jueves, 14 de mayo de 2020

La desescalada ¿era esto?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Situaciones diferentes, tiempos diferentes, medidas diferentes. El COVID-19 no admite el café para todos ni se puede permitir el desarrollo a la carta como algunos pretenden. Por mucho que nosotros estemos bien, si los demás no lo están. "Estar bien" es un concepto relativo y frágil.
ABC nos dice que ha aumentado el número de casos infantiles desde que se autorizó las salidas a la calle de los niños porque nos preocupaba la salud física y mental. Recordamos la explosión de júbilo de los niños jugando y los padres comentando lo bien que se lo pasaban sus hijos. El porcentaje que dan del aumento de casos entre menores de 9 años es significativo, el 37%. Las explicaciones no son claras:

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, reconoció su «preocupación» por el aumento de contagios de coronavirus en menores de 10 años. Sin embargo, señaló que esta información le llegó de «hospitales que sí lo han comentado». «Nosotros no hemos detectado una diferencia significativa. Siempre hay oscilaciones en las cifras y descensos, aunque sí puede haber un aumento que tendrá que valorarse con cuidado», señaló el experto ayer en rueda de prensa.
Respecto a este incremento y su posible relación con las medidas de alivio para los menores que entraron en vigor el pasado 26 de abril, Simón dijo que, de deberse a ello, «se tendría que haber observado ya hace casi una semana». «Con lo cual –añadió– debemos tener cuidado a la hora de valorarlo».*

Toda decisión implica elegir entre unos elementos y otros; es lo que conocemos cuando valoramos. Pero hay muchos otros factores que podemos desconocer, que se tienen en cuenta. Los modelos que se usan no son la realidad, mucho más cambiante y caprichosa. Nos gusta pensar que nos regimos por leyes férreas, pero en el caso humano o social son mucho más proyecciones para evitar el temor a lo "azaroso", es decir, a lo que no controlamos, el gran enemigo.
Si el dato del aumento es cierto da igual que hayan sido los niños los que lo hayan cogido o sus paseantes quienes se lo hayan transmitido. La salida de los niños no es algo aislado, sino algo dentro de un conjunto de acciones o situaciones. Cualquier contagio se debe a proximidad o a compartir algo que actúa de transmisor.

Lo cierto es que se están descubriendo por todo el mundo algo que se desestimaba: que los niños se contagiaran. Vemos que no es así, que los niños se contagian y que presentan cuadros específicos en muchos casos, algo que antes no se consideraba vinculado al COVID-19. Hoy muchos piensan que sí, aunque no se sepa por qué o cómo.
Lo que lleva a la preocupación por lo que ocurrirá con las escuelas. Todo se acaba convirtiendo en un problema espacial, de distancias: cómo mantener a los niños separados, cuántos pupitres debe haber por aula... Los expertos hablan desde una realidad hipotética. Luego el que lleva una guardería o una escuela, un instituto o una facultad, tienen que traducir a la realidad de sus propios espacios lo que los expertos han dicho en el vacío, Esos "dos metros" son ya reales... posibles o imposibles, rentables o ruinosos.


Lo que la palabra "desescalada" escondía eran muchas restricciones, que son frustraciones en la realidad. Muchos se imaginaban la desescalada como una Julie Andrews descendiendo por la loma en "Sonrisas y lágrimas", cantando y con muchas flores en los prados. Por eso lo cosas como la exigencia de cuarentena a los turistas o la prohibición de las rebajas en el comercio han sentado como jarras de agua fría, a algunos como manguerazo de agua helada en psiquiátrico de película de los 50, mucha camisa de fuerza y celdas de aislamiento, algo como "Corredor sin retorno", por usar otra imagen cinematográfica. De los colores vistosos, la música alegre y los niños cantando en las montañas, al blanco y negro sórdido y expresionista de Samuel Fuller en su filme.



ABC trae otra noticia inquietante en una realidad inquietante y contextual: la proliferación de colchones amontonados junto a los contenedores de basuras, algo que califica como "plaga" en su titular:

Apoyados junto a los contenedores o tirados en la propia acera. Decenas de colchones viejos permanecen en la vía pública a la espera de ser retirados por los servicios de limpieza viaria del Ayuntamiento de Madrid. La situación afecta sobremanera a zonas de los distritos de Usera, Puente de Vallecas, Vicálvaro o Ciudad Lineal, donde los vecinos han observado la aparición de estos enseres en los últimos diez días. Pese a que las teorías sobre su procedencia son diversas, es una la que cobra fuerza entre los operarios encargados de su recogida: la mayor parte pertenecían a personas fallecidas durante la crisis del coronavirus. Por ello, resulta esencial desinfectarlos antes de proceder a su traslado.**



No vamos a especular sobre si los colchones son de los que han abandonado este mundo o solo su casa. Sea por lo que sea, la imagen causa miedo; esperemos que no le dé a nadie por ponerse a quemarlos en plena calle, que hay mucho pirado desconfinado ya.

