martes, 23 de marzo de 2021

La memoria de Nawal (y los interesados en borrarla)

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Fue poco después de publicar el artículo de ayer sobre la figura de la fallecida el domingo Nawal El-Saadawi cuando recibí las primeras noticias. Como de costumbre, mando directamente el enlace a través de Facebook a las personas que sé que están interesadas en el tema del día.

Esta vez apenas mandarlo tuve una primera reacción que no esperaba encontrarme. Mientras la prensa mundial consideraba a Nawal El-Saadawi como una gran figura egipcia, la "Simone de Beauvoir egipcia" como algunos medios titularon, la situación de las redes sociales egipcias era otra muy distinta.

Por haber publicado "que en paz descanse" en su página de Facebook, mi amiga egipcia había recibido una avalancha de insultos y amenazas. Esto es parte de lo que me dijo a primera hora de la mañana del lunes:

 

Muchísimas gracias por escribirlo

Madre mía la cantidad de gente q me insulta y me llama infiel por el post q compartí

Asco me da todo ya

Porque dije q se descanse en paz

Y me dicen ella es infiel

Se va al infierno

Y tú tmb por defenderla

Y por difundir semejante idea

A ella se le desea ir al infierno y alegrarse por su muerte

No me lo puedo creer q somos tan ignorantes

Tan machistas y tan prepotentes

 

Estuvimos hablando casi una hora. La vi muy baja de moral porque es duro ver las reacciones de una sociedad, la tuya, cada vez más reaccionaria, enfebrecida por la mayor herramienta de control social creada hasta la fecha, las redes sociales.



Hemos tratado esta cuestión recientemente por motivos parecidos. El pensamiento radical y, en este caso, reaccionario usa las redes sociales como forma de presión para evitar que surja cualquier brote de disidencia. Se trata de crear un miedo atroz a ser puesto en el punto de mira. Cuando ataca a la persona que lo publicó se cubría un doble objetivo: el vilipendiarla obviamente, pero sobre todo el ataque ejemplarizante, el que cualquiera comprenda a qué se arriesga cuando hace visibles ciertas ideas que no les gustan.

Mi amiga me decía: "me han mandado mensajes incluso gente que me dice 'estoy de acuerdo contigo, pero no puedo ponerlo públicamente". El miedo a recibir el mismo tratamiento es demasiado grande en una sociedad en la que esa imagen pública es moneda de intercambio.

Recordemos que ha sido una práctica de la policía egipcia, cuando "se le moría" algún detenido en comisaría amenazar a la familia con decir que había sido detenido por homosexual tratando así que, ante el riesgo de difamación, los familiares se queden con el dolor y no se arriesguen a la vergüenza social de ser señalados de esta manera. Hemos tratado algún caso de este tipo en el pasado y es lo que se intentó sin éxito en el caso del secuestro, tortura y asesinato del estudiante italiano Giulio Regeni, por citar un caso célebre y todavía sobre la mesa, con el estado egipcio como responsable en el juicio en Italia.

La sociedad egipcia, bajo Al-Sisi, se ha vuelto absolutamente reaccionaria. La hipocresía social exige una imagen oficial acorde con lo más reaccionario del pensamiento islamista que se ha convertido en la doctrina oficial pese a las apariencias. El gobierno mantiene hacia el exterior una ilusión de liberalidad, de contención del radicalismo religioso. Es todo lo contrario. A lo que se asiste es precisamente a la extensión de una forma de pensamiento ultra conservador, tradicionalista, que simplemente es dirigido doblemente desde el estado y desde las bases sociales de los bien organizados grupos salafistas e islámicos. Fuera están los Hermanos Musulmanes, pero dentro han quedado sus bases sociales islamistas, el islamismo sociológico, que actúa ejerciendo la dictadura social a través de la identificación de las fuentes de discrepancia, que identifica como fuentes de desorden.



Cualquier pensamiento de progreso ya sea en la acción política y, especialmente, en la referida a las acciones igualitarias, son frenadas mediante los ataques en las redes sociales. Recordemos que la ley egipcia se modificó para considerar "medios" a las páginas o los blogs, ejerciendo de esta forma una acción de presión de arriba abajo, a la vez que se produce la acción de presión sobre las manifestaciones virtuales mediante ataques. El gobierno es perfectamente consciente de que sus enemigos no son los ultraconservadores y retrógrados, sino los progresistas con una agenda de cambio que le afecta directamente. Es una astuta maniobra de tenaza donde puede jugar un papel liberal cuando no tiene otro remedio o le interesa hacer propaganda, pero en la que sus socios tácitos —salafistas y tradicionalistas islámicos— les hacen el trabajo de acoso social.

