miércoles, 19 de enero de 2022

La España con alfileres

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Hace mucho que España está sujeta con alfileres. No me voy a referir a la cuestión de la identidad nacional, difícil de resolver, si es que cabe aquí esta palabra. Me voy a referir, en cambio, a todas esas otras dimensiones que se esconden tras la creciente, la imparable tendencia a la desigualdad, algo de lo que nos alertan cada cierto tiempo los indicadores y que nadie quiere afrontar más que con parches ocasionales.
La pandemia los acrecienta y los deja en evidencia. Esta España fragmentada, para orgullo de políticos locales y excusa de nacionales, tiene en la desigualdad su peor seña de identidad, la real, la que está bajo la careta satisfecha, la que se muestra festiva y colorista para olvidar su triste realidad. Los indicadores europeos recientes nos sitúan en el cuarto puesto por la cola; por detrás solo países como Bulgaria, Estonia o Rumanía.


Nos dicen estos días que ser "joven" es un mal social, un motivo de exclusión. No es nuevo. Más bien es uno de nuestros indicadores más marcados y diferenciales respecto al resto de Europa, donde ser joven es una etapa de la vida, una forma de transición que se va consolidando en la persona. Aquí es otro mundo. Lo es desde que una generación asumió que era el sector que había que sacrificar y explotar mediante la precariedad, mediante los sueldos bajísimos, los contratos múltiples.

Se nos dice estos días que los médicos y personal sanitario que nos falta están repartidos por Europa, especialmente por el Reino Unido de antes del Brexit  y ahora con destino a Francia. Se fueron, entre otras cosas, porque una realidad laboral —mal pagados, explotados, exhaustos...— que estamos viendo ahora con la pandemia.

Lo estamos viendo con los casos de explotación sexual de menores tutelados, que nos hacen ir al Diccionario de la Academia a ver qué quiere decir tutela; pero lo vemos en el problema de "qué hacer" con ellos cuando cumplen los 18 años, momento en el que se enfrentan al mismo sinsentido que el resto de los jóvenes del país. Ahora se les va a dar (o así se dice) un ayuda para que puedan emanciparse, hasta los 35 años. Hace años se bromeaba con que los hijos no querían irse de casa porque vivían muy bien con unos padres comprensivos. Hoy muchos viven de mala manera, con sueldos insultantes, firmando contratos de fin de semana, de tres o cuatro días, que se acumulan en el año. Lo seguimos aceptando porque eso se produce a través de la propia sociedad, de las empresas a cuyo frente se encuentran personas.

La crisis económica de la década anterior se cebó en ellos. Pero "crisis" no es más que un nombre genérico que le ponemos a la explotación. Así escapamos de la responsabilidad de todos. Todos nuestros males proceden de alguna crisis, pero la crisis somos nosotros que seguimos manteniendo esas situaciones porque hay una realidad que se nos muestra y por la que pasamos sin mirar demasiado por sus causas: la desigualdad creciente, lo que quiere decir que aumenta la riqueza de unos y aumenta la pobreza de otros.

El dato escandaloso de nuestra sociedad es que somos el país en el que los ricos se han hecho más ricos, los pobres más pobres y más se reducen las llamadas "clases medias". Ya nadie repite aquello de que las clases medias son la base de la sociedad, la referencia hacia la que se dirige los que van saliendo de la pobreza. Hoy la pobreza solo tiene una dirección, la descendente.

Nuestra política solo quiere éxitos, solo habla de situaciones en las que mostrar esperanzas sin soluciones que la justifiquen. Solo parches ocasionales, porque la política se ha convertido también en una forma de vida en la parte superior del sistema, la que fija sus propios sueldos, la que parte y reparte, la de las "puertas giratorias", la de los contratos de las "canguros" a costa del estado. Pocos esperan algo de los políticos y sus promesas. En sus grescas se han olvidado, en beneficio del espectáculo, de una realidad que asumen sin responsabilidad. Las cifras se nos dan como si fueran de otro planeta.

Hace muchos años que vengo repitiendo la teoría de la generación explotada. Es sencilla y está a la vista, en los datos, en los titulares. Aceptamos la explotación de los jóvenes sin darnos cuenta que su empobrecimiento iba a ir aumentando. No se trata de un periodo de transición, sino el principio de una situación en la que hoy vive ya una segunda generación, que esos jóvenes empobrecidos, mal contratados, de economía sumergida, "becarios", etc. son hoy adultos en el límite de la subsistencia, sustituidos por otros jóvenes en una carrera de empeoramiento que hacen cola. Ese es el resultado de este sistema de explotación que se aceptó en su momento como un mal menor y del que hoy se aprovechan muchos que continúan explotando con la idea de que "no es el momento" cada vez que se proponen medidas mínimas de mejoras, no ya a los jóvenes sino a la población activa.

Cuando se les pregunta a estos profesionales que se fueron sobre su vuelta ponen cara de extrañeza: ¿para qué? La pregunta les resulta estúpida, ¿para qué van a regresar a un país inestable laboralmente y mal pagado, sin valoración social? En los países donde están les pagan bien, les valoran y tienen estabilidad en el empleo. Puede regresar cada día a casa sabiendo que pueden regresar al día siguiente.

