Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Una de
las preguntas que uno puede hacerse —y podemos hacernos muchas— en la lectura
de la prensa es: cómo es posible que la gente pueda llegar a negar cosas
evidentes, obvias. Es decir, ¿cómo los prejuicios pueden llegar a controlar de
forma tan intensa la percepción del mundo y su análisis? El término
"objetivamente" debería declararse un "mito" porque nadie
ve lo que es, sino lo que quiere o puede ver en función de toda una serie de
factores personales y culturales.
Hay
prejuicios personales y los hay culturales. Unos nacen de la propia
experiencia; los otros nos llegan ya creados por el entorno en el que nos ha
tocado vivir. Podemos decir que nuestra vida tiene dos caminos, el del ahondar
en los prejuicios que tenemos hasta convertirlos en un sistema absoluto de
verdades dogmáticas y el de intentar luchar para liberarnos de ellos, con mayor
o menor éxito. A veces, en este último caso, la gente pasa de un prejuicio a
otro porque, en realidad, sus esquemas mentales no pueden escapar de un
pensamiento prejuicioso. ¿Podemos escapar de los prejuicios o estamos
condenados a ellos?
Como
defensa psíquica, tendemos a reforzar nuestras opiniones. Me viene a la memoria
el título de una vieja novela de Alberto Moravia, "Los indiferentes".
La "indiferencia" estuvo en auge —recordemos El extranjero, de Albert Camus, como una obra clave, con la figura
de Mersault— cuando precisamente era el dogmatismo lo que había llevado al
mundo de las guerras mundiales, especialmente en la Segunda, con unos matices
de exacerbado nacionalismo, una de las mayores fuentes de prejuicios.
La
pandemia del COVID-19 está dejando en evidencia esta barrera militante, por
decirlo así, del negacionismo o del conspiracionismo, ambos basados en
distintos tipos de prejuicios o, si se prefiere, de suspicacias.
La
cadena norteamericana ABC News nos muestra una colección de
"trumpistas" que pese a los casi tres millones y medio de contagios
—61.000 solo ayer— y las mas de 133.000 muertes, siguen pensando que todo es
"un chiste". Lucen camisetas o gorras con símbolos norteamericanos o
colores norteamericanos y llevan, como decoración interior, un motón de ideas
enganchas en su mente, sembradas desde la presidencia. Con el titular "As
Trump sends mixed messages on coronavirus, some loyal supporters cling to
conspiracy theories" no permite anticipar lo que nos encontraremos en la
lectura o al ver el vídeo que acompaña al texto. Allí se nos explica:
With coronavirus cases surging around the
country, President Donald Trump has continued to cast doubt on health officials
and his own administration’s response to the pandemic, leading some of his
fiercely loyal supporters to question not only advice from experts but the
existence of the virus itself.
Since the early days of the virus, the
president has repeatedly downplayed its impact, promised it would
"disappear," incorrectly compared it to the seasonal flu multiple
times and bucked wearing a mask until months into the pandemic, even mocking
political opponents who did wear them.
In response, ardent supporters have echoed the
president’s shifting views on the virus, ranging from refusing to wear a mask
despite federal guidelines, to out-right not believing in a virus that has left
over 130,000 Americans dead, according to interviews with over a dozen Trump
supporters at recent campaign events and around the country.
"COVID is nothing but an avenue to try to
take, in my opinion, and I'm just speaking for myself, to try to take the
president out," said loyal Trump supporter Vinny Scarnisi, of Pittsburg,
New Hampshire.
"It’s a brainwashing. There's no reason to
be scared. Absolutely not. It’s a joke."*
Nuestra percepción del ser humano como Homo Sapiens crea
también un prejuicio: pensar que somos seres inteligentes. En realidad, lo que
vemos cada día parecería mostrarnos lo contrario. O nos hemos equivocado al
definir la "inteligencia" o esta se encuentra mal o irregularmente
repartida. En realidad, puede que sean ambas posibilidades. Conforme conocemos
mejor el funcionamiento de nuestro cerebro, el peso de las emociones es mayor.
