Joaquín Mª Aguirre (UCM)
"Tumbar"
es, además, un árbol que no deja ver el bosque, ya que su función no es revelar
algo sino usar una valoración del hecho en sí que tiene efectos perceptivos. Como
nos enseñaron G. Lakoff y M. Johnson, "vivimos a través de las
metáforas", es decir, ellas representan el marco interpretativo de los
acontecimientos. "Tumbar" tiene sus efectos valorativos.
Estos
son algunos titulares con el "tumbar" incluido: "¿Puede la
Comunidad de Madrid tumbar en los tribunales el confinamiento de sus
ciudades?" (1/10 RTVE); "Gobierno y Madrid se reúnen esta tarde ante
la decisión del Tribunal de Justicia de tumbar el cierre de Madrid"
(Servimedia 8/10/); "¿Está de acuerdo con la decisión del TSJM de tumbar
la orden de confinamiento de Madrid?" (20 Minutos); "En directo:
reacción de Illa en el Congreso a la decisión del TSJM de tumbar el cierre de
Madrid" (8/10 La Política Online); "Por qué un tribunal tumbó las
restricciones en Madrid y otros las aceptaron" (9/10/ Heraldo); "La
Justicia tumba el confinamiento de Madrid ordenado por Illa" (08/10 El
Periódico); "El Tribunal Superior de Justicia de Madrid tumba el
confinamiento perimetral de la capital y otros nueve municipios de la
comunidad" (8/10 El Diario); "La justicia tumba el confinamiento de Madrid ordenado por Illa" (8/10 El Día. La Opinión de Tenerife)...
"Tumbar"
es una metáfora de metáforas. Se usa en otros ámbitos, el principal es el del
boxeo en donde "se tumba al contrario". "Tumbar", en este
ámbito, implica dar un golpe tan contundente que das con el adversario en la
lona, en el suelo del cuadrilátero. Es una victoria contundente.
El Confidencial dedica un artículo firmado por Pablo Gabilondo —con el titular "¿Por qué Vallecas sí y Madrid no? Los tecnicismos legales del confinamiento"— a explicar el sentido jurídico de lo establecido por el TSJM, señalando lo inadecuado del procedimiento seguido dada la magnitud de los que se pide. Su conclusión final es la siguiente:
[...] las autoridades pasaron por alto las anteriores leyes y solo apoyaron el cierre de Madrid en la orden de Sanidad, texto que en ningún caso incluye esa competencia que tienen las comunidades autónomas para "adoptar medidas preventivas de contención y otras que supongan limitación de actividades y desplazamiento de personas". Sin esa delicada combinación de leyes como telón de fondo, el TSJM considera que las restricciones suponen una "limitación o restricción de derechos fundamentales" que no está justificada y, consecuentemente, no cabe su ratificación. El tribunal, por tanto, no entra en que las medidas sean más o menos urgentes o en que los vecinos de la Moraleja merezcan un trato distinto a los de Vallecas: solo subraya que, esta vez, el armazón legal presentado es insuficiente para cerrar Madrid.*
De eso se trata y no de otra cosa. Pero eso ha abierto otra nueva línea de ataques entre unos y otros contra, esta vez, los jueces, cuya responsabilidad es clara y sus indicaciones son precisas. Han dicho lo que debían decir y resaltado la chapuza jurídica.
Lo que han explicado con poca fortuna los catedráticos y expertos en Derecho Constitucional ante las cámaras de quienes les ha preguntado es que el TSJM no entra la en cuestión de la pertinencia sanitaria de las medidas, sino en la débil vía jurídica elegida para aplicar medidas que afectan directamente a un "derecho fundamental", la movilidad de las personas, algo recogido en nuestra Constitución y que solo puede verse modificado por una norma de rango superior a la empleada. Por eso, el "tumbado madrileño" solo ha durado el tiempo que ha tardado en reunirse el Consejo de Ministros y decretar el "estado de alarma" en la Comunidad, herramienta jurídica que sí permite (como ya ocurrió) mantener a la gente dentro de determinados ámbitos espaciales, es decir, confinamientos perimetrales de poblaciones en la zona especificada por el decreto.
Pero la
interpretación es llevada por otros derroteros, los de la maldad intrínseca de las medidas, algo en lo que los jueces ni
entran si salen, ni tampoco deben ya que no es su función.
Todo
esto, que parece fácil de entender si se quiere entender, se produce en una
pelea como no se ha visto nunca entre administraciones, con la excepción de las
rebeldías de Cataluña. En esta lucha, los medios están jugando un papel de
comparsas, ya sea por sus propias adscripciones ideológicas, sus intereses
económicos (o de los que están detrás de ellos) o las simpatías personales. El
contagioso verbo "tumbar" demuestra una falta de análisis, un exceso
de partidismo o una combinación de ambos. En algunos medios es simplemente el
deseo de usar términos fuertes, como "tumbar" con el deseo de atraer
lectores con los titulares.
Lo más
preocupante es que los destinatarios finales de estos mensajes son los ciudadanos
que, además de sentirse mareados por la falta de decisión o tino de sus
dirigentes, se ven ahora lanzados, por unos y otros, hacia los jueces, que se
han limitado, como es su obligación, a señalar los defectos jurídicos, no los
sanitarios, que son los que afectan a la salud de los madrileños. Sin embargo,
la mezcla de todo tipo de elementos es el fenómeno visible: si el TSJM
"tumbó" las "medidas" del gobierno central es porque "atentaba"
contra los "derechos constitucionales" de los madrileños. Y no es eso
lo que han dicho ni han querido decir. Pero la interpretación de lo ocurrido
con el TSJM se esparce como una especie de gran victoria por KO en la rivalidad
entre administraciones primero y entre partidos después.
