viernes, 1 de mayo de 2020

Pese a todo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Pese a todo lo que hemos vivido y a lo que estamos viviendo; pese a todo. Pese a los riesgos que siguen ahí, sin reducirse un milímetro, pues seguimos sin cura y solo dependemos de nosotros mismos manteniéndonos alerta, alejados de los posibles focos. Pese a todo. Sí, pese a que el hecho de no estar infectados hoy no signifique que no podamos estarlo mañana, pese a todo... Pese a todo, a la luz de las cuestiones, de las preguntas que se hacen, seguimos sin entender cuáles son los peligros y cuáles las prioridades. No hemos "ganado" nada. Nada ha pasado: solo hemos bajado el ritmo de nuestros enfermos a las UCI para evitar un colapso. Hay menos contagios porque hemos tomado unas medidas; olvidémoslas y volveremos a lo mismo o, según algunos, a algo peor.


Nada hay más revelador y terrible que esos cuerpos apilados dentro de camiones frigoríficos, en la calle por haber solo dos hornos crematorios. Uno de ellos ni siquiera era refrigerado y han sido los olores y fluidos que salían de él lo que permitió saber el espectáculo dantesco de su interior. Imágenes terribles, de impotencia, de desbordamiento y, si queremos, de desidia, incompetencia o maldad.
Mientras tanto seguimos discutiendo cosas absurdas, por más que nos inquieten. ¿Cree alguien sensato que hay diferencias entre visitar a un pariente o a un extraño? ¿Cree alguien que a los virus les importa lo del kilómetro o dos alrededor de la casa o si los niños deben llevar un juguete o dos?
Las preguntas del tipo "¿cuándo vamos a poder ir a visitar a los familiares?" es absurda, por más que humana. O quizá absurda por humana, por lo que tiene de negación e incongruencias.


Hemos visto a obispos, a imanes a rabinos... proclamar que sus dioses les protegen... Y les hemos visto caer infectados y morir porque no hay dios que proteja al que no se protege. Tampoco los primeros ministros, del británico al ruso —recién comunicado su positivo en las noticias de hoy— se libran. Ni el personal médico, ni los policías, ni bomberos o repartidores, dependientes de supermercados... se libran si no ponen de su parte los cuidados más extremos.
Para los que han cogido el coche hoy, sí, también el Primero de Mayo es día de contagios, por muy trabajador que sea el coronavirus, que no sabe de fiestas. Para los que pisan las playas con arenas, con o sin lejía; para los se van a hacer senderismo... Lo de menos es dónde estén. Son las distancias las que determinan la posibilidad del contagio. Y no es seguro, pues la distancia depende de muchos otros factores, como el viento, la humedad, etc.


Tampoco te sientas seguro por la edad, que se reparte por todo el espectro, del niño al anciano. No son solo los mayores los que deben cuidarse, tenemos todo tipo de casos y edades.
Tampoco te confíes porque lo hayas pasado. Toda la avidez por que te hagan test es porque si lo has pasado ya no lo vas a volver a pasar. Falso. Hay personas que han vuelto a recaer o se han vuelto a contagiar (no está claro) después de haber pasado sus enfermedades.

La salud es un estado precario, un punto en la línea de tiempo. Hoy estoy sano y mañana infectado si no tomo las medidas adecuadas, si no me protejo.
Cuando escucho o leo las preguntas de algunos medios o en las ruedas de prensa me pregunto si lo hemos acabado de entender. Esto va a requerir algo más que gobiernos y sanitarios que velen por nosotros. Esto requiere, sobre todo sensatez y cuidado, mucha cautela porque va a ser un periodo largo al que solo se podrá recortar tiempo si cumplimos con objetivos claros y nos dejamos de tonterías casuísticas que hacen sonrojarse.
A todos nos gustaría despertar de este mal sueño y levantarnos, salir a la calle abarrotada, hacer cola en un restaurante, ir por la tarde a un partido con los amigos y por la noche ir al cine tras una cena. Ajuste el plan del día festivo como usted quiera. Nos gustaría levantarnos e ir a trabajar, comentar el fin de semana, el puente en la playa o la montaña y el buen tiempo que hizo. A todos nos gustaría estar morenos y sembrar la envidia. Pero no vamos a despertar porque estamos despiertos, viviendo una pesadilla intensa que ha cambiado nuestras vidas de forma más o menos radical.


Dejemos de jugar con las palabras, con las imágenes, con los deseos. Maduremos, que va a ser lo único que realmente vamos a poder sacar de estos momentos dolorosos que necesitan de usar lo mejor de nuestro juicio.
Pensemos en fórmulas para hacer lo posible y no para seguir preguntando sobre lo que es imposible bajo pena de retroceder. Se trata de ganar tiempo para que haya sitio en los hospitales (lo hemos conseguido), que se pueda reponer el personal médico (está pendiente), que encontremos una vacuna o tratamiento eficaz para paliar tanto dolor (estamos en ello), tratemos de buscar soluciones alternativas seguras para los trabajos... en vez de seguir preguntando cosas que se caen solas.

No, no vamos a estar mejor porque forcemos las situaciones. Solo acabaremos dejando que el egoísmo nos acabe convenciendo que se trata de construir más hornos crematorios para que no se acumulen los cadáveres en las aceras dentro de camiones alquilados sin refrigerar. Se trata de evitar muertes, de ser solidarios para encontrar soluciones conjunta,s que no dejen a nadie fuera ni en riesgo mayor. Se trata de salir todos juntos y aportar seriedad, imaginación y trabajo. Critiquemos cuanto sea necesario para mejorar y no para ganar posiciones. Critiquemos y aportemos soluciones, ideas. Ayudemos para salir cuanto antes de esta situación.
Estamos perdiendo muchas vidas, empleos, fuerza productiva..., muchas cosas. Pero no perdamos el tiempo con lo insustancial. Dediquémonos a lo posible para que, poco a poco, podamos llegar a lo deseado. Nadie tiene una varita parea arreglar esto; pero todos tenemos la posibilidad de empeorarlo si no actuamos con inteligencia.
Lo demás, está de sobra. Esto no gusta a nadie. Pero no lo empeoremos.



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