martes, 22 de junio de 2021

Olvidar lo justo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



A los humanos nos gusta pensar en el futuro y lo hacemos con la ilusión del control, de que realmente podemos controlarlo. Es posible que esa capacidad de pensar más allá del momento sea lo que nos ha hecho llegar hasta aquí, evolutivamente hablando. Somos el futuro imprevisible de muchos momentos anteriores. Probablemente, sean muy pocos los que nos imaginaron así.

Los efectos de la pandemia en todo el mundo no solo han cambiado el presente que vivimos de manera radical sino que nos obligan a repensar nuestros posible futuros partiendo de lo que ahora tenemos. No creo que nuestros futuros anteriores nos sirvan hoy de mucho, lo que ha provocado un intenso debate sobre cómo imaginarlo.

Desde que comenzó la pandemia se han visto nuestras dos tendencias: aquella que aboga por volver a una normalidad que es una restitución improbable del pasado del que fuimos desalojado por la pandemia; por otro lado, están los intentos de definir un futuro posible, algo difícil ante la gran cantidad de cosas que han cambiado en nuestras vidas, muchas de ellas impensadas todavía, pero que irán surgiendo cuando la tormenta se vaya asentado y podamos hacer la evaluación real de daños y cuáles son las cosas que quedan en pie, cuáles son los restos aprovechables y qué hay que inventar para seguir adelante.

Están también los que son conscientes de que esta pandemia ha creado en muchos lugares una brecha honda por las respuestas o faltas de respuestas dadas, que esto no es olvidable inmediatamente y que tiene una serie de secuelas de muy diversos tipos.



En la CNN, el analista político Stephen Collinson ocupa el lugar preferencial de la página con un gran titular en dos tiempos, "America may never be the same after Covid" seguido en el interior de "The pandemic wrought a new America". Ambos titulares abordan desde perspectivas distintas la situación. El primero es una advertencia a los nostálgicos: el pasado no volverá, no hay regreso porque se han destruido demasiadas cosas. El segundo es de corte realista, constatando que los USA de hoy no eran los esperados desde un pasado pre pandémico, un pasado al que el futuro le llegó de forma inesperada.



Que el pasado no pueda volver no es necesariamente pesimista; eso sería una ingenuidad, idealizarlo, y la situación de los Estados Unidos no era precisamente la mejor, pese a lo que Trump dijera (o quizá por lo que Trump decía). La llegada de Biden a la Casa Blanca, indudablemente, ha supuesto un cambio respecto a los efectos demoledores —las peores cifras de muertos y contagiados— del coronavirus. Como en el Brasil de Jair Bolsonaro, la pandemia se ha cobrado más víctimas de las que debería por la negligencia obcecada de los dirigentes. Con Biden, al menos, se vacunan. Pero eso es solo una parte del cambio producido.

Escribe Collinson en su artículo:

 

Things are demonstrably better. A 300 million vaccine effort gave many their lives back and a once-apocalyptic jobs crisis is much improved. A new presidency has restored science to its rightful place. The more than 600,000 dead are honored, not ignored. And the most important antidote in a national crisis -- truth -- has made a White House comeback.

But hopes of a sudden transition to a new and carefree "Roaring 20s" are elusive. It's becoming clear that a shock-and-awe pandemic changed society in unanticipated ways that may take many years to play out. An emerging scenario, for instance, of a nation divided by Covid -- between vaccinated Democratic states and skeptical and sickened conservative bastions -- is deepening an already bitter political estrangement.*




Las heridas del coronavirus no son cosas del pasado. Conforme vaya pasando el tiempo, la tranquilidad para pensar en qué ha ocurrido realmente no va a ignorar los problemas, sino quizá agravarlos. ¿Es posible esa división de los estados que Stephen Collinson prevé? ¿Es posible que Estados Unidos introduzca una nueva barrera divisoria entre estados vacunados y estados enfermos en rebeldía? Los indicadores de las medidas tomadas por algunos estados muestran que el coronavirus sigue siendo un conflicto ideológico por parte de los republicanos y de los subgrupos radicales que ahora les integran. ¿Es posible tanta obcecación? El tiempo lo dirá, pero como Collinson, muchos son pesimistas. Lo que sí sabemos es que esos 600.000 muertos hasta el momento van a estar pesando como los de una guerra civil.

El comentarista pasa repaso a fenómenos que regresan ante la retirada del coronavirus. No toda la normalidad es buena: la violencia de los tiroteos callejeros ha vuelto a su propia "normalidad", con unos números que parecen querer recuperar el tiempo perdido. Los espacios que quedan libres en las UCI por los contagiados son ocupados de nuevo por las víctimas de los tiroteos.


Son efectos similares a los que percibimos nosotros aquí con las cifras disparadas de crímenes machistas. La "normalidad" no implica muchas veces positividad, sino solo frecuencia. Las explicaciones quedan para psicólogo y sociólogos; a nosotros nos quedan las cifras, las historias, los casos.

Collinson advierte que hay signos en diversos sectores —la violencia, la vida económica, los hoteles y el turismo— sobre cambios. La violencia se dispara; en la economía se siente la incertidumbre y los hoteles no están como se esperaba. Son tres campos diferentes, pero lo importante es que su comportamiento no es el previsto. ¿Cuánto duraran los efectos? Todo esta interconectado y los efectos sistémicos requieren comprender los problemas más allá de los gestos con los que queremos ingenuamente conjurar la realidad.

El artículo de Collinson es una advertencia, un aviso de que el mundo al que vamos va a tener muchos más cambios de los que pensamos, que la idea de "normalidad" como vuelta al pasado es solo una ingenuidad. Nos guste o no, muchas cosas tendrán que ser distintas. Con ellas haremos esa normalidad construida con nuevos y necesarios hábitos, nuevas rutinas y olvido de las viejas.

Olvidar lo que ha ocurrido tiene un límite. Pero necesitamos imaginar nuevos futuros factibles, adaptados a lo que la pandemia nos ha hecho o desvelado. Imaginar una fantasía sobre un mundo nuevo e igual al anterior puede ser un ejercicio inútil y peligroso. Olvidar lo justo para no caer en los mismos errores.

 


* Stephen Collinson "The pandemic wrought a new America" CNN /06/2021 https://edition.cnn.com/2021/06/22/politics/the-pandemic-has-changed-america/index.html

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