lunes, 20 de julio de 2020

El día y la noche

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La forma de los contagios dice mucho de una sociedad, de sus valores y prioridades. También lo hace de las relaciones intergeneracionales. A lo largo de este tiempo hemos visto a personas desesperadas, contagiarse por tener que trabajar sin más remedios, muchas se han infectado por las malas condiciones de su trabajo, única alternativa de vida. Vemos a gente expuesta para poder mantener la vida normal de los otros, atender sus necesidades y sus lujos.
Pero el espectáculo al que asistimos ahora es otro, una muestra insolidaria del interés más trivial y obsceno. Las imágenes que se nos muestran hablan por sí solas y reflejan el drama de ser un país convertido en un gigantesco chiringuito a la espera del bendito turismo, obsesionado con el deporte y el tiempo —como reflejan nuestros informativos— porque es allí donde está el espectáculo y el turismo. En el ocio está nuestro negocio. 
Todo esto queda en evidencia con la importancia del sector en la economía, que necesita ser estimulada con gastadores nacionales ante la ausencia de los foráneos. Una economía dirigida a golpe de información intenta llevarnos hacia escenarios peligrosos pues la necesidad trae la relajación. La clientela va allí donde no le ponen obstáculos a su diversión, que pasa de las reglas y la convivencia. Lo ocurrido con los turistas mayormente británicos en Baleares es bastante claro y el nombre que se le ha puesto, "turismo de exceso", lo deja en evidencia. El que paga, manda. El riesgo es evidente: si no viene turismo por miedo, que venga el turismo sin freno. El intercambio hecho con los británicos al no exigir cuarentena es un suicido epidemiológico, porque es el país en peores condiciones de Europa y sin espíritu de enmienda.


Ante el riesgo (ya es una realidad) de tener que volver a dramáticos confinamientos, los avisos se suceden, pero es muy difícil parar la avalancha que se desliza por la ladera. El mal está hecho y se recoge lo que se siembra.
Es cierto que se ha advertido alguna mejora en las calles en al asunto de las mascarillas, pero sigue habiendo un porcentaje elevado de personas que muestran su desprecio olímpico al resto incumpliendo las normas. Y me temo que en muchos casos tiene un fin provocador, es decir, es un incumplimiento consciente, ostentoso, de las normas.
Con el titular "El coronavirus se apodera de la noche", leemos en La Vanguardia:

Según los datos facilitados por el Ministerio de Sanidad, más de la mitad de los brotes se han producido hasta el momento por reuniones familiares y de amigos (Ordizia, Socuellamos, Burjassot, Fuerteventura, Tudela...), una buena parte de estas, nocturnas para evitar el calor. A estas, se han sumado las celebraciones juveniles de todo tipo como la fiesta de fin de bachillerato (la última en Córdoba), de la EVAU (Zarautz, Caspe) o sencillamente, porque sí en algún botellón organizado por las redes (Pamplona, Huesca...).*



La palabra "irresponsable" va quedando suave para determinados comportamientos, como esa llamada a jugar una "pachanga" entre "contagiados" y "no contagiados" que nos han mostrado los medios de comunicación. Es solo una muestra, pero significativa de algo para lo que faltan palabras.
El día, nos dicen en La Vanguardia parece estar más controlado, pese a los cierres de playas por exceso de aforo. Las fotos de las playas en Barcelona pronto dan la vuelta al mundo. Cada país se defiende tratando de evitar que sus ciudadanos salgan a focos peligrosos de contagio, una categoría de la que no hemos salido todavía y a este paso nos va a ser difícil
Es lógico que los gobiernos traten de evitar que las divertidas vacaciones de sus ciudadanos se conviertan en focos locales tras el regreso y en una mayor saturación de su sistema sanitario. Por ello, mientras nosotros, como hace La Vanguardia en el artículo, mandamos mensajes paralelos de una discoteca con la clientela con mascarilla y el empleado desinfectando la barra, en el exterior son las peores imágenes las que se distribuyen para conseguir ese efecto disuasorio.
No hay ejemplos aquí; solo vale, dice la gente, la sanción. Es lo que sueltan cada vez que les ponen un micrófono delante. La ira, contenida por cumplir y ver cómo otros no cumplen, estalla.


