jueves, 21 de mayo de 2020

Los problemas de la enseñanza ante el COVID-19

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La BBC, a través de un artículo firmado por Jonty Boom, con el título "Coronavirus: Universities fear fall in lucrative overseas students" pone el dedo en un herida oculta pero de efectos inmediatos: la enseñanza universitaria.
En las últimas décadas muchos países se han beneficiado de la globalización educativa, especialmente la universitaria, produciéndose una enorme movilidad de estudiantes. Hasta el momento, la mayor parte de la información sobre los efectos en la educación han estado centrados en los que afectan a la disponibilidad de las familias, es decir, al problema de qué hacer con los niños en edad escolar, aquellos que requieren atención y requieren la atención y cuidado de los adultos. Se ha visto como un problema de conciliación, en primer lugar, para pasar después a discutir sobre el regreso a las aulas y sus condiciones. En la mayor parte de los países ha sido el problema prioritario porque el de los otros niveles de la enseñanza ya estaba "resuelto" al hacerse la matriculación por cursos y, de forma esencial, por producirse el estallido de la pandemia en la segunda mitad del curso. La atención se ha centrado primero en esperar, para después acogerse a la fuerza mayor que supone la suspensión de las clases presenciales.
En España y en el resto del mundo hay dos tipos de universidades para lo que a nosotros nos interesa aquí, las de enseñanza presencial y las universidades a distancia, en sus diversas modalidades. Es evidente que las primeras tienen unos problemas muy distintos a los de las segundas, que no se han visto afectadas más que mínimamente por su propia naturaleza distante que se ajusta a las necesidades actuales para seguridad de todos.
Las universidades presenciales se centran en el contacto entre los alumnos y los profesores y alumnos. Son, sobre todo, espacios de encuentro, mientras que las virtuales son bases de distribución de contenido. En las primeras, el alumnado va hacia el centro del conocimiento mientras que en los modelos a distancia, el conocimiento va hacia los alumnos. Los problemas de unas y otras son completamente distintos porque su organización, condiciones y funcionamiento lo son.
El artículo de la BBC tiene un buen comienzo, muy directo:

Which sector of the economy do you think is being hardest hit by the coronavirus - construction, retail, transport or catering?
Well, you are all wrong, and need to do some more homework. The answer is - education.*



El primer detalle es que define a la educación como un sector de la economía, algo que realmente es. Como los primeros niveles educativos son obligatorios y esencialmente gratuitos, olvidamos que la universidad no lo es, que aunque sus precios sean "políticos", es decir, no ajustados a los costes reales, dependen de las matriculaciones, lo que ha llevado a las universidades públicas a competir no solo con las privadas, sino entre ellas mismas al descender las cifras de los alumnos por el propio cambio en la población española.
Al igual que otros sectores de la economía en los que se ha producido un aumento de la inmigración para cubrir puestos, en la educación superior se ha producido un enorme cambio al internacionalizarse su alumnado. Lo que empezó con los programas Erasmus y muchos becados desde Hispanoamérica, se ha ido ampliando sobre todo con los alumnos que salen de Asia hacia el resto del mundo, incluida España. Hasta hoy su presencia en nuestras aulas ha ido en aumento, año tras año, lo que ha supuesto unos importantes ingresos para las universidades, ya que al tratarse de alumnos "no comunitarios" los precios de su matriculación son superiores.


En el artículo de la BBC se habla de cómo los grandes favorecidos han sido tres países Estados Unidos, Reino Unido y Australia, por diversos motivos, pero uno en común, la lengua inglesa.
Nos explican lo que ha ocurrido con el COVID-19 y los efectos sobre las economías universitarias y locales:

Current students have been sent home, and many courses have moved online. If lockdowns around the world continue, new students are going to be hard to find in the autumn, and even harder to get on campus.
Plus, conferences are not happening, and all those wealthy alumni are nowhere near as wealthy as they thought they were.
This hits Western English-speaking universities particularly hard. They tend to charge even domestic students large tuition fees, and make money out of on-site catering and accommodation on top of that.
They also tend to charge foreign students a lot more, making them a huge source of income for many universities. In the UK, for example, undergraduate students from outside the UK and the EU can be charged annual tuition fees as high as £58,600 instead of the standard £9,000.
So, while globalisation for many means importing cheaper manufactured goods from around the world, for developed economies one of their greatest recent economic successes has been attracting students from overseas.*

Las cifras de las universidades públicas españolas, evidentemente, no tienen nada que ver con las de los países señalados. El éxito del idioma español en muchos países frente al más extendido inglés hace que nuestras universidades se hayan visto en los últimos años elegidas por estudiantes asiáticos, especialmente, de China, que se encuentran en nuestras aulas según las carreras de Grado o de Posgrado y el atractivo que puedan tener para ellos.
No sabemos mucho de cómo va a ser la docencia universitaria el próximo curso. Pero la incidencia, especialmente en los Posgrados, va a ser mucha. La docencia online para los que se encuentran en la misma población puede ser una solución, pero para aquellos que quieren la experiencia de estudiar en el extranjero, pues les sirve —como señalan en la BBC— para mejorar el idioma y conocimiento de la cultura de primera mano.
Desde hace algún tiempo está abierta la matriculación del próximo curso. Las universidades han puesto fecha para el comienzo presencial de los cursos, pero no sabemos mucho más.


