sábado, 10 de octubre de 2020

Tumbar

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


¡Qué extrañas guerras las de la política española! Tras la decisión judicial del jueves por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, se ha puesto de moda el verbo "tumbar", una metáfora que despierta en las mentes de quienes la escuchan diversos sentimientos según el barrio. Lo extraño del caso es que la metáfora tiene una serie de connotaciones que no inocentes, en modo alguno, dentro de esta lucha entre afinadores de palabras, como hay afinadores de pianos, busca del término efectivo-expresivo que haga daño. Sorprende, además, el efecto contagioso que estas metáforas tienen en los medios, que se refugian en ellas con una evidente falta de precisión y fácil mimetismo.

"Tumbar" es, además, un árbol que no deja ver el bosque, ya que su función no es revelar algo sino usar una valoración del hecho en sí que tiene efectos perceptivos. Como nos enseñaron G. Lakoff y M. Johnson, "vivimos a través de las metáforas", es decir, ellas representan el marco interpretativo de los acontecimientos. "Tumbar" tiene sus efectos valorativos.

Estos son algunos titulares con el "tumbar" incluido: "¿Puede la Comunidad de Madrid tumbar en los tribunales el confinamiento de sus ciudades?" (1/10 RTVE); "Gobierno y Madrid se reúnen esta tarde ante la decisión del Tribunal de Justicia de tumbar el cierre de Madrid" (Servimedia 8/10/); "¿Está de acuerdo con la decisión del TSJM de tumbar la orden de confinamiento de Madrid?" (20 Minutos); "En directo: reacción de Illa en el Congreso a la decisión del TSJM de tumbar el cierre de Madrid" (8/10 La Política Online); "Por qué un tribunal tumbó las restricciones en Madrid y otros las aceptaron" (9/10/ Heraldo); "La Justicia tumba el confinamiento de Madrid ordenado por Illa" (08/10 El Periódico); "El Tribunal Superior de Justicia de Madrid tumba el confinamiento perimetral de la capital y otros nueve municipios de la comunidad" (8/10 El Diario); "La justicia tumba el confinamiento de Madrid ordenado por Illa" (8/10 El Día. La Opinión de Tenerife)...

"Tumbar" es una metáfora de metáforas. Se usa en otros ámbitos, el principal es el del boxeo en donde "se tumba al contrario". "Tumbar", en este ámbito, implica dar un golpe tan contundente que das con el adversario en la lona, en el suelo del cuadrilátero. Es una victoria contundente.

El Confidencial dedica un artículo firmado por Pablo Gabilondo —con el titular "¿Por qué Vallecas sí y Madrid no? Los tecnicismos legales del confinamiento"— a explicar el sentido jurídico de lo establecido por el TSJM, señalando lo inadecuado del procedimiento seguido dada la magnitud de los que se pide. Su conclusión final es la siguiente: 

[...] las autoridades pasaron por alto las anteriores leyes y solo apoyaron el cierre de Madrid en la orden de Sanidad, texto que en ningún caso incluye esa competencia que tienen las comunidades autónomas para "adoptar medidas preventivas de contención y otras que supongan limitación de actividades y desplazamiento de personas". Sin esa delicada combinación de leyes como telón de fondo, el TSJM considera que las restricciones suponen una "limitación o restricción de derechos fundamentales" que no está justificada y, consecuentemente, no cabe su ratificación. El tribunal, por tanto, no entra en que las medidas sean más o menos urgentes o en que los vecinos de la Moraleja merezcan un trato distinto a los de Vallecas: solo subraya que, esta vez, el armazón legal presentado es insuficiente para cerrar Madrid.* 

De eso se trata y no de otra cosa. Pero eso ha abierto otra nueva línea de ataques entre unos y otros contra, esta vez, los jueces, cuya responsabilidad es clara y sus indicaciones son precisas. Han dicho lo que debían decir y resaltado la chapuza jurídica.

Lo que han explicado con poca fortuna los catedráticos y expertos en Derecho Constitucional ante las cámaras de quienes les ha preguntado es que el TSJM no entra la en cuestión de la pertinencia sanitaria de las medidas, sino en la débil vía jurídica elegida para aplicar medidas que afectan directamente a un "derecho fundamental", la movilidad de las personas, algo recogido en nuestra Constitución y que solo puede verse modificado por una norma de rango superior a la empleada. Por eso, el "tumbado madrileño" solo ha durado el tiempo que ha tardado en reunirse el Consejo de Ministros y decretar el "estado de alarma" en la Comunidad, herramienta jurídica que sí permite (como ya ocurrió) mantener a la gente dentro de determinados ámbitos espaciales, es decir, confinamientos perimetrales de poblaciones en la zona especificada por el decreto.

Pero la interpretación es llevada por otros derroteros, los de la maldad intrínseca de las medidas, algo en lo que los jueces ni entran si salen, ni tampoco deben ya que no es su función.

Todo esto, que parece fácil de entender si se quiere entender, se produce en una pelea como no se ha visto nunca entre administraciones, con la excepción de las rebeldías de Cataluña. En esta lucha, los medios están jugando un papel de comparsas, ya sea por sus propias adscripciones ideológicas, sus intereses económicos (o de los que están detrás de ellos) o las simpatías personales. El contagioso verbo "tumbar" demuestra una falta de análisis, un exceso de partidismo o una combinación de ambos. En algunos medios es simplemente el deseo de usar términos fuertes, como "tumbar" con el deseo de atraer lectores con los titulares.

