viernes, 4 de junio de 2021

La presión sobre China y sus efectos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La Vanguardia titula "Biden amplía las sanciones a empresas chinas" y añade lo que es desde hace tiempo una evidencia: "El líder demócrata mantiene la línea dura aplicada por Trump y veta las inversiones americanas en más compañías del gigante asiático". El hecho de que los republicanos y los demócratas estén de acuerdo en esto y, especialmente, que alguien esté de acuerdo con lo que hizo Trump en política exterior es indicativo de que lo que se ve es solo la superficie. Por decirlo directamente: los motivos aludidos para las sanciones son la cortina de humo para encubrir lo que es la rivalidad económica. No se niega con esto que los hechos existan, pero sí que las diferencias de valoración se hacen desde un parámetro, la economía, y con una intención, frenar como sea el desarrollo de China y eso se hace fundamentalmente a través de sanciones y, sobre todo, de la creación de un clima anti chino que impida el establecimiento de relaciones económicas intensas, es decir, cerrarle mercados y quitarle clientes.

Escribe Beatriz Navarro en La Vanguardia en la apertura del artículo señalado: 

 

China es uno de los pocos temas que en un momento de máxima división nacional en Estados Unidos sigue suscitando unidad entre demócratas y republicanos. El presidente Joe Biden confirmó ayer implícitamente que piensa mantener la línea dura aplicada por su predecesor, Donald Trump, en las relaciones con Pekín al añadir nuevas empresas más a la lista de compañías en las que los estadounidenses tienen prohibido invertir debido a sus supuestos lazos con el ejército chino. La mayoría pertenecen al sector de la defensa o la videovigilancia.

Oficialmente, la Administración Biden está  todavía inmersa en su reevaluación de sus relaciones con China para decidir por ejemplo qué hacer con los aranceles impuestos durante la etapa de Trump, que de momento se ha mantenido. La decisión adoptada ayer por Biden con la firma de una nueva orden ejecutiva que eleva a 59 la cifra de sociedades afectadas no augura de momento una relajación de la presión.

Algunas de las últimas 11 añadidas al listado son filiales de grandes empresas ya sancionadas como Huawei, la Corporación de Aviación Industrial o Hangzhou Hikvision Digital Technology, fabricante de las cámaras de videovigilancia y reconocimiento facial utilizadas por Pekín para vigilar a los uygures. Algunas de estas también están afectadas por la decisión de la administración Trump de sancionar a algunas empresas por su papel en la represión de esta minoría.*

 


Lo que sorprende e irrita es la utilización hipócrita, farisea, del caso de los uygures, Hong Kong o de la frontera india para encubrir lo que son las verdaderas intenciones norteamericanas, frenar el desarrollo chino, al que atribuyen su decadencia económica, que no es sino el resultado del propio sistema económico norteamericano, que dejó de producir para ponerse a comprar para obtener más beneficios. Es la codicia el mal que asola al sistema económico norteamericano. Hace años lo explicaban diciendo que Wal-Mart, la cadena de supermercados norteamericana, había ocupado el lugar de General Motors. Para obtener más beneficios, los norteamericanos cerraron fábricas y abrieron supermercados. Aplicando la lógica del mercado global, favorecida por ellos mismos, no se dieron cuenta que se producía el mismo fenómeno que en otros países, el hundimiento del mercado de mercado de trabajo y el aumento de la brecha entre ricos y pobres. Los ricos se hacían más ricos y los pobres más y más pobres. Los ataques de Trump a la inmigración no eran solo racistas, sino injustos. La pobreza al sur de la frontera del Río Grande es la garantía de mano de obra barata al norte. Por eso Trump exigió a las empresas su regreso a los Estados Unidos, su regreso de aquellos lugares en los que se habían asentado para producir barato. A esto se le suman la cuestión de elevar los precios de terceros países mediante la imposición de aranceles que reduzcan las diferencias de precios y, en tercer lugar algo muy importante: una guerra de desinformación y descrédito mediante una amplificación mediática de problemas, existentes o inducidos con este fin. Esta política tiene un inconveniente interior, tal como apuntaban hace unos días en The New York Times: el aumento de la violencia xenófoba y racista contra los asiático americanos, muchas veces ni siquiera de origen chino, pues al racista le basta con ver ojos rasgados. Aquí hemos comentado los casos de norteamericanos de origen coreano, por ejemplo, que han sufrido ataques racistas.



