Joaquín Mª Aguirre
Los objetivos en política exterior de Donald Trump y Joe Biden son prácticamente los mismos, pero con retóricas diferentes. Esto es especialmente claro en lo referido a la "guerra" abierta contra China y su desarrollo. Lo que Trump presentaba de forma "populista", con su eslogan de "America First!", e insultos en su mítines, Joe Biden lo está haciendo desde una retórica de "defensa de las democracias" y aprovechando las entrevistas para llamar "asesino" a Putin y considerar que China es un peligro para el mundo. La única diferencia es que a Trump le caía bien Putin. No hay mucho cambio en los objetivos, solo un cambio de estrategia.
En La
Vanguardia, el artículo firmado por Beatriz Navarro lleva por título "Biden
intenta reclutar a la UE para formar una “alianza de democracias”", que es
de facto volver a una imprevisible
guerra fría en la que son dudosos los principios en que se basan.
El
mundo ha aprendido bastante sobre lo que puede llegar a hacer Estados Unidos
con alguien como Trump en la Casa Blanca, ha aprendido a ver la cara del poli malo norteamericano, algo que
muchos estadounidenses han comprobado por ellos mismos en su propia vida con el
aumento del racismo y la xenofobia.
La
idealización del modelo norteamericano no ha funcionado dentro, con el asalto
patriótico al Capitolio como culminación de una presidencia retrógrada y
amenazante hacia medio mundo, con un ejercicio constante de fuerza sobre los
propios aliados y una simpatía desbordante por las dictaduras, un rasgo
característico del periodo Trump que no puede ser olvidado. Esto no es una
película de Hollywood sino la Historia de hoy, de lo ocurrido hasta hace un par
de meses. Biden puede cambiar sus discursos, pero no puede pedir al mundo que
ignore lo ocurrido. Un Trump llamando a Abdel Fattah al-Sisi, el presidente
egipcio, "su dictador favorito" es un mal chiste que ninguna
"superpotencia" se puede permitir salvo que crea que está por encima
del bien y del mal, como seguramente pase. Los informes tapados sobre la
responsabilidad del príncipe Mohamed Bin Salman en el asesinato del periodista
saudí Jamal Khashoggi con un Trump diciendo que hará lo que pueda tampoco es un
buen pedigrí. Sí, el mundo ha aprendido sobre cómo llevar los "cambios de
personalidad" norteamericanos en función de sus humores presidenciales variables.
Los
estragos hechos por Trump en la esfera internacional han hundido la confianza
en los Estados Unidos y han mostrado que una cosa es la retórica democrática y
otra el ejercicio de presión sobre muchos países mediante todo tipo de
recursos, de los militares a los económicos; que se han vendido armas a las
dictaduras sin importar más que las cifras de ventas de una creciente industria
militar, buscada como motor económico interior y como moneda de cambio con los
países poco o nada democráticos, como ha ocurrido en todo Oriente Medio, donde
la contribución norteamericana del periodo Trump ha sido ignorar las
resoluciones de la ONU y armar de nuevo —a buen precio— la zona más armada del
planeta.
En el
periodo Trump se ha mostrado el desprecio de los Estados Unidos por todos los
organismos internacionales de convivencia, de los que se retiró con gesto
airado para no asumir sus decisiones. No hacían falta, solo había que ejercer la fuerza o cualquier forma de presión.
¿Y
ahora Joe Biden pide una "alianza de democracias"? ¿No entienden los políticos norteamericanos que el mundo no puede estar pendiente de sus "cambios de humor"?
Analistas
de todo el mundo, pero especialmente europeos han advertido que la Unión
Europea debe seguir una línea propia por muchos motivos y reducir su
dependencia de los Estados Unidos para tratar de evitar estas situaciones incómodas
y arriesgadas.
En
estos días se nos muestra la foto de un entonces vicepresidente Biden
estrechando sonriente la mano del presidente chino. Tiene su sentido
periodístico y recordatorio que hasta que no salió a la luz el interés de
países europeos por acceder a la tecnología 5G de Huawei y los norteamericanos
se dieron cuenta que China les había adelantado en la tecnología de las
comunicaciones y ahora exportaba al mundo a mejor precio y calidad que el
mercado norteamericano, las cosas no estaban tan mal y China no era la
encarnación de todos los peligros de la Humanidad.
