domingo, 13 de junio de 2021

El liderazgo norteamericano y las fronteras

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La sombra de Trump es alargada. No está ya en la Casa Blanca, pero la inercia de las acciones en su mandato se mantiene mientras estas no se detengan por parte de la nueva administración. En estos días hemos tratado en diversas ocasiones el problema del "liderazgo norteamericano" y de su conexión con "su intereses", donde ese "su" es de oscura identificación porque obedece en ocasiones a posiciones geoestratégicas para controlar zonas, crear lazos clientelares, vigilar a otras potencias y, en especial, los intereses de la industria norteamericana, en especial, la de orden militar.

En estos días se ha producido el choque de Marruecos con España a cuenta de la atención médica del líder del Frente Polisario en nuestro país a petición de Argelia, una cuestión claramente humanitaria por más que fuera tomada por Marruecos como una especie de ataque, lo que dice mucho de su percepción de la política y de la vida humana, algo que también se reflejaría en su actuación en Ceuta, lanzando a ciudadanos marroquíes, muchos de ellos niños, al agua abriendo de par en par sus fronteras. Marruecos ha mostrado con ello el tradicional desprecio existente hacia su propio pueblo en la mayoría de las monarquías de la zona. No es la primera vez que lo hacen y no será la última, desgraciadamente. Lo que ha hecho, además de mostrar este desprecio, dejar al descubierto la desesperación del pueblo que se ve en la miseria por la indiferencia codiciosa de sus gobernantes. De esto hemos tratado ya y ha quedado claro en la condena europea a estas prácticas despectivas, características de visiones absolutistas-religiosas. La prohibición a que los marroquíes puedan regresar a su casa a través de España y que tengan que hacerlo a través de Francia o Italia no deja de ser una nueva muestra de ese desprecio hacia su pueblo, que es el que pagará sus consecuencias en días de viaje, aumento del gasto, etc. Esto, como señalamos, no solo es un indicador de la soberbia e indiferencia del gobierno de Marruecos, que crea más rechazo a sus políticas.



El intento de convertirlo en un problema bilateral, es decir, tratar de evitar la condena europea y la advertencia conjunta de la Unión, demuestra una vez más el error de cálculo. Por mucho que se empeñen, Ceuta y Melilla forman parte de la Unión y marcan sus fronteras.

Pero lo que está sobre la mesa ahora —y nos trae Beatriz Navarro, la corresponsal de La Vanguardia en Washington— son sus relaciones con los Estados Unidos, algo que sin duda ha estado presente en el ánimo de Rabat en la situación creada. Las alianzas militares y políticas de Estados Unidos y Marruecos deben mucho a los manejos de Trump. Nos informa Beatriz Navarro: 


Sobre el papel, nada ha cambiado respecto a las promesas que Estados Unidos hizo a Marruecos durante la recta final del mandato de Donald Trump a cambio de la normalización de sus relaciones con Israel. Pero la realidad de puertas adentro es que el apoyo de Washington a Rabat tiene muchas más fisuras de las que puede parecer.

La comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, mantiene bloqueadas desde hace varios meses dos iniciativas clave contenidas en el acuerdo por el que Marruecos vio súbitamente realizada su vieja aspiración del reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental: la apertura de un consulado estadounidense en el disputado territorio, subordinado a Rabat, y la venta de drones armados MQ-9B al reino alauí, según han confirmado a La Vanguardia fuentes del Congreso.

A pesar del apoyo general del Capitolio a los acuerdos de Abraham impulsados por Trump entre Israel y diferentes países árabes, el carácter transaccional de muchos de estos pactos, acompañados a menudo de ventas de armas, causó inquietud desde el primer momento entre los legisladores. Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, ese malestar se tradujo en acciones concretas en el caso de Marruecos para tratar de mitigar sus consecuencias.*


 

La jugada de Trump con Marruecos es una repetición de otras dejando al descubierto sin manera de ver el mundo y, especialmente, el "liderazgo" norteamericano. Hace tiempo que comentamos aquí lo que parecía ser un patrón de actuaciones: crea un conflicto que provoque inseguridad y luego vende armas. Lo que iba a ser "el acuerdo del siglo" para Oriente Medio se tradujo en un aumento de la violencia en la zona y un aumento paralelo de la venta de armas.