La coincidencia de fines entre demócratas y republicanos, radicalmente enfrentados con una brutal división evidenciada en las últimas elecciones, se diluye frente a China. La diferencia es solo el tipo de excusa utilizada por unos y otros. Los demócratas se basan en cuestiones de derechos humanos, mientras que los republicanos de Trump, que han ido por el mundo abrazando dictadores sin disimulo hasta niveles nunca vistos anteriormente, les basta con hablar de anti comunismo. Recordemos la expresión de Donald Trump refiriéndose a Abdel Fattah al-Sisi, el presidente egipcio, como "su dictador favorito".

Sorprendentemente, esta nueva guerra fría no se ha producido por cuestiones ideológicas, como se alega, sino cuando China ha logrado el desarrollo que hace peligrar el control norteamericano del mundo. El reciente escándalo del espionaje norteamericano a sus amigos y aliados a través de Dinamarca hace ver no hay "amigos" o "aliados", solo "competidores" y "compradores". Las ventas de armamento en Oriente Medio realizadas por Trump muestran dónde está el interés en "pacificar" la zona en los que iba a ser el "acuerdo del siglo", desarrollado por su yerno, convertido en enviado personal a hacer negocios de armas y acuerdos.

No le ha preocupado a Biden estos días que el reconocimiento del Sahara como territorio marroquí se hiciera con ventas de armas a cambio del reconocimiento del traslado de la capital a Israel. Parecen preocuparse mucho por los uigures, pero poco por los saharauis y por los acuerdos de Naciones Unidas sobre el referéndum. Es de nuevo la política de los "intereses" que se trata, con Biden, de camuflar entre olores a incienso y grandes palabras. Pero la realidad es la que es hay "dictadores buenos" y "dictadores malos" repartidos por el mundo y hay democracias que pueden ser espiadas si compiten, como hemos visto con el caso danés y los países de la Unión, incluida la "peligrosa Alemania".




Los Estados Unidos puede tener sus estrategias y jugar sus bazas, pero ya no es sostenible ni el altruismo ni la superioridad moral, ni por lo que ocurre dentro de sus fronteras ni por sus acciones exteriores, Como señalamos hace unos días, la teoría de que el inquilino de la Casa Blanca recién llegado supone borrón y cuenta nueva, que lo anterior debe ser olvidado y lo nuevo reinterpretado, hace mucho que dejó de funcionar por los propios cambios en su política. Solo cambia el lenguaje. Lo que acaba siendo una constante, en cambio, es la voluntad de dominio, es decir, de que todos se deben ajustar a su visión. En la medida en que esa visión es cada día más ajustada a sus intereses, los conflictos que se presentan son mayores, situando a los aliados en tensión permanente. En este sentido la presidencia de Trump ha tenido el valor de quitarse la máscara y mostrar cómo es la fuerza y el interés propio lo que se ha ido imponiendo como línea de acción.

No es el mejor camino, especialmente para una Europa a la que se intenta igualmente debilitar y dividir. Citemos de nuevo a Trump, "¡llamadme Mr. Brexit!", donde dejó claro cuál era la postura que más interesaba a los Estados Unidos; recordemos que la visión de la OTAN como un "servicio de protección" que había que pagar y su enfado cuando Europa empezó a moverse hacia un ejército defensivo común y especialmente producir armamento europeo y no comprar el norteamericano. El enfado (y las amenazas) de Trump fueron monumentales y se tradujeron en mayores conflictos en los bordes de Europa, de Turquía a Irán y a todo el Mediterráneo, a las fronteras ucranianas. De esta forma, la inseguridad creciente obligaba a ceder. Los países europeos más "fieles" a Trump han sido precisamente los más próximos a la frontera con Rusia.

En Asia el procedimiento ha sido igual. Aumentando los niveles de crisis con China, los países que la rodean se sentían amenazados y las esperanzas iniciales de crear una zona asiática de comercio se fueron al traste. La creación de conflictos con China en pocos meses, de las fronteras con la India a el temor a ser invadidos en Taiwán a las preocupaciones por el potencial militar de resistencia de Japón al miedo de Corea del Sur obedecen a una bien orquestada campaña de sembrar el miedo como las diseñadas por Trump, probablemente porque sigan siendo los mismos que los que las orquestan con intenciones iguales.

