sábado, 12 de junio de 2021

La fábula del burro

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



No sé si es que las noticias de España son tan complicadas que no interesan a nadie más allá de los resultados de la Liga o la Copa, que es el hueco que tenemos asegurado los lunes en casi todos los medios del mundo. Por dejar de interesar, nuestras habituales discusiones, peleas y navajazos traperos, se han convertido en objeto de consumo local y solo alguna que otra simpleza trasciende más allá de los Pirineos, como ha ocurrido estos días con lo del lío de Marruecos, empeñado en que lo suyo es cosa de dos, es decir, en imponer su visión al mundo entero.

Por ello, lejos de la política y del deporte, me ha sorprendido ver esta mañana en La Stampa, el diario italiano, la reproducción de una noticia con origen videográfico en Canal Sur, el canal andaluz, con el siguiente titular "Galileo, l’asino che crede di essere un cane adesso verrà rieducato", donde se nos informa de lo siguiente:

 

Galileo è un asino che crede di essere un cane. L’animale era stato abbandonato a Huelva, un comune spagnolo situato nella comunità autonoma dell'Andalusia, e quando è stato trovato dopo l'abbandono dei suoi precedenti proprietari  è stato accolto nel "Centro Municipal de Acogida de Animales". In questo centro Galileo ha trascorso nove mesi durante i quali è stato curato e accudito dello staff della struttura. “Lo abbiamo curato e riabilitato facendogli anche i vaccini e mettendogli un microchip” hanno detto. In questo luogo l’asino ha vissuto insieme ad altri cani ed è per questo che siccome ha trascorso molto tempo con loro si è convinto di essere un cane anche lui, e ha cominciato ad imitare i loro comportamenti.

[trad. Galileo es un burro que se cree un perro. El animal había sido abandonado en Huelva, municipio español ubicado en la comunidad autónoma de Andalucía, y cuando fue encontrado tras el abandono de sus anteriores dueños, fue acogido en el "Centro Municipal de Acogida de Animales". En este centro Galileo pasó nueve meses durante los cuales fue curado y atendido por el personal de la asociación. "Lo tratamos y rehabilitamos, también le pusimos vacunas y un microchip", dijeron. En este lugar el burro convivía con otros perros y por eso, como pasaba mucho tiempo con ellos, se convenció de que él también era un perro y comenzó a imitar sus comportamientos.]*

 


¡Cómo se lo hubieran pasado Esopo, LaFontaine e Iriarte, fabuladores ellos, con esta historia que tiene mucho de fábula sin necesidad de echarle ingenio; tal cual, funciona bien.

La fábula muestra el comportamiento del burro y demás animales, lo que considero virtud razonable —donde fueres haz lo que vieres— y, a la vez, —para eso están las fábulas— los defectos del ser humano, que son muchos.

Hace tiempo que con esto de la pandemia le dedica uno más tiempo a las noticias, curiosidad que tiene su justo castigo ante el espectáculo poco ejemplar que reflejan. Ver noticias es sufrir, no por lo que son sino por lo que representan. Por saluda mental huyes a territorios gastronómicos —suele haber paz, a menos que haya dos cocinantes— o sobre el mundo animal, que te acaba pareciendo más próximo.

Estos últimos suelen ser programas muy interesantes y que hacen salir cierta melancolía evolutiva por las muchas cosas que hemos dejado por el camino y las pesadas cargas que nos hemos echado a las espaldas. Una de las consecuencias que saca uno con más frecuencia es que todo nuestra civilización construida sobre el verbo "ser" tiene mucho de ficción equívoca e interesada, que con esto del "ser" hemos perdido de vista nuestra plasticidad natural convirtiéndonos en seres rígidos, por una parte; por otra, hemos transferido nuestra rigidez al mundo exterior encerrándolo todo en nuestras definiciones, verdaderas cárceles de la realidad, incluido este último concepto. Lo "real" es lo que vemos, pensamos y sentimos, que hacemos extensivo o exclusivo —según convenga— a los demás.



