Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La CNN
le dedica en estos momentos su lugar de preferencia en la web al "sentimiento
antiasiático". Lo hace con una página interactiva de cuidado diseño a la
que se accede desde el titular "Rejected by customers, harassed by
colleagues", en la que nos reciben unas palabras clarificadoras,
"It's not in the streets / and it's not just in America" a la que
sigue una conclusión: "Asians around the world are coming forward saying
racial discrimination in the workplace is a problem, too". Conforme
avanzamos, la representación del planeta va girando para mostrarnos distintos
lugares del mundo en los que se ha destapado el sentimiento
"antiasiático".
Hace
unos días comentábamos aquí mismo que una de las consecuencias de los ataques a
China de Trump. primero, y posteriormente de Biden, cuya política exterior no
ha cambiado en este sentido, tenía como consecuencia el crecimiento del odio
contra los ciudadanos chinos en particular y contra los asiáticos en general ya
que el "odio racista" no suele ser demasiado fino a la hora de
establecer diferencias ni sutilezas. La propia CNN ha aumentado el número de
noticias sobre China de forma espectacular en este tiempo y casi siempre son
malas, noticias negativas de cualquier especie. Por eso sorprende, hasta cierto
punto, este ejercicio de denuncia que ahora practica. El hecho constante de
poner el foco negativo sobre China tiene esta consecuencia.
El
hecho de que republicanos y demócratas estén de acuerdo en que el mayor rival económico
de los Estados Unidos sea China implica que los medios alineados políticamente
con unos y otros se mantengan en la misma línea de acoso constante y se
seguirán produciendo ataques a las personas más cercanas que ninguna culpa o
responsabilidad tienen en todo aquello que aparece en los medios.
Mientras
no seamos capaces de distinguir entre "gobiernos",
"personas" y "culturas", haciendo a todos responsables de
lo que hacen desde arriba o de lo que se hizo hace cientos o miles de años,
estos problemas de odio se seguirán produciendo. Por eso es esencial que los
medios sean conscientes de los daños que pueden causar con sus actitudes y
enfoques. El gran problema al que nos enfrentamos precisamente es que hoy los
medios se basan en las audiencias para el tratamiento de la información. Se
trata de seguir la ola de la opinión y deslizarse sobre ella. La adición de
comentarios es otro factor que contribuye a la expresión y concentración del
odio en los propios medios.
Que la
CNN haga periódicamente un lavado de imagen a través de informaciones de
denuncia del racismo anti asiático es solo una parte de la cuestión. La traducción
de estos ejercicios informativos que llegan desde el campo de la política en un
círculo vicioso difícil de parar entre políticos, medios y opinión pública, es
la violencia contra las personas que reciben injustamente las iras. Un artículo
racista, un titular xenófobo, una interpretación segada... se traducen en un
ataque en mitad de la calle, en el incendio de un comercio o en cualquier otra
manifestación de la cual los medios dan cuenta como si fueran hechos que se
producen debido a la radicalidad de la gente.
En
España es posible identificar con total claridad los medios que publican
ataques anti China por cuestiones ideológicas. He leído en algún medio —lo
hemos señalado aquí— artículos dignos de los peores momentos de la "guerra
fría". Han sido artículos cuya incitación al odio no se enmascaraba. Ha
sido odio ideológico (anti comunismo) que se traducía en odio racista. Poca
información y mucha bilis en titulares y en el texto.
La
política irresponsable de ciertos medios se acaba traduciendo en esos ataques
que la CNN dice que se producen "no solo en América". No sé si esto
les sirve de consuelo.
La
postura europea en su conjunto es mucho más moderada que la norteamericana al
respecto, lo que no quita que en el plano mediático tenga sus episodios
agresivos en la prensa más ideologizada, un fenómeno conectado con la propia
crisis mediática. La forma de asegurarse lectores es radicalizarse y la
cuestión de China tiene todos los ingredientes que necesitan: ideología,
racismo y una envidia nada sana al innegable ascenso asiático, que se convierte
en la fuente de todos los males. Si en Asia se crece, eso implica que aquí se
decrece; si allí se produce, aquí se crea paro. Es una propuesta sencilla que
la gente entiende con su lógica de andar por casa y les permite dar salida a
las frustraciones que nuestro propio sistema produce por incapacidad de
enfrentarse a los problemas.
