Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Y la
gente con miedo es muy, muy peligrosa. Empieza a tener ideas extrañas y la idea
teórica de dar la vida por su amado presidente puede dejar de estar tan clara.
El gesto de triunfal e infantil de victoria de Trump quitándose la mascarilla,
debe haber hecho endurecerse el cuello de algunos de sus próximos, un
escalofrío —como suele decirse— ha recorrido sus espaldas. Las machadas del
presidente las pagan los más próximos en los dos sentidos, proximidad física y
colaboradores.
Los
gestos de estar sin mascarillas se han pagado caro. Esto es especialmente
destacado cuando aumenta la necesidad de mostrarse así ante las cámaras en
plena recta final de la campaña electoral, cuando Trump debe intentar recuperar
terreno. Sus palabras despreciando el COVID-19 y llamando a dejar las
mascarilla, de palabra y hechos, ha llevado a más de uno a pensar más en lo
propio que en el jefe.
La BBC
nos da cuenta de los últimos positivos con un delicioso estilo británico, como una crónica de sociedad:
Covid-19 is spreading further among those
around US President Donald Trump, with White House adviser Stephen Miller and a
top military official infected.
Mr Miller, who has been self-isolating for the
past five days, confirmed he had contracted coronavirus on Tuesday.
Top US General Mark Milley and other military
leaders are also quarantining after Coast Guard official Admiral Charles Ray
tested positive.
Other officials are self-isolating "out of
an abundance of caution".
In a statement, Mr Miller said he had been
"testing negative every day" until Tuesday, adding that he was now in
quarantine.
His wife, Katie Miller, who is Vice-President
Mike Pence's spokeswoman, contracted the virus back in May and later recovered.
In July, Mr Miller's 97-year-old grandmother,
Ruth Glosser, reportedly died due to complications with Covid-19.
The White House denied that coronavirus had caused Mrs Glosser's death, saying in a statement she "died peacefully in her sleep from old age". *
La preocupación no solo afecta a su equipo directo. La extensión a los militares de alto grado que se tiene que relacionar con él por obligación debe estar sentando tan mal como su paseo triunfal por el exterior del hospital, exponiendo al conductor y al Servicio Secreto que debe acompañarle. Uno de sus antiguos miembros explicaba que no era lo mismo exponer su vida por el presidente, algo que aceptan, a que sea el presidente el que arriesgue tu vida con sus imprudencias egoístas.
La proximidad a Trump se paga. Puede que él esté cubierto, tenga equipos médicos a su disposición y lo lleven y traigan en helicóptero, pero eso está a su alcance solo. Los demás no tienen ninguno de esos privilegios. La CNN publicaba entre las reacciones al contagio de Trump un artículo cuyo titular resaltaba que Trump compartía algo, la enfermedad, con las personas de la calle. ¡Tremendo error! Trump sigue siendo único en todo, pero especialmente en que la atención que le han dedicado no tiene nada que ver con la interminable espera de los test o la cola para que te atiendan en un centro médico hasta que te toque, ni con la preocupación con perder el trabajo si estás en cuarentena o ninguna de las cosas que los mortales padecemos. Trump es un privilegiado y el coste de sus asistencia, recauchutarlo y recolocación has sido multimillonario.
Y eso lo saben los que van cayendo como fichas de dominó ante el hiperactivo y disminuido presidente deseando mostrarse en forma ante sus seguidores. Aunque lo mantuvieran en pie a base de chutes de esteroides, hay un límite. Es algo que puede empezar a comprobar el día después de las elecciones si pierde. Los médicos ya no estarán tan dispuestos a dejarlo todo, el helicóptero tardará más en llegar y los guardias que le rodean no tendrán reparo en ponerse más lejos de él. Serán fenómenos a los que Trump se tendrá que acostumbrar o desconectar un poco más de la realidad que sobrevuela como un gran águila de cabeza blanca.
Si se produce el fallecimiento de algunos de los colaboradores infectados, de esta "élite invencible", los "sin miedo", el panorama cambiará rápidamente. No creo que muchos de los que aman el poder lleguen hasta ese punto de sacrificio. A unos le piden morir por la patria y les rinden al menos honores. Pero Trump es el hombre —recordemos— que no entendía qué hacía en un cementerio militar rindiendo homenaje a "perdedores", gente tan inútil que se dejan matar en las guerras. No le veía el mérito al sacrificio.
Si ayer terminábamos con la mención del "memento mori", "recuerda que eres mortal" que le repetían a César para que no se volviera demasiado engreído, a Trump, aplicando sus principios habría que decirle "recuerda que eres un inútil" en cada una de sus supuestas victorias. "Ahora soy mejor y quizás inmune", resalta la BBC entre las palabras de Trump.
La élite que tiene el peligroso honor de rodearle seguro que piensan en ello en algún momento del día.
* "Covid: White House aide tests positive as military leaders quarantine" BBC 7/10/2020 https://www.bbc.com/news/world-us-canada-54441986
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