sábado, 3 de octubre de 2020

La orwelliana guerra egipcia de los medios

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


El positivo de Trump y señora en coronavirus desplazó el tema egipcio que tenía pensado para ayer y al que le habíamos dedicado algunos textos anteriores al ver los movimientos y contra movimientos del gobierno para tratar de silenciar o minimizar las distintas protestas coincidentes con el aniversario de la emisión en YouTube de los vídeos de acusación contra al-Sisi por los tejemanejes en la construcción suntuosa de palacio, favoritismos hacia los adeptos y palo sin zanahoria para los empresarios que se quedaban en cuadro, al margen del dedo que todo lo puede en el mundo egipcio de los negocios. Es una forma que tiene poco de sutil de mantener el engranaje en marcha allí donde la economía está controlada por los militares, sus empresas y las empresas de sus amigos. Nada cambiará en Egipto mientras siga en pie ese faraónico emporio de corrupción del que llevan décadas y décadas beneficiándose los mismos, que pasan a velar porque se mantenga ese estado de cosas por su propio interés. La noticia de la construcción de palacios presidenciales lujosísimos frente a un pueblo ya pobre y empobrecido más por las medidas como la devaluación de la libra, que se llevó por delante el dinero del ahorro y redujo a la nada el poder adquisitivo de la gran mayoría, provocó protestas, negadas por el gobierno, mostradas por los vídeos, y finalmente denominadas de forma oficial como "raras".

En Mada Masar se señala el origen de las protestas: 

Last week saw the one year anniversary of the September 20 protests in 2019, which followed on from corruption accusations made by former contractor and actor Mohamed Ali against Sisi and the Armed Forces. Ali, who has resided in Spain, published a series of videos on social media in which he accuses Sisi and the army of squandering billions on vanity real estate projects, including presidential palaces and a luxury hotel for the military intelligence in a Cairo suburb.

Since mid-September, ahead of the anniversary, there has been a heightened security presence throughout the country. As of September 24, 369 people had been confirmed to have been arrested in Giza, Cairo, Sharqiya, Alexandria, Aswan and a number of other areas, according to the Democratic Transition and Human Rights Support Center. Three major charges were pressed against the defendants: joining a terrorist organization, broadcasting and spreading false news, and misusing social media. A number of other protesters were also handed charges of “funding terrorist organization,” “illegal assembly,” “participating in an assembly of more than five people” and “violating and destroying state property,” according to the center.*

 

Los cargos se le aplican al que salga a la calle o tenga en su ordenador cualquier resto de haber visitado una página "sospechosa". Recordemos que muchos periodistas han sido detenidos y publicaciones, por ejemplo, han sido detenidos y cerradas por el hecho de tener una copia no registrada de un programa informático. Es la vía egipcia a la detención. Si tienes una copia pirata de un programa, te encuentras en la cárcel y, una vez allí, puedes estar meses o años en la segunda técnica egipcia de esperar eternamente. Mientras estás allí meses, estás pendiente de que te lleven ante un juez, algo que se anuncia y suspende un número indeterminado de veces. Mientras tanto has podido ser violado, torturado, golpeado en tu celda. Es el método. Y el gobierno de Egipto se rasga las vestiduras cuando es denunciado por las asociaciones de Derechos Humanos, algo apropiado para Occidente, según declaró al-Sisi en su momento, pero poco apropiado para el país.

El entramado empresarial, político, administrativo y militar es sobradamente conocido por cualquier egipcio de a pie, que lo ve en sus sectores, negocios o simplemente viendo esos edificios que provocan la irritación. Más allá de la lujosa nueva capital —otro derroche que, además, blindará a los jerarcas alejándose de una ciudad peligros como es El Cairo, donde los millones de ciudadanos pueden llegar a ser incontrolables en su ira— los palacios presidenciales, el lujo para unos pocos, ha desbordado la paciencia de muchos.

En la publicación independiente se nos indica que las versiones oficiales niegan primero su existencia y después, cuando no pueden ya sostenerlo, su importancia sobre los siguientes supuestos: 1) duran menos de cinco minutos (probablemente el tiempo que tarda la Policía en llegar); 2) están protagonizadas por mujeres y niños; y 3) a veces son demandas justas de algún sector que son aprovechadas por los Hermanos Musulmanes ("[...] the protests were led by clay brick manufacturers, who had “legitimate” demands, as they have been affected by the increased dependence on cement bricks in construction...").  