A las 8 de la tarde, me entraron los siguientes mensajes de mi amiga egipcia:

 

Joaquín

Desactivé mi cuenta de Facebook temporalmente

No aguanto más

Necesito relajarme y alejarme de esa sociedad enfermiza

Me están bombardeando a tope

 

El acoso era ya insoportable. Un insulto llama a otros y así sucesivamente hasta hacer desaparecer la página que les molesta.

Los mensajes, según me explicó en nuestra conversación en la mañana, celebraban la muerte de Nawal El-Saadawi, celebraban su envío al infierno por infiel, y advertían que ella iría a reunirse con la fallecida en el mismo lugar. La acusaban de "no ya ser egipcia", daban por descontado que por haber lamentado la muerte de El-Saadawi "tenía que ser una prostituta", una mujer depravada que solo merecía el desprecio. Esto solo era una parte lo que tuvo que aguantar en ese día de ayer, insoportablemente largo y que le llevó finalmente a desactivar su cuenta.

Los energúmenos radicales, los muy piadosos, habían mandado un mensaje contra su cuenta de Facebook acusándola de "incitación al odio". Los responsables de Facebook revisaron su página y se dieron cuenta del engaño dejando la página intacta.



Esto nos da una cierta idea sobre la situación del feminismo egipcio, pionero en el mundo árabe, en donde muchas mujeres tienen que luchar para intentar frenar la ola retrógrada que está sacudiendo muchas sociedades. Los argumentos en Egipto han ido contra las mujeres discrepantes responsabilizándolas de los desastres de su propio y profundo sentido patriarcal. Si el número de divorcios aumenta, es por culpa de la mujer y no de los matrimonios arreglados por las familias, en descenso de edades; la culpa no es de los matrimonios infantiles que solo se legalizan cuando han llegado a la edad permisible, por ejemplo. El velo se impone cada vez más niñas para evitar que surja en ellas la tentación de no ponérselo o quitárselo en el futuro. El modelo patriarcal no es solo "masculino", implica una estructura familiar, por lo que las mujeres juegan un rol específico en él. Una de sus funciones esenciales es la formación de las hijas en la aceptación del modelo patriarcal. Por ello no tiene nada de extraño que muchas mujeres lo defiendan. El problema es que ese modelo es intransigente y obliga a aceptarlo como una verdad divina o natural, como comentábamos ayer. "¡Muchas son mujeres!, me decía al contarme los insultos. Es una parte importante de la estrategia para hacer sentir a las mujeres que no se acomodan al modelo y exigen la igualdad, enfrentarlas a las "mujeres modélicas", las que muestran y reproducen el sistema jerarquizado patriarcal. Cuando los islamistas y salafistas ganaron las elecciones que llevaron a Mohamed Morsi al poder, entraron cuatro diputadas en el parlamento. Cuando se les preguntó sobre los ataques y violaciones a las mujeres respondieron que eso les pasaba por estar donde no debían, que una buena mujer está en casa o a cubierto con su marido.



El odio a Nawal El-Saadawi en su propia tierra, donde fue encarcelada como recordábamos ayer, es precisamente el odio de la impotencia, de no haber podido doblegar un espíritu rebelde que no separaba la política de las mujeres de la política general, la de las libertades. Egipto es uno de esos países en donde sorprende ver la adoración faraónica a sus dictadores, la "sisimanía", el besar los retratos del presidente en plena calle para que todos vean ese amor profundo que se tiene al que te pisa y humilla cada día. Nawal representa lo contrario, la denuncia de esa situación, algo que les resulta intolerable y máxime viniendo de una mujer. El-Saadawi es la demostración de una forma de cobardía colectiva que necesita enterrar a sus rebeldes, acusarlos de traidores, de infieles, de apátridas, envolverlos en los velos de la difamación para que pierdan cualquier atractivo a los ojos de los que dudan de la perfección de un sistema que les oprime y del que hay que tratar de evitar, como sea, que sean conscientes de la gran farsa en que se vive. Recordaba con mi amiga la primera salida de al-Sisi a la ONU y las peticiones babosas de muchos rogándole que no saliera de porque los demás países, envidiosos de Egipto, querrían "quedarse con el mejor presidente de la historia". ¡Hasta tal extremo de servilismo llegan muchos! Saben que es la adulación lo que abre las puertas y la sumisión lo que garantiza a los favorecidos seguir manteniendo sus privilegios.



Por eso, una mujer que hablaba tan claro como Nawal El-Saadawi, que era insobornable era intolerable en un régimen que se basa en lo contrario. Ella representa el elemento "satánico" que está en la religión monoteísta patriarcal referido a la mujer. La propia El-Saadawi lo explicaba con claridad y rotundidad: 

 

El islam heredó la antigua concepción sobre Eva y las mujeres, consideradas fieles seguidoras de Satán, en cuyos cuerpos habitaba el demonio. Un dicho árabe muy popular dice: “Siempre que se encuentran un hombre y una mujer, el tercero es Satán”. Mahoma, el Profeta, a pesar de su amor y comprensión por las mujeres advierte que: “Después de que me haya ido, no habrá mayor peligro que amenace la nación y que pueda crear un estado de anarquía que las mujeres”.

