domingo, 2 de enero de 2022

¿De qué lado estás?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


En varias ocasiones en los últimos meses hemos traído aquí la preocupante situación interna de los Estados Unidos por la preocupación aparecida sobre la posibilidad de un enfrentamiento civil. Enfrentamientos, en realidad, se han estado produciendo en un sentido que se percibe ya como una especie de "normalidad", especialmente en lo referido a la cuestión racial, que ha desembocado en movimientos en los que la existencia del racismo marca una diferencia clara entre las actuaciones. Hace tiempo que la cuestión dejó de ser algo referido a las ideas para volcarse en las calles, es decir, dejó de ser una cuestión sobre la que pensar o escribir y ser una cuestión por la que luchar ante la violencia contra la población negra, latina, asiática o de cualquier otra parte que a los supremacistas blancos les parezca despreciable.

Esto se acrecentó por la violencia represiva policial y su sangrante impunidad con un sistema que les permite seguir ejerciendo la violencia cada día en casi cualquier lugar defendiendo un estatus blanco. No será necesario recordar momentos de esto porque me imagino que las imágenes siguen todavía en el recuerdo.

Pero es un segundo factor, paralelo en un sentido y convergente en las calles, el que está llevando a esta sensación de peligro de un enfrentamiento social real, de que llegado a un punto podrían crearse una situación de gran violencia que fuera seguida por una cantidad suficiente de población.

Por mucho que Donald Trump dijera lo contrario, la muestra de sus declaraciones racistas son muy claras. Los guiños constantes ante los actos de los supremacistas blancos, su falta de condena y sus referencias en los mítines de que "estas cosas" no pasaban en los "viejos tiempos", fueron un importante refuerzo para que lo que estaba en las mentes pasara a las calles.

Los otros dos elementos que están haciendo crecer un sentimiento llevado al límite de la violencia están directamente relacionados con Trump y su pernicioso efecto sobre la sociedad. Creo que ningún presidente norteamericano de las últimas décadas ha buscado tanto formar parte de la vida colectiva, es decir, el constante contacto con la gente en un sentido narcisista y manipulador. A Trump no le importa nadie más que sí mismo. Necesita a los otros para sentir cerca la adoración (admiración se queda corto) de la gente, algo que buscaba en esos encuentros cara a cara de los fines de semana o entre semana llamando en directo a los programas de la Fox para intervenir en directos, con sus tuits constantes sobre cualquier constante. Trump ha sido la serpiente que mira a Mowgli a los ojos antes de devorarlo.

El primero ha sido su actitud ante la pandemia, que ha convencido a una parte de los norteamericanos que existe una "conspiración política" tras la vacunas y las cuarentenas, un intento de controlar sus vidas por parte de los gobiernos. Esto forma parte de la paranoia fundacional, del espíritu latente de vida independiente que ha llegado hasta hoy. Es el miedo al gobierno, un ente que no se acaba de integrar mentalmente en el sistema desde la vida de los colonos.


El segundo ha tenido peores consecuencias, su afirmación sostenida de que le "robaron" las elecciones. Trump sigue insistiendo en ello. No es solo una obcecación, sino que el hecho de sostenerlo está haciendo que se modifiquen las leyes electorales allí donde los republicanos tienen mayoría capaz de hacerlo. Lo que se está haciendo en tomar medidas cada vez más restrictivas para el peculiar sistema electoral norteamericano. De esta forma, más allá del asalto al Capitolio el 6 de enero, se está produciendo un sistema restrictivo que evitará que en muchos estados se pierda el control republicano.

Da miedo leer en The Washington Post el artículo publicado ayer, firmado por Meryl Kornfield y Mariana Alfaro, con el titular "1 in 3 Americans say violence against government can be justified, citing fears of political schism, pandemic" en donde se nos muestran los resultados detallados de lo que el título ya sintetiza, que un tercio de los norteamericanos están dispuestos a tomar las armas. El reportaje nos muestra los grandes resultados de la encuestas, pero desciende al detalle de las explicaciones que se dan a estas actitudes manifestadas. Podemos leer, por ejemplo: 

“The world we live in now is scary,” said Ward, 32, a Republican. “I don’t want to sound like a conspiracy theorist but sometimes it feels like a movie. It’s no longer a war against Democrats and Republicans. It’s a war between good and evil.”