Lo más preocupante es que los destinatarios finales de estos mensajes son los ciudadanos que, además de sentirse mareados por la falta de decisión o tino de sus dirigentes, se ven ahora lanzados, por unos y otros, hacia los jueces, que se han limitado, como es su obligación, a señalar los defectos jurídicos, no los sanitarios, que son los que afectan a la salud de los madrileños. Sin embargo, la mezcla de todo tipo de elementos es el fenómeno visible: si el TSJM "tumbó" las "medidas" del gobierno central es porque "atentaba" contra los "derechos constitucionales" de los madrileños. Y no es eso lo que han dicho ni han querido decir. Pero la interpretación de lo ocurrido con el TSJM se esparce como una especie de gran victoria por KO en la rivalidad entre administraciones primero y entre partidos después.

Todo esto es un intento de rentabilizar una vergonzosa lucha política que los propios ciudadanos rechazan, como se aprecia en las múltiples encuestas en las que se muestra su hartazgo. Por eso, los intentos de politizar estas cuestiones no son bueno para nadie. Demuestra que, por mucho que se diga, no se hace sino intentar incitar a la ciudadanía en vez de tratar de llevarla a comportamientos más responsables. El resultado de la batalla madrileña es "haz lo que te dé la gana", como muestran los múltiples memes y chistes circulantes, una forma de desinformación y de erosión de los poderes públicos, incluidos los judiciales. El caos perjudica a todos, pero beneficia a algunos.

No es sorprendente que esto ocurra, ya que desde el principio, la situación política española no ha dejado de interferir en las medidas necesarias para la toma de decisiones sanitarias. Desde las autorización de manifestaciones y las celebraciones de mítines días antes de declarar el estado de alarma hasta la actual batalla de Madrid, pasando por el "¡Madrid nos mata!" de un inefable Qim Torra a sus huestes, la política no ha dejado de inmiscuirse en las decisiones sanitarias de todas y cada una de las Autonomías, en los Ayuntamientos y en el gobierno central. Cada una de las ampliaciones del "estado de alarma", que debían pasarse por el Parlamento, han sido batallas campales; lo fue la desbandada de la reapertura ante la "nueva normalidad", que tenía poco de ambas cosas, en su carrera por la atracción de turistas ante la promesa de que "yo soy más seguro que los demás" por parte de las autoridades autonómicas. Ahora pagamos las consecuencias en todos los ámbitos. La batalla del "turismo seguro" (una de las múltiples en esta guerra larga) se ha saldado con innumerables caídos y este calamitoso estado en que nos encontramos.

El intento del Partido Popular madrileño de llevar la pandemia al terreno de las "libertades", con el aplauso de Vox y el descontento de Ciudadanos, es esencialmente un reflejo de lo ocurrido en Estados Unidos y en Reino Unido. Vemos el peso de la ultraderecha norteamericana, contagiando a la europea, en los que se oponen a las mascarillas como un atentado contra sus libertades y se manifiestan contra ellas en nuestras capitales comunitarias, como ocurrió en Madrid y Berlín. El argumento de los ataques a las libertades es erróneo y solo busca debilitar el sistema. Basta con escuchar los ecos de Trump para comprenderlo.

El enfoque "neoliberal" de la pandemia, se ha visto, no ha llevado a una expansión de la economía, sino a todo lo contrario y con peores consecuencias y duraderas secuelas. Parece que uno de los efectos del coronavirus es el borrado de la memoria, el olvido de lo que hemos vivido apenas unas semanas antes. Es una especie de "reinicio" constante movido por los intereses que hay detrás, mayormente económicos entremezclados con los políticos. No se ha conseguido llegar a la sincronización de ambos aspectos, seguridad y economía. En vez de buscar fórmulas de equilibrio que permitieran avanzar con prudencia y firmeza, se han impuesto las prisas y —hay que recordarlo— los prematuros saltos de fase en España para hacerse con el mercado disponible, especialmente el turístico.

Pese a ello, no deja de sorprender que la batalla madrileña gire alrededor de un puente. ¿Vamos a tener esta batalla con cada uno de nuestros "puentes", momentos en los que se producen millones de desplazamientos a segundas residencias y lugares turísticos? En un momento en que algunos países ya dan por "perdidas" las navidades, ¿vamos a seguir estas disputas con cada festivo en adelante?

La chapuza del ministerio es grande, pero no le van a la zaga los cantos de victoria lanzados por algunos, que quieren ver respaldo jurídico para sus tesis en unas decisiones sanitarias necesarias ante el empeoramiento escandaloso de Madrid, en estos momentos capital europea de la pandemia, un desgraciado título que debemos quitarnos como sea de encima pronto. 

Esto solo se logrará con la colaboración de buena fe entre las administraciones, que será lo que dé respaldo a la responsabilidad ciudadana, pieza necesaria y mareada para el mejor funcionamiento de las medidas y control de la situación de la epidemia.

"Tumbar", más allá de el boxeo, tiene también otras derivas semánticas. Desgraciadamente la de "estar tumbados", es decir, la de no hacer nada está incluida entre ellas. Ese es el verdadero peligro que nos amenaza a todos, el de no hacer nada y darnos por contentos con estas cosas que al final siempre seremos nosotros los que las paguemos en sufrimiento y pérdidas de todo tipo.  Los expertos, más allá de los mecanismos legales, advierten que lo que llega con el invierno no será fácil de sobrellevar. Estas son todavía las alegrías post-veraniegas, como si no hubiéramos tenido bastante.

El País

* Pablo Gabilondo "¿Por qué Vallecas sí y Madrid no? Los tecnicismos legales del confinamiento" El Confidencial 09/10/2020 https://www.elconfidencial.com/espana/2020-10-09/tsjm-cierre-madrid-confinamiento-restricciones_2782044/

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