domingo, 9 de enero de 2022

Más allá de los protocolos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Mucha gente le suele dar un valor absoluto a las indicaciones de los protocolos. Una cosa es que tenga que guardar cuarentena según ciertas reglas, por ejemplo, y otra muy distinta es que si se siguen esas reglas no pase nada. Como vemos, las autoridades sanitarias y/o políticas están cambiando o reajustando los protocolos, según nos dicen, porque las circunstancias cambian. Eso tampoco significa demasiado. Son solo formas de ponerle puertas al campo, por decirlo así. En realidad, el virus se contagia siempre que se dan las "circunstancias" posibles desde su perspectiva, no desde la nuestra, que es solo una forma de organizarnos, cada vez más a la baja, lo que se suele llamar "flexibilizar". La tendencia de la gente a ir confiada hacia las normas favorables, las más relajadas, provoca la triste realidad que hoy tenemos, con todos los indicadores disparados.

En La Vanguardia leemos sobre los protocolos en la Enseñanza que regirán desde mañana lunes, cuando empiezan mayoritariamente las clases: 

En las clases que no están organizadas como grupos burbujas (secundaria y FP) se considera contacto estrecho a los alumnos que estén sentados alrededor del positivo a menos de dos metros durante más de 15 minutos acumulados durante toda la jornada “salvo que se haya hecho un uso adecuado de la mascarilla”. También los convivientes de los casos confirmados, incluyendo hermanos que acudan al mismo u otro centro y los profesores que hayan estado a menos de dos metros sin la utilización correcta de la mascarilla durante más de 15 minutos durante toda la jornada.*

 

Bajo la apariencia de un discurso ordenado, la nada más absoluta. ¿Qué es la "utilización correcta de la mascarilla" en estas circunstancias? ¿Hay que estar expuesto "15 minutos" —por qué 15— para estar aislado? ¿Qué significa eso de "15 minutos toda la jornada"? Es una jerigonza cuya finalidad es hacernos creer que existe un control absoluto. Las medidas son más para "tranquilizar" que para evitar que el virus se expanda, que debería ser el objetivo primario. Sin embargo, lo que buscamos es que siga la vida a un coste humano cada vez más elevado, llevando a los que tienen que vérselas cada día —el sector sanitario en su totalidad— con ello a una batalla interminable en la que van cayendo unos detrás de otros, ya sea por contagio, agotamiento o desesperación. Hemos tratado aquí de esto en varias ocasiones, de cuando se les acaba la paciencia y necesitan un desahogo.

Alguien puede sacar la extraña conclusión de que estar 12 minutos sin la mascarilla, estar solo 10 minutos a menos de dos metros, etc. implica estar a salvo. Son los típicos casos de "¡No lo entiendo, seguí todas las indicaciones!", que escuchamos muchas veces. La rápida expansión del virus no es solo porque tengamos un virus más "veloz", sino porque esas condiciones son solo una garantía relativa. Desgraciadamente vamos a esperar poco para verlo en cuanto que las escuelas se vuelvan a abrir mañana. Esos 1,5 metros, que pueden ser reducidos a 1,2 metros según las circunstancias, son para niños y jóvenes que van a estar reunidos una media de 6-8 horas diarias en unos mismos locales, con paradas para salir a jugar o a comer. La baza que se juega es que la incidencia en ellos es menor, aunque ha sido la más alta durante unas semanas hasta que la franja 20-29 volvió a tener el negativo liderazgo.


La reducción del tamaño de los grupos, las posibilidades bimodales (online y presencial simultáneas), la ampliación de nuevos espacios, etc. son medidas que requieren inversiones. Las otras medidas, en cambio, son baratas y dejan en manos de las personas el cumplimiento. Si los profesores caen, se reducen las cuarentenas en los casos de enfermos leves y se duplican turnos o se juntan clases si no hay profesorado... hasta que sea imposible hacerlo porque hayamos agotado todo.