Las medidas necesarias para garantizar la seguridad van más allá de las que podemos garantizar. Como usuario diario del transporte —un tren de cercanías combinado con el metro madrileño, unos 45 minutos de trayecto de ida y otros tantos de regreso— tengo claro que el proceso tiene riesgos desde que salgo del portal de casa hasta que llego a la puerta de Facultad, donde las condiciones son otras, en las que debo realizar un trabajo de clases ante un alumnado en un aula, recibir tutorías, asistir a reuniones, etc.
No es lo mismo que ocurra un acontecimiento como este en mitad de un curso a que ya sepamos qué está ocurriendo. Las universidades presenciales no estaban preparadas para asumir un cambio tan profundo en su modelo de acción y no son fáciles de adaptar a la situación, como hemos podido apreciar. Ni por equipamiento ni por formación estaban preparadas para un cambio tan radical. Ni las estructuras, ni la administración ni los docentes ni el alumnado. La desaparición del encuentro en el espacio común hizo que todo cambiara. Nos habíamos olvidado, al automatizarlo, de la esencialidad del espacio de encuentro, lo que es la enseñanza. Ahora ese modelo se ha visto atacado y con consecuencias en la matriculación, que puede resultar esencial para mantener los estudiantes locales, pero puede no ser suficiente para los alumnos extranjeros. La conclusión a la que se llega en el artículo es esta;

Colleges and universities around the world have moved rapidly towards online and remote teaching now, because they have to. When much of the world is in lockdown and social distancing is the norm, they have no choice, and it is the only way of keeping at least some money coming in.
But it is not clear how many universities will survive the collapse of their income, and whether the move online will become permanent. Teaching people together on one site has proved to be a very long-lasting and successful business model, and it still carries huge prestige and rewards for those taking part.

No es precisamente tranquilizante para la superviviencia económica de las universidades o de los modelos existentes de docencia. Poco antes se nos ha dicho en el artículo que "Cambridge University has announced that all its lectures will be online-only during the next academic year". Podrán tener pequeños grupos si se respetan las condiciones de las distancias, lo que no significa que sea atractivo para esa matriculación de más allá de las fronteras que había estado funcionando en algunos países desde hace tres décadas y en el nuestro desde hace una.


No sabemos cómo va a afectar a los flujos internacionales de alumnado, como tampoco sabemos cómo va a afectar a la enseñanza en sí. Es un camino nuevo e incierto, que requiere de más reflexión que las que afectan a la mera intendencia. El empeño de muchos sectores de la economía por seguir los mismos modelos planteará problemas; aquí ocurrirá igual. No hay solución buena que satisfaga a todos. Se trata de hacer lo que sea mejor dentro de lo posible, no solo de resguardarse hasta que escampe porque no sabemos cuánto puede durar, si este apocalíptico curso 2020 es el final o si es solo el principio.
Como el turismo y el ocio, la enseñanza parte del encuentro, lo que nos lleva al problema del tiempo y el espacio, a lo básico, a cómo repartirlo, distribuirlo y compartirlo. Lo que el momento requiere es el reequilibrio entre esos factores para que sea realmente eficaz y no un mero cubrir el expediente. Donde falta el espacio es necesario aumentar el tiempo y mejorar la distribución en ambos sentidos. No hay que confundir —como me temo que algunos hacen— con la automatización o mecanización, tentaciones presentes.
Precisamente porque la distancia aumenta, se debe aumentar la humanización educativa, debemos compensar la falta del encuentro físico reforzándola. Esto es una enorme prueba (como para otros muchos sectores) de adaptación y supervivencia, incluso de mejora buscando lo que el cambio nos ofrece. 
Usar la tecnología no es tecnologizar la enseñanza, que debe seguir siendo humana y humanista. Es usar la tecnología para salvar el hueco de la distancia, no para crear más distanciamiento. Ya hay bastante. No se trata solo de transmitir conocimientos, sino modelos de vida, valores, sentido de pertenencia, etc. junto a ellos. 
Hay muchos retos por delante en la educación. Unos vienen del COVID-19; otros de nosotros mismos. Algunos son nuevos; otros vienen de lejos y los comprendemos mejor ahora.
Hay aspectos económicos, otros son relacionados con la seguridad y los que debemos enfrentar no solo como "calidad", sino como "humanidad", algo esencial para la sociedad que se avecina.



* Jonty Bloom "Coronavirus: Universities fear fall in lucrative overseas students" BBC 21/05/2020 https://www.bbc.com/news/business-52508018

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