En términos de la fábula de Galileo (¡vaya nombre para un burro, una vez que hemos decidido que un burro es un "burro"!), se le está sometiendo a un ejercicio de "reconstrucción", una vez que se ha decidido que "no es un perro". ¿Qué nos molestaba a nosotros la felicidad de Galileo con sus colegas perros, si a ellos no les importaba? Tampoco los perros "son" perros. Ahora que está tan de moda la "crisis de las identidades", la redefinición de todo lo que se nos ocurra, ¿por qué someter a ese proceso de "reeducación" al feliz Galileo?

La explicación la encontramos no en el texto italiano, que solo hablaba de curioso equívoco en el que había encontrado la felicidad, sino en el vídeo de Canal Sur donde se nos explica que el destino de la reeducación es convertirle en "burro bombero", en fin, lo que los humanos llamaríamos un destino aplicado.

No han nacido los burros para ser dueños de su destino, sino que deben esperar pacientemente a que nosotros los humanos los dediquemos a algo, redimiéndolos así de su destino animal que solo es extinguirse o ser útil al hombre.

La explicación que cierra la información de La Stampa tiene un fondo orwelliano, como toda esta fábula:

 

Adesso Galileo è stato affidato all’Associazione El Burrito Feliz. «Qui l’animale potrà stare con altri asini, capire la sua vera identità e natura e  dimenticare il suo passato 'da cane' grazie a un percorso di rieducazione».

[trad. Ahora Galileo ha sido confiado a la Asociación El Burrito Feliz. Aquí el animal podrá quedarse con otros burros, comprender su verdadera identidad y naturaleza y olvidar su pasado 'como perro' gracias a un programa de reeducación ”.]

 


¿"Burrito Feliz"? ¿"Comprender su verdadera identidad y naturaleza"? ¿Es "su verdadera identidad" la de "bombero"? ¡Pobre Galileo, del que ya tomaron posesión los humanos llamándolo "Galileo" y definiendo qué debe ser un "auténtico" burro! En burros, como en tantas otras cosas, los humanos tenemos la primera y la última palabra.

Debo advertir que tanta contemplación televisiva de animales y dueños, de gente que elige perros a medida a esto del burro bombero, me ha hecho especialmente sensible a este tipo de manipulación del destino animal, y ponerme de su lado más que del de unos "amos" caprichosos e incongruentes las más de las veces. ¿Qué mal hacia a nadie Galileo feliz?, me pregunto, ¡si hasta los perros le habían aceptado en sus juegos y paseos, uno más de la manada!



Pero no nos basta querer elegir tu propio destino, sino que tienes que marcárselo a los demás, a todo el que se ponga por delante, humano, bestia, vegetal o mineral. Quizá algún día Galileo sea declarado "bombero del año" por alguna asociación humana en reconocimiento de los servicios prestados escalando empinadas laderas incendiadas, atravesando bosques en llamas con riesgo de salir chamuscado. En su nueva identidad de bombero, convenientemente reeducado, todo tendrá sentido para él. 

El reportaje de Canal Sur comenzaba con un "¡Casi me muerde!" del responsable de El Burrito Feliz y terminaba con una pregunta dirigida al espectador, "¿Ladra o rebuzna?", a cargo del mismo responsable de la felicidad de los burros que pasan por sus manos. Tras la terapia, ni morderá ni ladrará; habrá alcanzado su verdadero ser.

¡Los asnos se creen cualquier cosa!, nos dicen. ¡No trivialicemos! ¿No seremos nosotros los que nos creemos cualquier cosa con este férreo convencimiento que nos da el verbo "ser"?

Pero estoy seguro que, en esta fábula que planteo, habrá un destello triste en su mirada al echar de menos la época en que era un perro feliz, aceptado, perfectamente adaptado a lo que le rodeaba. Cuando finalmente Galileo sea llamado al otro mundo (un mundo, espero, sin tantas etiquetas), pasarán en un instante ante su mente, como un destello, las vidas que vivió, una de ellas como perro.

 


* Cristina Insalaco "Galileo, l’asino che crede di essere un cane adesso verrà rieducato" La Stampa 11/06/2021 https://www.lastampa.it/la-zampa/altri-animali/2021/06/11/news/galileo-l-asino-che-crede-di-essere-un-cane-adesso-verra-rieducato-1.40377355

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