lunes, 6 de julio de 2020

El banco y la ducha

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Se ha puesto complicado lo de los 15 minutos de gloria que ofrecía Andy Warhol. La gloria se alcanza en estos tiempos modernos cuando se logra la atención, ser el centro de las miradas reales o virtuales. Como nos vemos menos y llevar mascarillas no es precisamente la mejor manera de llamar la atención (muchos, como Trump, no la llevan precisamente por narcisismo), lo virtual ha ganado en esta carrera de querer estar en el primer plano, bajo la atención de todos.
Que te miren, que te escuchen, que no consigan despegarse de ti es hoy un gran negocio en lo general y una gran pasión en lo particular. Antes la gente quería ser futbolista, médico o general, estrella de cine. Hoy basta con que te miren porque esa mirada asegura tu influencia. ¿Qué es, si no, un influencer? Ser influencer profesional se ha convertido en un reto de los vocacionales influencers amateur. En el plano personal, el influencer consigue dos cosas: que le miren y escuchen, primero; después, que le hagan caso o le imiten. En esto último, es mucho más sencillo lo segundo porque se basa en un mecanismo que no necesita de la argumentación, sino del deseo, del de emular. Hay gente que no sabe ser ella misma y prefiere ser otros. Quizá sea un mecanismo evolutivo para garantizar las transmisiones y el aprendizaje. Lo del trending funciona hasta con los monos, como han demostrado muchos estudios. 


Nosotros somos capaces de aprender transmitiendo información con el lenguaje, pero los animales lo hacen mirando lo que otros hacen e imitándolos. Por eso los animales que crecen en cautividad, lejos de sus familias y hábitos, deben ser educados en lo que deben hacer. Sin modelo les es muy difícil. Esto permite distinguir estilos e innovaciones en grupos de simios y de otros animales que son capaces de imitar sin necesidad de montar un aula. Su aprendizaje es la mirada y la repetición. Los niños también lo usan antes de adquirir información abstracta a a través del lenguaje. De hecho, mantenemos un equilibrio entre lo que aprendemos imitando y lo que transmitimos verbalmente.
Parece que hemos regresado al mundo imitativo de la mirada. Es lógico en un mundo de imagen y de pantallas, un universo global en el que cualquier cosa vista es imitada por millones de personas. Es un lento proceso que se intensificó con la fotografía, una forma de reproducción que permitía la creación de modas de una forma más rápida. Las revistas ilustradas primero y las fotográficas después ayudaron a extender las modas y a tener sus centros, como lo era París.


Necesitamos ser mirados y para hacerlo tenemos que llamar la atención. Para llamar la atención intencionadamente no es necesario gran esfuerzo, sino ingenio. Son muchos los que nos han prevenido contra los peligros del ingenio, que es eso que se concentra en una frase, un comentario, que surge al hilo de lo que otros hacen o dicen. Pero esto es lo que ha ido imponiéndose en nuestras sociedades modernas, que no quieren grandes discursos o ideas, sino el destello de ingenio que llama la atención. 
En eso se basa la Publicidad, cuya influencia es cada día mayor precisamente por esa forma de promocionar a través del reclamo de la atención. Hoy se gastan millones en atraer la atención, incluso en instituciones muy serias, que se han visto abocadas a la chispa de ingenio que atraiga sobre ellas las miradas por unos instantes. 


La ciudad cántabra de Torrelavega ha dado estos ideas ejemplos de cómo llamar la atención es el negocio de nuestros días, especialmente en esta especie de lucha por el turista en la que los espacios tienen que reinventarse ante la pandémica tendencia a quedarse en casa.
En el diario El País nos contaban hace unas semanas una ocurrente idea para atraer gente:

La nueva normalidad tiene forma de banco gigante en Torrelavega (Cantabria). Su ayuntamiento ha encargado a un escultor que cree uno de estos asientos públicos en tamaño gigante para colocarlo en un bulevar y que sirva de atractivo a los turistas que quieran parecer diminutos cuando se sienten en él. La idea, que recoge El Diario Montañés, es sumarse a la moda de habilitar un lugar significado de la ciudad para que los amantes de los selfis y las redes sociales disfruten haciéndose fotos en el banco, una alternativa más barata y también más original a los souvenires y al "Recuerdo de Torrelavega".
Aunque la idea no es original —otras localidades ya han colocado sillas o bancos de gran tamaño— la versión de Torrelavega tiene un rasgo propio. "Desechamos la idea, frecuente en otras ciudades, de hacer unas letras grandes con el nombre del municipio", apunta Jesús Sánchez Pérez, concejal de Dinaminazación [sic] Poblacional, Estrategia y Nuevas Tecnologías de la localidad de 51.000 habitantes. "El diseño de nuestros bancos es obra de un escultor local, Lucio Marcos, y le hemos pedido a su hijo que replique ese mismo diseño pero triplicando su tamaño y troquelándole en el respaldo el nombre de la ciudad".*