A year after a pro-Trump mob ransacked the Capitol in the worst attack on the home of Congress since it was burned by British forces in 1814, a Washington Post-University of Maryland poll finds that about 1 in 3 Americans say they believe violence against the government can at times be justified.

The findings represent the largest share to feel that way since the question has been asked in various polls in more than two decades. They offer a window into the country’s psyche at a tumultuous period in American history, marked by last year’s insurrection, the rise of Trump’s election claims as an energizing force on the right, deepening fissures over the government’s role in combating the pandemic, and mounting racial justice protests sparked by police killings of Black Americans.

The percentage of adults who say violence is justified is up, from 23 percent in 2015 and 16 percent in 2010 in polls by CBS News and the New York Times.* 


El ascenso de la justificación de la "violencia contra el gobierno" es preocupante como lo son las explicaciones que el miedo que se está generando entre los que no están de acuerdo lleve a un aumento de la compra de armas por temor a ser atacados. Es una constante en la vida norteamericana que los ataques con armas, la violencia, etc. no llevan al pacifismo sino al miedo, generando una actitud defensiva que acaba en más armamento en las casas. Lo hemos podido apreciar en las calles en aquellos estados en los que se intentaban desarrollar medidas para la pandemia, el más sonado el de Michigan, con cuadrillas armadas ante la residencia de la gobernadora demócrata y caravanas de personas armadas circulando por las calles. 

El asalto al Capitolio para obstaculizar la toma de posesión de Biden, con cinco muertos y mucho por descubrir todavía, es la culminación de lo que llevaba meses ocurriendo en las calles, el uso de las armas. Solo la sensatez de muchos evito que en cualquier momento se produjeran más desgracias que sumar a la de los "vigilantes" armados que acudían al llamado de Trump a los centros de conflicto, especialmente con cuestiones relacionadas con "Black Lives Matter!", convertido por la propaganda republicana en una "amenaza" a la "forma de vida americana", una entelequia que sirve para justificar el domino blanco y republicano, identificados como "americanos".

La frase inicial de la cita del artículo da cuenta de forma acertada de la "fantasía" que están viviendo muchos inducidos por la retórica de Trump y los republicanos, además de los grupos supremacistas y religiosos fundamentalistas que operan desde la sombra y cuya acción conjunta llevó a Trump a la Casa Blanca tras dos mandatos de un presidente negro, Barack Obama.

Lo que muestran las encuestas ya no son meras especulaciones de columnistas advirtiendo sobre ficciones. Lo que se maneja es esa realidad que manifiesta que 1) creen vivir ante la amenaza del sistema americano; 2) que ellos tendrán que salir a defenderse frente a la amenaza; y 3) que esa amenaza proviene de un gobierno "ilegítimo". Estos tres argumentos encadenados son los que permiten que Trump, los trumpistas, los asaltantes al Capitolio y los participantes en todo tipo de desmanes se consideren "patriotas", que la violencia la ejerzan al grito de "USA, USA, USA!!" y enarbolando banderas y demás parafernalia con los colores americanos. Este es realmente el elemento amenazador, ya que permite la agrupación de los participantes ante un "enemigo interior" y verse ellos mismos como los "patriotas" que defiende al país de los enemigos, que son todos aquellos que no opinan de la misma forma y que ahora hay que borrar del panorama por todo tipo de medios, de las restricciones electorales a la violencia.

La violencia ha aumentado en el país. Otros medios, apuntan en su resumen anual que esta ha sido el de mayor violencia y número de los tiroteos escolares. Que cada uno lo interprete como quiera. Pero lo que detectan las encuestas y exploran los analistas en estos momentos no es bueno para nadie, ni dentro ni fuera.


*  Meryl Kornfield and Mariana Alfaro  "1 in 3 Americans say violence against government can be justified, citing fears of political schism, pandemic" tHE wASHINGTON pOST 1/01/2022 https://www.washingtonpost.com/politics/2022/01/01/1-3-americans-say-violence-against-government-can-be-justified-citing-fears-political-schism-pandemic/

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