La apertura del consulado, como ocurrió en Israel con el traslado a Jerusalén, ha creado un clima de violencia y desencuentro que acaba, pasado un tiempo, en la situación que hemos vivido en Palestina, una verdadera guerra, cuando se bendicen las ocupaciones de colonos israelíes sacando de sus casas a los palestinos. Todo eso es posible porque unos y otros se sienten respaldados en sus acciones por el líder supremo mundial, los Estados Unidos.

Hace unos días señalábamos que esa idea tan norteamericana de que el mundo debe borrar lo anterior cada vez que hay un cambio en la Casa Blanca es errónea e injustificable. El conflicto existente en las cámaras norteamericanas para reducir los efectos de Trump en el caso del Sahara lo muestran con claridad. El daño hecho por Trump es grande y el provecho que el gobierno de Marruecos le quiere sacar a sus acuerdos, que afectan a terceros, también se pone sobre la mesa como amenaza.



El liderazgo norteamericano no es tal si no es transparente ni ecuánime; si responde a los intereses propios (incluidos la venta de armas), la confianza se reduce a cero. Y esto no es solo cuestión de Trump. Muchos problemas empezaron con las indecisiones de Obama en Oriente Medio, con su falta de apoyo a los pueblos que se levantaron, creando una inestabilidad enorme. No había por Oriente Medio personaje más odiado que Hillary Clinton, entonces Secretaria de Estado y que se salió del mapa político para no desgastar sus posibilidades de suceden a Barack Obama, algo que no le sirvió de mucho, como sabemos.

Pero el daño estaba hecho, especialmente en la desconfianza generada contra Estados Unidos por parte de los perjudicados, los demócratas de la zona, dejando el asunto en manos de islamistas (los únicos organizados) y gobiernos corruptos y autoritarios. Obama se equivocó y todavía (y por mucho tiempo) se padecerán las consecuencias de la Primavera Árabe, un movimiento frustrado en su deseo de librarse de dictadores. Pero Trump mostró que es divertido bailar la danza de la espada con autócratas y abrazar dictadores implacables, todo en nombre de esos "intereses norteamericanos", que se les puede vender armas para que repriman a sus pueblos y así seguir haciendo negocios con ellos.



El artículo de La Vanguardia se cierra con la situación actual de bloque a los acuerdos con Marruecos:

 

En febrero, 27 senadores escribieron una carta al presidente Biden en la que le piden explícitamente que revoquen el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Entre los firmantes había no solo demócratas sino también republicanos.

El Departamento de Estado expresó esta semana su incomodidad con la percepción de que existe continuidad respecto a las políticas de la anterior administración en la región del Magreb y Oriente Medio en general. Existen “algunas diferencias importantes y muy profundas”, dijo su portavoz, Ned Price, a preguntas de este diario. En estos momentos, se están produciendo “consultas privadas entre las partes sobre cómo frenar la violencia y llegar a una solución duradera”, señaló.

La insistencia en una solución negociada entre las partes supone, en la práctica, desmarcarse de la proclamación de Trump, un giro histórico en la posición de EE.UU. que no obstante ningún otro país del mundo siguió. La comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso ha pedido al Departamento de Estado que le informe antes de julio sobre la marcha de los contactos en el marco de las Naciones Unidas para reactivar las negociaciones. “Existe preocupación por el impacto de las políticas de Donald Trump y estamos activamente implicados con el presidente Joe Biden de cara a próximos pasos”, dicen a La Vanguardia fuentes del Congreso.*

 

La estrategia de Marruecos —absolutamente prepotente e ingenua— no sirve de mucho en un conflicto que siempre se ha encontrado con el uso de la fuerza y el "apoyo de la amistad" estableciendo acuerdos con aquellos que puedan frenar las respuestas a sus acciones bilaterales. La política marroquí, la de sus estrategas, no da más de sí. Se basa en rabietas y en un infantil sentido de la realidad, solo es real lo que le beneficia.