El que
tiene un chiringuito en la playa acabará estableciendo la cadena de culpas
hasta llegar a la conclusión que sus males comenzaron en China. ¿Por qué no? Es
lo que hizo Donald Trump con gran eficacia y que le proporcionó votos y
simpatías. Los enemigos de fuera siempre son rentables y, especialmente, sirven
para desviar la mirada de los verdaderos responsables de las situaciones, la
mayoría de las veces demasiado próximos a nosotros.
Se nos
olvida, por ejemplo, la importancia que ha tenido para el sector comercial
español la presencia del turismo chino, sobre todo un turismo de
"compras" y cultural, muy diferente al de playa y ocio nocturno. Eso
ha llevado a que grandes almacenes dedicaran especial atención al turismo
llegado de China, que pusieran traductores y carteles en chino en sus plantas e
incluso los mensajes de la megafonía. Su gasto en compras es muy superior al de
este turismo que celebramos tanto ahora.
No he
visto un solo reportaje en los medios españoles sobre lo que supone el turismo
chino en España, sobre sus características. En una tesis que se defendió hace
tres años estudiamos en uno de sus capítulos precisamente este fenómeno y lo
que suponía económicamente. Pero, me imagino, al no afectar al "ocio
nocturno" (no es turismo de esa clase) nadie se ha molestado en
investigarlo.
Hoy en
día es muy difícil hacer buena información y muy fácil producir desinformación;
producir información radicalizada sirve para asegurarse fieles e iracundos lectores.
Cualquier cantamañanas radical logra más seguidores que cualquier persona
sensata que no busque dar la nota con algo llamativo. Lo hemos visto en los
Estados Unidos y lo vemos aquí. Es la economía informativa de la atención y la
tensión, algo necesario para mantener enganchados a los lectores o
espectadores.
El
profundo desconocimiento de China en todos los niveles hace que sea fácil manejar
una caricatura que acaban pagando los ciudadanos asiáticos repartidos por todo
el mundo, como inmigrantes, como turistas o como residentes.
Los
artículos de la CNN dejan al descubierto una parte de la situación que
contribuyen a crear con el resto del material publicado. Por eso resulta tan
poco creíble, sin dudar de la buena intención de los firmantes. Mostrar que los
ataques no solo ocurren en "América", como se señala, tiene cierto
tufillo exculpatorio porque en modo alguno se analiza porqué es allí donde se
está produciendo el epicentro xenófobo y racista antiasiático. Las sutilezas
periodísticas o políticas no logran frenar esa gran etiqueta,
"asiáticos" en la que se engloban ahora todos los males que padecemos
en todas las partes del globo.
Lo repetimos de nuevo: no se deben confundir gobiernos, culturas y personas. Entremezclar todo solo lleva a la confusión y a crear víctimas que nada tienen que ver con lo que ocurre. ¡Hemos visto tantos casos injustos de ataques a personas inocentes! Da igual que tengan pasaporte norteamericano, chino, coreano, japonés o de cualquier otro lugar. No podemos pagar en personas que son inocentes nuestras fantasías y fobias. Los lamentos por los ataques a los "asian americans" deberían ser los mismos que por los asiáticos, de cualquier país, de visita en terceros países. Todo lo demás es una enorme hipocresía.
Me sorprende de nuevo que los artículos contra la xenofobia y el racismo anti asiáticos se incluyan en la sección "Business" en la CNN, algo más que un lapsus. No sé cuál es la forma de clasificar el "racismo", pero parece claro no quiere ser etiquetado bajo la etiqueta "política". Es extraño, sí.
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