El descubrimiento de que Estados Unidos ha sido rebasado en su propio terreno, el de la globalización, en el intento de convertir el mundo en mercado de los productos norteamericanos ha tenido justo el efecto contrario: los propios norteamericanos rebajaron su producción y se dedicaron a comprar y a producir fuera de sus propias fronteras, como hemos señalado. 

Los mismos Estados Unidos que dejaron tirada a la OMS por la pandemia, que se salía los tratados climáticos, de los grandes grupos de países para no tener que dar cuentas a nadie de sus acciones, etc. trata ahora de aislar a China para frenar su desarrollo. El propio Biden, no Trump, ha señalado que su objetivo es frenar el desarrollo de China. Ante esto, no queda mucho que explicar.

Cuando Estados hace algo por el mundo es muestra de su generosidad; cuando lo hace China, es propaganda. Lo hemos visto con la pandemia cuando China ha enviado mascarillas o material sanitario a terceros países. Deja de ser "ayuda humanitaria" y es un intento de tapar su imagen, que es la que se debe ver en los medios norteamericanos más activos en la política anti China.



En estos instantes, el artículo destacado en la CNN se titula y parte de un juego de palabras contra Nueva Zelanda: de "New Zeland" a "New Xi Land", un típico juego de propaganda memética para descalificar a la primara ministra del país, la valorada Jacinda Arden, que no se ha sumado a los ataques contra China no firmando una declaración de los "Five Eyes", los cinco países que tienen su propia alianza de "inteligencia" con la que cubren los frentes europeo (Gran Bretaña) y asiático (Nueva Zelanda y Australia) y americano (USA y Canadá). La simple composición muestra la base del imperio británico ahora liderado por su colonia principal, los Estados Unidos.



El "delito" de la primera ministra neozelandesa es no sumarse a los bloqueos a China. En la CNN, el titular es "New Zealand is a Five Eyes outlier on China. It may have to pick a side" y está firmado por  Julia Hollingsworth. En él se señala al inicio:

 

"Could it be that New Zealand is turning into ... New Xi Land?" questioned an ominous voice over.

It was part of a preview for an incendiary segment of Australian TV show "60 Minutes" premised on the idea that New Zealand is so desperate to keep China, its biggest trading partner, onside that it has cast aside both its morals and its friendship with Canberra.

The clip quickly spread online, and on Monday Australian Prime Minister Scott Morrison flatly denied its suggestion that New Zealand's approach to China was jeopardizing its relations with Australia.

"Australia and New Zealand are trading nations, but neither of us would ever trade our sovereignty or our values," Morrison said after talks with Prime Minister Jacinda Ardern in New Zealand's star tourist attraction, Queenstown.

The phrasing of the 60 Minutes clip may have been bombastic -- New Zealand is hardly "New Xi Land" -- but it spoke to ongoing questions over New Zealand's close relationship with Beijing at a time when other countries are taking a tougher approach to China.

In the past year, other members of Five Eyes -- a Cold War-era partnership to share intelligence between the United States, Canada, United Kingdom, Australia and New Zealand -- have stepped up criticism of Beijing over alleged human rights abuses in Hong Kong and Xinjiang, even labeling Beijing's actions in the latter a "genocide." New Zealand has shied away from going that far.

On Monday, Ardern rejected suggestions New Zealand wasn't taking a strong stance on "incredibly important issues" relating to China, and said it had no intention of abandoning the five-nation alliance.

"When it comes to the matter of Five Eyes, we remain a committed member. That is not in question, not in doubt," Ardern said.

Ardern and her Foreign Minister Nanaia Mahuta have previously played down criticism they could be doing more on human rights, saying New Zealand is merely forging its own international relations path.

That position presents Arden with a delicate balancing act: she needs to be seen to be backing her Five Eyes allies and their criticism on China, but without being so outspoken that New Zealand is landed with the type of sanctions Beijing has imposed on Australia.

For some, it's not just trade that's at stake: if New Zealand is seen as failing to take a strong stance on China, it risks damaging its reputation as a moral leader on human rights.**

 


Los "Cinco Ojos" parecen tener que mirar en la misma dirección y ver lo mismo. ¿Hundirán a Jacinda Ardern con campañas internacionales como forma de presión? Ahí es donde los medios orquestados actúan a la perfección. En el mismo artículo de la CNN se incluye un enlace: "Just what are the Kiwis up to now? TONIGHT on #60Mins, we thought they were our best friends, but it looks like they've ditched us for a fast Chinese buck." Los neozelandeses son los "kiwis" y su pobre "moralidad" les lleva a venderse al "dinero fácil" del comercio con China. Nueva Zelanda es ahora la traidora "Xi Land". Que esto venga de Australia precisamente, muestra hasta qué punto se está llegando en el cerco.

