los medios rusos es notable. Las cosas pasan y ellos son objetivos, van al dato, no vayan a acusarles de sensacionalismo. Los habrá que lo hagan de corazón, como amor a Putin, al patriarca de Moscú o por alguna otra devoción que les lleve al paraíso. Pero me imagino que habrá otros —muchos han salido de Rusia— que harán de tripas corazón ante tanto caso específicamente "ruso" y no quieren jugar con vida o lentejas, no sea que se contagien y acaben cayendo de cualquier ventana.

En Rusia las personas caen, saltan o las tiran. En Rusia no se cuestiona la gravedad; todo lo que sube baja. Si te crees que eres tan poderoso como para disentir, la ley de la gravedad te demuestra lo duro que es el suelo y tu fragilidad.

Caer en Rusia por una ventana, te demuestra dos cosas: la primera que caes cuando alguien lo decide; la segunda es ese encogimiento de hombros, que es la confirmación de que a nadie le importa y que si le importara, caería también por la misma o por otra ventana, que no hay que repetirse demasiado, porque acabaría siendo aburrido que todos saltaran por la misma.

Dice la prensa que en estos saltos al vacío "las circunstancias no están claras". Bueno, es una forma de decirlo. Los medios también nos dicen que este año el curso escolar comienza con un tema nuevo, "no hay que tener miedo a morir por la patria". Habría que escribir varios tratados para intentar dilucidar qué es la patria, la santa Rusia. Pero por ahora, con cantar en los colegios encendidos cantos de amor es más que suficiente.

En Rusia las leyes son duras, pero la más dura, rápida y ejemplar es la que te arroja por una ventana.

 

* "Presidente de petrolera rusa Lukoil muere al caer desde ventana de un hospital: fuentes" Euronews 1/09/2022 https://es.euronews.com/2022/09/01/rusia-lukoil-presidente-muerte

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