Habría que indagar en eso que se dice con tanta naturalidad, "los amantes de los selfies y la redes sociales", porque es ahí precisamente donde está el meollo del asunto. Durante muchos años, la gente se hacía fotos en los lugares que visitaba. Era lo que se decía "tener un recuerdo". Pasado un tiempo, se abría el álbum y allí estaban los recuerdos que revivían. Pero el funcionamiento del selfie tiene poco que ver con la idea del "recuerdo" y es más sobre cómo dar la nota en el presente. Aquí le dedicamos un post (¡mal hecho!) a la moda de suicidarse tirándose desde lugares concurridos turísticamente y cómo algunos se hacían fotos con los suicidas al fondo. Ahora El País usa ya el "turismo de selfies" tal como lo hay cultural, de playa, montaña, sanitario o cualquier otra modalidad que permita el desarrollo. Lo que está claro es que la lucha por la atención es ya feroz.
En Torrelavega no quieren que te suicides tirándote del banco gigante (¡toquemos madera!). Quieren que la foto sea una alternativa al "souvenir" antiguo, como aquellos platos que ponía "Recuerdo de Talavera" y cosas así. Hacen bien en matizar la conjunción entre selfie y redes sociales porque la función no es tanto qué recordar uno mismo sino cómo sorprender a los otros.


Que Torrelavega invierta en llamar la atención o, si se prefiere, en crear un lugar específico para que la gente se haga un selfie chistoso no deja de mostrar el deseo de atraer que se nos ha colado en este país de selfies en un mundo de selfies. Entre la cultura y el paisaje, Torrelavega prefiere pasar a la historia mediante el selfie ingenioso. Ellos sabrán.
El objetivo inicial, llamar la atención, se ha logrado. El banco para selfies, recuerdo de Torrelavega, ha tenido eco y el concejal ocurrente no tiene más que poner los recortes de prensa y ejemplos de los selfies en las redes sociales y el número de "me gusta" conseguido. No sé si Torrelavega conseguirá convertirse en lugar de peregrinación, en espacio de culto. Su ingenio le funciona, que es en estos tiempos lo único importante.
Pero llamar la atención no siempre es voluntario. Esto de la mirada es muy peligroso porque no siempre se controla. Se puede ser "tendencia" a tu pesar. El ejemplo nos lo trae también Torrelavega.
Toda la prensa ha recogido el hecho en titulares como "Un concejal de Torrelavega se ducha en mitad de un pleno sin apagar la cámara: "¡Decidle algo!"", tal como nos cuentan en El Español:

El Ayuntamiento de Torrelavega discutía los asuntos más urgentes en un pleno telemático como otros tantos en los últimos meses cuando, de forma inesperada, uno de los concejales comenzó a ducharse a vista de todos, sin apagar la cámara. Se trata de Bernardo Bustillo, también secretario general del PSOE del municipio cántabro.
Durante unos minutos, Bustillo se encuentra tras una mampara, hasta que finalmente sale de la ducha desnudo ante sus compañeros, creyendo que no eran testigos. "Decidle algo a Berni. Decidle algo rápido, por favor. ¿No se le puede desconectar o algo", pide una edil.
La anécdota, ocurrida en el turno de ruegos y preguntas, ha tenido gran repercusión en las redes sociales, así como las imágenes, emitidas por Cantabria TV. Eso pese a que fueron eliminadas a petición del alcalde, Javier López Estrada, del PRC.**


Con gente así, no hace falta "Gran Hermano". Por supuesto, pese a las peticiones de que si alguien estaba grabando la sesión, por favor, borrara las imágenes, ha trascendido todo, todo. Aquí nadie borra nada, el gran pecado capital de la sociedad de la mirada. En un mundo que disfruta a carcajadas de caídas, choques, resbalones, morrazos, despistes, errores, etc., el que la hace la paga. ¿Cómo frenar este apetito infinito de indiscreciones e imprevistos? La noticia ha llegado hasta la RT, la televisión de Putin para calentar el mundo hispano.


Con un teléfono móvil por habitante en el planeta (probablemente muchos más), ¿cómo evitar que la vida se vea a ras de suelo y no desde las alturas de la Historia? No hay ya grandes hombres, solo grandes momentos.
¿Han visto la foto de Donald Trump en el Monte Rushmore? No es un selfie, pero ese gesto poniendo su cara dura junto a las petrificadas de los ex presidentes norteamericanos es algo más que una insinuación, por si algún artista se anima. No es ya la foto, es el gesto que llama la atención, poner —eso sí— carita de selfie sintiéndose el siguiente en ser inmortalizado en la piedra.