El "no turista" gasta en casa, lo que reactiva la economía propia. Los países que necesitan turistas presionan para que los nacionales ocupen el espacio y asuman el gasto, por eso se trataba de abrir los movimientos entre Autonomías. Pero el gasto se está limitando porque las perspectivas, ante lo que vemos, inducen más al ahorro, a reservar por lo que pudiera ocurrir cuando llegue el otoño. 
Y lo que llegará en otoño son los trabajos, colegios y guarderías, institutos y universidades, metros, trenes y autobuses algo sobre lo que no se quiere hablar mucho, por si acaso.
Pero en época vacacional, la distinción es el día y la noche. Por el día, las playas. Y en la noche...

Pero por la noche, las cosas son distintas. Todo se relaja, se intima, las ganas de diversión pueden a la razón y el alcohol hace el resto. Así lo indica el director general de Salud Pública de Aragón, Francisco Javier Falo. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, asegura que los nuevos brotes se centran de manera clara en el ocio nocturno, unos brotes que preocupa y mucho a los responsables de salud pública porque implican a personas de “múltiples lugares” y generan una transmisión difusa. Su rastreo es muy complicado.
Los focos de temporeros, que han afectado a las comarcas de Aragón y Lleida, representan en este momento el 15%, aunque en números absolutos, estos generan muchos más casos.
El problema, sin embargo, es que los casos relacionados con este colectivo son “inevitables” por lo que “hay que convivir con ellos hasta que termine la temporada de recogida de la fruta y la verdura que se prolonga hasta otoño”, explicó Simón. Las empresas hortofrutícolas son consideradas esenciales, por lo que no puede decretarse el cierre de la actividad. Son los que nos proveen de alimentos necesarios. Lo único que se puede hacer es extremar las precauciones para evitar contagios.
Lo que no es considerado una actividad esencial son los locales nocturnos, los últimos en abrir tras el periodo de desescalada y los primeros en cerrar cuando los brotes se descontrolan (Catalunya, Aragón). En el resto de las comunidades que, a día de hoy tienen controlados los brotes, sus ayuntamientos han decidido incrementar la vigilancia para evitar que se cumplan las medidas sanitarias establecidas en los locales de ocio (aforos, mascarillas y distancia) y perseguir como nunca antes habían hecho los botellones. Así lo está haciendo Toledo, Ciudad Real, Cáceres, Mérida, Alcalá de Henares, Jaén, por citar algunos de los municipios que han declarado la guerra al botellón.*


Hay demasiadas cosas juntas en estos párrafos. Si los temporeros fueran españoles, seguramente el planteamiento sería otro. No se admitiría ese fatalismo de que se "debe recoger", algo en lo que estamos de acuerdo, pero no hay ley que diga "quién". A la criminalización de los temporeros ya le dedicamos un post titulado "Con lo que tenemos aquí". Precisamente porque la recogida de la fruta es necesaria, se deberían extremar los cuidados sobre un grupo humano que, al contrario, se presenta como un peligro para los demás que justifica su aislamiento.
Lo que sí es evidente es el carácter voluntario de la asistencia a los locales de ocio nocturno y a respetar allí las "normas" o no. Las televisiones han ido mostrando las quejas del sector. Primero abrir, después discutir el aforo, tercero luchar por el baile. La "nueva normalidad" de estos locales es calcada a la antigua, solo que ahora hay unos pocos tipos raros con mascarillas. Por lo demás.


Llegará septiembre y veremos en qué estado nos encontramos y, sobre todo, el comportamiento que va a haber en institutos y universidades, no en las aulas, que estarán reguladas, sino de fuera de ellas. No hay diferencia entre una discoteca y un aula, son dos espacios cerrados con mucha gente dentro, aunque estén al 50% o al 25%. Lo importante son las medidas de higiene, distancia y mascarilla, la buena ventilación. No importa la música de fondo, una clase sobre Kant o un rapero.


* "El coronavirus se apodera de la noche" La Vanguardia 20/07/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200720/482417122113/coronavirus-ocio-nocturno-jovenes.html

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