Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
política ha degenerado del arte de manejar la realidad al arte de inventarla.
Ya no se trata de solucionar problemas, si no de maquillarlos, de darles la
vuelta o sencillamente ignorarlos. Los tiempos del político como alguien que
actúa dejan sitio a un escenario puramente retórico desde el que nuevo
dirigente nos cuenta cómo es el mundo una y otra vez hasta conseguir que sus
seguidores queden satisfechos y sus oponentes se sumerjan en la duda hasta que
su líder venga a sacarlos de ella.
Nadie
ejemplifica esto como Trump y son muchos los seguidores que han aprendido de él
en esto de retorcer los hechos hasta hacerlos irreconocibles. La tozudez en el
empeño de imponer la teoría alternativa del "fraude electoral" acaba
teniendo su fruto y millones de norteamericanos hoy la dan por buena. No hay
más prueba que la palabra del ex presidente, pero cada uno elige a quién creer
con ciega.
La
prensa norteamericana de ayer y hoy nos trae otro personaje empeñado en
reescribir la historia. Se trata del senador republicano Ron Johnson, que
dedica su tiempo a reinterpretar en los medios el asalto al Capitolio del 6 de
enero.
En su
columna en The Washington Post, Eugene Robinson escribía ayer:
It has become perfectly acceptable in the
Republican Party to just go ahead and say the racism out loud — and to do so
with apparent pride, and with no fear of consequences.
The most
recent proof came from Sen. Ron Johnson (R-Wis.), who said last week that he
“never felt threatened” by the overwhelmingly White crowd of insurrectionists
that stormed the Capitol on Jan. 6, chanting, among other things, “Hang Mike
Pence.” But, depending on who the protesters were, Johnson said, well, it might
have been a different matter.
Johnson made the comments on conservative
talk-radio host Joe Pagliarulo’s nationally syndicated show. “Now, had the
tables been turned — Joe, this will get me in trouble — had the tables been
turned and President Trump won the election and those were tens of thousands of
Black Lives Matter and antifa protesters, I might have been a little
concerned.”
But Johnson described the White mob this way:
“I knew those are people that love this country, that truly respect law
enforcement, would never do anything to break the law, so I wasn’t concerned.”*
Las palabras del senador republicano muestran una doble estrategia retórica muy abundante en política. La primera es reinterpretar los hechos en un sentido cuanto menos peculiar: él no se ha sentido inseguro por el asalto al Capitolio (pese a cinco muertos y más de 150 heridos). Los asaltantes son gente "honesta" y "pacífica". Las armas incautadas o los gritos sobre "¡Ahorcar a Pence!" no parecen preocuparle viniendo de esta gente que "ama a su país" y "respetan las leyes" (¡!). En la segunda parte de su construcción, Johnson arremete contra los que no estaban allí, pero que "si hubieran estado" le habrían provocado un miedo real. ¡Los temibles eran los que no estaban allí!
No es difícil imaginarse al votante de Johnson en Wisconsin escuchando contento y satisfecho con estas declaraciones de su representante en Washington, que es lo que busca el senador con su discurso. Evidentemente, su doble acción "seguridad real-inseguridad ficticia" responden al refuerzo retórico de sus votantes y de los simpatizantes que le escuchan, empezando por el medio favorable, un programa conservador con audiencias conservadoras. Esto solo puede sostenerse ante medios afines y no en un programa con posibilidad de crítica.
La política ha creado, directa o indirectamente, sus propios medios de difusión y reproducción. Una vez creados esos focos de información, la audiencia se va formando a su alrededor para escuchar lo que quieren escuchar. Hemos pasado la época pensar en los medios independientes donde se buscaban periodistas con criterios y líneas editorial medianamente ecuánimes a un espacio informativo fraccionado en micromedios polarizados que sirven de correa de transmisión. Esa fue la amenaza de Donald Trump cuando la Fox News empezó a dejar de difundir lo insostenible. Fox News es un medio de concentración porque es televisivo, el último medio masivo. Ha de serlo por los costes de producción. Pero hoy está ya proliferando la radio (vía podcast), un medio mucho más barato de difusión, con características más emocionales y centrado en la palabra.