El intento de tener una política propia es visto como un desafío imperdonable. Puede prepararse Nueva Zelanda y su primera ministra a recibir todo tipo de campañas y boicots si decide mantener una línea independiente.



No es casual que sea Australia quien ataque a Nueva Zelanda de forma más personalizada. Es el país que peor parado ha salido de la confrontación con China, que ha respondido con firmeza a los intentos australianos de imponer sanciones.

Una cosa es clara: el tamaño de China es muy grande en dos sentidos, como potencia productiva, pero sobre todo como mercado. Las sanciones contra ella se pagan porque China tiene un potencial de respuesta económica muy amplio y en muchos niveles, que van desde la producción y la compra a su influencia sobre el dólar. Los intentos de ningunear a China se pueden pagar caros.




En la BBC comentaba el nuevo lanzamiento del sistema operativo de Huawei, que se vio obligado a crear uno propio ante las prohibiciones de los Estados Unidos de que se le permitiera acceder a las aplicaciones, convirtiendo en el teléfono en un modelo de aislamiento como el que se quiere aplicar a la propia China. De encarcelar a la hija del jefe de Huawei a las afirmaciones de que el futuro (¡gran capacidad visionaria!) Huawei serviría al gobierno chino a vigilar a toda la Humanidad (algo que por cierto hace Estados Unidos, como hemos visto con lo ocurrido en Dinamarca), casi logran hundir la compañía en la parte telefónica. Un teléfono que no puede utilizar las aplicaciones de otros teléfonos se ve limitado, lo que sirvió para que los potenciales compradores de occidente se alejaran de un teléfono que se había convertido en líder mundial. Eso no se perdona, al igual que el desarrollo de la red 5G que Europa quería desarrollar y que desencadenó las iras norteamericanas.

La BBC anuncia que Huawei ha lanzado su sistema operativo. Esta es la descripción que se hace:

 

China's official Xinhua News Agency reports that the Shenzhen-based tech giant is anticipating 300 million devices to be equipped with HarmonyOS by the end of the year.

There has been great excitement ahead of the launch inside China, said the BBC's China media analyst Kerry Allen.

"Social media users have picked up on how the characters for 'harmony', 'hong' and 'meng', mean 'ambition', and 'kindness'", she said.

"Divisions of China's youth movement, the Communist Youth League, and even fire rescue and official courthouse accounts, have been promoting the new system. In the last week, more than 17 million Weibo users have read posts that include the hashtag 'TheHarmonySmartphoneSystemIsHere'."***


 

Si los Boy Scouts compraran todos un iPhone y se pasaran todos a Apple, el presidente Biden les daría las gracias con lágrimas en los ojos por ese gesto patriótico. Se haría una gran celebración y se invocarían a todos los héroes americanos. Pero si los ciudadanos chinos, hartos de ser atacados, deciden comprar teléfonos Huawei se trata de una maniobra opresora del Partido Comunista Chino. Que los chinos deseen comprar su propio teléfono es considerado manipulación por lo visto de la BBC y no como una reacción (ni la primera ni la última) de hartazgo a ser considerados como ciudadanos de tercera categoría sometidos a los dictados despóticos de un nuevo emperador.

Que los españoles consuman productos españoles, por ejemplo, es un acto solidario y patriótico; que lo hagan los chinos es parte del lavado de cerebro, de la manipulación. Si un país democrático como Nueva Zelanda decide mantener su propia política con China, es traidora a la Humanidad y su primera ministra una vendida y depravada, insensible a los derechos humanos. Es siempre la ley del embudo, donde se parte de esa visión mesiánica que ha cegado a los Estados Unidos para ver sus propios defectos y problemas, hasta que le estallan, como ha ocurrido este año y sigue ocurriendo. Estados Unidos ver ridículo lo que llega de China e ignora cómo se sienten o dejan de sentir los chinos porque realmente no le preocupa. Y eso es lo más irritante, que se tanto con las palabras. No se puede apoyar dictadores retrógrados del mundo árabe, poseedores del petróleo, y después juzgar al mundo o atacar a Nueva Zelanda por mantener relaciones comerciales. Hay que ser congruentes.



