domingo, 27 de junio de 2021

El delicado equilibrio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)



En la página de RTVE.es un titular nos dice "Adiós mascarillas, hola maquillaje", toda una declaración sobre lo que supone para sectores diversos cualquier acontecimiento tan radical como es la pandemia. Normalmente existen equilibrios en la variedad y los gustos se nivelan, pero cuando se produce un corte radical, la cosa varía.

Quitarse la mascarilla implica un respiro para un sector, el de los pintalabios y el maquillaje facial, que al ser invisible, se habría hundido sus ventas. ¿Para qué pintarse los labios si no se va a ver en la calle? Ahora, con la retirada de las mascarillas, las tiendas de maquillaje recuperan sus ventas y los labios rojos vuelven a ser llamativos. Según parece, los que hicieron su agosto, en cambio, han sido el sector de las pinturas de ojos que, en cambio, se vio favorecido por el hecho de tener mascarillas puestas, siendo la parte expuesta de la cara.




La imposición de la mascarilla en los lugares públicos obligó a reorganizarse todo el sector, claro. Lo mismo ha ocurrido en otros casos. En la ropa pasó algo igual. Durante el confinamiento, sin salir apenas de casa y si vida social, ¿para qué gastar en ropa de vestir? La inversión se dirigió hacia la ropa más cómoda, la de estar por casa. Unos quedaron perjudicados, otros beneficiados. Lo mismo ha ocurrido en la mayor parte de los casos, lo que se perdía por un lado, se gastaba por otro. Menos gasolina y más en televisores; menos en zapatos y más en teléfono; menos en restaurantes y más en tiendas locales comprando para cocinar en casa... Y así se podría seguir en casi todo.

A finales de marzo, El independiente señalaba:

 

La crisis del coronavirus ha provocado un hundimiento de la economía sin precedentes. Sectores como la hostelería o el turismo se han visto muy perjudicados, se han destruido miles de empleos y han desaparecido muchas empresas que no han podido sobrevivir al golpe.

Sin embargo, en la otra cara de la moneda, hay sectores a los que la pandemia les ha beneficiado o les ha transformado de una forma que ha hecho crecer su negocio.*

 


Los seis sectores beneficiados, según los datos recogidos por la publicación, serían: 1) la logística (redes de transporte y reparto); 2) el sector de las energías renovables (por la mayor conciencia del cambio climático); 3) los contenidos audiovisuales (cierre de cines y beneficio de las plataformas); 4) alimentación (se come en casa); 5) Ciberseguridad (por el aumento de las transacciones online); y 6) la educación (proliferación de cursos online en diferentes niveles)*. Podrían señalarse algunos otros, como evidentemente las farmacéuticas, pero estos son claros. 

Podemos encontrar diferentes listados de este tipo de beneficiados y afectados en este tiempo de pandemia. Los beneficiados pueden variar; los perjudicados, en cambio, son siempre los mismos.

La cuestión que se plantea es que este reequilibrio tiene como víctimas a sectores muy directamente relacionados con nuestro modelo de desarrollo, como en nuestro caso el turismo y la hostelería, obviamente muy perjudicados. En aquellos países muy polarizados en este tipo de sectores, como suele ser todo el Mediterráneo (en Europa y norte de África), la crisis está garantizada. Seguimos viendo en los medios los efectos de un simple viaje de fin de curso a Mallorca, por lo que no hay mucho que explicar para entender el problema de la pandemia y lo que puede durar, con mascarillas o sin ellas. Necesitamos que los británicos, alemanes, etc. vengan como sea para que las cifras cuadren.

Se agrava la situación porque, además, son dos sectores con un enorme porcentaje de temporalidad, de bajos sueldos; empleo de baja calidad, precario. Hace unos días, el diario ABC nos ofrecía un reportaje en los que los dueños de bares, restaurantes y cafeterías se quejaban de que no tenían personal para cubrir las plazas de camareros, cocineros, etc. que necesitaban al llegar el verano. Podemos establecer muchas hipótesis para explicarlo, pero la que se apuntaba en algún momento es razonable: la gente que ha encontrado empleo en otros sectores, da la espalda a uno caracterizado por estar contratando y despidiendo gentes según llueva o haga sol, según sea temporada alta o baja.** Muchas horas, muchas de ellas sin pagar, precariedad, bajos sueldos... Es fácil hablar de "motor de la economía" si estás al otro lado de la barra.  Los que han encontrado sus puestos de trabajo en sectores al alza han dicho adiós al delantal y la bandeja. Y no les falta razón.



Hace mucho ya que España se ha visto como "normalidad" este trasiego de contratos, que ha contagiado hasta a la misma Administración. La estabilidad del empleo es una especie de deseo inalcanzable, una entelequia que solo en algunos lugares se puede dar. Fue la precariedad del empleo una de las causas de la crisis hipotecaria cuando empezó la crisis financiera. La gente no pudo hacer frente a unos pagos a los que la banca se arriesgó obligada a concederlo a personas que no tenían muchas garantías. Los efectos los sabemos. Las casitas del papel del empleo volaron a las primeras de cambio.

