jueves, 30 de julio de 2020

Las virtudes peligrosas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, ha sido noticia en los tiempos del COVID-19 gracias a dos noticias, la primera la islamización de la basílica de Santa Sofía, una forma de absorción destructiva de su pasado y ahora las medidas de control y censura de Internet, que es lo mismo que decir de su población.
Cuando se produjo el primer paso de celebración de la oración del viernes en Santa Sofía, convertida en mezquita, se taparon los frescos y signos cristianos y Erdogan tuvo una presencia activa en el rezo, seguido en el exterior por miles de personas, que según nuestros perspicaces periodistas veraniegos, "no mantenían las distancias de seguridad", una coletilla que mostraba la profunda incomprensión de lo que ocurre en Turquía, tal como sucede con otras partes del mundo. Tampoco mereció comentario la opinión recogida a un asistente, aquello "era un signo de que el islam triunfaría finalmente". Tampoco se preguntó nadie qué quería decir aquello, ni sobre quién se estaba triunfando con aquella conversión del espacio religioso. A los ojos de millones de seguidores de Erdogan, no solo en Turquía, que encabeza ahora mismo la "internacional islamista" de los Hermanos Musulmanes, Erdogan es un enviado, como otros, para ganar el espacio perdido por el Islam, un héroe que le devolverá su esplendor y rendirá finalmente a los infieles a mayor gloria de Dios, que así lo quiere.
La Vanguardia 24/07/2020
Las autoridades europeas, más conocedoras del sentido del gesto, manifestaron rápidamente su idea de que aquello suponía definitivamente la renuncia de Turquía a sus ideales de pertenencia a Europa, algo para lo que no hacían falta muchas confirmaciones, pues es algo que Erdogan ha ido reiterando a través de múltiples acciones. Es seguro que los planes de dios para el mundo, según Erdogan, requerirán más tiempo, pero no se trata de eso, sino de dos objetivos, el primero obviamente es convertirse en líder incuestionado de Turquía, deshaciéndose de toda resistencia interior y perseguir en el exterior a los que pudieran crearle problemas. Las purgas de gullenistas hace unos años le sirvieron para desmantelar el poder judicial, la universidad, las empresas, etc. deteniendo a miles de personas.


Pero es el segundo objetivo el más ambicioso. Erdogan se ve a sí mismo como el renovador del imperio otomano, para lo que necesita del prestigio interior y exterior que consigue con acciones como la islamización de Santa Sofía. Allí donde los demás ven un espacio turístico en estos tiempos de trivialidad, Erdogan, como el seguidor de la oración, ven un enorme símbolo de la reconstrucción islámica, una nueva toma simbólica de Constantinopla.
Los gestos constantes de desafío de Erdogan a la comunidad internacional (no solo a occidente) están creando conflictos con Grecia, Chipre, con Egipto y con la Comunidad Europea, especialmente tras sus maniobras en Libia apoyando a los islamistas, algo que ha llevado a que el parlamento egipcio aprobara hace unos días la posibilidad de intervención militar en el país vecino, un caos en parte por el apoyo de Erdogan a un sector favorable.
Recordemos que lo primero que hizo el derrocado presidente islamista egipcio, Mohamed Morsi, cuando llegó al poder fue establecer intenso acuerdos comerciales con los turcos de Erdogan. Los Hermanos Musulmanes y sus grupos afines forman una internacional con diversas capas, una de ellas es precisamente la empresarial, pues no dejan de favorecer a los suyos y entre ellos. El gobierno islamista egipcio favoreció de inmediato a los amigos turcos. Estos, tras el derrocamiento, les acogieron y les permitieron establecer en Turquía la base de operaciones contra el gobierno egipcio, lo que supuso una serie de enfrentamientos verbales bastante intensos entre Erdogan y el presidente y demás políticos egipcios, acusando a Turquía de albergar y fomentar el terrorismo.


Recordemos que fue en Turquía donde se produjo el secuestro, tortura y asesinato del periodista saudí Kamal Khashoggi. Las informaciones salieron a la luz gracias a los múltiples pinchazos y vigilancia que los turcos tenía del consulado saudí. El asesinato de estado dejó en evidencia el poder de los medios de espionaje turcos, al desvelar no solo las imágenes exteriores de la entrada de Khashoggi, sino  las grabaciones con el audio de las torturas, facilitadas a los medios internacionales.
Nada se mueve en Turquía sin que Erdogan lo sepa. El problema es que esto va a más. No es solo la restricción a la libertad de expresión, sino el sistema de espionaje sobre los propios ciudadanos. Erdogan no quiere cabos sueltos y todas estas acciones son percibidas como signos de fuerza, que es el único camino al liderazgo en ese contexto.
La Vanguardia nos informa del nuevo paso dado para el control de los opositores:

