martes, 20 de octubre de 2020

Trump y el doctor Fauci

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Uno podría pensar que la mala educación de Trump es consecuencia de los efectos secundarios de los chutes que le han metido en el cuerpo, pero el comportamiento previo hace que esta hipótesis ni prospere. Trump es Trump, una tautología llena de sentido, una circularidad infinita que nos lleva al mismo punto dure cuanto dure el viaje.

Una de las cuestiones paralelas sobre Trump que me he planteado estos meses de pandemia ha sido cuánto duraría el idilio de Trump con Fauci, un amor claramente unidireccional e interesado, como todo lo que se relaciona con el presidente norteamericano.

Trump ama apasionadamente a todos aquellos que le doran la píldora y el doctor Fauci, reconocido en su campo, fue llevado a la palestra por Trump para hacer ver que estaba rodeado de los mejores para controlar la pandemia. No hay ningún otro interés por parte de un presidente cuya ignorancia es colosal y su osadía infinita. El doctor Fauci es un hombre de Ciencia cuya labor ha sido sonreír a Trump mientras trataba de ignorar sus mensajes. Pero la cuerda tensionada tiene un límite y la llegada de las elecciones, con futuro poco esperanzador, ha traído lo que se esperaba: Trump necesita responsables a los que culpabilizar de las situaciones, aunque sea de forma contradictoria.


Los ataques personales a Fauci, con insultos incluidos, revelan —una vez más— el destino de cualquiera que esté junto a Trump. Sabe que, más pronto o más tarde, Trump los lanzará por la borda para aligerar el peso de su globo político, intentando mantenerlo en el aire. Pero creo que la gente ha visto ya demasiados ejemplos de esto como para no entender el mecanismo.

En La Vanguardia leemos: 

Donald Trump y el doctor Anthony Fauci han dejado de morderse la lengua a la hora de valorar sus respectivos trabajos. “La gente está cansada de la Covid. La gente está cansada de escuchar al doctor Fauci y todos esos idiotas, esos idiotas que no acertaron” en su diagnóstico de la pandemia; Fauci “es un desastre, si le hubiera escuchado tendríamos medio millón de muertos”, ha dicho esta mañana a su equipo de campaña el presidente Trump.

Unas horas antes, Fauci, la máxima autoridad en epidemiología de EE.UU., se despachaba a gusto en la cadena CBS sobre la actitud del presidente y la Casa Blanca ante la pandemia. No le sorprendió “en absoluto” que contrajera el coronavirus después de ver el mega acto celebrado en los jardines de la Casa Blanca el pasado 26 de septiembre para anunciar a la candidata del presidente al Tribunal Supremo, la juez Amy Coney Barrett.*

 

No creo que el doctor Fauci esperara un trato mejor. Nadie que haya estado alrededor de Trump puede hacerlo y sabe que cuando la ira del millonario se desata, hay poco que hacer y es irreversible. Tampoco creo que a Fauci le interese pasar a la Historia como el experto que asesoró a Trump durante la pandemia, especialmente en un país que tiene el récord de contagiados y muertos por el COVID-19. Sería una forma horrenda de desperdiciar una vida.

Creo que, a diferencia de otros que han ido saltando del tren en marcha para salvarse de la quema final, la postura de Fauci ha estado clara desde el principio: resistir y tratar de no enfrentarse directamente con Trump para poder hacer llegar mensajes más claros sobre el coronavirus. Pero esto ha sido más difícil conforme pasaba el tiempo y la cifras crecían de forma escandalosa, colmando el vaso el contagio del propio Trump y su renacimiento recauchutado.

¿Cómo ha interpretado el pueblo norteamericano el contagio y resurrección de su presidente? Esa es una de las preguntas que desvelarán las urnas. Lo esencial ahora es cómo lo ha interpretado Donald Trump. Y eso sí lo sabemos.

Para Trump, el contagio ha sido poco más o menos que una "revelación". En su locura narcisista se considera ahora más sabio al conocer, dice, la enfermedad por dentro. Desde esta perspectiva, ¿qué puede enseñarle el doctor Fauci y "otros idiotas" que él no pueda enseñar a las masas? Según señala, todos los expertos están equivocados y solo él está en posesión de la verdad y el conocimiento. Está mejor que antes, asegura, y sus bailes con Village People —otra ironía— son un intento eufórico de demostrarlo. El gesto musoliniano con el que se arrancó la mascarilla en el balcón de la Casa Blanca lo decía todo y los medios lo reprodujeron ahorrándose mil palabras. ¿Qué más se puede decir de Trump a estas alturas? ¿Qué se puede esperar de él?

Esta última pregunta lleva haciéndose desde el día en que entró en la Casa Blanca y siempre ha habido algo nuevo. Una persona sin barreras, aquejado de incontinencia verbal, ignorante supremo... puede dar sorpresas de dudoso gusto hasta el penúltimo momento. Su desprecio de las reglas de la política, del papel presidencial, del valor de las instituciones hacen que se tema lo peor hasta que se le vea salir con las maletas por la puerta de atrás de la residencia presidencial. 


* Beatriz Navarro "Trump llama “idiota” al doctor Fauci y dice que los americanos “están cansados de la Covid”" La Vanguardia 18/10/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20201019/484180136928/trump-llama-idiota-doctor-fauci-americanos-cansados-covid19-coronavirus.html

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