Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Vivir
en la Sociedad de la Información es también vivir en la sociedad de la
desinformación. En un mundo de flujos constantes, de medios híbridos, de
"prosumidores", de redes sociales, de algoritmos, de Inteligencia
Artificial, de Big-Data, de hackers y retuits, es indudable que nada es
inocente, nada se pierde y todo se analiza, que el que primero que tiene una
estrategia da dos veces y que nada es, sino tan solo parece. Parecer es ser
convincente y ser convincente es seducir detectando lo que los demás quieren
escuchar para decírselo como una revelación simultánea.
En un
mundo donde el presidente de los Estados Unidos está sentado frente a una cadena
de televisión mentirosa y manipuladora mientras lanza tuits valorando las
verdades y mentiras al grito de "Fake news!", no solo importa la
verdad —siempre sobrevalorada— sino la administración de palabras y silencios conforme
a una estrategia definida mediante la fijación de objetivos, la evaluación de
riesgos de cada decisión y la distribución adecuada de información. Podemos
soñar con otro mundo, pero esta es la realidad.
El diario ABC publica un artículo titulado "El Gobierno ocultó información clave que hizo percibir el riesgo real del Covid solo a partir del 8-M", firmado por Josefina G. Stegmann, donde da cuenta de la publicación de una investigación, firmada por varios investigadores españoles en el 'International Journal of Communication' de un estudio sobre la información sobre el Covid en España:
Un estudio ha analizado por primera vez la
percepción del riesgo del Covid, al inicio de la pandemia en España por parte
de la opinión pública, concretamente medios de comunicación y redes sociales
usando el Día Internacional de la Mujer (8-M) de 2020 como punto de inflexión.
«Como se ha conocido posteriormente, el 8-M en España presentaba un escenario
informativo asimétrico, donde el Gobierno tenía registros relevantes que la
opinión pública y la prensa desconocían», señalan los autores en sus conclusiones.
El informe ha sido publicado en
'International Journal of Communication', una prestigiosa revista fundada por
el exministro de Universidades, Manuel Castells y editada por la University of
Southern California.
Los catedráticos de Comunicación Audiovisual
y Publicidad de la Universidad de Alicante y de Economía Aplicada en la Rey
Juan Carlos, Marta Martín Llaguno (autora principal del estudio) y Jorge Sainz,
respectivamente, indagan en lo que ellos denominan el «alarmante
descubrimiento» del Covid siendo el 8 de marzo la fecha a partir de la cual se
produce dicho hallazgo.
«El escenario de incertidumbre en España en
torno a la primera quincena de marzo presenta un experimento natural para
explorar cómo la ocultación de mensajes importantes afecta a las redes y medios
de comunicación, a la transmisión de información y a la valoración de un riesgo
colectivo. En menos de 15 días se produjo un cambio brusco en las estrategias
epidemiológicas y de comunicación de las autoridades políticas, que pasaron de
negar y minimizar el Covid como riesgo sanitario a tener que informar del
establecimiento de un estado de alarma».
Las
conclusiones no son nuevas y vienen a insistir en una idea que ya ha sido
motivo de enfrentamientos políticos: en España no se le dio importancia al
COVID hasta que se celebraron las grandes manifestaciones del Día de la Mujer,
que es lo que representa el "8 de marzo", manifestación-insignia del
gobierno del momento.
Toda
historia se interpreta hacia atrás. La ironía de todo presente es que siempre
será juzgado por lo que ocurra después. Esa es la servidumbre del que toma
decisiones. Pero esta cuestión, que afecta a todos, se oscurece si se descubre
que la decisión que se tomó se hizo contra lo evidente, que quedó oculto por el
silencio interesado.
Decir
que el gobierno ralentizó la información sobre la peligrosidad del COVID para
no tener que suspender las marchas, que contaron con la presencia de las
ministras del gobierno se ha ido convirtiendo en una acusación más grave
conforme se iban acumulando en las semanas posteriores miles de muertos.
Visto
desde hoy, aquellas marchas no se debían haber celebrado. La idea del estudio,
que aporta sus análisis de las variaciones informativas desde la discreción
previa a la avalancha de información tras el 8-M, es que la información se
"controló" para que la marcha no se percibiera como un peligro y
asegurarse la asistencia.