El Parlamento turco aprobó ayer una polémica ley que concede a las autoridades un mayor control sobre los usuarios de redes sociales y les permite censurar contenidos. La enmienda, impulsada por el partido del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP), fue aprobada con el apoyo de su aliado parlamentario, el ultranacionalista Partido Movimiento Nacionalista (MHP).
La normativa obliga a las empresas de redes sociales a designar a un representante y a mantener sus servidores en Turquía. Además, deberán almacenar datos de los usuarios en el país euroasiático y se establece un plazo de 48 horas para eliminar contenido que las autoridades consideren “ofensivo”. En el caso de no cumplir con sus nuevas obligaciones podrían enfrentarse a multas de entre 1.500 y un millón de dólares.
Los principales partidos de la oposición, así como varias oenegés de derechos humanos y asociaciones de periodistas, se opusieron a la reforma al considerarla “anticonstitucional” y advirtieron de que la medida puede llevar a un mayor control y censura de la ciudadanía.
“Esta enmienda aumentará significativamente los poderes del Gobierno para censurar contenido en la red y procesar a los usuarios de redes sociales”, señaló en un comunicado Andrew Gardner, portavoz de Amnistía Internacional en Turquía. “Es una clara violación del derecho a la libertad de expresión en la red y contraviene el derecho y las normas internacionales de derechos humanos”, agregó. Durante el debate parlamentario, miles de usuarios publicaron mensajes en Twitter bajo la etiqueta “parad la ley de censura”.*



Es en el segundo párrafo donde se concentran las peligrosas medidas de Erdogan. El hecho de que los servidores de internet tengan que estar dentro de las fronteras da un poder nuevo al gobierno turco al ser una forma de presión y control. No tiene más que conseguir una orden y entrar en ellos o, más sencillo, cortar el suministro.

Recordemos que durante la primavera árabe, el gobierno egipcio de Hosni Mubarak no tuvo más que dar la orden a las compañías telefónicas para que se produjera un apagón mediático completo en el país. De esta forma nadie podía comunicarse con nadie, lo que tuvo el efecto indeseado de que la gente, privada de conexión, se concentrara en la plaza de Tahrir. Se volvió a la comunicación humana, al contacto, ante el corte de las comunicaciones. Como parte de la lógica histórica del autoritarismo, el gobierno de Abdel Fattah al-Sisi ha estado haciendo lo mismo para el control de los medios sociales, equiparando las páginas de facebooks o los blogs a los medios tradicionales, que están sujetos a una estructura triple de control, confluyendo en el Ministerio de Información, auténtico órgano de vigilancia y represión.
Erdogan —como al-Sisi y otros— necesitan deshacerse de las redes sociales ya que es allí donde anida la disidencia. Todos los dictadores, autócratas y dirigentes poco democráticos tienen como objetivo la reducción de poder de las redes, anonimato, instantaneidad y coordinación, empeñándose en los contrario, identificación de los participantes y vigilancia y corte de las comunicaciones cuando sea necesario.
Las excusas para hacerlo ya son las habituales:

El Gobierno argumenta que la ley es necesaria porque las compañías tecnológicas no han tomado medidas contra actividades como el acoso sexual, los juegos de azar ilegales, fraudes y apoyo al terrorismo. El AKP ya había advertido antes de que pretendía introducir medidas legales para mantener bajo control a plataformas como Twitter, Facebook y YouTube y obligarlos a eliminar contenido so pena de asumir fuertes multas.
A principios de mes, Erdogan se mostró enojado por unos tuits que se burlaban de su yerno y su hija y advirtió que estas “plataformas inmorales” estarían “completamente prohibidas o controladas”.*

Es sorprendente (quizá no tanto) el paralelismo con el presidente egipcio Abdel Fatah al-Sisi. Ambos compiten en el mundo islámico para mostrarse como guardianes de las buenas costumbres, de ser los musulmanes perfectos y los máximos defensores de los valores familiares y sociales. Esto se traduce en una actitud ultraconservadora, tradicionalista, restrictiva frente a cualquier innovación. El feminismo, por ejemplo, es visto como una amenaza occidental contra los valores de la familia y que busca destruir la jerarquía del varón, puntal del patriarcado.


Los medios del régimen dan información constante de cómo sus autoridades luchan en defensa de la virtud frente a una invasión destructora de occidente, que usa las redes sociales y las aplicaciones de moda. De esta forma, las aplicaciones se van cerrando o estigmatizando su uso.
En estos días, la noticia en Egipto ha sido la detención de varias influencers de la red Tiktok por ir contra los "valores morales familiares", una acusación que reside como todas las de este tipo en un ideal de perfección familiar que es difícil de sostener en un país con las cifras de acoso sexual entre las mayores del mundo, que sigue teniendo el matrimonio infantil como un problema y en el que hace apenas unos días ha sido detenido un hombre por haber asesinado a su esposa e hijas para poder volver a casarse.