El miedo, la inseguridad, etc. parecen tener un peso mayor que eso que hemos
definido como "razón", algo mucho más conceptual que real. Los
prejuicios forman parte de nuestra forma de pensar y la cuestión está en hasta
qué punto somos conscientes de ellos y hacia dónde nos llevan.
Las opiniones expresadas por los trumpistas sobre cómo
funciona el mundo establecen un nexo con "su" presidente, la abeja
reina de la colmena. Lo que llega de la presidencia es una "verdad de la
buena", mientras que todo aquello que la contradice, incluidos los
desmentidos de Twitter, forma parte de una conspiración para sacarle de la Casa
Blanca y se basa en mentiras.
Lo malo de la política actual es que se ha llenado de
psicólogos, sociólogos, neurocientíficos y comunicadores. Todos reúnen
explicaciones, teorías sobre cómo funciona nuestra mente, individual y
colectivamente, y otros lo ponen al servicio de sus propias causas reforzando
los prejuicios. Por eso vemos que en todo el mundo se tiende a la polarización
social, que es una forma crear un "nosotros" frente a un
"ellos", algo que funciona desde los enfrentamientos deportivos hasta
las elecciones políticas. El "nosotros" se define como aquellos que
comparten los mismos prejuicios o creencias. Como recoge la ABC, el
negacionismo no es suficiente porque tiene que dar cuenta de por qué los
"otros" piensan otras cosas distintas. Entonces llegan las teorías
conspiratorias que explican que los que dicen que te pongas una mascarilla
están tratando de robarte la libertad.
Pero esto no se limita a la "América de Trump". La
Vanguardia nos da cuenta de lo ocurrido ayer con los debates sobre el
"cambio climático" en el Congreso de los Diputados:
El Congreso ha rechazado la
enmienda a la totalidad presentada por Vox al proyecto de ley de Cambio
Climático y Transición Energética que pedía la devolución de la norma al
Gobierno. Por eso, el texto continúa su tramitación en la Cámara Baja. Los de
Santiago Abascal sólo han convencido a Foro Asturias en su petición, mientras
que el resto de los partidos de la oposición han votado en contra de la
enmienda y han reprochado a Vox su postura negacionista hacia el cambio
climático.
De hecho, Vox mostró una posición
negacionista y a la vez pro nuclear, y reforzó este segundo componente
subrayando que la energía nuclear ayuda a combatir el cambio climático.
“Ustedes niegan el cambio
climático pero a la vez apoyan la energía nuclear porque ayuda a combatirlo. ¡A
ver si nos aclaramos!”, ridiculizó esa postura Juantxo Lopez de Uralde,
diputado de Unidas Podemos.
Vox tachó de “liberticida” la ley
de Cambio Climático del Gobierno porque, a su juicio, “quiere cambiar la
economía y la vida de los españoles”.
La vicepresidenta cuarta de
Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha lamentado esta
actitud y le ha pedido a los de Santiago Abascal que escuchen a la sociedad
civil y a la industria que piden cambios en esta materia.
En su intervención, en defensa de
la norma, Ribera ha calificado su ley como una medida necesaria para adaptarse
a las “bases del siglo XXI que piden los ciudadanos”, para “actuar con arreglo
a las ciencias” y ante una nueva “revolución industrial” dentro de los “límites
ambientales”.
En este sentido, ha lamentado que
aún haya quien “no escuche lo que la ciencia viene advirtiendo” y que no den
crédito a lo que “confirma el paso del tiempo”. “Sorprende que tampoco escuchen
a los ciudadanos jóvenes en las calles, a la sociedad civil organizada o al
consenso internacional”, ha añadido, para indicar que estas mismas personas son
las que hacen “oídos sordos a la industria, inversores y empresas” que
defienden y ven la digitalización o en la eficiencia, la “sostenibilidad de sus
negocios” en el futuro.