En La
Vanguardia se nos dice:
Estados Unidos “hará rendir cuentas a China”
por sus violaciones de las reglas internacionales y los derechos humanos,
afirmó ayer el presidente Joe Biden en su primera rueda de prensa en la Casa
Blanca, abordando de frente su creciente confrontación con la potencia
asiática. “Su principal objetivo es convertirse en el líder, en el país más
rico y poderoso del mundo” pero “eso no va a ocurrir bajo mi mandato”, aseguró
Biden, que se comprometió a aumentar las inversiones en investigación para
hacer frente a la competencia china y reforzar las alianzas internacionales de
su país para actuar de forma concertada.*
Leámoslo
otra vez: ¿el problema con China es que "quiere ser el país más rico y
poderoso del mundo? ¿Eso "no ocurrirá bajo su mandato"? Hay que
agradecerle a Biden su sinceridad, pero ese "reconfortante" para los
ciudadanos norteamericanos es francamente inquietante para el resto del mundo,
especialmente para aquellos que quieran tener independencia y se adentren en
campos económicos donde hay una regla no escrita que dice que son los Estados
Unidos quienes deciden quién es el más "rico" y "poderoso".
Está
bien que Estados Unidos quiera invertir para competir en aquellos campos
punteros en los que ha perdido el liderazgo. Es cosa suya. El problema es
cuando esa inversión va acompañada de amenazas como las de Trump o de llamadas
a las "alianzas democráticas" contra terceros.
Si
pasamos del fundamentalismo nacionalista de Trump al fundamentalismo democrático
de Biden, llamando a alianzas contra el "mal", no habremos ganado
mucho. Quizá la explicación es que no hay cambiado mucho en el fondo porque el
mal es el mismo: el declive norteamericano, algo que les resulta intolerable.
Estados Unidos, desgraciadamente y la palabras de Biden lo confirman no ve otra
opción de ser "líder" mundial, "rico" y
"poderoso". Cualquier otra opción supone el apocalipsis now!
El
planteamiento maximalista norteamericano es enormemente arriesgado para el
precario equilibrio mundial y parte del cerco de China, para lo que se han buscado
argumentos más "atractivos" y menos "claros".
The New
York Times ha publicado un interesante artículo, firmado por David E. Sanger,
titulado "Biden Defines His Underlying Challenge With China: ‘Prove
Democracy Works’. En él se señala:
For a president barely 10 weeks into office,
casting the United States as confronting a global struggle with the Chinese
model has some clear political benefits. One of the few issues that unites
Democrats and Republicans is the need to compete head-on with Beijing. Senator
Dan Sullivan, Republican of Alaska, said on Monday that the Chinese have
already taken notice.
“They recognize in many ways that we are now
finally awakened to the challenge,” he said this week at the Atlantic Council.
“And I would call it a bipartisan awakening.”
Mr. Biden’s aides say his view of the Chinese
challenge is not solely one of foreign policy. He plans to make full use of the
fear of Beijing’s ambitions as he introduces his infrastructure initiative next
week.
There will be hundreds of billions of dollars
for technologies and projects that the Chinese are also pouring cash into,
including semiconductors, artificial intelligence and 5G networks, as well as
big breakthroughs in electric cars and synthetic biotechnology.
On Friday, Mr. Biden said he suggested to Prime
Minister Boris Johnson of Britain that the big Western democracies work
together to counter China’s ambitious efforts to build better trade routes
around the world, a project called the Belt and Road Initiative. The project is
one of China’s main instruments for influencing nations in its economic orbit
by investing in ports, rail lines, roads and other infrastructure in Asia,
Africa and Europe.
“We talked about China and the competition
they’re engaging in in the Belt and Road Initiative,” Mr. Biden said. “And I
suggested we should have, essentially, a similar initiative coming from the
democratic states, helping those communities around the world.”**
No deja de ser significativo que la iniciativa de Biden sea copiar la iniciativa china, es decir, hacer lo mismo, cubrir el mundo con sus propias redes de distribución. La Franja y la Ruta es una iniciativa china que crea una "nueva ruta de la seda" o, mejor, dos rutas, una por vía terrestre que unirá China con el resto de "Eurasia" llegando hasta España y Reino Unido, y una segunda ruta, vía marítima, que pasaría por el ahora obstruido Canal de Suez. Para ambas rutas, la terrestre y la marítima, China ha buscado negociar para llegar a acuerdos con los gobiernos de los países por los que ha de pasar.
