Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La forma de los contagios dice mucho de una sociedad, de sus
valores y prioridades. También lo hace de las relaciones intergeneracionales. A
lo largo de este tiempo hemos visto a personas desesperadas, contagiarse por
tener que trabajar sin más remedios, muchas se han infectado por las malas condiciones
de su trabajo, única alternativa de vida. Vemos a gente expuesta para poder
mantener la vida normal de los otros, atender sus necesidades y sus lujos.
Pero el espectáculo al que asistimos ahora es otro, una
muestra insolidaria del interés más trivial y obsceno. Las imágenes que se nos
muestran hablan por sí solas y reflejan el drama de ser un país convertido en
un gigantesco chiringuito a la espera del bendito turismo, obsesionado con el
deporte y el tiempo —como reflejan nuestros informativos— porque es allí donde
está el espectáculo y el turismo. En el ocio está nuestro negocio.
Todo esto queda en evidencia con la importancia del sector
en la economía, que necesita ser estimulada con gastadores nacionales ante la
ausencia de los foráneos. Una economía dirigida a golpe de información intenta
llevarnos hacia escenarios peligrosos pues la necesidad trae la relajación. La
clientela va allí donde no le ponen obstáculos a su diversión, que pasa de las
reglas y la convivencia. Lo ocurrido con los turistas mayormente británicos en
Baleares es bastante claro y el nombre que se le ha puesto, "turismo de
exceso", lo deja en evidencia. El que paga, manda. El riesgo es evidente:
si no viene turismo por miedo, que venga el turismo sin freno. El intercambio
hecho con los británicos al no exigir cuarentena es un suicido epidemiológico,
porque es el país en peores condiciones de Europa y sin espíritu de enmienda.
Ante el riesgo (ya es una realidad) de tener que volver a
dramáticos confinamientos, los avisos se suceden, pero es muy difícil parar la
avalancha que se desliza por la ladera. El mal está hecho y se recoge lo que se
siembra.
Es cierto que se ha advertido alguna mejora en las calles en
al asunto de las mascarillas, pero sigue habiendo un porcentaje elevado de
personas que muestran su desprecio olímpico al resto incumpliendo las normas. Y
me temo que en muchos casos tiene un fin provocador, es decir, es un incumplimiento
consciente, ostentoso, de las normas.
Con el titular "El coronavirus se apodera de la
noche", leemos en La Vanguardia:
Según los datos facilitados por
el Ministerio de Sanidad, más de la mitad de los brotes se han producido hasta
el momento por reuniones familiares y de amigos (Ordizia, Socuellamos,
Burjassot, Fuerteventura, Tudela...), una buena parte de estas, nocturnas para
evitar el calor. A estas, se han sumado las celebraciones juveniles de todo
tipo como la fiesta de fin de bachillerato (la última en Córdoba), de la EVAU
(Zarautz, Caspe) o sencillamente, porque sí en algún botellón organizado por
las redes (Pamplona, Huesca...).*
La palabra "irresponsable" va quedando suave para
determinados comportamientos, como esa llamada a jugar una "pachanga"
entre "contagiados" y "no contagiados" que nos han mostrado
los medios de comunicación. Es solo una muestra, pero significativa de algo
para lo que faltan palabras.
El día, nos dicen en La Vanguardia parece estar más
controlado, pese a los cierres de playas por exceso de aforo. Las fotos de las
playas en Barcelona pronto dan la vuelta al mundo. Cada país se defiende
tratando de evitar que sus ciudadanos salgan a focos peligrosos de contagio,
una categoría de la que no hemos salido todavía y a este paso nos va a ser
difícil
Es lógico que los gobiernos traten de evitar que las
divertidas vacaciones de sus ciudadanos se conviertan en focos locales tras el
regreso y en una mayor saturación de su sistema sanitario. Por ello, mientras
nosotros, como hace La Vanguardia en el artículo, mandamos mensajes paralelos
de una discoteca con la clientela con mascarilla y el empleado desinfectando la
barra, en el exterior son las peores imágenes las que se distribuyen para
conseguir ese efecto disuasorio.
No hay ejemplos aquí; solo vale, dice la gente, la sanción. Es lo que sueltan cada vez que les ponen un micrófono delante. La ira, contenida por cumplir y ver cómo otros no cumplen, estalla.
