lunes, 22 de marzo de 2021

Adiós a Nawal El-Saadawi, la mujer que buscaba

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La prensa de casi todo el mundo anunciaba ayer una gran pérdida, la muerte de la egipcia Nawal El-Saadawi, una de las referencias del feminismo mundial y, en especial del mundo árabe, que pierde una de sus referencias intelectuales más destacadas.

Biografías apresuradas compuestas de unos cuantos datos es lo que los medios nos ofrecen en estas circunstancias dejando a otros la tarea de profundizar en el sentido de las figuras que desaparecen en un mundo en el que la memoria parece ser de peces.

Nawal El-Saadawi ha sido una referencia para varias generaciones que podían acceder a sus escritos y declaraciones contundentes. La retirada de Turquía del acuerdo europeo contra la violencia de género y en favor de la igualdad ha coincidido fatalmente con la muerte de El-Saadawi, una especie de pérdida doble, una doble mala noticia, pero es también una ocasión para comprender mejor la figura de una "intelectual", palabra cada vez menos usada e incluso menospreciada, que adquiere en ella pleno sentido.

Nawal El-Saadawi no se presentaba como una especialista, que lo era en diversos campos, sino como una mujer que trataba de entender los problemas desde su complejidad. Su voz era la contraria al "experto", la figura centrada en algún aspecto específico para quien el resto es una zona oscura. El-Saadawi sabía que para comprender hay que conectar, hay que buscar los lazos con los que está entretejida la cultura, el entorno en el que nos movemos. Sin comprensión no hay cambio y el cambio era el objetivo.



El pensamiento feminista de El-Saadawi era genuino y firmemente anclado en conocimientos teóricos y prácticos de la vida, otro aspecto esencial de la comprensión. Por eso sus bases para el análisis eran esenciales para su explicación o interpretación de los fenómenos en un mundo hostil para las mujeres y para todos aquellos que desearan la libertad. Nawal El-Saadawi se dirigía a la mujer buscando la mujer libre en un entorno de libertad. Este ideal es complicado en un entorno como el que le tocó vivir.

Entre las lecturas de artículos publicados ayer, me quedo con unas palabras suyas publicadas en Ahram Online, el diario estatal egipcio:

 

In 1981, she founded a feminist magazine called Al-Moawgaha (The Confrontation).

Later that year, she was imprisoned by then-President Anwar El-Sadat, who deemed her views too radical for society and the state.

El-Saadawi once stated in an interview, “I was arrested because I believed El-Sadat. He said there is democracy, and that we have a multi-party system that allows for criticism. So, I started criticizing his policy and ended up in jail.”

While in prison, she formed the Arab Women’s Solidarity Association, which was one of the first legal and independent feminist groups in Egypt.

While in prison, she decided to write her memoirs, but she was denied a pen and paper, so she used a black eyebrow pencil and a small roll of toilet paper to record her thoughts.

After her release from jail following Sadat's death, she published her memoirs under the title ‘Memoirs from the Women’s Prison’.*

 


Dos aspectos importantes en estas líneas. El primero, la pasión incansable, inagotable por hacer, por trabajar. Ni la cárcel es capaz de frenar su actividad constante. Encerrada crea grupos; sin papel ni lápiz escribe con lo que tiene a mano. Todo es experiencia, todo forma parte de ese diálogo constante con la vida.

Pero hay también un segundo aspecto: la traición de Sadat, la falsedad de su democracia, algo que no se ha terminado en la farsa egipcia, especializada en representar al exterior una normalidad de la que se carece en realidad. No nos olvidemos que fue un fantasmal Sadat el que se le apareció en sueños —según confesión propia— al actual presidente, Abdel Fattah al-Sisi, para que se presentara. El piadoso Sadat y el piadoso al-Sisi, ambos con una imagen tradicionalista de la sociedad que considera a las mujeres como parte de una estructura férrea. No dudo de la intencionalidad del redactor al seleccionar esas palabras de El-Saadawi, suele ocurrir en el diario.



No hay semana que no nos traiga la prensa egipcia el encarcelamiento de activistas feministas, algo que nos demuestra que su causa sigue en pie. El islamismo y el tradicionalismo que volvió en la época de Sadat con la vuelta a casa de muchos que había estado en el Golfo y con las reacciones ante lo que fue la expansión de la revolución islámica en Irán, empezó a crear una brecha en el pensamiento sobre las mujeres, que comenzó a reprimir el feminismo.