Es indudable que la nueva "ruta americana" propuesta por Biden como alternativa tiene dificultades logísticas y políticas.
Estados Unidos ha despreciado el sur de América, que ha mantenido pobre y controlada por diversas y oscuras vías. De la Cuba de Batista convertida en casino norteamericano al México del narcotráfico, al que ahora promete vacunas si frena la inmigración que sube por la pobreza y violencia del sur. El sur de América ha recibido poca ayuda del poderoso norte. Es mano de obra barata. No creo que haya posibilidad de construir una "ruta" favorable al desarrollo económico y a la mejora o instauración de la democracia allí donde no funciona.
La propuesta a Johnson, el mismo aliado de Trump, no deja de ser sorprendente. Los intereses de Reino Unido, tras el Brexit, son complicados. ¿Va a participar en una ruta europeo-norteamericana tras abandonar la Unión y llamar "nazis" a los europeos para justificar su salida apoyada por Trump? La respuesta británica, en cambio, ha sido ofrecer la nacionalidad y acoger a los hongkoneses para cubrir la fuga de europeos asustados por el rechazo británico. Necesitan acoger a los que quieran llegar a asentarse en la desindustrializada Gran Bretaña, centrada en los negocios de la City, jugando con los negocios del capital islámico, que invierten allí sin problemas desde que David Cameron se decidió a atraer ese capital de piadosos inversionistas. Sí, Biden puede llamar a Boris Johnson a ver qué se les ocurre porque es poco probable que los socios europeos de más peso acepten depender de las rutas británico-norteamericanas, por más que se les sumen sus antiguos socios australianos o canadienses. Las viejas colonias son una buena red de contactos e intereses, pero que esto no le sea suficiente a Biden para crear su nuevo dispositivo comercial.
Los objetivos son los mismos que con Trump, pero al menos este no incurría en la hipocresía del argumento "democrático" para intentar recuperar el control. El argumento democrático tiene una línea clara: la superioridad de la democracia sobre las dictaduras y demás modelos autoritarios. La teoría viene a decir que si los regímenes autoritarios demuestran que pueden llegar a ser países ricos y poderosos, el mundo los va a admirar y va a seguir su modelo abandonado las democracias.
El problema de este argumento es que Estados Unidos no es el ejemplo adecuado y los demás lo han visto. Trump, una vez más, ha admirado las dictaduras en toda su descarnada sinceridad o falta de pelos en la lengua. De nuevo, el ejemplo es el apoyo de Estados Unidos a las "dictaduras ricas" (las árabes o las estratégicamente situadas) y el abandono de las "dictaduras pobres" a su suerte. Las simpatías por los reyezuelos que te compran armas y te venden petróleo han sido demasiado abundantes y hasta descaradas en ocasiones, tanto en el mundo árabe como en casos como el Chile de Pinochet.
Lo que está claro en este modelo teórico es 1) China no va a "caer" como la Unión Soviética, arruinada por su propia megalomanía en la carrera de armamento; y 2) cuanto más se presione de esta manera sobre ella, más se reforzará el modelo propio, beneficiando al liderazgo de Xi Jinping.
El ejemplo más claro nos lo ofrece la propia CNN, con el titular del artículo "China has unleashed the nationalist genie. Beijing may regret letting it out of the bottle", publicado hoy mismo y firmado por Ben Wescott. No deja de ser irónico que el articulista hable del "genio nacionalista" chino cuando el mundo ha estado estos cuatro años escuchando a todas horas "America First!", que debía parecerles al mundo algo "lógico". El articulista termina su texto con la enunciación de lo que considera "nacionalismo":
Patriotism blowback
With political tensions again running high,
business is among the few remaining bridges between the two sides. On Thursday,
that too began to buckle under political pressure.
A post from the Communist Youth League, the
Party's youth wing, highlighted a statement by Swedish clothing giant H&M
from September where the company said it was "deeply concerned" over
reports of human rights abuses in Xinjiang, specifically around allegations of
forced labor in the production of cotton.