Para dar verosimilitud a esto, se ha liberado a casi 500 menores detenidos, en un característico gesto de "padre comprensivo" muy propio del régimen y que hace ver que las familias no cumplen bien con las obligaciones de vigilar a sus hijos, que se dejan engañar fácilmente por lo que les llega por las perversas redes sociales con los mensajes engañosos de los enemigos de Egipto y, por tanto, de las familias. Es la misma táctica retórica que al-Sisi practicó cuando se realizaban en las manifestaciones de Tahrir, en 2011, los infames "test de virginidad" a las chicas. Se presentaba como una acción "paternal" (patriarcal) de velar por ellas mientras que los padres incumplían la vigilancia debida a las mujeres a su cargo.

Las explicaciones dadas por al-Sisi y el régimen no convencen a nadie. Los que protestan, dicen, es porque se aprovechan de las medidas duras que ha habido que tomar. Esto no deja de ser una broma porque el dinero para que se construyan palacios podría emplearse en hospitales y escuelas, pero se conoce que los empresarios amigos no tienen mucho interés en esos sectores.

Pero esta vez, el régimen ha ido un poco más lejos y esta es la parte interesante de todo este caso al constituir cierta "novedad", pero que revelan sobre todo la preocupación real del régimen por el enrarecimiento del clima político en la calle: 

While protests continued to flare up on Friday, the media continued to maintain that nothing was happening, portraying the reports and videos that spread online as Muslim Brotherhood propaganda.

Going the extra mile to showcase the “Muslim Brotherhood’s fabrication” of protest videos, the intelligence-affiliated United Media Services Group staged and filmed a fake protest, sending it out to satellite channels affiliated with the Muslim Brotherhood broadcasting from outside the country.

Channels such as Al Jazeera and Asharq broadcast the United Media Services Group-staged footage that claimed to show a recent protest in Giza’s Nazlit al-Samman.

During an Extra News special, Khaled Salah, the editor-in-chief of the UMSG-owned Youm7, and radio presenter Youssef al-Hosseiny, who is running in the upcoming House of Representatives elections, took to the airwaves to showcase the stunt.

Both presenters showed off excerpts of the staged protests in which actors posing as demonstrators chanted, “leave” and “down with the military rule,” suggesting that the UMSG’s deception of Muslim Brotherhood-affiliated media channels vindicated the state’s assurances that “enemy media” publish material without ensuring their authenticity.

United Media Services Group is owned by one of the sovereign state intelligence bodies. The group owns the Egyptian Media Group, which in turn owns six newspapers and news sites, the largest of which is Youm7. The group also owns two companies for dramatic and film production, seven media and advertising services companies, and a security company.

On Friday, in a rare acknowledgment of the protests, TV presenter Amr Adib said on his show “Al-Hekaya” (The Story) that limited protests broke out in a number of villages — the same characterization that BBC Arabic used in reporting of the protests on the same day. Meanwhile, DMC, a channel owned by the Egyptian Media Group, broadcasted clips of pro-Sisi gatherings involving women raising Egyptian flags and chanting “Long live Egypt. Long live our President.”

The state media’s push ran beside coverage from the Brotherhood-sympathetic channels Asharq, Makameleen, and Al Jazeera, who broadcast what the channels framed as anti-Sisi protests that broke out after Friday prayers in the governorates of Cairo and Giza, as well as in villages in Damietta, Minya and Sohag. The channels also reported that two protesters had been killed by security forces, and a number of people were injured in the Giza village of Balida after security forces used live ammunition to disperse protesters.

In the following days, the pro-state channels continued to broadcast archival clips presenting “incidents of the Muslim Brotherhood’s violence,” while maintaining that videos of protests online had been fabricated.*

 

La cita es extensa, pero sin desperdicio, una auténtica lección orwelliana sobre la manipulación de los medios y de la población a través de la falsificación, de la creación de noticias falsas. Crear falsas noticias para "demostrar" al pueblo que los "enemigos" las difunden y, por tanto, deben desconfiar de todo solo se le ocurre a una de esas mentes preclaras egipcias que pueblan los despachos y salones y consideran que se puede estar manipulando permanentemente. Para mostrar que la información que llega a la población es falsa, lo inundan todo de información falsa. ¡Genial idea!