Lo cierto es que el desconfinamiento ya no es una etapa de esperanza, sino más bien de frustraciones, del descontento del que esperaba todo y solo tiene un poquito. La llegada de la dura y lenta realidad no satisface a nadie. Los que estaban satisfechos hace unos días por ese primer café en la terraza, una vez pasado el primer momento, comenzarán a exigir otros primeros momentos, más intensos, más variados, una escalada.
Los expertos están asustados y no lo callan. O se tiene cuidado o nos volvemos todos a casa. Pero ¿es esto posible? Las fuerzas oscuras se encargan de extender el descontento al grito de "libertad" tratando de convencernos de que estos es una cuestión constitucional. Están calcando el modelo de Trump y sus trumpistas armados.
La lentitud debería ser mesura. Desgraciadamente se ha sido lento en cosas que tenían que haber sido rápidas y viceversa. Lo ha expresado muy bien en La Vanguardia el catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Universidad Rovira i Virgili, el profesor Álex Arenas, que forma parte de grupos de trabajo sobre el COVID-19: “En esta enfermedad, dos semanas lo son todo. Dos semanas es lo que tardamos de más en confinar, y dos semanas es el tiempo en el que nos hemos precipitado en iniciar el desconfinamiento”. Bien descrito, pero nos trae cierto pesimismo al ver el estado de ánimo, más bien impaciente, de muchos sectores que quieren recuperar lo que creen que han perdido al estar parado todo. Cuidado con las prisas. El mismo investigador señala respecto al temor que manifiestan todos los expertos, del doctor Fauci (a Trump le ha sentado fatal) a los españoles, franceses, alemanes... en todas partes:

Ahora mismo, los modelos matemáticos no pueden predecir cuándo puede producirse ese temido rebrote. Hay datos que todavía se desconocen. “El problema es saber cuánta movilidad está comportando la salida de los niños y el resto de personas. Necesitamos conocer cómo se están restableciendo estas cadenas de contactos”, arguye Arenas.
Todo este escenario es lo que le hace pensar que llevar a cabo las distintas fases de desescalada dentro de los tiempos previstos resultará toda una quimera. “Será imposible estar dentro de la última fase de desescalada en junio. ¿Qué la isla de La Gomera sí podrá estar? Posiblemente, pero, ¿de qué le sirve a La Gomera estar en esa fase si el resto no lo está?”, se pregunta. Y añade: “Es hacer un mal favor a la población pensar que Madrid y Barcelona podrán hacer una vida pseudo normal en junio. No es realista”.***



No, no es realista. El mayor miedo que se tiene en estos momentos es ese, la confusión de los deseos y la realidad. Que los sueños se conviertan en pesadillas de las que sea mucho más difícil salir socialmente. El término "nueva normalidad" ha servido para que muchos se hagan ilusiones sobre su significado y lo que van viendo no les gusta. Pero no se trata de gustos, sino de conseguir un objetivo claro: mantener el sistema en un número de contagios asumibles por los recursos que tenemos. Tenemos límites que han sido desbordados y de poco han servido mostrar los hacinamientos en las UCI, hospitales, funerarias, morgues, ataúdes por calles (Guayaquil) o camiones frigoríficos repletos de muertos (Nueva York), de cifras terribles en las residencias de mayores, etc. Hoy nos sorprenden los colchones en las aceras; mañana...
Las avalanchas para todo, deporte, perros, niños, mayores, compras..., son peligrosas porque esto tiene otro ritmo que es necesario atender. Un par de semanas, como decían, puede marcar una enorme diferencia. Correr demasiado no es bueno; supeditar la realidad al deseo, tampoco.  Realismo, sensatez... por muy mala que sea la situación, mejora con lentitud y empeora a enorme velocidad. Es lo que hay. Podemos comprobar los estragos en países que, como Estados Unidos, han hecho del deseo error.


* "Los contagios en menores de 9 años crecen más rápido que la media desde que se autorizaron los paseos" ABC 14/05/2020 https://www.abc.es/sociedad/abci-contagios-menores-9-anos-crecen-mas-rapido-media-desde-autorizaron-paseos-202005140224_noticia.html
** "Plaga de colchones tirados en la calle tras las muertes por Covid-19" ABC 14/05/2020 https://www.abc.es/espana/madrid/abci-plaga-colchones-tirados-calle-tras-muertes-covid-19-202005132155_noticia.html
** "Científicos avisan: no hay suficientes rastreadores para contener un posible rebrote" La Vanguardia 14/05/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200514/481132988024/coronavirus-modelo-matematico-necesidad-mas-test-contener-rebrote.html

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