Esta actitud hacia las mujeres ha dominado todo el pensamiento islámico. Y la mujer sigue siendo un peligro potencial para el hombre y la sociedad por su poder de seducción o fitna.

El hombre, frente a esta seducción, se encontraba indefenso, sin capacidad de resistencia. Aunque estas ideas no eran nuevas, adquirieron gran relevancia en la teología islámica, y los ahadith (hechos y dichos del Profeta) las reforzaron. Así pues, la sociedad árabe concibió a la mujer como una amenaza y, en consecuencia, la única forma que tenía de combatirla era aislándola en la casa, donde no pudiera tener contacto ni con unos ni con otros. Si por alguna razón se veía obligada a salir del recinto de su prisión, había que tomar todo tipo de precauciones para que nadie pudiera ni siquiera intuir sus encantos. Por ello iba siempre envuelta en velos y largos vestidos, como si de un material explosivo y bien empaquetado se tratara. En algunas sociedades árabes, esta obsesión por ocultar el cuerpo de la mujer llegó a un punto tal que se extendió la creencia de que si, por descuido, mostraba durante un segundo un dedo de la mano o del pie, la sociedad se vería bajo una amenaza potencial de fitna que podría llevar a la anarquía, a la sublevación, a la rebelión y a la destrucción total del orden establecido.

Así es como el islam planteó a sus filósofos y teólogos dos cuestiones contradictorias y, en términos de lógica, mutuamente excluyentes: 1. El sexo es uno de los placeres y atractivos de la vida. 2. Sucumbir al placer sexual traerá consigo la crisis, la desintegración y la anarquía social (la fitna). (La cara desnuda de la mujer árabe 1977)

 


¡"El tercero es Satán"! La mujer debe ser vigilada, controlada, censurada. Esa es la base del orden patriarcal y, por ello, de la sociedad egipcia, profundamente patriarcal. Ella es la culpable de los divorcios, de la destrucción de las familias, de las guerras, de todo el mal que hay en el mundo. Niega la estabilidad, la paz, la armonía... guiada por su naturaleza perversa. El buen rollo de colegas entre Dios y el Hombre fue echado a perder por la Mujer. ¡Siempre dando la nota!

La descripción hecha por El-Saadawi tiene esa claridad que la caracteriza. Es como un escalpelo diseccionando el mundo bajo sus pies. Los insultos contra Nawal El-Saadawi y contra cualquiera que lamente su muerte están garantizados. Buscan, como señalamos anteriormente, la creación de miedo, de terror a manifestarse en favor de los derechos de las mujeres. Hemos visto el caso de la retirada de Turquía. De nuevo se les responsabiliza de los problemas sociales; es su desobediencia la que los provoca.

El "feminismo", además es una forma occidental, un veneno que se les introduce para la destrucción del islam desde dentro. Se mezcla el nacionalismo, que se reislamiza, con la mujer, que es apátrida porque nada quiere más que a sí misma. La mujer, por el contrario, tiende a hacer causa común más allá de las fronteras porque es dentro de ellas donde encuentra el sistema que la oprime. La causa de las mujeres es de todas las mujeres y eso no casa bien con algunas teorías islámico nacionalistas, que son las que florecen en países como Egipto o Turquía, rivales que comparten los mismos principios.

La causa del feminismo en los países musulmanes pasa por un momento difícil porque, como señalaba El-Saadawi, no se puede separar de la política, que está en franco retroceso en gran parte del mundo. Los nuevos populismos son los viejos reaccionarios tecnificados, dotados de sistema de presión y vigilancia, de promoción intensa de sus ideas y de acoso a los contrarios.



El gobierno egipcio tiene sus propios sistemas de vigilancia de las redes y disfruta viendo cómo aquellos que les critican por una causa u otra son atacados, insultados y, si pueden, silenciados. Es trabajo que se ahorran.

Pero hay que evitar que esto ocurra y amplificar difundiendo la lucha que se quiere reducir porque, salvo algunos casos, el mundo responde con silencio, indiferencia o trivialidad.

Todo ello es la confirmación, le decía a mi amiga, de que Nawal tenía razón, que no estaba equivocada en su diagnóstico. Ella ha fallecido con su labor hecha; llegó hasta donde pudo luchando con todas sus fuerzas, incansable, luchadora. Ahora la tarea es recargarse de fuerza y seguir actuando a la vez que se lanza al mundo su mensaje. Contra el silencio, la palabra.

Mi amiga, advierto, no salió vencida, sino con más ganas que nunca de difundir el mensaje de Nawal El-Saadawi. Así sea.



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