En las recientes maniobras militares conjuntas con los Estados Unidos, estos no se dejaron arrastrar a realizar ejercicio en zonas en disputa, las ocupadas, para lograr así un segundo reconocimiento de facto.

Pero regresemos de nuevo a la cuestión del liderazgo. La percepción de Marruecos de que siendo aliado de Estados Unidos puede hacer lo que quiere no es única. En la zona, muchas veces se apela a ella, creando un sentido antinorteamericano cuyas bases son la falta de congruencia y las relaciones militares que permitan ampliar el control y vigilancia del mundo allí donde consideren necesario hacerlo y la compra de materiales militares.



Los demás aprenden. La situación de críticas políticas a Egipto, por ejemplo, se saldan con la compra de material militar a Francia e Italia, con quienes tiene conflictos directos, como es el caso del secuestro, tortura y asesinato del estudiante italiano Giulio Regeni. Arabia Saudí puede secuestrar, torturar y descuartizar al periodista saudí Jamal Khashoggi en su consulado en Turquía, porque se sabe que su príncipe heredero, el responsable máximo, será recibido sin problemas en la Casa Blanca. Nada que unas buenas compras de armas no pueda arreglar.

A esto no se le puede llamar "liderazgo", evidentemente. La frase "¡Estados Unidos ha regresado!", muy querida por Biden, no es más que una ingenuidad que toma a los demás por tontos. Estados Unidos no se fue nunca, pues hizo lo que quiso en solitario, sino que se cerró a los otros despreciando las reuniones de los distintos G en marcha. En la mentalidad de Trump, Estados Unidos no debía perder el tiempo negociando con nadie. Si tienes el poder, hay que usarlo. Esa era su mentalidad y su forma de actuar.

Ahora esas muestras de poder de la era Trump invaden el espacio de Biden, algunas —como lo que ocurre con el cerco a China— ampliamente aceptadas. Lo que se consigue no es lo que se pretende. Las dudas de Obama contribuyeron a que se formen unidades de apoyo, lo que hizo a Putin un amigo más confiable que los Estados Unidos. Son las acciones norteamericanas las que obligan a ir en una dirección u otra. De esta forma, aumenta la influencia de países como Irán en lugares como Iberoamérica.



No solo se trata de lo militar, pues los efectos de la pandemia han servido para dividir más el mundo y crear desesperación absoluta en zonas del mundo que siguieron ejemplo norteamericano de Trump, como Brasil. Hoy, Iberoamérica es un polvorín político y sanitario, con ambas cuestiones actuando sobre la violencia y la desesperación. No le va a la zaga Palestina, donde la política israelí de Netanyahu contó con el apoyo y camaradería de Trump.

Por eso, la conversión de la frontera euro-marroquí en un lugar de conflictos tiene que frenarse. Son muchas las circunstancias, pero es cierto que el apoyo norteamericano a Rabat —que como bien se señalaba, nadie siguió con Trump— ha sido decisivo en el desarrollo de esta crisis que, lejos de cerrarse, acabará buscando nuevas formas de conflicto en las que manifestarse. Así nos lo muestra la tradición de conflictos con Marruecos y sus manejos en las fronteras, tanto del Sahara como con España.

 


* Sara Navarro "El Congreso de EE.UU. frena las promesas de Trump a Marruecos" La Vanguardia 13/06/2021https://www.lavanguardia.com/politica/20210613/7525621/marruecos-eeuu-apoyo-trump-biden-relaciones.html


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