H&M had its products pulled from e-commerce
stores, and Chinese celebrities quickly dropped out of sponsorship agreements
with the company under pressure from those online.
Social media users helped to track down other
Western brands that had previously voiced concerns about alleged human rights
issues in Xinjiang, with the backlash spreading to include Nike, Adidas and
Uniqlo.
China is less than a year away from hosting the
2022 Winter Olympics, and brands and participants will likely be looking on
with trepidation at the apparent dilemma they now face: speak out against
alleged human rights abuses and face a boycott in China. Stay silent, and risk
blowback at home.
On Thursday, Japanese chain Muji appeared to
change the labeling on its online store in China to highlight the cotton came
from Xinjiang.
Global Times editor Hu said it was right for
Chinese internet users to express their patriotism. "Let us mobilize
various forces, give full play to their specific strengths and fight a people's
war to safeguard our sovereignty and dignity creatively," he said in his
editorial Friday.
The backlash is reminiscent of previous bursts
of nationalistic fervor that have swept the country. In 2012, there were large
-- and at times violent -- protests in China targeting Japanese stores and
cars, amid a dispute between the two countries over the ownership of isolated
islands.
In 2017, 23 stores from South Korean
supermarket chain Lotte were closed in China after protests over the
installation of a US-made THAAD missile defense system.
In the past, however, diplomats and officials
have usually presented a calm front in a bid to quell the patriotic anger and
prevent major diplomatic and economic damage. This time around, the rise of
"wolf warrior" diplomacy makes such a possibility seem less likely.
"The Chinese people wouldn't allow
foreigners to reap benefits in China on the one hand, and smear China on the
other ... we reject any malicious attack on China and even attempts to
undermine China's interests on the basis of rumors and lies," said Foreign
Ministry spokeswoman Hua Chunying on Thursday, referring to the H&M
boycott.
The campaign online was "not
nationalism" added Hua, rather it was "simply patriotism."***
Cuando
se hace en Estados Unidos es "patriotismo", pero si lo aplican a los
productos de las empresas que les atacan, entonces es peligroso e ideologizado
"nacionalismo". No deja de ser sorprendente que los Estados unidos
que atacó a la compañía Huawei haciendo que ningún organismo comprara sus
terminales telefónicos o su tecnología de las telecomunicaciones se asombre o
hasta le parezca mal que los ciudadanos chinos no quieran comprar las marcas
que les boicotean o atacan. Nadie aportó una prueba contra Huawei, es más,
todas las investigaciones realizadas por los servicios de inteligencia
europeos, del británico al alemán aseguraron haber revisado todo y no haber
encontrado nada irregular. Todo era una maniobra norteamericana para evitar que
sus "aliados" dejaran de ser "compradores", que es de lo
que se trata. Volvemos al maniqueísmo más simplón, el de los "good
guys" y los "bad guys".
Leído
lo anterior, está claro que los efectos de estas acciones no hacen sino
fortalecer al propio partido comunista que puede decir —no sin razón— que se
les ataca porque se tiene envidia por su propio desarrollo.
La
consagración de Biden de su discurso a "frenar a China" no tiene más
incentivo que promover el desarrollo norteamericano, que es lo que conecta las
dos presidencias, unidas por un mismo motivo, que como señalaban los medios del país, le
permite la "unión bipartidista", unir a republicanos y demócratas
frente a un mismo "enemigo común", "China".
Está cada
vez más claro que hay dos objetivos en el corto y medio plazo: boicotear las
Olimpiadas (corto) creando un frente y desmantelar la idea de "La Franja y
la Ruta", la actualización de la antigua "ruta de la seda", un
territorio sensible, pues ya vemos qué ocurre en la economía mundial cuando se
atasca un barco en el Canal de Suez.
Si la
diplomacia norteamericana de Biden se dedica ahora a recrear la Guerra Fría
mediante la presión sobre los que tienen conflictos con China, como ha hecho ya
con India y Japón, nos espera un mundo más complicado y al borde del conflicto,
que puede ser alentado por activistas del caos y terceros de intenciones oscuras.
Los incidentes en la frontera de India son un ejemplo que se puede convertir en
habitual.