El "no turista" gasta en casa, lo que reactiva la
economía propia. Los países que necesitan turistas presionan para que los
nacionales ocupen el espacio y asuman el gasto, por eso se trataba de abrir los
movimientos entre Autonomías. Pero el gasto se está limitando porque las
perspectivas, ante lo que vemos, inducen más al ahorro, a reservar por lo que
pudiera ocurrir cuando llegue el otoño.
Y lo que llegará en otoño son los trabajos,
colegios y guarderías, institutos y universidades, metros, trenes y autobuses
algo sobre lo que no se quiere hablar mucho, por si acaso.
Pero en época vacacional, la distinción es el día y la
noche. Por el día, las playas. Y en la noche...
Pero por la noche, las cosas son
distintas. Todo se relaja, se intima, las ganas de diversión pueden a la razón
y el alcohol hace el resto. Así lo indica el director general de Salud Pública
de Aragón, Francisco Javier Falo. El director del Centro de Coordinación de
Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, asegura que los nuevos brotes
se centran de manera clara en el ocio nocturno, unos brotes que preocupa y
mucho a los responsables de salud pública porque implican a personas de
“múltiples lugares” y generan una transmisión difusa. Su rastreo es muy
complicado.
Los focos de temporeros, que han
afectado a las comarcas de Aragón y Lleida, representan en este momento el 15%,
aunque en números absolutos, estos generan muchos más casos.
El problema, sin embargo, es que
los casos relacionados con este colectivo son “inevitables” por lo que “hay que
convivir con ellos hasta que termine la temporada de recogida de la fruta y la
verdura que se prolonga hasta otoño”, explicó Simón. Las empresas
hortofrutícolas son consideradas esenciales, por lo que no puede decretarse el
cierre de la actividad. Son los que nos proveen de alimentos necesarios. Lo
único que se puede hacer es extremar las precauciones para evitar contagios.
Lo que no es considerado una
actividad esencial son los locales nocturnos, los últimos en abrir tras el
periodo de desescalada y los primeros en cerrar cuando los brotes se
descontrolan (Catalunya, Aragón). En el resto de las comunidades que, a día de
hoy tienen controlados los brotes, sus ayuntamientos han decidido incrementar
la vigilancia para evitar que se cumplan las medidas sanitarias establecidas en
los locales de ocio (aforos, mascarillas y distancia) y perseguir como nunca
antes habían hecho los botellones. Así lo está haciendo Toledo, Ciudad Real,
Cáceres, Mérida, Alcalá de Henares, Jaén, por citar algunos de los municipios
que han declarado la guerra al botellón.*
Hay demasiadas cosas juntas en estos párrafos. Si los temporeros
fueran españoles, seguramente el planteamiento sería otro. No se admitiría ese
fatalismo de que se "debe recoger", algo en lo que estamos de
acuerdo, pero no hay ley que diga "quién". A la criminalización de
los temporeros ya le dedicamos un post titulado "Con lo que tenemos
aquí". Precisamente porque la recogida de la fruta es necesaria, se
deberían extremar los cuidados sobre un grupo humano que, al contrario, se
presenta como un peligro para los demás que justifica su aislamiento.
Lo que sí es evidente es el carácter voluntario de la
asistencia a los locales de ocio nocturno y a respetar allí las "normas"
o no. Las televisiones han ido mostrando las quejas del sector. Primero abrir,
después discutir el aforo, tercero luchar por el baile. La "nueva
normalidad" de estos locales es calcada a la antigua, solo que ahora hay unos pocos tipos raros con mascarillas. Por lo demás.
Llegará septiembre y veremos en qué estado nos encontramos
y, sobre todo, el comportamiento que va a haber en institutos y universidades,
no en las aulas, que estarán reguladas, sino de fuera de ellas. No hay
diferencia entre una discoteca y un aula, son dos espacios cerrados con mucha
gente dentro, aunque estén al 50% o al 25%. Lo importante son las medidas de
higiene, distancia y mascarilla, la buena ventilación. No importa la música de
fondo, una clase sobre Kant o un rapero.
* "El coronavirus se apodera de la noche" La
Vanguardia 20/07/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200720/482417122113/coronavirus-ocio-nocturno-jovenes.html
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