La pandemia ha provocado una crisis de otro orden, rompiéndose por los lugares más débiles, que ahora tratan de recuperar un empleo en las mismas condiciones de precariedad que en las dos o tres últimas décadas, cuando se dejó de buscar la estabilidad del empleo y todo se "temporalizó". Con una enorme bolsa de desempleo que apenas se reduce, que  es como un acordeón, las salidas han sido las mismas: turismo y hostelería, con el sector de la construcción sin acabar de escarmentar por lo ocurrido con la burbuja inmobiliaria y a cómo arrastró al país. No hemos acostumbrado a esas coletillas que explican subidas y bajadas del empelo en función de si es junio o si es septiembre, de si son rebajas o precios normales. Lo hemos dado por bueno.



Hace mucho que no tenemos una política de desarrollo con los pies en la realidad, con una visión de conjunto y líneas estratégicas de desarrollo. A ello contribuye mucho el chantaje patronal permanente, que cada vez que se anuncia alguna medida anticipa que supondrá crecimiento de los despidos. El resultado en España (y en otros lugares) es la ampliación de las brechas salariales, donde los que más ganan siguen ganando más, mientras que los que cobran menos ven decrecer sus recursos. Hace unos años se hablaba de "mileuristas" como un escándalo; hoy mucha gente firmaría recibir mil euros mensuales, ya que muchos sueldos están por debajo de esa cantidad.



Pasamos de la España del pluriempleo a la del empleo precario y de temporada sin que nadie se haya molestado en pedir y mucho menos dar una explicación de esta deriva. A las autoridades les gusta dar grandes cifras sobre el crecimiento, pero suelen obviar que ese crecimiento está muy mal repartido.

Somos uno de los países con más autoempleo, con los autónomos, y con microempresas, más que "pequeñas". La única forma de conseguir recursos es autoemplearse, ya que te contraten supone un recorrido por las escalas que van del becario sin sueldo al contratado por unos meses o con contratos de obra sucesivos, eso si se tiene suerte. Nos hemos acostumbrado a esta aberración social y la damos por buena. Las administraciones, como hemos señalado, las practica sin rubor, ¿por qué no lo iban a hacer si en el sector privado es la norma?, se preguntan algunos "funcionarios emprendedores" desde dentro.




El hecho más importante es saber si esos sectores que han crecido con la pandemia van a estabilizarse, crecer o disminuir. El hecho de que los bares no encuentren camareros puede ser una noticia importante si es porque se ha creado empleo en otros sectores (además de los señalados) que puedan ofrecer unas mejores condiciones de sueldo y contratación que las que se les ofrecían. Si tenemos en cuenta que muchos sectores han estado empleando gente sobre cualificada, no sería de extrañar que muchos encontraran empleos mejor cualificados que los que han tenido hasta el momento.

Las grandes cifras esconden demasiadas miserias que conocemos. Puede que despeguen sectores con menos temporalidad, un factor esencial. Pero es importante que se plantee este problema con visión de futuro, ya que —lo estamos viendo— hemos jugado con una generación entera a la que se ha redirigido como consumidores, al gasto continuo, lo que vemos cada día. Les pedimos que gasten, pero no les ofrecemos puestos de trabajo para que ganen para hacerlo.

La retirada de la mascarilla trae nuevas opciones, como vemos. Dentistas, maquilladores, fabricantes y vendedores de cosmética, peluquerías, etc. ven que se les vuelve a abrir el futuro, algo de lo que nos alegramos. En el reportaje de ABC se habla de la supresión de las pruebas de los cosméticos y del desarrollo mediante códigos QR de las pruebas virtuales de cómo sienta un color de labios. Se supone que eso debería quedarse por cuestiones de higiene. Ese sector se ha desarrollado y, con pandemia o sin ella, debe quedarse. Se abre así una línea de futuro. Como este caso, en muchos otros las soluciones pueden ser muy eficaces y merecen quedarse.

Por eso es importante valorar las situaciones y no mantener lo que se ha mostrado poco eficaz, útil o rentable. Volver a situaciones que no eran buenas antes de la pandemia es un error que tiende a consolidar nuestras dependencias y debilidades.



* "Seis sectores a los que ha beneficiado la pandemia" El Independiente 27/03/2021 https://www.elindependiente.com/economia/2021/03/27/seis-sectores-a-los-que-ha-beneficiado-la-pandemia/

** "Problemas para encontrar camareros en restaurantes y bares de toda España" ABC 24/06/2021 https://www.abc.es/espana/abci-problemas-para-encontrar-camareros-restaurantes-y-bares-toda-espana-202106242148_video.html

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