sábado, 29 de enero de 2022

Alguien gritó ¡guerra!, pero es mejor la calma

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Es interesante que sea Ucrania la que pida a Occidente rebajar el nivel de alarma porque los efectos pueden no ser buenos. En efecto, llama la atención que cada vez que se entrevista a los ucranianos o a los españoles que residen allí, la sensación que transmite sea la misma: viven con cierta normalidad, llevan con la misma sensación desde 2014 y se alarman ellos mismos cuando ven cómo reflejan las noticias en el exterior. Eso es lo que vemos cuando los periodistas trasladan cámaras y micrófonos a Ucrania.

En RTVE.es leemos, con el titular "Zelenski llama a Occidente a no alentar el "pánico": "No considero que la situación sea más tensa que antes"", la siguiente información: 

El presidente de Ucrania, Volódimir Zelenski, ha llamado a Occidente a no alentar el pánico sobre un inminente ataque por parte de Rusia y ha señalado que no considera que "la situación sea más tensa que antes". Además, el mandatario ha advertido de las consecuencias económicas que tienen para Ucrania este tipo de mensajes.

"Pensamos que debe haber un enfoque equilibrado. No estoy diciendo que (Joe Biden) esté influenciando a los medios estadounidenses, pero la política mediática tiene que ser equilibrada", ha afirmado Zelenski. "¿Tenemos tanques en las calles? No. Pero la sensación es esa si no estás aquí", ha recalcado.

Las declaraciones del mandatario llegan después de que el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov, también haya pedido calma y asegurara que la situación es comparable a la escalada militar protagonizada por Moscú en abril de 2021.* 


Hay mucho que considerar en estos tres párrafos y en varios niveles, del político y estratégico al mediático, que es el que crea el estado de la "opinión pública". Podemos hablar esencialmente de tres cuestiones: la mediática, la económica y la política.

En primer lugar, los medios necesitan incrementar la tensión emocional respecto a lo que ocurre. No se trata ya de contar lo que ocurre, sino de mantener al espectador o a los lectores sacudidos por la información y enganchados a la situación. Cuanto mayor sea la tensión, más ligado se siente emocionalmente los receptores. Hay muchos conflictos mucho más nítidos en sus consecuencias que no le importan a nadie. Sin embargo, este ocurre en Europa y nosotros, aunque estemos en la otra punta, somos europeos. Hablar de una posible "guerra en Europa" es sacudir los nervios de cualquier europeo por esa figura retórica que nos lleva a incluirnos en el todo.

Hay otro factor más general en los medios: la competencia mediática por la atención. Cuando vemos el tono empleado en algunas cadenas de televisión, la selección de las imágenes o los titulares podemos establecer con claridad las diferencias entre unos y otros. Hay informativos que han abierto con las imágenes de los civiles haciendo prácticas de tiros o de militares enseñando las armas en las escuelas. La retórica bélica, sin duda, vende. Abrir con imágenes de tanques, explosiones y demás es muy eficaz para mantener a atención, que es el objetivo mediático en detrimento de lo que sea una información más equilibrada. Este es el drama informativo de los medios, la tentación sensacionalista, algo que distorsiona la información cuando no es más grave, es decir, desinforma sobre el estado real. La petición de Zelenski a los medios no es trivial; él mismo es un hombre de medios y sabe lo que dice. Pero ¿cómo controlar la información llevándola a su punto adecuado?


La queja de Zelenski nos lleva al segundo punto: el perjuicio económico. Las informaciones transmiten una sensación que afecta a la economía, ya que se percibe un mayor riesgo en la situación. Paralizará las inversiones y también hará retirarse a empresas que se sientan inseguras o que puedan quedar atrapadas. Eso supone que sin necesidad de un conflicto directo, ya se está dañando a Ucrania, con lo que Rusia ya ha logrado un objetivo sin entrar un metro en territorio ucraniano. Cada día que pasa, la situación empeora para Ucrania sin tener que entrar. Eso aumentará la crisis económica, que se traduce en una forma de vida peor. Eso forma parte de la guerra psicológica, ya que mediante otro tipo de informaciones hará ver que es Occidente el que perjudica realmente a Ucrania. Este tipo de situaciones es lo que ha permitido recuperar terreno a los grupos prorrusos que añoran los lazos con Moscú por diversos motivos.

El tercer factor, el político y estratégico es el más complejo y se basa en la manipulación de los otros dos. La frase de Zelenski citada en el texto es muy reveladora: "Pensamos que debe haber un enfoque equilibrado. No estoy diciendo que (Joe Biden) esté influenciando a los medios estadounidenses, pero la política mediática tiene que ser equilibrada". ¿Por qué meter a Joe Biden en mitad de la frase? Zelenski sabe que son muchas las "guerras" que están sobre el tapete y que Biden tiene la suya, al igual que Vladimir Putin. Esta situación tiene unos objetivos, más allá de los declarados, que tienen que ver con la propia situación de los Estados Unidos y Rusia, con las guerras que se desarrollan.

