Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si han
declarado "vacuna" palabra del año 2021, tendrán que declarar
"levedad" la del próximo. "Levedad" se expande a toda
velocidad, a la misma de expansión de la pandemia. Todo se centra ya en la
"levedad".
Es la
levedad la que permite afrontar todo con otra mirada. La gente se lanza
a luchar por las rebajas, a tomar las uvas con esa "soportable
levedad" de la pandemia, que se ha transformado ante nuestros ojos y, lo
que es más importante, ante los ojos de las administraciones que nos lanzan a
una vida regida por la levedad de los síntomas. Esto es otra cosa, nos dicen con media sonrisa.
Hemos
ido bajando el listón de nuestra percepción de la gravedad, ahora sustituida
por la levedad, que justifica reducir las cuarentenas, ampliar las cifras del
"semáforo-COVID", que te hagas el auto control y el auto diagnóstico entre otras muchas cosas. Hace muy poco presumíamos de nuestros "40 de incidencia"; todo iba bien. Pero todo "va bien" hasta que se tuerce y comienza a ir mal.
La tesis central es que aumenta la cantidad, pero desciende la gravedad. Pero la realidad es estadística: al aumentar los casos, también aumenta la cantidad de casos graves, que ya están llevando a las UCI a situaciones límites en su ocupación, y el número de muertes.
Al aumentar los casos de contagio, aumentan también entre los servicios esenciales, incluidos los sanitarios, además de la Policía, los transportistas, los conductores de trenes...
Están enfermos, sí, pero de forma leve. Las condiciones de las cuarentenas, por ello, se siguen reduciendo, con lo que se aumenta la expansión del virus en un claro círculo vicioso. ¿Dejarán de existir las cuarentenas a este ritmo? Teóricamente podría llegar si las condiciones se mantienen y se sigue con el criterio de la "levedad". Para que esto ocurra, reciben fuertes retoques cosméticos haciendo variar los números, las franjas, las definiciones, como las condiciones para definir "brote", etc.
Hoy se
reúnen gobierno y comunidades autónomas para hablar del regreso a las aulas.
Todos, ante la levedad por la vacunación de los docentes y que se está
vacunando a los niños, apuestan por la presencialidad, que aumenta el riesgo de
los contagios. Pero la levedad hará que sean más llevaderos los casos que se produzcan inevitablemente. Los
informativos nos cuentan que si se declaran positivos en un aula, ya no se
mantendrá en cuarentena al grupo, como antes, dada la levedad.
Nos
informan también que en Cataluña no hará falta ir a un centro de salud, bastará
con llamar a la farmacia para contarles el positivo y que ellos introducirán el
dato en el sistema de Salud.
Me sorprende el énfasis en la presencialidad educativa porque precisamente muchos centros hicieron inversiones en sistemas de comunicación que permitieran la transmisión de las clases. Con los datos explosivos que tenemos hoy, sorprende esta rigidez del sistema que reduce bajas de profesores, deja al arbitrio del alumno cuándo sus síntomas son leves y que mantiene el grupo donde se han dado los contagios.
¿No va
esto en contra de toda la estrategia anterior? ¿Es esto tan grande ya que no
hay solución racional? ¿Es un "sálvese quien pueda" o un "salve la economía quien pueda", por decirlo con claridad?
La
clave de todo, se nos repite una y otra vez como entrada de cualquier noticia,
es la levedad de los casos, muchos de ellos asintomáticos. Pero pasar de una
incidencia de 40 casos a una general de 2.300 y en determinadas comunidades
—País Vasco y Navarra, Cataluña— a superar los 4.000 es algo que parecería
necesitar de otro tipo de medidas.
Los
noticiarios nos muestran las fiestas ilegales, los conciertos con flagrantes
incumplimiento de las normas, las concentraciones callejeras, etc. No es solo
que Ómicron sea más contagiosa, sino que nosotros, ante la levedad, parece que
ya no le damos importancia a nada. Si la normalidad no viene a nosotros, nosotros iremos a la normalidad.