En su intervención, Ribera ha
rechazado los principales argumentos que Vox ha esgrimido en su enmienda a la
totalidad para rechazar el texto del Gobierno. Así, ha negado que exista
“alarmismo climático” o que la defensa de la transición ecológica sea “una
nueva religión”. “Es pura física y química”, ha señalado. La vicepresidenta
cuarta ha defendido también los datos del IPCC que están “confirmadas por los
cambios de patrones climáticos asentados en el tiempo”.**
Que Trump esté en el poder y Vox en la oposición no implica
grandes divergencias ya que los mecanismos (y la sintonía) son los mismos.
Sorprende ver la extrema coincidencia entre las propuestas de Trump y las de
VOX, especialmente marcadas en los temas de medio ambiente, que fueron los
primeros que atacó al llegar a la Casa Blanca. Recordemos que, para Trump, el
"cambio climático" era una maniobra de China para hacer que Estados
Unidos se auto limitara y así su rival podría avanzar sin tapujos para hacerse
con el liderazgo económico. La idea es completamente absurda, pero eso es lo
que la hace tan convincente para quien quiere ser convencido. La idea se acepta
porque viene del líder. Si mañana a Trump se le ocurriera la mayor estupidez
del mundo —¡no lo quiera Dios!— los seguidores lo aceptarían inmediatamente
porque necesitan un muro sólido frente al mundo.
Los que han muerto al grito de "¡Jesucristo es mi
vacuna!" se habrán dado cuenta en el último momento que no es un
"chiste", como decían en la ABC. Pero para los que lo ven, se
confirma la conspiración contra los trumpistas.
La estrategia "argumentativa" de Vox es la misma
que la de los trumpistas. Son los demás los que actúan de forma
"dogmática" e interesada en destruir un mundo perfecto. De esta
forma, el feminismo es una conspiración, como lo es el ecologismo. Lo más interesante
es su calificación de las ideas contrarias como "formas religiosas". No
es trivial, ya que el sentido de la "religión" o, más exactamente, el
de "cruzada" o "lucha religiosa" está presente, de la misma
forma que el integrismo islámico muestra al feminismo, la democracia, etc. como
formas de "ateísmo occidental" que intentan destruir el mundo de su
verdad perfecta.
Desgraciadamente, las personas que son más conscientes del
peligro de los prejuicios se las suelen llevar todas, como se suele decir.
Acaban siendo el objetivo de las diversas fuerzas que compiten creando
tensiones emocionales, radicalizando y ofreciendo tópicos emocionales.
Avanzamos en un mundo que es cada día más dogmático y eso tiene unos costes
sociales evidentes, una mayor intensificación de la violencia y unos riesgos
mayores de aperturas de conflictos. También, por desgracia igualmente, muchos
medios y profesionales de la información se han apuntado a la radicalidad emocional,
que les garantiza un público fiel que les considera sus defensores, es decir,
los defensores de la verdad de la buena". El ejemplo de la Fox News es muy
claro. No es el único, ya que el modelo es atractivo y beneficioso, ya que la
gente hace militancia en su lectura.
Mal camino el que se aleja de la moderación y de la lucha
contra los prejuicios, incluidos los propios. Que en un mundo que progresa científicamente avancen los prejuicios de este tipo con sus teorías de la conspiración y el negacionismo de cualquier cosa es preocupante y es necesario indagar en sus causas y mecanismos.
En el reportaje de la ABC News una seguidora dse Trump exhibe una mascarilla que lleva el lema "Trump 2020". Cuando es preguntada sobre si se la piensa poner, contesta decidida: "¡No, es un recuerdo!" Curiosidades de la mente humana.
* Rachel
Scott, Will Steakin, y Justin Gomez "As Trump sends mixed messages on
coronavirus, some loyal supporters cling to conspiracy theories" ABC News
14/07/2020
https://abcnews.go.com/Politics/trump-sends-mixed-messages-coronavirus-loyal-supporters-cling/story?id=71754234&cid=clicksource_4380645_2_heads_hero_live_headlines_hed
** "Vox fracasa en su intento de frenar la ley de
Cambio Climático" La Vanguardia 14/07/2020
https://www.lavanguardia.com/natural/cambio-climatico/20200714/482319516139/ley-cambio-climatico-teresa-ribera-enmienda-vox-congreso.html
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