La soberbia del régimen egipcio, su constante deseo de mostrase como "superior", "inteligente", "sobrado", que dirían algunos, les lleva a desvelar sus trucos. El problema es que no es un régimen de verdades enfrentado a uno de mentiras, sino el choque de dos estilos mentirosos de actuar. Es probable que la "verdad" o los "hechos" importen poco en un mundo en el que Trump ha llegado a la Casa Blanca, pero es difícil encontrar un ejercicio similar de falsedad que, además, reclama el aplauso. Es la confirmación del "Ministerio de la Verdad" orwelliano, un dispositivo capaz de fabricar las mentiras para difundirlas en un estado permanente de control. Con ello, el régimen se ha condenado a no ser creído jamás. Se ha hundido él solo.

Los ejercicios de condena internacional por los derechos humanos contra Egipto se suceden año tras año, en cada informe. Da igual cuál sea su fuente. La defensa del régimen de al-Sisi siempre es la misma: todo es mentira. Todo el mundo ama a al-Sisi. Cualquier otra posibilidad en matemática y filosóficamente imposible. Al-Sisi es amor, es el elegido, aquel que el bueno de Sadat, en su gloria, les mandó a los egipcios para demostrar que son los hijos favoritos de dios, un regalo, una bendición. Todo ello repetido por la maquinaria religiosa del estado que enseña que protestar contra al-Sisi va contra el Islam y contra Dios. Lo vimos hace unos días en los manifiestos de los clérigos de la Universidad de Al-Azhar y de los clérigos responsables del Ministerio de Dotaciones Religiosas, los dos brazos del control religioso. Dios está con Abdel Fatah al-Sisi y dudarlo es rebelarse contra Dios.

De esta forma, el Egipto de Nasser, socialista y laico, se ha acabado transformando es una república teocrática, cada vez más integrista en lo religioso, que exige obediencia a la autoridades y mirar para otro lado en sus despilfarros económicos, sus excesos autoritarios y vicios privados. Egipto es un monumento a la hipocresía política.

Pero no es fácil ocultar un palacio (o varios) a la vista del pobre, sobre todo si el palacio es grande y los pobres son muchos. Pero, conforme empeore la situación (y la crisis aumenta en todo el mundo), la necesidad de tapar los agujeros con mentiras será más acuciante. Habrá menos dinero que repartir y las mentiras tendrán que ser mayores para tapar lo evidente, lo que no se cambió desde Mubarak, la corrupción, el fundamento del sistema de intereses creado desde entonces con el Ejército y sus negocios como centro, con el empresariado colateral que quiere que se desvíen hacia ellos los negocios. Es lo que todo el mundo sabe. Pero también saben que la diferencia entre estar dentro o fuera del sistema es grande, la vida o la muerte, la riqueza o la pobreza.

Lo que está saliendo, en el fondo, es la lucha por hacerse con lo que cada vez es menor, los recursos que desde el Estado llegan a los empresarios amigos. Es la queja de Mohamed Ali y sus vídeos; es lo que ha destapado la botella del escándalo y las protestas. La película falsa distribuida a los medios para engañarlos no es más que una argucia infame, un chiste político al que los egipcios son tan aficionados. Ahora habrá que saber cuánto ha costado esa película, que seguro que no ha salido barata. Los chistes y risas en los programas de televisión sobre cómo han engañado al enemigo logra acallar la triste realidad ni la represión constante.

Ya desde 2014 se empezaron a establecer los paralelismos del régimen con lo descrito por George Orwell en su novela 1984 que gracias al incidente del arresto de un joven que llevaba la novela en su mochila al pasar la frontera libanesa (lo contamos en su momento) se hizo una comparación frecuente. El tiempo ha ido confirmando que el antiguo jefe de la Inteligencia Militar y topo en el gobierno de Morsi, al que finalmente derrocó en el "no-coup" llegaría ser un Gran Hermano en todos los planos. 

Ese es el triste destino de Egipto, el de oscilar entre el Gran Hermano militar y los grandes Hermanos Musulmanes. 


* "Sisi, Public Prosecution acknowledge protests after week of silence, 68 minors released" Mada Masr 28/09/2020 https://www.madamasr.com/en/2020/09/28/feature/politics/sisi-public-prosecution-acknowledge-protests-after-week-of-silence-68-minors-released/



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