Todo
esto es un intento de rentabilizar una vergonzosa lucha política que los
propios ciudadanos rechazan, como se aprecia en las múltiples encuestas en las
que se muestra su hartazgo. Por eso, los intentos de politizar estas cuestiones
no son bueno para nadie. Demuestra que, por mucho que se diga, no se hace sino
intentar incitar a la ciudadanía en vez de tratar de llevarla a comportamientos
más responsables. El resultado de la batalla madrileña es "haz lo que te
dé la gana", como muestran los múltiples memes y chistes circulantes, una
forma de desinformación y de erosión de los poderes públicos, incluidos los
judiciales. El caos perjudica a todos, pero beneficia a algunos.
No es
sorprendente que esto ocurra, ya que desde el principio, la situación política española
no ha dejado de interferir en las medidas necesarias para la toma de decisiones
sanitarias. Desde las autorización de manifestaciones y las celebraciones de mítines
días antes de declarar el estado de alarma hasta la actual batalla de Madrid,
pasando por el "¡Madrid nos mata!" de un inefable Qim Torra a sus
huestes, la política no ha dejado de inmiscuirse en las decisiones sanitarias
de todas y cada una de las Autonomías, en los Ayuntamientos y en el gobierno
central. Cada una de las ampliaciones del "estado de alarma", que
debían pasarse por el Parlamento, han sido batallas campales; lo fue la
desbandada de la reapertura ante la "nueva normalidad", que tenía
poco de ambas cosas, en su carrera por la atracción de turistas ante la promesa
de que "yo soy más seguro que los demás" por parte de las autoridades
autonómicas. Ahora pagamos las consecuencias en todos los ámbitos. La batalla
del "turismo seguro" (una de las múltiples en esta guerra larga) se
ha saldado con innumerables caídos y este calamitoso estado en que nos
encontramos.
El
intento del Partido Popular madrileño de llevar la pandemia al terreno de las "libertades",
con el aplauso de Vox y el descontento de Ciudadanos, es esencialmente un
reflejo de lo ocurrido en Estados Unidos y en Reino Unido. Vemos el peso de la
ultraderecha norteamericana, contagiando a la europea, en los que se oponen a
las mascarillas como un atentado
contra sus libertades y se manifiestan contra ellas en nuestras capitales
comunitarias, como ocurrió en Madrid y Berlín. El argumento de los ataques a las
libertades es erróneo y solo busca debilitar el sistema. Basta con escuchar los
ecos de Trump para comprenderlo.
El enfoque "neoliberal" de la pandemia, se ha visto, no ha llevado a una expansión de la economía, sino a todo lo contrario y con peores consecuencias y duraderas secuelas. Parece que uno de los efectos del coronavirus es el borrado de la memoria, el olvido de lo que hemos vivido apenas unas semanas antes. Es una especie de "reinicio" constante movido por los intereses que hay detrás, mayormente económicos entremezclados con los políticos. No se ha conseguido llegar a la sincronización de ambos aspectos, seguridad y economía. En vez de buscar fórmulas de equilibrio que permitieran avanzar con prudencia y firmeza, se han impuesto las prisas y —hay que recordarlo— los prematuros saltos de fase en España para hacerse con el mercado disponible, especialmente el turístico.
Pese a ello, no deja de sorprender que la batalla madrileña gire alrededor de un puente. ¿Vamos a tener esta batalla con cada uno de nuestros "puentes", momentos en los que se producen millones de desplazamientos a segundas residencias y lugares turísticos? En un momento en que algunos países ya dan por "perdidas" las navidades, ¿vamos a seguir estas disputas con cada festivo en adelante?
La chapuza del ministerio es grande, pero no le van a la zaga los cantos de victoria lanzados por algunos, que quieren ver respaldo jurídico para sus tesis en unas decisiones sanitarias necesarias ante el empeoramiento escandaloso de Madrid, en estos momentos capital europea de la pandemia, un desgraciado título que debemos quitarnos como sea de encima pronto.
Esto solo se logrará con la colaboración de buena
fe entre las administraciones, que será lo que dé respaldo a la responsabilidad
ciudadana, pieza necesaria y mareada para el mejor funcionamiento de las medidas y control de la situación de la epidemia.
"Tumbar", más allá de el boxeo, tiene también otras derivas semánticas. Desgraciadamente la de "estar tumbados", es decir, la de no hacer nada está incluida entre ellas. Ese es el verdadero peligro que nos amenaza a todos, el de no hacer nada y darnos por contentos con estas cosas que al final siempre seremos nosotros los que las paguemos en sufrimiento y pérdidas de todo tipo. Los expertos, más allá de los mecanismos legales, advierten que lo que llega con el invierno no será fácil de sobrellevar. Estas son todavía las alegrías post-veraniegas, como si no hubiéramos tenido bastante.
* Pablo
Gabilondo "¿Por qué Vallecas sí y Madrid no? Los tecnicismos legales del
confinamiento" El Confidencial 09/10/2020
https://www.elconfidencial.com/espana/2020-10-09/tsjm-cierre-madrid-confinamiento-restricciones_2782044/
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