Creo que hay algo más que la defensa de los valores: el impedir cualquier forma de liderazgo social que pueda escapárse de las manos. El recuerdo de cómo empezó la Primavera Árabe en Egipto, con la base juvenil, la "revolución de los jóvenes", creo que tiene mucho peso. El gobierno egipcio quiere —como Erdogan— controlarlo todo, que el foco social solo esté en la figura presidencial. Por eso teme tanto la aparición, especialmente entre los jóvenes de figuras que puedan desviar el discurso oficial sobre el comportamiento. De ahí, igualmente, el miedo a que en las redes sociales pueda haber formas de atracción hacia la disidencia, en especial aquellas que alejen de la obediencia promoviendo nuevas formas de vida.
En el artículo de Egyptian Streets sobre la condena a 20 años de las dos jóvenes influencers de Tiktok podemos leer:

Egypt’s Minister of Interior Mahmoud Tawfik reportedly issued ‘strict instructions’ to the Ministry of Interior’s General Department for the Protection of Moral Values and Information Technology to monitor social media accounts for any content that ‘harms or offends public morals, family sanctity, the traditions of society or otherwise promotes debauchery’, leading to a wave of arrests of these TikTok users.
Earlier in July, activists in Egypt launched a digital campaign demanding the release of all women arrested on debauchery charges using the hashtags #بعد_اذن_الاسرة_المصرية (If Egyptian Families Permit…) on Twitter and Facebook, as well on an anonymous petition, to offer solidarity and make a change to the current charges and laws that facilitate them.
All affected by debauchery and immorality charges, Menna Abdel Aziz, Sherifa Refaat and her daughter Nora Hisham (known as Sherry Hanem and Zomorroda, respectively), Manar Samy, Renad Emad, Hadeer El Hady and Passant Mohamed are all still awaiting trial. **



Al igual que en Turquía, el argumento de la defensa de la moralidad y de la familia es una forma de hacerse con el discurso de los críticos islamistas, salafistas, etc. Se trata de evitar que estos usen las críticas morales para minar la confianza en los gobiernos acusándolos de ser inmorales, importar las perversas modas de occidente, debilitar la familia, etc. Esto hace que los gobiernos, para evitar que sus ciudadanos escuchen este tipo de críticas, tratan de convertirse en ejemplares, atacando a los que apuestan por una vida diferente. Son varios los pájaros que matan de un solo tiro. Acallan las críticas de los tradicionalistas, se presentan como paladines de la fe y eliminan a los disidentes o simplemente a aquellos que no se someten a las normas ciegas de obediencia, en especial los jóvenes.


La construcción de estas repúblicas islámicas dogmáticas, cada vez más plegadas sobre sí mismas, es un problema serio de futuro, pues todo ello alienta esa guerra soterrada que sigue presente en el que considera que el islam debe gobernar sobre el mundo, como nos decía el entrevistado ante la basílica de Santa Sofía, convertida oficialmente ese día en mezquita, con la presencia de Erdogan.
No es difícil dar el salto de ser un tradicionalista a convertirse en yihadista, de hecho, así suele ocurrir. Cada vez se perciben más peligros en el mundo y los otros son enemigos de la verdad y de Dios. La perfección necesita ser mostrada y demostrada. Lo malo es que suele confirmarse mediante actos de fuerza, que son celebrados por los seguidores. Ven en ello las señales del favor divino. Erdogan llegó a afirmar tranquilamente que Cristóbal Colón vio minaretes de mezquitas cuando avistó tierras americanas. ¿Por qué no?


Erdogan ha creado tres frentes: el sometimiento de Turquía a mayor represión, el conflicto por los recursos energéticos con Chipre, Grecia y Europa, y el conflicto de Libia que puede crear un nuevo desastre, mayor que el ya existente, en la zona al internacionalizar abiertamente el conflicto. Con todo ello espera el aumento de su prestigio y liderazgo entre los grupos islamistas repartidos por el Mediterráneo. El objetivo no es otro que la resurrección del imperio otomano en una versión moderna. Te empiezas construyendo un palacio de emperador y luego necesitas un imperio.
La excusa de defender la moral tradicional une a estos dos rivales, Erdogan y al-Sisi, en su carrera por la virtud reconocida, ejemplar a los ojos de unas sociedades en las que se presume de perfección, aunque se practique cada día la represión, especialmente sobre las mujeres, pues estas son las que llevan al desastre si no se les ata en corto. 



* "Erdogan aprueba una ley que le permitirá censurar las redes sociales" La Vanguardia 30/07/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20200730/482581459828/turquia-erdogan-censura-redes-sociales.html
** "Two TikTok Influencers Sentenced to Two Years in Prison for Violating Family Principles" Egyptian Streets 27/07/2020 https://egyptianstreets.com/2020/07/27/two-tiktok-influencers-sentenced-to-two-years-in-prison-for-violating-family-principles/
*** "¿Por qué Erdogan asegura ahora que América fue descubierta por musulmanes?" ABC 19/11/2014 https://www.abc.es/internacional/20141119/abci-erdogan-musulmanes-descubrimiento-america-201411181613.html


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