martes, 6 de octubre de 2020

Recuerda que eres mortal

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


El paseo o "paseíllo" triunfal de Donald Trump frente a sus admiradores frente al hospital en que se encontraba  ingresado trae y traerá cola. Un Trump chutado de esteroides dando vueltas a la "plaza", saludando a la afición... y exponiendo al personal de Servicio Secreto obligados a "caer" en acto de servicio, contagiados por su presidente, ha levantado ronchas y clamores entre los que guardan silencio y los que pueden hablar por estar retirados del servicio. Como ya ha ocurrido con los militares, son los retirados o las esposas los que se pueden permitir actuar como críticos ante la irresponsabilidad e insensibilidad del presidente, ya que desde los dos lados se ha planteado la cuestión.

Dicen que Trump estaba especialmente enfadado por lo que había escuchado sobre su estado de salud e, incluso, sobre la posibilidad de que Mike Pence pudiera sustituirle. La salida en coche es un acto puramente Trump: irracional, promocional y egocéntrico.

Mientras tanto, la prensa sigue dando los datos de contagiados en la reunión en la Casa Blanca con motivo de la presentación de su propuesta de nueva jueza para el Tribunal Supremo, otro territorio que dejará empantanado, por si lo estaba poco. El último caso de positivo por coronavirus recogido por los medios es precisamente el de la portavoz de la presidencia, Kayleigh McEnany.

En La Vanguardia nos explican las dudas y malestares de las muchas personas que pasan por la Casa Blanca para realizar su trabajo y que son ignoradas en los rastreos: 

Ante la confusión y dudas sobre en qué momento se supo que Hope Hicks, asistente personal del presidente Trump, el primer contagio detectado en la Casa Blanca, había dado positivo a la prueba, la secretaria de prensa ha asegurado que no sabía nada de su diagnóstico cuando el jueves celebró una rueda de prensa en el ala oeste de la residencia oficial. “No hay ni periodistas, ni productores ni miembros de la prensa” entre las personas de contacto establecidas por el equipo médico de la Casa Blanca.

Sin embargo, ayer mismo McEnany estuvo hablando con los reporteros sin llevar mascarilla, una prenda que sigue sin usarse de forma consistente en el entorno del presidente a pesar de la larga lista de contagios detectados en los últimos días entorno al acto multitudinario celebrado hace varios días en la residencia oficial del presidente. Varios senadores, además de la ex asesora del presidente Kellyanne Conway, han dado positivo a la prueba del coronavirus entre cinco y siete días después del acto, el anuncio de la candidatura de la juez Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo.* 

Pero en la Casa Blanca no están para rastreos que no sean los de los votantes.

La salida de Trump del hospital se ha planteado como una nueva prueba de su "inmortalidad". El paseo frente al hospital era para demostrar que estaba "vivo" y ahora se trata de demostrar que es "invencible".

Trump no solo no ha aprendido nada, sino que ha salido del hospital despreciando el uso de mascarillas y al virus mismo. ¿Qué necesita? Nada, no hay que pedir peras al olmo. Solo hay que pedir que su irresponsabilidad no siga sembrando de muertes los Estados Unidos.

La página central de la CNN muestra un enorme titular que ocupa todo el ancho de la pantalla: "Trump stages his return to White House". No puede hablarse en otros términos de lo que ha hecho, convertir el regreso en un momento de gloria, en una prueba de su naturaleza invencible.

Bajo el titular, una fotografía animada nos lo muestra en el gesto desafiante de quitarse la mascarilla, que deja al descubierto un rostro cuyo gesto soberbio queda en evidencia, "¡Aquí estoy, miradme!". Es un Trump fuertemente maquillado, restaurado para justificar que, como ha dicho, se siente como si tuviera veinte años. Los esteroides tienen estos efectos.

El presidente norteamericano ha lanzado tres mensajes: es inmortal, más sabio porque conoce la enfermedad por dentro y no hace falta la mascarilla. El primero es una reafirmación de lo que pensaba; el segundo la ilusión de un ignorante y el final una amenaza para el país, que vuelve a quedar sumido en el caos de los consejos presidenciales.

La CNN resume lo ocurrido con el presidente desde la salida: 

President Donald Trump staged a reckless departure from Walter Reed National Military Medical Center on Monday, telling his followers the virus that dangerously deprived him of oxygen and hospitalized him for 72 hours was nothing to fear before posing for a mask-less photo-op on the White House balcony.

It was a remarkable attempt to convert his still-ongoing disease into a show of strength, even as it underscored his longstanding practice of denying the pandemic's severity and downplaying its risks despite the more than 200,000 Americans dead.

"Don't be afraid of Covid. Don't let it dominate your life," Trump wrote several hours before walking carefully out of the hospital's gold front doors, even as his doctors warned he wasn't yet "out of the woods."

Wearing a white cloth mask and a navy blue suit, Trump gave several thumbs up and a fist bump as he walked down the hospital's front steps toward his waiting helicopter. He would not answer when asked how many of his staffers had tested positive.** 

Todo ello no es más que la constatación de que el mundo gira a su alrededor, como basura espacial. Es el "presidente sol", el centro del universo conocido.

Para una mayoría de norteamericanos, el espectáculo al que han asistido es una muestra más de la irresponsabilidad presidencial y de su naturaleza profundamente egoísta. Para otros, sus adoradores, también una prueba de su dimensión sobrehumana. Es difícil intentar conciliar ambas visiones. Tenía razón George Lakoff cuando estableció que el lenguaje de demócratas y republicanos eran la manifestación de formas diferentes de ver el mundo, universos separados e irreconciliables. Da igual los escándalos financieros, sexuales o políticos de Trump; da igual qué barbaridades diga o recomendaciones suicidas haga. Es el líder de una secta.

"Recuerda que eres mortal", le repetían a César para evitar su endiosamiento. Puede que ks que rodean al presidente le crean inmortal, pero harían bien en recordar que la inmortalidad no es contagiosa, mientras que el coronavirus sí. Con Trump convencido de haber pasado la enfermedad, el gesto de quitarse la mascarilla es algo más que un riesgo. 

* "La portavoz de la Casa Blanca da positivo a la prueba del coronavirus" La Vanguardia 5/10/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20201005/483872075427/portavoz-casa-blanca-kayleigh-mcenany-positivo-coronavirus-covid19.html

** "Trump returns to White House and removes mask despite having Covid" CNN 6/10/2020 https://edition.cnn.com/2020/10/05/politics/donald-trump-covid-condition-walter-reed/index.html


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