A lo mejor no podemos hacer otra cosa, pero hay que ser conscientes y no pensar que son "seguras", como tanto nos gusta repetir. Todo momento tiene su excusa, su excepción, que es a lo que nos agarramos mayoritariamente. Por eso mi insistencia en evitar las palabras trampa, las que nos incitan a creer en lo que no es real, las seguridades absolutas o las inmunidades. La realidad nos dice que la gente se reinfecta; que dependiendo del estado de su sistema inmunológico, del tiempo pasado desde la vacunación, de las medidas que se tomen y de las variantes nuevas, etc. el panorama cambia mucho.

No hay una forma "cómoda" de llevar esta situación y, por más que psicólogos, sociólogos, pediatras, etc. nos expliquen lo que sucede o sus efectos sobre nosotros, lo cierto es que se trata de enfrentarse a algo que no se conmueve por nuestros problemas. Es naturaleza pura, pura evolución con sus mecanismos de expansión y supervivencia. No es un problema de "derechos" o "libertades"; es una fase previa a todo esto. Nuestras armas, afortunadamente, están en la Ciencia, sí, pero también en el sentido común, en la prevención más allá de los intereses parciales que se imponen.

La creencia en que somos todopoderosos frente a la Naturaleza, que podemos vencer cualquier reto, no significa que sea rápido ni que nuestra forma impaciente de entender la velocidad sea la más adecuada. Las cosas no evolucionan a la velocidad que queremos ni en el sentido que deseamos en cualquier momento.


De todo esto, deberíamos sacar al menos una consecuencia: tenemos límites, no somos todopoderosos. Podemos maravillarnos de cómo unos cuantos multimillonarios se dan volteretas en el espacio y podemos querer ser como ellos, pero la vida de la inmensa mayoría de los mortales no es esa. Esto es físico, biológico. Pero también algo más: es social.

Al inicio de la pandemia causó gran escándalo en Estados Unidos —no solo allí— ver cómo las diferencias económicas determinaban las posibilidades de morir. La razón no era muy complicada de entender: los pobres vivían hacinados en estrechas casas, familias enteras dormían en una estrecha habitación; estaban peor alimentados y no se habían podido pagar los tratamientos por carecer de seguros médicos. Además tenían que ir a trabajar estuvieran como estuvieran a riesgo de ser despedidos. Los ricos, en cambio, estaban bien alimentados, vivían en espaciosas y separadas casas y habían disfrutado de cuidados médicos a lo largo de su vida; los que trabajan, lo hacen en cómodas oficinas o lo hacen desde sus casas. Los estudios se centraban en los Estados Unidos mostrando que los más perjudicados eran la población negra frente a la blanca. Habiendo en el país muchos más blancos, en cambio, morían muchos más negros. Rápidamente ataron cabos y sacaron conclusiones. Nos es fácil entender que las muertes se concentraran en los más desfavorecidos, pero se nos ha olvidado lo que significa, perdidos en nuestros intereses, legítimos la mayoría de ellos.

Hoy vemos diferencias grandes según los sectores laborales y los grupos económicos. Estos días se ha vuelto a mostrar el regreso del teletrabajo, que es una forma de evitar riesgos. Pero de nada sirve que una persona teletrabaje si el virus entra en su casa por cualquiera de sus miembros, contagiado en una escuela, un botellón, unas rebajas, un concierto solidario o un transporte público en el que se incumplen las normas más elementales.

Los protocolos son necesarios, pero deben estar basados en la seguridad posible y no en este juego imprudente de ir renegociando cada día las distancias, los metros cuadrados, los minutos, etc. Creo que a estas alturas deberíamos saber ya qué hacer. Así nos iría mucho mejor que con este vaivén de reglas, reajustes a lo posible y demás apaños contables.

Nos estamos confiando demasiado en la "levedad" y en los mensajes optimistas, desoyendo los datos reales, que están disparados y provocarán la aparición de nuevas variantes que deseamos tengan baja letalidad. Ya tenemos algunas en el horizonte, como la ya detectada "deltracrón" (mezcla de Delta y Ómicron), que se nos anuncia ya. Veremos cómo nos afectan. 


* Celeste López "Incertidumbre de las familias ante la vuelta a las aulas con normas más flexibles" La Vanguardia 09/01/2022 https://www.lavanguardia.com/vida/20220109/7975321/incertidumbre-familias-vuelta-aulas-normas-mas-flexibles-colegios.html

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