Lo peor
será la creación de un clima interior donde sea cada vez más percibido como
agresividad por parte del mundo hacia China, algo que ya se ha manifestado con
la cuestión del coronavirus y (¿ya nadie lo recuerda?) las afirmaciones de
Trump de que había que cobrar a China
los daños económicos de la pandemia presentando facturas. También dijo, por
cierto, que México pagaría el muro. Hoy Trump está en la sombra, pero aquellos
que le llevaron a la Casa Blanca siguen en sus puestos.
Es malo
que la "unidad" de un dividido país pase por la creación de un enemigo,
China; pero es peor todavía que se intente arrastrar al mundo a esa "alianza
de democracias" solo para mantener el poder mundial perdido.
La
mejor herramienta para el avance interior de China es precisamente su apertura
al mundo y no encerrarlos y aislarlos. Lo único que se consigue así es ir hacia
un desastre de magnitud incalculable, eso sí, con los Estados Unidos al frente.
Hace
unos cuantos años ya, tratamos aquí el boicoteo de los chinos a las muñecas Barbie.
La empresa Mattel había responsabilizado a China de una "mala
fabricación" por lo que se desprendían piezas pequeñas. Los chinos
reaccionaron indignados y dejaron de comprar la famosa muñeca, teniendo que
cerrar las tiendas que se dedicaban a su venta exclusiva. Los tribunales dieron
la razón a China: el problema era del diseño original, no de la fabricación. Esto
le parecería al articulista de la CNN "abrir la botella del genio
nacionalista". Quizá otros lo llamen de otra manera. Pero quien la ha
abierto
El
crecimiento del sentimiento anti China de Estados Unidos tiene, como vemos, una
razón. Pero las razones norteamericanas difícilmente pueden ser compartidas por
los que eligen otras vías de aproximación entre los países. Indudablemente hay
muchísimas cosas que arreglar en las relaciones internacionales y en la misma
China. Pero lo que creo evidente es que el plan norteamericano es muy
deficiente y poco sincero. Solo han empezado a importar los temas de
"derechos humanos" cuando ha sido conveniente, mientras que se ignoran
situaciones flagrantes de violación de amigos y aliados. Los derechos humanos
son importantes por sí mismos, no cuando convienen a unos y a otros.
Por
esta vía solo se conseguirán conflictos. El diálogo es más importante que
cualquier cerco impuesto, especialmente si es a un país del tamaño y el poder
económico de China, aunque no le guste a los Estados Unidos. Al mundo se le pide que haga contra China lo mismo que le pedía Donald Trump. ¿Qué ha cambiado? La retórica nada más, la argumentación, pero los hechos van a peor. No puede ser que otra vez se fuerce a hacer lo mismo. es demasiado evidente que los negocios van por delante y los derechos humanos son el banderín de enganche de los que se ven perjudicados por el desarrollo chino. Así no se avanzará en lo esencial, aunque sobre esto cada uno tenga sus prioridades, por lo visto. Me imagino que Europa está ya desarrollando su propia estrategia diferente a la del "Reino Unido del Brexit" y de los intentos norteamericanos de restaurar su liderazgo, perdido por sus propias acciones. Esto se le ha repetido en estos años oscuros, con poco éxito.
El argumento de la alianza democrática contra China está lleno de agujeros e incongruencias, de sombras e intereses particulares. Biden ha cambiado la música, pero no la letra.
*
Beatriz Navarro "Biden intenta reclutar a la UE para formar una “alianza
de democracias”" La Vanguardia 26/02/2021
https://www.lavanguardia.com/politica/20210326/6607872/que-pasara-pere-aragones-no-investido-presidente-generalitat-cataluna-parlament.html
** David E.
Sanger "Biden Defines His Underlying Challenge With China: ‘Prove
Democracy Works’" The New York Times 26/03/2021
https://www.nytimes.com/2021/03/26/us/politics/biden-china-democracy.html
*** Ben
Wescott "China has unleashed the
nationalist genie. Beijing may regret letting it out of the bottle"
CNN 27/03/2021
https://edition.cnn.com/2021/03/26/china/xinjiang-china-us-wolf-warrior-patriotism-intl-hnk/index.html
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