Es un tópico señalar el feminismo de las abuelas egipcias, decreciente en la generación de las madres, y dividido en las hijas actuales, en donde el pensamiento tradicionalista y el liberador están repartidos entre las mujeres, unas lanzadas a la Revolución en 2011 y otras en el campo de la tradición.

Los movimientos islámicos siguen un modelo patriarcal que refuerza sus propias visiones sobre cómo debe ser la sociedad, arrastrándolas hacia el pasado. La sociedad egipcia se enfrenta a un proceso neotradicionalista en el que se vigila especialmente a las mujeres, cuyo activismo se teme a la vista de sus efectos de emancipación  personal y social.

El-Saadawi supo ver bien cómo todo este proceso afecta a la mujer, pero es más amplio ya que se extiende por todo el tejido social. No es tanto cuestión de una polarización "masculino femenino", sino de un modelo patriarcal que absorbe su propia definición de lo femenino incluyéndola en el proyecto que impone.



He retomado su obra "La cara desnuda de la mujer árabe" (1977) y creo que en su introducción  explica con gran claridad cómo enfrentarse al problema que determinó su lucha durante prácticamente toda su vida. En estos párrafos podemos apreciar concentrado el objetivo de sus acciones:

 

Quizá muchos piensen que este estudio va a tratar exclusivamente sobre la mujer —su familia, hijos, marido, etcétera— y sobre las presiones emocionales y sexuales a las que se ve sometida en su vida cotidiana. Desde siempre, los estudios que han abordado el tema de la mujer han sido relegados a un puesto secundario porque se consideraba que se centraban en un tema muy específico, reducido a un grupo de población especial con unos problemas muy concretos. Porque ¿no es cierto que el mundo de las mujeres se reduce a la familia, los niños y la casa? ¿Cómo un mundo tan limitado va a poder competir con los asuntos que en la actualidad nos conmocionan y nos hacen reflexionar tanto, con los temas de gran trascendencia política y humana como pueden ser la libertad, la justicia o el futuro del socialismo?   

Pero, sin embargo, si intentáramos estudiar la condición de la mujer en la sociedad con profundidad y sin considerarla únicamente como un instrumento de reproducción, terminaríamos sin duda examinando una serie de aspectos de la vida humana mucho más amplios. De hecho, acabaríamos planteándonos problemas políticos generales o, más concretamente, el tema de la mujer se convertiría en una causa política de primer orden, estrechamente relacionada con la eterna lucha por alcanzar la libertad y la verdad.   

Porque, en cualquier país, lo que llamamos “política de alto nivel” se conforma como un edificio construido a partir de pequeños ladrillos, de detalles que componen el todo y que no son más que las necesidades, los problemas y los deseos personales de cada individuo. En la política de un país, es el análisis de la vida y de las exigencias personales de la gente lo que debe actuar como fuerza directriz y motriz de la voluntad y el quehacer político. Y parece evidente que en la vida personal de cada uno se incluyen los problemas sexuales, las relaciones hombre-mujer, y las relaciones de producción y división del trabajo. Así pues, los que menosprecian los problemas de la mujer o la sexualidad ignoran o no entienden los principios en los que se basa la política. Ya no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que la discriminación de la mujer y su atraso relativo conducen al retraso general de toda la sociedad. Y, por eso, hay que concebir la emancipación de la mujer como parte integrante de la lucha contra cualquier forma de opresión y de los esfuerzos que se han llevado a cabo para liberar, tanto desde un punto de vista político como sexual, a todas las clases y grupos sociales explotados.**

 


La claridad expositiva permite acceder a la claridad de ideas. En efecto, la cuestión de la mujer es la prueba de fuego que la sociedad debe superar para poder avanzar realmente. De no hacerlo, el atraso está garantizado por más que se pueda prosperar en algún sector. El-Saadawi parte de una concepción global y compleja de la sociedad, donde los hechos están determinados por las reglas interiores, por las concepciones que son las que limitan los movimientos definiendo lo posible para cada uno de los agentes sociales.

