Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es muy
importante comunicar bien sobre las vacunas y sus efectos. Las extrañas
políticas comunicativas de los medios, es manía de vender optimismo a cualquier
precio más que responsabilidad, hace que mucha gente esté pensando en
"vacunas milagrosas", en que te pinchen... ¡y a vivir la vida! Con el
pinchazo se acaban los problemas, piensan; pero la amplitud y novedad de la
pandemia hace que no todo sea tan fácil y liberador como se pensaba y vendía
bajo la expresión de "esperanza".
Conforme
van aumentando las vacunaciones, pese a su ritmo lento, empieza a ser
preocupante para muchos la sensación que se está transmitiendo, que se combina
peligrosamente con lo que la gente quiere entender, ya sea por ingenuidad,
ignorancia o deseo incontrolado de salir de una vez de esta situación. Es
importante gestionar correctamente la información sobre los efectos de las
vacunas y sobre su funcionamiento.
La
información que se está dando sobre sus efectos en residencias de ancianos,
hablando de la reducción de muertes más allá del 90%, es engañosa si se
extrapola a las vacunaciones en el exterior. Las vacunaciones en residencias
tienen algo que las hace, desde el punto de vista de su eficacia, totalmente
diferentes: se vacuna a todos, algo que no ocurre en el exterior, donde unos
(muy pocos) están vacunados y otros (muchísimos más) no lo están. La vacuna
actúa sobre el organismo permitiéndole controlar el virus, sí, pero eso no
significa en absoluto que se deje de infectar a los otros, a los que nos
rodean. Por eso, conforme aumentan las vacunaciones es esencial que el vacunado
comprenda cuál es su auténtica situación y su relación con los demás. Esas preguntas
a los recién vacunados sobre qué planes tienen para Semana Santa es absurda y
peligrosa porque transmite la idea de "vieja normalidad". Un vacunado
puede esparcir el virus con más peligrosidad que el que mantiene las medidas de
seguridad por no estar vacunado. Si esto no se explica bien, los daños pueden
ser muy grandes.
En La
Vanguardia se habla sobre estas cuestiones en la entrevista con Margarita
Salas, viróloga del CSIC:
Esta vacuna, sin
embargo, no impide que el vacunado pueda transmitir el virus.
No impide que el virus se multiplique en las
personas vacunadas, como tampoco lo impedía en los modelos animales. Por lo
tanto, si las personas vacunadas multiplican el virus en la nasofaringe, es
probable que puedan ser contagiosas. Pero eso todavía no lo sabemos.
Hay que
monitorizarlo.
No sabemos cuán contagiosas pueden ser: si
hay o no reducción en la multiplicación del virus, con lo que serían igual de
contagiosas; si la reducción es parcial, con lo que serían menos contagiosas; o
si hay una reducción muy fuerte y pasan por debajo del umbral de ser
contagiosas. Virus tienen, eso se está detectando. La pregunta es cuánto pueden
contagiar. Eso se sabrá cuando se analicen los contactos.
Lo que consigue
esta vacuna es frenar la enfermedad, no el virus.
Efectivamente. Eso es lo que se busca. La
mitad de las vacunas del calendario infantil también son así, y estamos
encantados con ellas. En la otra mitad, o ha habido un mejor diseño o más
suerte o se implantaron hace más años, cuando se permitían virus atenuados con
más riesgo. Esas sí que protegen de la transmisión del virus, o de las
bacterias. Con esas se pueden ir arrinconando los focos. Con las otras, sigue
circulando con la gente infecciosa, lo que ocurre es que se pasa a una fase
absolutamente nueva, muchísimo mejor. Las actuales vacunas son maravillosas en
cualquier caso.
Lo son,
pero solo si tenemos en cuenta que en estos momentos el número de personas sin
vacunar es mucho más elevado que el de los vacunados. Son un enorme avance...
que tiene sus limitaciones en términos absolutos (lo que no sabemos todavía) y
en términos relativos (la proporción vacunados/ sin vacunar y los efectos entre
unos y otros).
Las
tendencias de los medios, especialmente de los audiovisuales, que son más "emocionales"
que los impresos, deben vigilarse pues son la orientación de las audiencias,
que en este caso se entiende en términos de población. La gente actúa bajo
diversas prescripciones, pero salvo los que tengan un asesor sanitario, la
inmensa mayoría toma sus decisiones en función de lo que lee, escucha y ve en
los diversos medios.