Siempre se ha dicho que hay que temer las situaciones conflictivas internacionales cuando las nacionales son de debilidad. Biden se encuentra en una situación de debilidad interna y perdido internacionalmente, con artículos que señalan el "declive del imperio americano", resaltan el ascenso de países como China —que había sido el objetivo hasta el momento—, el desafío independiente de Europa tras los efectos de Trump y el deseo de contar con un ejército propio para no tener que dependen de los Estados Unidos. La resaca del mandato de Donald Trump y la terrible posibilidad de su regreso a la Casa Blanca por el hundimiento de Biden en las encuestas es un factor que puede hacer que Biden tome decisiones de fuerza de cara al electorado norteamericano que acaban pagando en Europa. La principal perjudicada, tras Ucrania, es la Unión Europea que ve cómo la protección de los Estados Unidos significa una mayor dependencia.


Por lo pronto, la conexión energética con Rusia, a través del gaseoducto hasta Alemania, está en el aire y, en la otra dirección, se ha afianzado la conexión energética con los Estados Unidos e incluso con uno de sus principales aliados "duros", Australia, que sale así del boicot al que China le tiene sometido. En estos días se nos cuenta cómo determinados barcos cargados de gas dan la vuelta de sus destinos iniciales para dirigirse a países como Reino Unido o la misma España gracias a las subidas del precio, que hacen más rentable vender a unos que a otros.

Putin también tiene sus propios asuntos. La idea de la amenaza en sus fronteras es clave y exige lo mismo que hizo los Estados Unidos con la crisis de los misiles cubanos, obligar a que se retiren. Esta vez los "misiles" son los de la OTAN. Rusia quiere una "franja de seguridad", que se desmilitaricen los países que la rodean, que no ingresen unos y que se salgan otros. Es difícil que con estas amenazas se consiga, ya que la invasión de parte de Ucrania, incluida Crimea, hacen sospechar a los afectados que en cuanto que se retire la protección pueden ser invadidos por Rusia, de forma militar o mediante la promoción de aliados prorrusos en el gobierno, que no serían más que títeres. Esta posibilidad ya se ha barajado en la prensa internacional.

El clima prebélico, como denuncia Zelenski, favorece al expansionismo norteamericano, que vende armas, coloca bases y mientras sienta que hay amenazas no se moverá. Los pequeños dependen de los grandes, por lo que la parte más débil de Europa, la fronteriza con Rusia, se sienta más OTAN que nadie y pide ser ocupada por tropas para intimidar a Rusia. Esto, a su vez, divide más a la Unión Europea, donde cada uno, según sus intereses, tiene una opción diferente. La dependencia de Rusia en energía varía de unos a otros, redefiniendo además la situación de los países que se vuelven alternativas al gas ruso, como ocurre con el norte de África, que están estableciendo nuevas estrategias con terceros. Todo es sistémico, complejo; cualquier movimiento, produce efectos inesperados más allá de lo que se buscaba.

La guerra, como vemos, se produce en muchos niveles y escenarios. En España, la situación ha creado la ya habitual fisura entre los socios de gobierno. A Unidas Podemos le ha interesado desenterrar los eslóganes de "¡No a la guerra!" antes de que esta exista, contribuyendo a reforzar su electorado y a debilitar el de sus socios. ¡Cómoda doble posición la suya, de gobierno y de oposición en el mismo despacho!


La preocupación española, irónicamente, es saber por qué no nos ha llamado Biden, algo que algunos consideran un ninguneo para hacer ver que nadie cuenta con Sánchez mientras que otros lo ven como resultado de la plena integración en la OTAN, lo que molesta al sector anti-OTAN. La situación de Ucrania, realidad y exageración, no deja de afectar a todos en este mundo global.

La retórica bélica es peligrosa, incluso como juego político. Zelenski tiene razón. ¿Pero cómo encontrar ese punto de equilibrio entre lo que es y lo que puede ser en un mundo global y mediático, de intereses múltiples e interpretaciones divergentes? No convienen ni esos gritos falsos que provocan avalanchas mortales por el pánico creado, ni los avisos continuos sobre la llegada del lobo que nadie acaba creyendo.

Muchos gritan "¡guerra!", pero es mejor la calma. Lo es para todos.


* "Zelenski llama a Occidente a no alentar el "pánico": "No considero que la situación sea más tensa que antes"" RTVE.es 28/01/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220128/zelenski-llama-occidente-no-alentar-panico/2273920.shtml

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