Vuelvo de nuevo a conectar el caso de lo ocurrido en Turquía, donde se da como explicación para dejar desprotegida y limitada a la mujer la presión de los grupos conservadores que ven en la mujer más libre un peligro para la familia (es decir, para su estructura jerarquizada), la retiran del trabajo (es decir, deja puestos libres a los hombres) y reducen los conceptos de agresión (es decir, la vuelven indefensa. Como decía una mujer turca entrevistada ayer: "¿Cómo vamos a ir a denunciar las agresiones si los policías nos dicen que "perdonemos" a nuestros maridos?"




El pensamiento de Nawal El-Saadawi no debe ser olvidado como tampoco su ejemplo de vida luchadora. Más allá de la noticia de su fallecimiento, es el momento de revivirla en un comprensión de una mujer libre en una sociedad libre y la necesidad de luchar por ambas, pues la una sin la otra es solo una ficción. Los intentos de gobiernos musulmanes de crear unas falsas democracias, como decía El-Saadawi del engaño de Anwar El Sadat cuando la encarceló, es hoy una constante. Países que se dicen democráticos aceptan, sin embargo, que la mujer es ciudadana de segunda categoría, sujeta al control de dos estados, el político y el patriarcal.



En 2017, con motivo de la publicación de su novela La mujer que buscaba, se le hizo para ZendaLibros una breve entrevista a cargo de Susana Rizo,  que transcribimos aquí:

 

—¿Quién le enseñó a luchar contra la injusticia en la sociedad? ¿Hubo algún suceso en su infancia que determinó su posterior compromiso?

—Mis padres, especialmente mi madre me influyó desde que era muy joven. No solo hubo un suceso, fueron muchos.

—¿De dónde procede su fuerza para afrontar las adversidades?¿Dónde deposita su esperanza?

—Mi fuerza interna procede de la confianza en mí misma.

—No entiendo muy bien por qué Fouada (protagonista de La mujer que buscaba) no logra avanzar. Se hace demasiadas preguntas que la llevan a deprimirse.

—Fouada era una mujer joven rebelándose contra un sistema opresivo. Ella buscaba la libertad y realizarse como persona, no estaba deprimida.

—¿Qué buscaba Fouada? ¿El amor, romper las reglas…? 

—Buscaba su verdad a través del amor y a través de la rebeldía contra todos los obstáculos que se le ponían delante.

—¿El enfado ha sido un motor para su creatividad o en su vida? ¿Por qué decidió ser escritora?

—No solo la ira. La ira por sí sola no es suficiente. Me hice escritora porque me encantaba, me producía un gran placer escribir.

—¿En qué punto nos encontramos ahora en la situación de la mujer?

—Se está avanzando, a pesar de las recaídas y retrocesos.***

 


No es difícil intuir que tras esa "mujer que buscaba" se encuentra la propia Nawal El-Saadawi. Buscar su verdad a través del amor podría ser una buena descripción de ese movimiento existencial que definió su vida negándose a aceptar aquello en lo que no creía. Frente a la comodidad que podía haber tenido mirando en otras direcciones, el genio de El-Saadawi era la confianza en ella misma y su incapacidad para aceptar lo inaceptable, garantía de la buena vida del conformista.

Su pérdida es enorme para Egipto, el mundo árabe y las mujeres de todo el mundo que tenían en ella una voz sin miedo a alzarse fueran cuales fuesen las circunstancias.

Novelista, ensayista, médico, luchadora, rebelde...  la mujer que buscaba. El-Saadawi ha dejado palabras y testimonio con sus acciones para ser inspiración futura. Ahora es tarea de todos evitar que se pierda en la débil memoria colectiva.  Sus palabras, su ejemplo, son más necesarios que nunca por causa de la ola de retrocesos que hace que muchos avances se pierdan cada día, como vemos en Turquía, en Afganistán, en el mismo Egipto.

Descanse en paz.



* Mohammed Saad  "Renowned Egyptian feminist, author, activist Nawal El-Saadawi dies at 89" Ahram Online 21/03/2021 https://english.ahram.org.eg/NewsContentP/18/407474/Books/Renowned-Egyptian-feminist,-author,-activist-Nawal.aspx

** Nawal El-Saadawi "La cara desnuda de la mujer árabe". Ed. Horas y Horas 1991. Traducción de María Luisa Fuentes.  

*** Susana Rizo "La historia de todas las mujeres" (crítica / entrevista) Zenda 24/11/2017 https://www.zendalibros.com/mujer-que-buscaba-nawal-saadawi/

 



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