Los
medios audiovisuales tienen una mayor presencia emocional por el tipo de
imágenes, mientras que el discurso verbal, especialmente el escrito implica una
mayor frialdad, tendiendo a ser más informativo o a centrarse en datos, pese a
todas las excepciones que queramos contemplar. Pero esto se pierde cuando los titulares buscan ser "eficaces" precisamente convirtiéndose en emocionales en vez de en informativos. La exageración, la simplificación, la ambigüedad... empiezan a ser demasiado frecuentes en los medios escritos —especialmente en la titulación en el formato digital— pues se ha desarrollado una estrategia llamativa para atraer al lector en un entorno altamente competitivo.
El discurso audiovisual es el que se ha construido con imágenes "impactantes", "emocionales" porque se sigue la lógica de la conexión empática. La narración audiovisual de la pandemia está llena de imágenes que buscaban nuestra participación emocional: las imágenes de los ancianos aplaudidos al salir de las UCIs; los reencuentros entre los abuelos y sus nietos, echando todo el mundo de menos los abrazos, los entierros, las imágenes de los crematorios y cementerios, los aplausos a los sanitarios, el dolor familiar, etc. nos hacen sentir emociones que muchas veces están seleccionadas precisamente por su alto valor empático.
Necesitamos
menos emociones y más racionalidad, la que nos permita comprender las causas y
los efectos de lo que está ocurriendo. La presión emocional sobre la gente es
la que la que está provocando reacciones en ciertos sentidos y, sobre todo, se
presta a la manipulación.
La
pandemia tiene muchos niveles, desde el biológico y el médico-sanitario a la
multitud de intereses humanos, sociales, que afectan a todos los sectores
porque nada se libra de lo que sucede. Eso significa que además de luchar
contra el coronavirus, debemos hacerlo los intereses diversos que se ven
afectados por el cese o alteración de las actividades que configuran nuestra
sociedad.
En una
sociedad acostumbrada a encontrar lo que necesita al alcance de la mano, donde
el capricho sustituye a la necesidad en muchas ocasiones, donde la importancia
del ocio supera a la del propio trabajo, donde cualquier actividad de uno es el
negocio del otro, es muy difícil que no se produzcan sesgos. Por eso es
importante que las informaciones que surgen de los medios no se desvíen de lo
informativo y pasen a ser formas de llevar a la gente a estados no deseables.
Quien
no quiera sacar conclusiones de lo que la pandemia nos revela a diario del
mundo y su funcionamiento, de lo que es relevante y de lo que solo es relevante
para algunos, puede hacerlo. Pero las consecuencias no son triviales. Los
comportamientos que observamos cada día van algo más allá de la "fatiga de
la pandemia", un nuevo término acuñado para justificar excesos e
incumplimientos.
Lo que
ocurra con las vacunas es esencial. No podemos caer en formas egoístas. El
hecho de que alguien se vacune no le separa expandir los virus. La insistencia
en usar los "pasaportes covid", como una especie de licencia universal,
pueden convertirse en la de un "007". Mientras sean muy pocos los
vacunados, tendrán que seguir atendiendo las medidas de prevención porque
quienes están a su alrededor no lo están.
La web institucional para el COVID-19 del Gobierno de España lo dice de forma sencilla y clara: "Hasta que una proporción importante de la población esté vacunada es vital que todas las personas, tanto las vacunadas como las no vacunadas, sigan manteniendo las medidas de prevención". Todo lo demás es marear la perdiz y sembrar confusión.
Algunos
medios están empezando a reaccionar ante esta nueva situación con la
vacunación. Costará redirigir lo hecho hasta el momento, es decir, el exceso de
expectativas sobre el hecho de estar vacunados. Los sectores que piden que los
vacunados puedan circular libremente han entendido mal (o interesadamente). No convirtamos a los ya vacunados en
súper contagiadores a fuerza de moverlos de un lado para otro.
* Josep Fita "Margarita del Val:
"“No existe el conocimiento para fabricar este virus”" La Vanguardia
4/03/2021 https://www.lavanguardia.com/vida/20210304/6263321/existe-conocimiento-fabricar-virus.html
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