Lo malo de todo esto es que muchos pueden no creer que realmente haya sido un accidente tecnológico lo de Torrelavega. Si se trataba de llamar la atención, se ha logrado, aunque sea por un descuido en la ducha. El concejal en cuestión dice que no se piensa disculpar porque es un accidente casero, uno propio de la época del confinamiento y la nueva normalidad. Efectivamente, estos son tiempos traicioneros en estas cosas y todo acaba saliendo, del vídeo sexual a la indiscreción sonora, rodeados como estamos de cámaras y micrófonos. ¡Hasta Alexa es poco de fiar!
Por su parte, ha dado todo tipo de explicaciones para tratar de hacer más normal el hecho humano de olvidarse de apagar el teléfono, un arma de doble filo. El concejal se lamenta de que no sean cuestiones políticas las que suscitan el debate, sino su entrada y salida con prisa de una ducha.


Pero el mundo del selfie y las llamadas de atención no perdonan a nadie. Las imágenes, la grabación del sonido, todo, ha salido a la luz pese a las promesas políticas de borrarlas hechas por el alcalde. ¿Resistirse a la tentación? La política siempre es sucia, aunque sea en una ducha. ¡Nunca se interesaron tanto por los asuntos municipales! El número de visitas y retuits lo demuestra.
Quizá veamos dentro de poco, una vez asimilado, al ex concejal de la ducha acabe haciéndose fotos con los turistas que han ido a Torrelavega a ver esos rincones tan curiosos y a esas personas tan divertidas. Quizá, incluso, alguien proponga hacerse selfies en la ducha del ex concejal por un módico precio (ofrezco la idea gratuitamente al consistorio), lo que sería otro atractivo turístico de la ciudad. Después de todo si la gente se hace fotos con los suicidas al fondo o si hemos convertido los campos de exterminio en parques temáticos, ¿por qué no?, la frase que define al milenio.
Al final, Torrelavega ha conseguido, queriendo y no queriendo, los momentos de gloria que deseaba, pasear el nombre del pueblo por pantallas y papeles. Sería interesante (a efectos meramente sociológicos) comprobar qué ha obtenido más repercusión mediática, si el banco gigante hecho para hacerse selfies o las imágenes involuntarias de la ducha del ya ex concejal.
La ironía, dice el dimitido, es que es entrenador de natación y se ha pasado media vida en bañador sin tanto escándalo. Se recoge hasta en El Caso, donde declara:

Bustillo ha asegurado que el suceso "no constituye un hecho delictivo, poco ético o deshonroso, más allá del error de creer que la cámara estaba desconectada". Después de anunciar que ponía su cargo a disposición del partido, ha añadido: "No podría dejar de lamentar que el fin de mi vida política, que siempre he considerado transitoria, tenga que ver con mi desnudez, que en el fondo no hay para tanto".
El concejal ha mostrado también su sorpresa por la repercusión que ha tenido que apareciera desnudo ante todo el mundo: "Por mi profesión como entrenador de natación me he pasado media vida medio desnudo y nunca me ha avergonzado la desnudez, ya sea la ajena y mucho menos la mía", ha explicado Bustillo, "Berni" para los amigos.***


Tiene toda la razón. No es para tanto, pero esa es la clave de la frivolidad mediática, que nada es para tanto. Puede que el tiempo le reivindique, pero hoy por hoy ha caído a mayor gloria de su pueblo al que nunca imaginó servir así. Pero ni pueblo ni partidos ni audiencias perdonan en estos tiempos del mundo en un click. En el fondo les importa muy poco, pero hay que pasar el rato.
Estoy seguro que Torrelavega tiene muchos más atractivos que un banco para turismo de selfies y cosas más importantes que la ducha de un concejal, pero ¡qué mas da!


* "Un banco gigante para atraer el turismo de selfis" El País 25/06/2020 https://elpais.com/politica/2020/06/24/diario_de_espana/1592980758_381293.html
** "Un concejal de Torrelavega se ducha en mitad de un pleno sin apagar la cámara: "¡Decidle algo!"" El Español 2/07/2020  https://www.elespanol.com/espana/20200702/concejal-torrelavega-ducha-sin-apagar-camara-decidle/502199918_0.html
*** "VÍDEO: Un concejal pillado desnudo mientras se ducha durante un pleno telemático" El Caso 2/07/2020 https://elcaso.elnacional.cat/es/sucesos/video-concejal-desnudo-ducha-pleno-telematico-camera-encendida-torrelavega-bernardo-bustillo_33983_102.html

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