Lo que está muy claro es que vamos a pagar entre todos la estudiada y anticipada decadencia americana o su atraso en muchos campos y su incapacidad de asimilarla. Las contradicciones de un orden mundial diseñado por ellos ha tenido como efecto la emergencia de agentes nuevos, como la propia Unión Europea y la misma China, que no hizo sino aprovechar las condiciones del comercio creadas. Que el sistema es imperfecto, desde luego, pero la forma de nivelarlo no es crear una nueva guerra fría como la que se ha montado por causa del comercio; tampoco lo es crear conflictos internacionales para asegurarse la venta de protección y armas, convirtiendo el mundo en un lugar más inseguro. Si hay que sentarse a redefinir las reglas, que se haga, pero este juego ya no da más de sí,

A Reino Unido no le ha salido bien el Brexit, alentado desde Estados Unidos, con un Nigel Farage de visita a la Torre Trump a estrechar lazos; las venidas de Steve Bannon a Europa a organizar los movimientos populistas de ultraderecha cuya finalidad es promover la inestabilidad social y la ingobernabilidad; armar o establecer pactos con países fronterizos con China, como se está haciendo con la India, etc. no son las políticas más adecuadas para un mundo más tranquilo y pacífico. Desde USA la obsesión con China se extiende a los países que se quieren sumar a esa política de frenarlos. Especialmente ocurre desde que el país se ha convertido en un mercado esencial en la economía mundial, es decir, desde que China se ha desarrollado con éxito aumentando el nivel de riqueza interior.



Mientras China era solo una fábrica barata, no había problema de "derechos humanos" o de invasión de ningún lugar próximo. Cuando China es un mercado poderoso de 1.400 millones de personas, capaz de dejar de comprar productos de fuera, dejar ver películas en las que se les caricaturiza, cuando compran sus propios productos, etc. entonces todo son males.

Necesitamos una urgente redefinición de las relaciones internacionales basadas más en la busca de acuerdos y de establecimiento de relaciones que en la forma de frenar el desarrollo de otros, entre otras cosas porque se está jugando con fuego y en cualquier momento se puede producir una situación no deseada. Cuando se enciende un fuego, no siempre es fácil controlarlo, sobre todo si se ha estado echando gasolina en la zona durante mucho tiempo. 


En política económica, no hay cambios respecto a Trump. Lo que hay es una especie de nuevo mesianismo de Biden frente a la brutalidad de Trump, pero no hay cambio real. El mundo se hace cada vez más pequeño, complejo y complicado. Lo que consigue la presión sobre China es precisamente fortalecer el liderazgo del Partido Comunista y cerrarse al exterior creando un intenso sentido nacionalista que se identifica. Eso es lo que están consiguiendo con estas políticas, mayor control y más identificación desde abajo con los de arriba. Es algo sencillo y fácil de ver y entender. Pero lo que está claro es que les importan muy poco los efectos, solo los propios resultados económicos. Frenar a China, como dijo Biden, es la consigna. Hoy es China, mañana será cualquier otro que trate de desarrollarse lejos de la tutela, como vemos ya en Europa, castigada con aranceles.

El papel de Europa tiene que ser otro distinto y no dejar solo la "opción rusa " hacia la que se empuja a los países que disienten de los Estados Unidos, algo válido de China a Turquía o Latinoamérica. Esta estrategia del conflicto y el aislamiento encadenados es muy peligrosa. La polarización mediática contra China trata de crear un clima negativo que llevar a las restricciones, pero eso tiene muchos costes y riesgos. La agresividad comercial no está solo del lado chino, como vemos cada día. Cerrar los cauces diplomáticos, los foros internacionales y crear un mundo contra China no tiene sentido. Está claro que China no va a "caer" como la Unión Soviética. Cuanto antes se den cuenta, mejor para todos.

 


* Beatriz Navarro "Biden amplía las sanciones a empresas chinas" La Vanguardia 04/06/2021 https://www.lavanguardia.com/internacional/20210604/7504445/china-eeuu-estados-unidos-sanciones-videovigilancia-uygur.html

** Julia Hollingsworth "New Zealand is a Five Eyes outlier on China. It may have to pick a side" CNN 4/06/2021 https://edition.cnn.com/2021/06/03/asia/new-zealand-xinjiang-china-intl-hnk-dst/index.html

*** Zoe Kleinman "Huawei operating system coming to smartphones in Asia" BBC 04/06/2021 https://www.bbc.com/news/technology-57316621






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