viernes, 14 de enero de 2022

Prevenir y curar

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Lo mejor de lo malo es que no ocurra, sin embargo lo hace. El caso del castillo hinchable que ha causado la muerte de dos niñas en días recientes además de una tragedia para esas familias es un mal ejemplo de la forma de actuación.

El castillo se voló por una ráfaga de viento, sí, pero sobre todo se voló porque no tenía los mínimos requerimientos de seguridad con anclajes fijados a un banco, una farola, un árbol y no sé que otro elemento incapaces de ofrecer la sujeción necesaria a un viento como el que se produjo en aquel momento.

Cada vez que me muestran las televisiones imágenes de los equipos de la policía científica trabajando, de cómo toman fotos y miden distancias, etc. me llega a la mente la misma pregunta: ¿por qué no se hizo antes? Los defectos en el anclaje eran obvios y no sé porqué le dan tantas vueltas a no ser que se trate de mostrar la atención que no se le prestó.

Desgraciadamente son cada vez más los acontecimientos que escapan a una vigilancia y control que debería asegurarse de que las cosas no ocurren y menos de levantar acta de desastres. Nos estamos acostumbrando más a esta forma de entender el mundo que es, sobre todo, trágica y barata.


Ayuntamientos y demás instituciones son responsables del día a día en el espacio público. Esa responsabilidad es previa, es decir, deberían velar por la seguridad antes de que ocurran los desastres y se produzcan víctimas. Si el castillo hinchable estaba mal anclado, como es evidente que lo estaba, lo estaba a simple vista y solo habría hecho falta que alguien lo inspeccionara. ¿Puede cualquiera levantar un castillo hinchable en la calle sin que nadie lo revise? ¿No existe un permiso que se concede a la vista de la instalación o se concede antes?

He señalado también "barato". Las instituciones públicas cuentan cada vez con menos personal y muchos permisos se tramitan vía internet. Solo si hay un problema, entonces se presentan. Pero ya suele ser, como en este caso, muy tarde. Solo queda levantar acta de la desgracia y entonces nos preocupamos por los "papeles", por los permisos, etc. Es una enorme ironía que se nos comenten las imágenes que aparecen en las televisiones diciendo que "los investigadores están intentando saber qué ocurrió". ¿Hace falta explicarlo? Que nadie obligó a arreglar la chapuza antes de que ocurriera algo.

Los ejemplos podrían multiplicarse. Son muchos los accidentes que se producen no por fatalidad sino por falta de inspecciones eficaces por reducción del personal. Edificios en mal estado que se derrumban  porque las crisis hacen que se ahorre en mantenimiento y las instituciones en personal.

Tenemos un país en cuadro, en el que no es posible ejercer las labores de vigilancia y control adecuadas. Esto vale para castillos hinchables y otras atracciones de feria o la sanidad pública donde las denuncias de personal insuficiente se vienen produciendo desde años antes de la pandemia. Ahora nos extrañamos porque haya problemas de atención, colapsos, revisiones en tres minutos porque no hay ni tiempo ni médicos para más.

Nuestros políticos presumen de "gestores", pero lo que hacen es recortar básicamente en personal, que es el capítulo más caro y menos manipulativo. Cuesta creer que se sigan sin atender las demandas de personal sanitario o las nuevas protestas en el campo educativo donde no se pueden aplicar medidas porque no se invierte en su ampliación y mejora. Movilizar a médicos y personal sanitario, a estudiantes de Medicina y Farmacia, etc. son solo parches que dejan en evidencia que el sistema tiene enormes carencias.

No se puede prever una pandemia, como tampoco una ráfaga de viento. Pero si se puede revisar las instalaciones con detalle antes de que se pongan en marcha, con viento o en calma; sí se pueden mejorar los servicios para que la sociedad esté más segura.


Casos como el de las menores tuteladas explotadas sexualmente no son más que un ejemplo de este tipo de negligencia por escasez de personal y de motivación para el propio trabajo. Lo tenemos en muchas instituciones donde la forma de entender las administraciones públicas es someterlas a recortes constantes y a protocolos paralelos que no hacen sino recargar de trabajo, la mayoría de las veces inútil, como pasa en muchos casos, incluida la enseñanza universitaria, sometida cada vez más a funciones administrativas ante la reducción del personal.


El tiempo que está estropeada una escalera mecánica en el transporte público se ha multiplicado. Hay menos personal y el envejecimiento de los materiales hace que se reproduzcan los fallos. Los viajeros deben subir las escaleras en estaciones con bastantes problemas allí donde hay conexiones con estaciones de ferrocarril o el aeropuerto porque suelen ir cargados con maletas. Para evitar los problemas del uso continuo del ascensor, que obligaría a un mantenimiento constante, la solución que se ha buscado es hacer invisibles los indicadores, por lo que los viajeros que no lo saben bajan con riesgo estrechas escaleras cargados de maletas. Algún día habrá un accidente mortal y tendremos a la policía científica y al personal del servicio tratando de investigar qué pasó.

Los nuevos jefes muestran a sus superiores su eficiencia gestionando servicios más baratos, lo que suele hacerse con nuevas exigencias al personal existente, cada vez más reducido.

Hoy se nos repite como un mantra que "todo es seguro". Todo lo es hasta que deja de serlo. Hace falta menos palabrería y más control de lo que por falta de él padecemos o podemos padecer de forma trágica como en el caso del castillo de Mislata. La muerte de las dos niñas se podía haber evitado con una simple inspección a los anclajes que se habían puesto en la atracción, claramente insuficientes. 

Cuando se producen, salen a la calle todos los dispositivos a mostrarnos... ¿qué? Más vale prevenir, pero es más caro.  Lo que se invierte en seguridad siempre parece excesivo y muchos se empeñan en señalar que es innecesaria. Las probabilidades de que ocurra algo suelen ser menores que las de que no ocurra. ¿Cuántas ráfagas de viento hay de esa intensidad? Hasta el día en que ocurre. A la imprevisión llaman azar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.