Escucho a jóvenes brillantes, muy brillantes, que me cuentan sobre sus contratos basura de tres o seis meses. Gente de valor reconocido, buenos profesionales, que viven en la angustia permanente de las renovaciones de contratos en empresas privadas o públicas. Nadie está seguro de nada, quizá sea ese el objetivo, vivir en completa inseguridad, controlados por el miedo, consumidos, agotados por el esfuerzo mental necesario para sobrevivir.

El problema es que esto se percibe como normalidad, tanto en el sector público como en el privado. Esto hace tambalear presente y futuro, que se presupone que se construirá con lo que hagamos hoy. ¿Cómo sostener el futuro con un presente inestable, ajustado a mínimos laborales y de sueldos, a cientos de contratos basura a lo largo de la vida laboral, intermitentes, con pausas interminables para que se rebajen las condiciones? El problema es que nadie ve un problema, sino que se ve como parte de la normalidad. Es lo que hay.

El gran escándalo es que todo esto se esconde tras las macro cifras, las que siempre hablan de "crecimiento", pero se nos oculta que lo que crece realmente es la riqueza de unos pocos. El espectáculo escandaloso de las subidas sin límite de la energía eléctrica nos muestra que los poderes reales están en otro sitio, que pueden extraer el capital del ahorro devorándolo en unos pocos meses. Hemos desarrollado la idea de "pobreza energética" y estamos tan tranquilos convirtiéndolo en datos, en titulares informativos antes de que lleguen las noticias de los deportes.

Nos hablan de que casi cinco millones de norteamericanos han abandonado sus empleos. Nos explican:

El fenómeno conocido como la Gran Dimisión o Gran Renuncia se agudizó durante el pasado 2021 y había marcado un récord en septiembre, cuando 4,4 millones de trabajadores dijeron adiós a sus empleos para buscar nuevos desarrollos profesionales o vitales. Ante la creciente desbandada de trabajadores, sin igual en la historia de Estados Unidos, el presidente Joe Biden dirigió a los empresarios una frase que se ha hecho lapidaría "Pay them more" (Págenles más).

Los sectores económicos más afectados están siendo la restauración, los servicios médicos y el transporte. En este momento, hay en Estados Unidos 10,6 millones de puestos de trabajo sin cubrir.* 


¿Les suena? No es difícil reconocer parte del problema. También en España hay sectores que se quejan de que no se ocupan sus vacantes laborales. ¿Creen que la gente está deseando volver a los empleos que dejaron, a la explotación mal pagada, que deben dar las gracias?

Hemos confundido tener una sociedad "mejor" con tener más "ricos", que implica que la mayoría se enriquece explotando a los demás. Se ha asumido, tras una generación, que hacerse rico significa explotar a los que dependen de nosotros. Cada vez hay menos gente orgullosa de sus propias empresas, algo que antes se buscaba. Se nos repetía que alguien que estaba contento trabaja mejor. Pero hoy es más fácil pagar mal y con un contrato temporal. Lo que hacen tres lo pueden hacer dos y lo que dos uno por la mitad de sueldo. Esto está más cerca de una realidad donde se debe aguantar de todo para sobrevivir y dar las gracias.

Mientras no logremos un sentido comunitario de solidaridad, una responsabilidad de todos sobre todos y solo nos veamos como medios de enriquecimiento no avanzaremos. En todos los campos se desarrolla una fría tecnocracia de gestión que solo ve resultados y no personas. Su palabra clave es "eficiencia" y solo busca conseguir más con menos. La parte más débil son los trabajadores y entre ellos esos jóvenes que se sacrifican, que dejan de ser jóvenes y siguen sacrificados porque es la totalidad del sistema el que quiere bajar y bajar las condiciones. ¿Cómo hemos asumido como sociedad que nuestros hijos vivan peor que nosotros? ¿Entendemos lo que eso significa, lo que realmente supone?

17/01/2017

Los políticos lanzan al vuelo las reducciones del paro, pero ¿significa esto una mejora real o es solo otra forma de contabilizar este constante movimiento de ir a la calle, regresar y volver otra vez a la calle? La calidad del empleo es tan mala sin que nadie diga nada que tener un contrato apenas significa algo. Cuando se desmenuzan las cifras vemos su realidad social. Desde hace tiempo nos avisan del problema, pero es mejor centrarse en otras cosas positivas. La política necesita vender sonrisas que tapen la ineptitud, la vaciedad de la confrontación continua para no arreglar nada. La pandemia ha sacado a la luz, con más intensidad, lo que se venía denunciando desde la sociedad civil, desde las instituciones.

Todos miran a otra parte cegados por la propia supervivencia. La España con alfileres se desmorona al faltar la responsabilidad común, la que me implica en el destino de todos. ¿Mejorar? Ya sabemos que esto significa que los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. Es lo que se nos dice cada día y así, piensan, debe ser. La receta de Biden es sencilla: paguen mejor, den estabilidad. Eso que tanto preocupa ahora, la salud mental, mejorará también.


* "La 'Gran Dimisión' bate su récord en EEUU: 4,5 millones de trabajadores dejaron su empleo en noviembre" NIUS Diario-Europa Press 4/01/2022

https://www.niusdiario.es/internacional/america-del-norte/estados-unidos-record-trabajadores-dejan-empleo-gran-dimision_18_3261573494.html

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