Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En Las mañanas de Radio Nacional, que podemos encontrar en A la carta en RTVE.es, tenemos la grabación del diálogo mantenido entre el periodista Íñigo Alfonso y su invitado, Evgeny Morozov, con un titular provocador: "Fue un error pensar que Internet fomentaría la democracia". Lo que expresa, dentro de la rotundidad periodística, es una reflexión que cada vez asoma más ante los propios acontecimientos y el desarrollo mismo de las redes.
Diariamente encontramos problemas que se originan en las redes, el nuevo espacio público de convivencia, que debido a su propia esencia es muchas veces un territorio hostil e incontrolable, un espacio complejo donde las viejas utopías que los alumbraron en los años 80 y 90, antes de darse el gran salto social, el provocado por su conversión en mercado, algo que ocurre con la llegada desde 1991 de los navegadores hipertextuales, es decir, la creación de lo que hoy llamamos la "web" y que entonces se iniciaba frente a otros sistemas de navegación hoy apenas existentes o invisibles como protocolos bajo la web. Por decirlo así, el "http" (hipertext transfer protocol), se comió a todos los otros protocolos anteriores en las comunicaciones adaptándolos a sus necesidades.
Es con la llegada de los "navegadores" cuando socialmente todo se transforma. Podemos recordar el "Manifiesto por la Independencia del Ciberespacio" (1996), de John Perry Barlow, un bello lamento melancólico por la independencia perdida con la llegada de los nuevos colonos comerciales. Lo que había sido una república igualitaria, donde cada uno creaba una identidad libre y el comercio estaba prohibido, regulado por reglas de etiqueta para asegurarse un comportamiento civilizado y respetuoso, se hundió ante su transformación interesada en un espacio comercial donde se trataba de vender. Y con las ventas llegaron los problemas. Las primeras luchas fueron para convertir las redes en meros supermercados donde las empresas eran las poseedoras de los "espacios" y los usuarios meros compradores. Esa fue una lucha que se resolvió con la socialización del espacio de la red.
El resultado de eso es lo que tenemos hoy, una cibersociedad global, transnacional, con dudas sobre su estatus jurídico (Facebook acaba de sancionar a Trump con dos años de suspensión), donde conviven la información y la desinformación, donde cualquiera puede tener una o varias identidades y hacer muchas cosas con ellas, donde puedes exponer tus derechos o ser atacado, acosado desde múltiples puntos del planeta.
Es en este contexto en el que el titular del diálogo adquiere sentido. No explican a modo de resumen de lo que se encuentra en el podcast:
Evgeny Morozov, experto en redes y el impacto social y político de la tecnología, autor de 'El desengaño de Internet' y 'La locura del solucionismo tecnológico', ha dicho en Las mañanas de RNE que es un error pensar inicialmente que Internet fomentará la democracia. "En EEUU, Europa, donde los estados no tienen tanta capacidad sobre Internet como Rusia o China, observamos tendencias similares. Es un error inicial, pensar que las plataformas digitales tienen un papel democrático de modo automático. No es automático, tenemos que construir las infraestructuras democráticas. No podemos esperar que Facebook, Google o Amazon vayan a promover la democracia", ha dicho.
También ha comentado la situación política de su país, Bielorrusia. Asegura que no ha cambiado en los últimos 20 años. "Lukashenko es un líder autoritario. Es la razón por la que mantiene el poder. En verano volverán las protestas y veremos las consecuencias, es posible que su poder se debilite un poco", ha dicho.
Y advierte de una forma de control de la opinión pública poco evidente. "En las últimas dos décadas no han aplicado una censura como en China por ejemplo. Tenemos libertad en la red, pero el régimen ha encontrado otros modos. Lo mismo en Rusia, donde el gobierno ha desarrollado un montón de métodos para controlar y dar forma a la opinión pública, no solo con la censura, sino también con una participación muy activa en el debate online. Es una táctica nueva que tenemos que observar y estudiar", concluye.*
Son muchas las variables y parece que aquí se refieren a las gubernamentales. Los gobiernos autoritarios lo son también en las redes. ¿Cabía esperar otra cosa? Es más, se bloquean las redes porque los que se comunican son ciudadanos que son, en última instancia, quienes son vigilados y controlados, finalmente castigados o reprimidos. Pero eso es muy fácil. Los gobiernos autoritarios lo son también en la red.
Lo realmente complejo es comprobar cómo las personas autoritarias son muchas más de las que pensamos y aprovechan las propias redes para imponerse, atacar, vilipendiar, difamar, etc. Que la base de los gobiernos es la autoridad y el poder de control, está ya teorizado desde antes de que existiera Internet o cualquier tipo de escenario virtual. El autoritarismo del poder es un tema clásico que ya está en Platón y su explicación de la república.