En la CNN, que también se ocupa de Johnson, Caroline Kelly recoge algunas de las opiniones del congresista realizadas con anterioridad a su valoración del asalto:
Johnson has repeatedly made incendiary comments
mischaracterizing the riots. Last month, Johnson said that he didn't believe
that what had happened at the Capitol was an "armed insurrection,"
despite court records indicating that supporters of then-President Donald Trump
had brought dozens of weapons to Washington on the day of the insurrection,
according to the Justice Department.
Later in February, Johnson advanced the
conspiracy theory that there had been professional provocateurs within the mob
at the Capitol. The FBI has said there is no evidence that Antifa or any other
groups of leftist instigators were part of the January 6 crowd -- much less
were the ones inciting violence -- and nearly a dozen Trump supporters charged
in connection with the insurrection have said that such groups weren't involved
in the attack. Many of the people arrested identify with far-right groups like
the Oath Keepers, not with any groups on the far left.**
Pero los hechos no importan. Se trata de crear esa "realidad alternativa" surgida del deseo. Es la forma emocional de la política, un continuo abandono del sentido de la realidad en favor del placer de que el mundo se pliegue ante el deseo.
Si nuestra realidad es una mezcal ente lo que vemos y lo que nos cuentan, los medios nos inundan con sus relatos insertados en un medio que se proclama como ajustado a una verdad que no necesita de los hechos para manifestarse en su plena dimensión discursiva.
La "verdad" es una afirmación sobre unos hechos conforme a una valoración determinada, pero si no necesitamos de los hechos porque los negamos o los inventamos, la posibilidad de un mundo compartido pasa a ser una entelequia. ¿Quien quiere compartir el mundo con el que te lleva la contraria?, se preguntan. Es mucho más sencillo compartirlo con quienes están de acuerdo contigo. Se trata pues de sentar las bases de ese mundo, encontrar los principios profundos compartidos. Como se señala en el texto (y forma parte de la estrategia segunda) es el racismo el elemento que se busca.
A los intentos de convertir el asalto al Capitolio en una maniobra de la izquierda radical tratando de culpabilizarlos de algo en lo que no estuvieron y que era una llamada del propio presidente en un mitin, le siguen ahora el tratar de crear una sentimiento de tranquilidad porque no fueron los manifestantes que protestan contra la violencia racista, que es a los que hay que temer, según el senador Johnson.
Pero el senador Johnson tiene sus medios y tiene su público. Con eso le basta. Son muchas las llamadas a sus compañeros republicanos para que le respondan, pero —como se señala en los artículos, brillan por su silencio, un notorio silencio, añadimos.
Él dice, contestando a todos, que sus palabras no pueden definirse como "racistas". Que el no vea amenaza en blancos armados asaltando el Capitolio, pero se sienta inseguro cuando los afronorteamericanos se manifiestan contra la violencia racista define con cierta claridad sus percepción del peligro y de las amistades. Se queda tranquilo con esto y sus oyentes también. Están en el "lado bueno" bueno de la historia.
El Partido Republicano está descompuesto por sus propias tendencias que lo incapacitan para responder. Cada silencio republicano es un paso más hacia una nada productiva. Saben que responder es comprometerse con unas bases, movidas desde los grupos de la extrema derecha exterior que les ha parasitado a través del propio Trump, quien hizo lo mismo. Salir del silencio es, como ya ha ocurrido con los que votaron a favor del impeachment, enfrentarse a los ataques y a los intentos por moverles la silla en sus respectivos feudos presionando a los votantes con otros candidatos más radicales, los favorecidos por Trump.
La relación entre política y medios es determinante del comportamiento de unos y otros. El sentido de la realidad del senador Johnson puede ser distribuido cómodamente entre sus seguidores; es el maná que necesitan para calmar su frustración en el mundo real, el de las evidencias, donde hay que probar ciertas cosas. El senador, delante de un micrófono, no necesita más que unos buenos oyentes que asientan mientras le escuchan.
* "Ron Johnson’s racism is
breathtaking" The Washington Post 14/03/2021
https://www.washingtonpost.com/opinions/the-ron-johnsons-of-the-republican-party-seem-proud-to-be-racist/2021/03/15/1ad4c514-85b0-11eb-bfdf-4d36dab83a6d_story.html
** Caroline
Kelly "Ron Johnson says he might have been concerned for safety had
Capitol rioters been BLM and Antifa" CNN 13/03/2021
https://edition.cnn.com/2021/03/12/politics/ron-johnson-capitol-riot/index.html
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