Señalan
los autores del texto y es recogido por el diario:
«Nuestro objetivo no ha sido el de juzgar la gestión de la pandemia, pero sí la gestión del mensaje público. La conclusión es que esta que ha sido no mala, sino pésima. Los bandazos entre minimización del riesgo y su posterior revelación han polarizado a la opinión, generado incertidumbre y minando la confianza. Este error, después de dos años y cinco olas se sigue cometiendo», explica Llaguno.*
Por
encima de las luchas políticas partidistas, lo relevante es precisamente la
posibilidad de una información no controlada en sus flujos, cuya finalidad es
mover a la opinión pública, presentar una imagen determinada y obtener
finalmente un rédito electoral traduciendo opinión en votos que aseguren el
mantenimiento o consecución del poder. Todo esto pasa hoy por la información,
con lo que las fuentes, la agenda y la circulación pasan a ser determinantes.
Quién informa, de qué nos habla y a cuántos llegamos, resume la nueva doctrina
de la comunicación.
Todo
esto lleva a la percepción distorsionada, híper política, de la ciudadanía, un
cuerpo social sometido a un régimen de violentas duchas frías informativas
desde todos los ángulos y sectores.
Desde
la perspectiva de la comunicación política, somos el poblado que se bombardea
con el napalm de la información, intentando captar primero nuestra atención,
para después seducirnos con los argumentos convincentes que deseamos escuchar.
La
pregunta sobre el "8-M" forma parte de la secuencia continua del
debate político. Analizarlo está bien, por supuesto, pero hay que ir más allá
para alcanzar algún sentido sobre lo que significa para las sociedades
democráticas hoy, en las quela polarización anula las posibilidades de diálogo
político y la convivencia ciudadana, a la que se lleva a la aceptación de
visiones conflictivas de la realidad.
De
nuevo lo que está ocurriendo en la sociedad norteamericana debería servirnos de
ejemplo de lo que puede ocurrir cuando el cuerpo social es bombardeado con
visiones alternativas de la realidad, que deja de oscilar dentro de márgenes
aceptables, para rechinar sus instituciones ante visiones incompatibles y en
conflicto, que es a lo que Trump les ha llevado, sacando su propio rédito
político.
Si el gobierno español disponía de información suficiente sobre la situación real de la pandemia que hubieran desaconsejado la celebración de los actos, acabará saliendo a la luz y estallando en las manos de quienes lo hicieron. Pero, al margen de esto, debemos reflexionar sobre las guerras informativas de fondo, sobre lo que suponen de desgaste institucional y social.
Toda
sociedad que prefiere las mentiras y las usa lo acaba pagando; toda
sociedad que usa los silencios y ocultaciones para hacerse con la aquiescencia
de la opinión lo acaba igualmente pagando de una forma u otra. Lo vemos por todo el mundo.
Hemos
acabado desarrollando un enfermizo sentido de lo político, que es una mera
lucha por el mantenimiento del poder, colectivo o personal. Los políticos
evalúan a diario su imagen y sus subidas o bajadas dirigen las próximas
acciones que deben realizar, actos que solo tienen sentido por la presencia de
una cámara y un fin, causar un efecto determinado para corregir la imagen.
Todo
esto crea conflictos y las mentiras pueden llegar a hacer que se asalten las
instituciones, como el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de los Estados Unidos,
asaltado por una masa intoxicada por las mentiras de un presidente incapaz
patológicamente de aceptar una derrota electoral. Hoy esa mentira ha crecido y
se ha adueñado de millones de personas. Se expulsó al presidente de los Estados
Unidos bloqueando sus cuentas en las redes sociales para tratar de cortar la
difusión de las mentiras, pero estas son muy persistentes hoy en día. Llegan
noticias de que Trump creará su propia red social para difundir sus mentiras.
Urge
cambiar la forma de hacer política, especialmente en cómo los políticos
perciben a los ciudadanos. El deterioro de las democracias por todo el mundo y
el crecimiento de los autoritarismos, de corte populista o personalista, así lo
aconsejan. hay que recuperar ilusión, ideas e idealismo y alejarse de este malsano
pragmatismo que todo lo justifica con el mantenimiento o la consecución del
poder. Los importante deja de ser informar para convertirse el control de la información en el centro. Cuando las democracias usan los métodos de los sistemas autoritarios acaban pareciéndose demasiado. Es peligroso tener políticos que no creen en lo que dicen y hacen lo contrario de lo que pregonan.
Como muchos mirarán la punta del dedo que señala la luna, me imagino que las discusiones vendrán sobre el papel de Manuel Castells, fundador de la revista y ministro que recientemente presentó su dimisión por problemas de salud. Su nombre, visible en la cabecera, será considerado "deslealtad" (palabra de moda) enfadará a más de uno.
Así va el mundo.
*
Josefina G. Stegmann "El Gobierno ocultó información clave que hizo
percibir el riesgo real del Covid solo a partir del 8-M" ABC 10/01/2022
https://www.abc.es/sociedad/abci-gobierno-oculto-informacion-clave-hizo-percibir-riesgo-real-covid-solo-partir-202201100150_noticia.html
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