Los
psicólogos y antropólogos nos explican en el reportaje de RTVE.es que se ha
"cronificado" el aburrimiento y hablan de la "sociedad de la
inmediatez", donde la gente no sabe cómo reaccionar ante las carencias. Eso nos descoloca, acostumbrados a tener todo disponible:
Esa percepción sobre el desasosiego generalizado la comparte también Alberto del Campo Tejedor, antropólogo e investigador de la Universidad Pablo de Olavide:
"Teníamos una enorme fe en el Estado, que siempre nos protege, y en la ciencia, pero esa fe se va minando cuando va pasando el tiempo. Nos estamos dando cuenta ahora de que llevamos casi dos años y la ciencia, el Estado, el dinero, el capital, no son capaces de controlar todas las contingencias. Esto, que es algo natural, parece que lo habíamos obviado (...) Vivimos en la sociedad de la inmediatez y de la impaciencia, y esa mirada la trasvasamos a otros ámbitos; requerimos soluciones inmediatas para todo y no tenerlas esta vez ha propiciado que la sociedad esté muy frustrada con la espera", señala.
Silvia Álava, psicóloga sanitaria y educativa, cree que esa frustración y esa fatiga se están "cronificando" en la sociedad y afirma que muchas personas están percibiendo la sexta ola como "un retroceso a la casilla de salida", aunque sepan que ha habido una mejoría respecto al año anterior por la vacunación y por el descenso de muertes: "Las Navidades han sido una puntillita más. Nos habíamos imaginado una Navidad distinta a la del año pasado y otra vez nos dan un mazazo que genera más frustración y que se suma al agotamiento ya acumulado".
Los continuos vaivenes, unidos a la incertidumbre que provoca el "no ver la luz al final del túnel", añade Álava, "terminan pasando factura cuando no se tienen herramientas para gestionar las emociones". Por eso es tan importante, dice, que este 2022 se siga poniendo el foco en la salud mental y que se normalice entre la sociedad el pedir ayuda psicológica o psiquiátrica cuando sea necesario. *
Es más fácil dar explicaciones que dar soluciones. ¿Perder la fe en el "Estado" y en la "Ciencia"? ¿Y por qué no en nosotros mismos, responsables al fin y al cabo? ¿Tiene la culpa la "ciencia" de los que se contagian en botellones, rebajas y fiestas de fin de año? La Ciencia puede salvar vidas, pero no corregir la estupidez o la inconsciencia.
El aumento de las vacunaciones y los test ante estas fiestas navideñas no han sido por un impulso de ciudadanía sino por el deseo de ir a fiestas, familiares o de otro tipo, para poder irse de vacaciones o que te dejaran entrar en algún sitio. Lo mismo ocurrió antes del verano para poder irse de vacaciones. Lo que se pedía a la Ciencia y al Estado no era seguridad, sino impunidad, no recibir el castigo del contagio por nuestra falta de prevención, por nuestro deseo de seguir con las rutinas, básicamente, de nuestro ocio. Puede salir a la calle y comprobarlo; está a la vista, si se quiere ver.
Todo es una cadena, bajar las restricciones aumenta el número de casos y este aumento afecta proporcionalmente a los servicios básicos y a los demás trabajos, que se encuentran con que los casos de bajas se acumulan. La presión se dirige entonces a la reducción de las bajas laborales o cuarentenas, lo que aumenta el número de contagios. Es sencillo de entender. De la misma forma, aunque los niños estén vacunados, las interacciones expandirán el virus porque ya se deshace la cuarentena de cada miembro del grupo, manteniéndose unidos, por lo que aumentarán los contagios. La excusa es que la escuela se comportó como un "entorno seguro" anteriormente; pero lo hizo básicamente por cumplir las medidas que ahora se retiran. Entonces se invoca de nuevo la "levedad".