Pero lo que no habíamos llegado a descubrir de forma tan clara es que en una estructura no jerárquica o menos jerárquica los humanos nos dedicamos a atacarnos con fiereza. Los que teorizaban sobre la maldad del poder y la bondad natural del ser humano se equivocan ante el uso violento en las redes a través de esos mecanismos que van del jaqueo al acoso.
Deberíamos mirar más allá de los gobiernos, los acusados sistemáticos, los malos de la película, para empezar a hacer repaso de la maldad en unidades que van del individuo al estado pasando por los grupos de todos los tamaños. Del malvado solitario al estado malvado, lo que se pone de manifiesto es la voluntad de poder, por citar a Nietzsche o a cualquier otro escéptico sobre la posibilidad de un paraíso en la Tierra.
El problema de la "maldad" o la "bondad" se ha desplazado al de la "libertad" cuando no hay ninguna garantía de que las personas libres no utilicen esa libertad para atacar a los demás. La cuestión es compleja como todo en lo que se entremezcla lo individual con las reglas de la tribu. No tengo dudas de la existencia de personas buenas, pero conozco muchas muy malas que se amparan en su "libertad" para acosar o intentar destruir a otras.
Los partidarios de las grandes palabras dirán que son los problemas de la libertad, claro. Yo no lo veo tan claro. Es también un viejo problema clásico el preguntarse porque los que pueden elegir eligen el mal en lugar del bien. Realmente las mismas preguntas vuelven una y otra vez porque no hemos solucionado nada. ¿Somos más libres que en otros momentos? Sí en la mayor parte del mundo, aunque hay procesos involutivos en muchos lugares. ¿La libertad es lo mismo que el bien? Pues claramente no. ¿Es la democracia lo mismo que la libertad? Pues tampoco, sobre todo cuando lo que se elige es cómo restringir las libertades de otros. Lo ocurrido en el periodo de Trump y los sentimientos provocados, casi ninguno bueno, nos ha dejado motivos para reflexionar.
Quizá todo lo humano es imperfecto, incluyendo libertad y democracia, y no tengamos claro que es el "bien" y menos el "bien común". Para eso hace falta gente que piense y eso se hace cada vez menos. Quizá somos seres imperfectos con demasiadas pretensiones.
Lo que está claro es que los valores del respeto y de la convivencia están retrocediendo en el mundo a manos no solo de los gobiernos sino de aquellos que entienden que "su" libertad se puede utilizar para atacar la de los demás.
El éxito de las propias redes ha hecho que los grupos se organicen para convertirla en un espacio de lucha, de conflictos, de imposición y amenaza. Por supuesto, todo va por barrios. A unos les parece un remanso de paz y diversión, mientras que para otros es un calvario diario en el que se ven atacados por sus opiniones, su sexo, su nacionalidad o el color de su piel.
Es aquí donde comprobamos que la red no es ni buena ni mala, que somos los humos los incorregiblemente deseosos de pelea. Es más fácil que te sigan para quemar un castillo que para construir una biblioteca; es más fácil quemar los libros que escribirlos; y si los escribes es más fácil llenarlos de insultos que de ideas aceptables por todos. Lo han llamado la "cultura del conflicto", que va de la política y los medios hasta llegar a los ciudadanos que se contagian de ganas de discutir y de descargar sus iras sobre personas, instituciones o cualquier circunstancia.
Hay que apostar por las personas buenas, pero estas son consideradas "tontas" por muchos, que las desprestigian y se ríen de ellas. Pese a ello, usted resista. Transmita lo que pueda de bondad y desahogue su ira sacudiendo alfombras en vez de maldiciendo frente a un teclado.
Los sembradores de discordia prefieren una internet movidita, por decirlo finamente. Esto pueden ser por muchos motivos, políticos, religiosos, sociales, laborales... casi cualquier cosa o simplemente mal café. Demasiados siglos de pensamiento racional han evitado que pensemos que hay malas personas sueltas y que si a estas se les da el poder de llamar la atención, lo usan; que si se les da la facilidad del anonimato, lo usan; y que si se les da un botón con el que silenciar a todo un país, tienen el dedo listo para el apagón. Ya sea por agresividad o por aburrimiento, muchos prefieren vivir así.
Nuevos inventos; viejas, malas costumbres.
* "Fue un error pensar que Internet fomentaría la democracia" RTVE.es/A la carta/Radio Nacional https://www.rtve.es/alacarta/audios/las-mananas-de-rne-con-inigo-alfonso/evgeny-morozov-fue-error-pensar-internet-fomentaria-democracia/5935112/"
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