miércoles, 12 de enero de 2022

Alguien tendría que explicarle al presidente...

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


¿Quién puede enseñarle al presidente la diferencia entre la realidad y el deseo, entre el optimismo y la sensatez? Tendrá que ser alguien de mucha confianza, que se limite a decirle lo que quiera escuchar y que entienda que se está hablando de la vida de las personas. Tendrá que hacerlo con tiento, explicárselo con sencillez para que no haya recelos, creencia en luchas internas o cualquier otro vicio natural de la política española. Se trata simplemente de que haga cálculos y dé prioridad a lo importante, a la seguridad, a la salud, al sentido común.

Hay que decirle que con las cifras actuales, completamente disparadas, hablar de "levedad", "gripalización", etc. es algo negativo y con enorme trascendencia. Hay que explicarle que la enorme mayoría de los expertos en salud pública dicen, junto con las grandes instituciones sanitarias, como la OMS, que es pronto para pasar de lo que es una pandemia creciente, con terribles datos por todo el mundo (y en Europa disparados), no es el momento de cambiar el nombre a "endémica" porque no lo es. Sigue siendo una "pandemia" que se  extiende.

Alguien, además, tendrá que explicarle que el momento de mayor crecimiento no es el de rebajar las medidas, modificar los sistemas de conteo, que están unificados en el mundo, o cualquiera de las cosas que se nos anuncian cada día y que hoy serán tratadas. Hay que explicarle que la enfermedad no se rige por las maniobras de la política, donde basta cambiar el discurso para conseguir unos efectos sobre la opinión pública.

Habrá que decirle que la gente que se contagie va a seguir intentando acercarse a los hospitales porque eso es lo normal y que lo anormal, por contra, es que los hospitales no puedan acoger a los enfermos porque no se invierte en la Sanidad Pública, ni en hospitales ni en atención primaria, desde hace años, en que comenzaron los médicos y sanitarios a advertir y protestar. Hay que decirle que reducir cuarentenas solo lleva a que aumenten las cuarentenas por más contagios; que hacer que sean las farmacias las que atiendan los procesos administrativos que la Sanidad no puede tramitar solo colapsará también las farmacias, que ya han dicho que repercutirán los gastos derivados a los clientes, ahora convertidos en pacientes. Habrá que explicarle que todo esto son parches que acaban reventando de una forma u otra.

Habrá que decir que el virus agradece las medidas en las escuelas, donde las cuarentenas de maestros y pronto las de alumnos van a reventar el problema en poco tiempo según le están diciendo. Le tendrían que decir que los que regresen tras las recortadas cuarentenas, sabemos ya que pueden ser reinfectados pese a las dosis que tengan de las vacunas, como estamos viendo, con gente en las UCI con segundas y terceras dosis. Puede que se reduzca su riesgo de muerte, pero eso no frenará las muertes crecientes por los datos. Tendrán que decirle que las muertes son algo más que estadísticas y probabilidades, que son hechos reales que afectan al que muere, pero también a las familias.

Habrá que decirle que la economía es importante, pero que las vidas son las que hacen moverse la actividad económica, que es una vergüenza que España sea el país europeo en el que la gente sale de sus fronteras a comprar primero mascarillas y ahora los test, cuya carga recae sobre los ciudadanos. Habrá que decirle que un político debe actuar antes de que se cree el problema y decirnos ahora que se actuará sobre el precio de los test cuando la gente los ha pagado a precio disparado no es una muestra de eficiencia precisamente.

Habrá que decirle al presidente que se pasa a la Historia por resolver problemas antes que por negarlos con un optimismo que van contra lo que vemos cada día, con las cifras que se nos dan y con las advertencias que se nos hacen, directa o indirectamente, desde instituciones internacionales.

Habrá que decirle que con las cifras españolas doblando el paro europeo (nosotros el 14%, en Europa el 7%), que siendo España el país donde más ha crecido la desigualdad social, donde tenemos un 6,7 de inflación y un 1,47% de aumento salarial en aquellos que no están congelados, etc. la prioridad de la economía es anterior a la pandemia, muy anterior. Habrá que decir al presidente que hay problemas en España muy por encima de los "chuletones" en estos momentos, que no se han abordado antes y que no se van a abordar ahora. Deberían decirle que los calendarios electorales deberían dejar paso a las prioridades reales y que, pese al desastre de la oposición, el gobierno tiene responsabilidades frente a los problemas de todos.


"No, señor presidente", debería decirle alguien, "no es el momento de vender optimismo sino de afrontar con sentido común los problemas". Deberían decirle que las medidas españolas no servirán de nada porque la pandemia es pandemia y nuestra economía necesita de unos sectores, el turístico y hostelero, que nos condenan a bajar nuestras cifras para que vengan y a que suban cuando se van, que es lo que ha estado pasando. Habría que explicar que no se trata de salvar "campañas", ni "puentes", ni "rebajas", ni "navidades", "ferias de abril", "actos deportivos", "sanfermines" o cualquier otro momento en el que los españoles debemos salir a la calle como un acto patriótico de consumo; que se trata de salvar vidas, de la dignidad de los enfermos que no pueden ser aparcados porque no se invierta, ni ser objeto de especulaciones y sobrecargas porque la Sanidad no se amplía; que se trata de que los sanitarios puedan realizar su trabajo en condiciones, que los maestros, profesores y estudiantes puedan tener espacios en condiciones y no repetir el mantra de la seguridad sin que sea cierto.

Le agradecemos su optimismo, pero con él no se salvan vidas y costará mucho más dinero, algo que debería ir a fines más urgentes y necesarios. Puede convencer a mucha gente con sonrisas, énfasis y aplausos fraternales de los correligionarios, pero no va a convencer a un solo virus. Se pueden modificar las cifras, cambiar las formas de contar o de entender de forma diferente los datos, pero la realidad de lo que ocurre solo va a empeorar siguiendo por el camino optimista de la trivialización, gripalización o considerarlo endémico antes de tiempo.

Por favor, que alguien se lo explique antes que sea demasiado tarde.

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