Y desde Camerún, se nos avisa de una nueva variante, la "IHU", con 46 mutaciones y 37 deleciones** (pérdidas de fragmentos del ADN), según nos cuentan en Antena3. Todavía no se sabe en qué grupo, dentro de la escala de peligrosidad, hay que colocarla. Esperemos que sea leve.
Uno puede entender muchas cosas, pero también la relación entre efectos y causas y entre interacciones. Que todo esté saturado y haya que dejarlo bajo el criterio de afectados es bastante triste si es el resultado de una política errónea previa. Por ahora se incorporan al sistema los farmacéuticos, luego serán otros cuando se produzcan las bajas en este sector. Es el resultado del crecimiento terrible de casos que, lógicamente, afectan a todos. Hablábamos del estrés sanitario, que se va trasladando a los sectores que quedan desbordados. Pronto será el sector educativo el que tenga que hacer cuarentenas más cortas y sustituir a los compañeros, por lo que aumentarán estrés y contagios al no hacer cuarentenas más que los alumnos que tengan determinados síntomas, quedando esto en manos de las familias, ya que se les pide que no vayan a los centros al estar saturados. Y así hasta el infinito. Todo leve, pero extenso. Y los que mueran, mala suerte.
La frustración de la que se nos habla, el aburrimiento crónico ante lo que tenemos por delante obedece a la forma de mostrar el futuro, lleno de metas a las que no se llega porque el mundo no cabe en nuestros deseos. En vez de fortalecernos ante nuestras debilidades, lo que hemos hecho es profundizar en ellas, lo que llaman en el texto el "corto plazo", es decir, todo va a terminar pronto, se va a acabar rápido, etc. Pero está claro que eso no funciona así y menos si no se ponen los medios para que ocurra, como en más inversión en Ciencia o en Sanidad. Ahora confiamos en la "levedad", que es como decir que no confiamos en lo que podemos hacer sin no que lo que nos pase sea lo menos malo posible. Con la idea de la levedad no vamos a ninguna parte porque contribuimos a la expansión del virus, a nuevas mutaciones y a una vacunación constante ante las nuevas variantes. Si este va a ser nuestro futuro, más vale que lo vayamos programando lo antes posible.
Lo que no tiene sentido es rechazar las medidas que sí han funcionado y para las que puede haber espacio suficiente por su aceptación parcial, como el teletrabajo varios días a la semana, por ejemplo, que reduce en parte los riesgos. Si en una oficina en vez de 15 hay 10 personas, mejor.
Muchos hogares se adaptaron ya, de la misma forma que invirtieron en educación a distancia ampliando redes y dispositivos. El café para todos, sin embargo, parece ser la fórmula de la levedad. En este caso, el café es el virus leve, el contagio inevitable y por ello la lotería de las nuevas mutaciones y de las complicaciones mortales, que mientras no se conviertan en un "problema" asistencial, no importan demasiado. Desde luego, es jugar con fuego.
Es deseable una mejor, por supuesto, pero una mejora real. Cambiar las formas de medir o reducir las condiciones cuando el virus se está expandiendo de forma descontrolada no es lo más sensato. Puede que haya que tomar medidas, pero lo estamos haciendo a la contra de todos los países europeos. ¿Es solo leve en España, teniendo en cuenta lo que hacen en Europa? ¿Son nuestras nuevas medidas abrirlo todo ocurra lo que ocurra porque suponemos que todo será soportablemente leve? Lo que nos queda es comprobar en aulas, empresas, etc. que este plan funciona en términos sanitarios y sociales. Ojalá que sea así.
* Jessica Martín "2022, año III de la era COVID: las "mutaciones" de una sociedad "cansada del cansancio"" RTVE.es 03/01/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220103/cansancio-sociedad-pandemia-2022/2245413.shtml
** "Detectan una nueva variante de coronavirus con 46 mutaciones y procedente de Camerún" Antena3 Noticias 3/01/2022 https://www.antena3.com/noticias/salud/detectan-nueva-variante-coronavirus-46-mutaciones-procedente-camerun_2022010361d33c04bda5150001bc842c.html
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